Fragmento del Mural de Taniperla

Partiendo de las ideas ya desarrolladas en otros textos sobre la globalización, se analiza el papel de los intelectuales, principalmente de los de derechas, y su relación con el poder, pero también con señalamientos sobre los intelectuales de izquierda, a partir de una batería de preguntas en torno al papel que el poder financiero les asigna, como usan (o son usados) los avances tecnológicos, cuál es su vínculo con el poder… en suma, “¿cómo es que se insertan en esa globalización fragmentada?” (Perfecta imagen de un oxímoron).

Nuestro siguiente programa:
¡OXIMORON!
(LA DERECHA INTELECTUAL Y EL FASCISMO LIBERAL)

Subcomandante Insurgente Marcos

En la figura que se llama oximoron,
se aplica una palabra un epíteto que parece contradecirla;
así los gnósticos hablaron de una luz oscura;
los alquimistas, de un sol negro.

Jorge Luis Borges.

Advertencia, introducción y promesa

Ojo: Si usted no ha leído el epígrafe, más vale que lo haga ahora porque si no, no va a entender algunas cosas.

Un hecho irrefutable: la globalización está aquí. No la califico (todavía), simplemente señalo una realidad. Pero, puesto que oximoron, hay que señalar que se trata de una globalización fragmentada.

La globalización ha sido posible, entre otras cosas, por dos revoluciones: la tecnológica y la informática. Y ha sido y es dirigida por el poder financiero. De la mano, la tecnología y la informática (y con ellas el capital financiero) han desaparecido las distancias y han roto las fronteras. Hoy es posible tener información sobre cualquier parte del mundo, en cualquier momento y en forma simultánea. Pero también el dinero tiene ahora el don de la ubicuidad, va y viene en forma vertiginosa, como si estuviera en todas partes al mismo tiempo. Y más, el dinero le da una nueva forma al mundo, la forma de un mercado, de un mega-mercado.

Sin embargo, a pesar de la “mundialización” del planeta, o más bien precisamente por ella, la homogeneidad está muy lejos de ser la característica de este cambio de siglo y de milenio. El mundo es un archipiélago, un rompecabezas cuyas piezas se convierten en otros rompecabezas y lo único realmente globalizado es la proliferación de lo heterogéneo.

Si la tecnología y la informática han unido al mundo, el poder financiero que las usa lo ha roto usándolas como armas, como armas en una guerra. Antes hemos dicho (el texto se llama “7 Piezas sueltas del rompecabezas mundial”, EZLN, 1997) que en la globalización se lleva a cabo una guerra mundial, la cuarta, y que se desarrolla un proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento (estoy tratando de resumir apretadamente, sed benévolos) en todo el planeta. Para la construcción del “nuevo orden mundial” (Planetario, Permanente, Inmediato e Inmaterial, siguiendo a Ignacio Ramonet), el poder financiero conquista territorios y derriba fronteras, y lo consigue haciendo la guerra, una nueva guerra. Una de las bajas de esta guerra es el mercado nacional, base fundamental del Estado-Nación. Éste último está en vías de extinción, o cuando menos, lo está el Estado-Nación tradicional o clásico. En su lugar, surgen mercados integrados o, mejor aún, tiendas departamentales del gran “mall” mundial, el mercado globalizado.

Las consecuencias políticas y sociales de esta globalización son una figura de oximoron reiterada y compleja: menos personas con más riquezas, producidas con la explotación de más personas con menos riquezas, la pobreza de nuestro siglo es incomparable con ninguna otra. No es, como lo fuera alguna vez, el resultado natural de la escasez, sino de un conjunto de prioridades impuestas por los ricos al resto del mundo (John Berger. Cada vez que decimos adiós. Ediciones de la flor. Argentina, 1997, pp. 278-279.); para unos cuantos poderosos el planeta se abrió de par en par, para millones de personas el mundo no tiene lugar y vagan errantes de uno a otro lado; el crimen organizado forma la columna vertebral de los sistemas judiciales y de los gobiernos (los ilegales hacen las leyes y “guardan el orden público”); y la “integración” mundial multiplica las fronteras.

Así que, si resaltáramos algunas de las principales características de la época actual, diríamos: supremacía del poder financiero, revolución tecnológica e informática, guerra, destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento, ataques a los Estados-Nación, la consiguiente redefinición del poder y de la política, el mercado como figura hegemónica que permea todos los aspectos de la vida humana en todas partes, mayor concentración de la riqueza en pocas manos, mayor distribución de la pobreza, aumento de la explotación y del desempleo, millones de personas al destierro, delincuentes que son gobierno, desintegración de territorios. En resumen: globalización fragmentada.

Bien, según este planteamiento, en el caso de los intelectuales (puesto que tienen que ver con la sociedad, el poder y el Estado) cabría preguntarse: ¿han padecido el mismo proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento?; ¿qué papel les asigna el poder financiero?; ¿cómo usan (o son usados por) los avances tecnológicos e informáticos?; ¿qué posición tienen en esta guerra?; ¿cómo se relacionan con esos golpeados Estados-Nación?; ¿cuál es su vínculo con ese poder y en esa política redefinidos?, ¿qué lugar tienen en el mercado?, y ¿qué posición toman frente a las consecuencias políticas y sociales de la globalización? En suma: ¿cómo es que se insertan en esa globalización fragmentada?

El mundo habría cambiado por y para esta guerra. Si así fuera, los intelectuales “clásicos” no existirían más, ni sus antiguas funciones. En su lugar, una nueva generación de “cabezas pensantes” (para usar un término acuñado por el comandante zapatista Tacho) habría emergido (o está por emerger) y tendrían nuevas funciones en su quehacer intelectual.

Aunque aquí nos trataremos de limitar a los intelectuales de derecha, serán evidentes algunos señalamientos sobre los intelectuales en general y sobre su relación con el poder. Como el propósito de este texto es participar y alentar la polémica entre intelectuales de derecha e izquierda, queda una reflexión más profunda (sobre los intelectuales y el poder, y sobre los intelectuales y la transformación) para futuros e improbables escritos.

Vale. Salud y tenga a la mano su control remoto. En un momento comenzamos…

 

I. La mundialización: pay per view

En la bisagra del calendario, el dos mil se balancea aún entre los siglos XX y XXI, y entre el segundo y tercer milenio. No sé qué tan importante sea esta cuenta del tiempo, pero me parece que es, también, un momento adecuado para que por todos lados surja OXIMORON. Para no ir muy lejos, se puede decir que esta época es el principio del fin o el fin del principio de “algo”. “Algo”, irresponsable forma de eludir un problema. Pero ya se sabe que nuestra especialidad no es la solución de problemas, sino su creación. ¿”Su creación”? No, es muy presuntuoso, mejor su proposición. Sí, nuestra especialidad es proponer problemas.

Allá arriba todo parece haber ocurrido ya antes, como si una vieja película se repitiera con otras imágenes, otros recursos cinematográficos, incluso actores diferentes, pero el mismo argumento. Como si la “modernidad” (o “post modernidad”, dejo la precisión para quien se tome la molestia) de la globalización se vistiera con su OXIMORON y se nos presentara como una modernidad arcaica, rancia, antigua.

Si esto que digo les parece una mera apreciación subjetiva, póngalo a cargo de nuestro estar en la montaña, resistiendo y en rebeldía, pero concédanos el privilegio de la lectura y vea si se trata en efecto de un síntoma más del “mal de montaña”, o usted comparte esta sensación de dejà vu que fluye por el hipercinema que es el mundo globalizado.

El mundo no es cuadrado, cuando menos esto es lo que se enseña en la escuela. Pero, en el filo cortante de la unión de dos milenios, el mundo tampoco es redondo. Ignoro cuál sea la figura geométrica adecuada para representar la forma actual del mundo, pero, puesto que estamos en la época de la comunicación digital audiovisual, podríamos intentar definirla como una gigantesca pantalla. Usted puede agregar “una pantalla de televisión”, aunque yo optaría por “una pantalla de cine”. No sólo porque prefiero al cinematógrafo, también (y sobre todo) porque me parece que hay frente a nosotros una película, una vieja película, modernamente vieja (para seguir con oximoron).

Es, además, una de esas pantallas donde se puede programar la presentación simultánea de varias imágenes (picture in picture la llaman). En el caso del mundo globalizado, de imágenes que se suceden en cualquier rincón del planeta. No son todas las imágenes. Y no se debe a que falte espacio en la pantalla, sino a que “alguien” ha seleccionado esas imágenes y no otras. Es decir, estamos viendo una pantalla con diversos recuadros que presentan imágenes simultáneas de diferentes partes del mundo, es cierto, pero no todo el mundo está ahí.

Al llegar a este punto, uno se pregunta, inevitablemente, ¿quién tiene el control remoto de esta pantalla audiovisual? y ¿quién hace la programación? Buenas preguntas, pero aquí no encontrará usted las respuestas. Y no sólo porque no las sabemos a ciencia cierta, sino también porque no son el tema de este escrito.

Puesto que no podemos cambiar de canal o de cinema, veamos algunos de los diferentes recuadros que nos ofrece la mega pantalla de la globalización.

Vayamos al continente americano. Ahí tiene usted, en aquel rincón, la imagen de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ocupada por un grupo paramilitar del gobierno: la llamada Policía Federal Preventiva. No parece que estén estudiando esos hombres uniformados de gris. Más allá, enmarcada por las montañas del sureste mexicano, una columna de grises tanquetas blindadas cruza una comunidad indígena chiapaneca. En el otro lado, la imagen gris presenta a un policía norteamericano que detiene, con lujo de violencia, a un joven en un lugar que puede ser Seattle o Washington.

En el recuadro europeo proliferan también los grises. En Austria es Joer Heider y su fervor pro-nazi. En Italia, con la ayuda desinteresada de D´Alema, Silvio Berlusconi se arregla la corbata. En el Estado Español, Felipe González le maquilla la cara a José María Aznar. En Francia es Le Pen quien nos sonríe.

Asia, África y Oceanía presentan el mismo color repitiéndose en sus respectivos rincones.

Mmh… Tantos grises… Mmh… Podemos protestar… Después de todo, nos prometieron un programa a todo color… Cuando menos subamos el volumen y tratemos de entender así de qué se trata…

 

II. Un olvido memorable

Al igual que la globalización fragmentada, los intelectuales están ahí, son una realidad de la sociedad moderna. Y su “estar ahí” no se limita a la época actual, se remonta a los primeros pasos de la sociedad humana. Pero la arqueología de los intelectuales escapa a nuestros conocimientos y posibilidades, así que partimos del hecho de que “están ahí”. En todo caso, lo que tratamos de descubrir es la forma que adquiere ahora su “estar ahí”.

Los intelectuales como categoría son algo muy vago, ya se sabe. Diferente es, en cambio, definir la “función intelectual”. La función intelectual consiste en determinar críticamente lo que se considera una aproximación satisfactoria al propio concepto de verdad; y puede desarrollarla quien sea, incluso un marginado que reflexione sobre su propia condición y de alguna manera la exprese, mientras que puede traicionarla un escritor que reaccione ante los acontecimientos con apasionamiento, sin imponerse la criba de la reflexión. (Umberto Eco. Cinco escritos morales. Ed. Lumen. Traducción Helena Lozano Miralles, pp. 14-15). Si esto es así, entonces el quehacer intelectual es, fundamentalmente, analítico y crítico. Frente a un hecho social (por limitarnos a un universo), el intelectual analiza lo evidente, lo afirmativo y lo negativo, buscando lo ambiguo, lo que no es ni una cosa ni otra (aunque así se presente), y exhibe (comunica, devela, denuncia) lo que no sólo no es lo evidente, sino incluso contradice a lo evidente.

Es de suponer que las sociedades humanas tengan personas que se dediquen profesionalmente a este análisis crítico y a comunicar su resultado (en palabras de Norberto Bobbio: Los intelectuales son todos aquellos para los cuales transmitir mensajes es la ocupación habitual y conciente […] y para decirlo en un modo que puede parecer brutal, casi siempre representa también el modo de ganarse el pan). Quedémonos con esta aproximación al intelectual, al profesional del análisis crítico y la comunicación.

Ya hemos sido advertidos de que el intelectual no siempre ejerce la función intelectual. La función intelectual se ejerce siempre con adelanto (sobre lo que podría suceder) o con retraso (sobre lo que ha sucedido); raramente sobre lo que está sucediendo, por razones de ritmo, porque los acontecimientos son siempre más rápidos y acuciantes que la reflexión sobre los acontecimientos (Umberto Eco, op cit, p. 29).

Por su función intelectual, este profesional del análisis crítico y su comunicación sería una especie de conciencia incómoda e impertinente de la sociedad (en esta época, de la sociedad globalizada) en su conjunto y de sus partes. Un inconforme con todo, con las fuerzas políticas y sociales, con el Estado, con el gobierno, con los medios de comunicación, con la cultura, con las artes, con la religión, con el etcétera que el lector agregue. Si el actor social dice “¡ya está!”, el intelectual murmura con escepticismo: “le falta, le sobra”.

Tendríamos entonces que el intelectual en su papel es un crítico de la inmovilidad, unpromotor del cambio, un progresista. Sin embargo, este comunicador de ideas críticas está inserto en una sociedad polarizada, enfrentada entre sí de muchas formas y con variados argumentos, pero dividida en lo fundamental entre quienes usan el poder para que las cosas no cambien y entre quienes luchan por el cambio. El intelectual debe, por un elemental sentido del ridículo, comprender que no se le otorga un papel de brujo del espíritu en torno al cual va a girar el ser o no ser de lo histórico, pero que evidentemente él tiene saberes […] que lo pueden alinear en un sentido o en otro de lo histórico. Lo pueden alinear en la búsqueda de la clarificación de las injusticias presentes en el mundo actual o en la complicidad con la paralización e instalación en el Limbo. (Manuel Vázquez Montalbán. Panfleto desde el planeta de los simios. Ed. Drakontos. Barcelona, 1995, p. 48)

Y es aquí donde el intelectual opta, elige, escoge entre su función intelectual y la función que le proponen los actores sociales. Aparece así la división (y la lucha) entre intelectuales progresistas y reaccionarios. Unos y otros siguen trabajando con la comunicación de análisis críticos pero, mientras los progresistas siguen en la crítica a la inmovilidad, a la permanencia, a la hegemonía y a lo homogéneo; los reaccionarios enarbolan la crítica al cambio, al movimiento, a la rebelión y a la diversidad. El intelectual reaccionario “olvida” su función intelectual, renuncia a la reflexión crítica, y su memoria se recorta de modo que no hay pasado ni futuro, el presente y lo inmediato es lo único asible y, por ende, incuestionable.

Al decir “intelectuales progresistas y reaccionarios”, nos referimos a los intelectuales “de izquierda y de derecha”. Aquí conviene agregar que el intelectual de izquierda ejerce su función intelectual, es decir, su análisis crítico, también frente a la izquierda (social, partidaria, ideológica), pero en la época actual su crítica es fundamentalmente frente al poder hegemónico: el de los señores del dinero y quienes los representan en el campo de la política y de las ideas.

Dejemos ahora a los intelectuales progresistas y de izquierda, y vayamos a los intelectuales reaccionarios, la derecha intelectual.

 

III. El pragmatismo intelectual

En el principio, los gigantes intelectuales de derecha fueron progresistas. Y hablo de los grandes intelectuales de derecha, los “think tanks” de la reacción, no de los enanos que fueron ingresando a sus clubes “pensantes”. Octavio Paz, excelente poeta y ensayista, el más grande intelectual de derecha de los últimos años en México, declaró: Vengo del pensamiento llamado de izquierda. Fue algo muy importante en mi formación. No sé ahora… lo único que sé es que mi diálogo –a veces mi discusión– es con ellos (los intelectuales de izquierda). No tengo mucho que hablar con los otros. (Braulio Peralta. El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz. Ed. Grijalbo. México, 1996, p. 45). Y casos como el de Paz se repiten en la mega pantalla global.

El intelectual progresista, en tanto que comunicador de análisis críticos, se convierte en objeto y objetivo para el poder dominante. Objeto a comprar y objetivo a destruir. Multitud de recursos se ponen en juego para una y otra cosa. El intelectual progresista “nace” en medio de este ambiente de seducción persecutoria. Algunos se resisten y defienden (casi siempre en solitario, la solidaridad intergremial no parece ser la característica del intelectual progresista), pero otros, tal vez fatigados, buscan entre su bagaje de ideas y sacan aquellas que sean a la vez coartada y razón para legitimar al poder. Lo nuevo exige mucho, lo viejo ahí está, así que basta enarbolar el argumento de “lo inevitable” para que el sistema le ofrezca un cómodo sillón (a veces en forma de beca, puesto, premio, espacio) a la vera del Príncipe ayer tan criticado.

“Lo inevitable” tiene nombre hoy: globalización fragmentada, pensamiento único (es decir, la traducción en términos ideológicos y con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional: Ignacio Ramonet. Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo. Editorial Debate. Madrid), fin de la historia, omnipresencia y omnipotencia del dinero, reemplazo de la política por la policía, el presente como único futuro posible, racionalización de la desigualdad social, justificación de la sobreexplotación de seres humanos y recursos naturales, racismo, intolerancia, guerra.

En una época marcada por dos nuevos paradigmas, comunicación y mercado, el intelectual de derecha (y ex de izquierda) entiende que ser “moderno” significa cumplir la consigna: ¡adaptaos o perded vuestros privilegiados lugares!

Ni siquiera tiene que ser original, el intelectual de derecha ya tiene la cantera de la que habrá que picar las piedras que adornen la globalización fragmentada: el pensamiento único. La asepsia no importa mucho, el pensamiento único tiene sus principales “fuentes” en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, la Organización Mundial de Comercio, la Comisión Europea, el Bundesbank, el Banco de Francia que, mediante su financiamiento, enrolan al servicio de sus ideas a través de todo el planeta a numerosos centros de investigación, universidades y fundaciones, los cuales, a su vez, perfilan y difunden la buena nueva (Ignacio Ramonet, op cit, p. 111).

Con tal abundancia de recursos, es fácil que florezcan élites que, desde hace años, se emplean a fondo en hacer los elogios del “pensamiento único”; que ejercen un auténtico chantaje contra toda reflexión crítica en nombre de la “modernización”, del “realismo”, de la “responsabilidad” y de la “razón”; que afirman el “carácter ineluctable” de la evolución actual de las cosas; que predican la capitulación intelectual, y arrojan a las tinieblas de lo irracional a todos los que se niegan a aceptar que “el estado natural de la sociedad es el mercado» (ibid, p. 114).

Lejos de la reflexión, del pensamiento crítico, los intelectuales de derecha se convierten en los pragmáticos por excelencia, destierran la función intelectual y se transforman en ecos, más o menos estilizados, de los spots publicitarios que inundan el mega mercado de la globalización fragmentada.

Refuncionalizados en la globalización fragmentada, los intelectuales de derecha modifican su ser y adquieren nuevas “virtudes” (entre ellas reaparece oximoron): una audaz cobardía y una profunda banalidad. Ambas brillan en sus “análisis” del presente globalizado y sus contradicciones, sus revisitaciones al pasado histórico, sus clarividencias. Se pueden dar el lujo de la audaz cobardía y de la profunda banalidad, puesto que la hegemonía universal casi absoluta del dinero los protege con torres de cristal blindado. Por esto, la derecha intelectual es particularmente sectaria y tiene, además, el respaldo de no pocos medios de comunicación y gobiernos. El ingreso a esas altas torres intelectuales no es fácil, hay que renunciar a la imaginación crítica y autocrítica, a la inteligencia, a la argumentación, a la reflexión, y optar por la nueva teología, la teología neoliberal.

Puesto que la globalización se vende como el mejor de los mundos posibles, pero carece de ejemplos concretos de sus ventajas para la humanidad, se debe recurrir a la teología y suplir con dogmas y fe neoliberales la falta de argumentos. El papel de los teólogos neoliberales incluye el señalar y perseguir a los “herejes”, a los “mensajeros del mal”, es decir, a los intelectuales de izquierda. Y qué mejor forma de combatir a los críticos que acusarlos de “mesianismo”.

Frente al intelectual de izquierda, el de derecha impone la etiqueta lapidaria de “mesianismo trasnochado”. ¿Quién puede cuestionar un presente pleno de libertades, donde cualquiera puede decidir qué compra, sean artículos de primera necesidad, ideologías, propuestas políticas y conductas para toda ocasión?

Pero paradoja no perdona. Si en algún lado hay mesianismo, es en la derecha intelectual. El Gran Circo de Intelectuales Neoliberales Químicamente Puros o Ex Marxistas Arrepentidos o la Trilateral pueden ser mesiánicos cuando prefiguran la fatalidad de un universo basado en la verdad única, el mercado único y el ejército gendarme único vigilando el fogonazo de flash que acompaña la foto final de la Historia, pulsado ante los mejores paisajes de las mejores sociedades abiertas. (Manuel Vázquez Montalbán, op cit, p. 47).

La foto final. O la escena culminante del filme de la globalización fragmentada.

 

IV. Los clarividentes ciegos

Parafraseando a Régis Debray (Croire, Voir, Faire. Ed. Odile Jacob. París, 1999), el problema aquí no es por qué o cómo la globalización es irremediable, sino por qué o cómo todo el mundo, o casi, está de acuerdo en que es irremediable. Una posible respuesta: La tecnología del hacer-creer […]. El poder de la información… Inf-formar: dar forma, formatear. Con-formar: dar conformidad. Trans-formar: modificar una situación (ibid, p. 193).

Con la globalización de la economía se globaliza también la cultura. Y la información. De ahí que las grandes empresas de la comunicación “tiendan” sobre el mundo entero su red electrónica sin que nada ni nadie se los impida. Ni Ted Turner, de la cnn; ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, de Microsoft; ni Jeffrey Vinik, de Fidelity Investments; ni Larry Rong, de China Trust and International Investment; ni Robert Allen, de att, al igual que George Soros o decenas de otros nuevos amos del mundo, han sometido jamás sus proyectos al sufragio universal (Ignacio Ramonet, op cit, p. 109).

En la globalización fragmentada, las sociedades son fundamentalmente sociedades mediáticas. Los media son el gran espejo, no de lo que una sociedad es, sino de lo que debe aparentar ser. Plena de tautologías y evidencias, la sociedad mediática es avara en razones y argumentos. Aquí, repetir es demostrar.

Y lo que se repite son las imágenes, como ésas grises que ahora nos presenta la pantalla globalizada. Debray nos dice: La ecuación de la era visual es algo así como: lo visible = lo real = lo verdadero. He aquí la idolatría revistada (y sin duda redefinida) (Régis Debray, op cit, p. 200). Y los intelectuales de derecha han aprendido bien la lección. Y más, es uno de los dogmas de su teología.

¿Dónde se dio el salto que iguala lo visible con lo verdadero? Trucos de la pantalla globalizada.

El mundo entero, mejor aún, el conocimiento entero está ahora a la mano de cualquiera con una televisión o una computadora portátil. Sí, pero no cualquier mundo y no cualquier conocimiento. Debray explica que el centro de gravedad de las informaciones se ha desplazado de lo escrito a lo visual, de lo diferido a lo directo, del signo a la imagen. Las ventajas para los intelectuales de derecha (y las desventajas para los progresistas) son obvias.

Analizando el comportamiento de la información en Francia durante la Guerra del Golfo Pérsico, se devela el poder de los media: al inicio del conflicto el 70% de los franceses se mostraban hostiles a la guerra, al final el mismo porcentaje la apoyaba. Bajo el golpeteo de los media, la opinión pública francesa se “volteó” y el gobierno obtuvo el beneplácito por su participación bélica.

Estamos en la “era visual”. Así las informaciones se nos presentan en la evidencia de su inmediatez, por tanto es real lo que se nos muestra, por tanto es verdadero lo que vemos. No hay lugar para la reflexión intelectual crítica, a lo más hay espacio para comentaristas que “completen” la lectura de la imagen. Lo visual no está hecho, en esta era, para ser visto, sino para dar “conocimiento”. El mundo ha devenido en una mera representación multimedia, que suprime al mundo exterior, capaz de ser conocida en la misma medida en que es vista. Sí, inicios del tercer milenio, siglo XXI, y la filosofía boyante en nuestro mundo “moderno” es el idealismo absoluto.

Se pueden sacar ya algunas conclusiones: el nuevo intelectual de derecha tiene que desempeñar su función legitimadora en la era visual; optar por lo directo e inmediato; pasar del signo a la imagen y de la reflexión al comentario televisivo. Ni siquiera tiene que esforzarse por legitimar un sistema totalitario, brutal, genocida, racista, intolerante y excluyente. El mundo que es el objeto de su “función intelectual” es el que ofrecen los media: una representación virtual. Si en el hipermercado de la globalización el Estado-Nación se redefine como una empresa más, los gobernantes como gerentes de ventas y los ejércitos y policías como cuerpos de vigilancia, entonces a la derecha intelectual le toca el área de Relaciones Públicas.

En otras palabras, en la globalización, los intelectuales de derecha son “multiusos”: sepultureros del análisis crítico y la reflexión, malabaristas con las ruedas de molino de la teología neoliberal, apuntadores de gobiernos que olvidan el “script”, comentaristas de lo evidente, porristas de soldados y policías, jueces gnoseológicos que reparten etiquetas de “verdadero” o “falso” a conveniencia, guardaespaldas teóricos del Príncipe, y locutores de la “nueva historia”.

 

V. El futuro pasado

Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes, dice Jorge Luis Borges. Y añade que todo Príncipe quiere que la historia comience desde él. En la era de la globalización fragmentada no se queman los libros (aunque sí se erigen fortificaciones), sino que se les substituye. Aun así, más que suprimir la historia previa a la globalización, el Príncipe neoliberal instruye a sus intelectuales para que la rehagan de modo que el presente sea la culminación de los tiempos.

“Los maquillistas de la historia”, así tituló Luis Hernández Navarro un artículo dedicado al debate con los intelectuales de derecha en México (Ojarasca en La Jornada, 10 de abril, 2000). Además de provocar el presente texto (escrito con el ánimo de darle seguimiento a sus planteamientos), Hernández Navarro advierte sobre una nueva ofensiva: la nueva derecha intelectual dirige sus baterías contra figuras representativas de la intelectualidad progresista mexicana. Rentista tardía de la bonanza planetaria del “pensamiento único”, renegada de su identidad, heredera con escrituras de la caída del muro de Berlín, socia y émula del circuito cultural conservador estadunidense, esta derecha está convencida de que la crítica cultural otorga credenciales suficientes para emitir, sin argumentación, juicios sumarios a sus adversarios en el terreno político (ibidem).

Las razones no-ideológicas de este ataque deben buscarse en la disputa por el espacio de credibilidad. En México los intelectuales de izquierda tienen gran influencia en la cultura y la academia. Estorban, ése es su delito.

No, más bien ése es uno de sus delitos. Otro es el apoyo de estos intelectuales progresistas a la lucha zapatista por una paz justa y digna, por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios, y por el fin de la guerra contra los indígenas del país. Este “pecado” no es menor. El levantamiento zapatista inaugura una nueva etapa, la de la irrupción de movimientos indígenas como actores de la oposición a la globalización neoliberal (Ivon Le Bot. “Los indígenas contra el neoliberalismo”, en La Jornada, 6 de marzo, 2000). No somos los mejores ni los únicos: ahí están los indígenas de Ecuador y de Chile, las protestas de Seattle y Washington (y las que sigan en tiempo, no en importancia). Pero somos una de las imágenes que distorsionan la mega pantalla de la globalización fragmentada y, como fenómeno social e histórico, demandamos reflexión y análisis crítico.

Y la reflexión y el análisis crítico no están en el “arsenal” de la derecha intelectual. ¿Cómo cantar las glorias del nuevo orden mundial (y su imposición en México) si un grupo de indígenas “premodernos” no sólo desafiaban al poder, sino que lograban la simpatía de una importante franja de intelectuales? En consecuencia el Príncipe dictó sus órdenes: atacad a unos y a otros, yo pongo al ejército y los medios de comunicación, ustedes pongan las ideas. Así que la nueva derecha intelectual dedicó burlas y calumnias a su par de izquierda. A los indígenas rebeldes zapatistas nos dedicó… una nueva historia.

Y, en tanto que el zapatismo tuvo impacto internacional, la derecha intelectual en varias partes del mundo (no sólo en México) se dedicó a esta tarea. Los intelectuales de derecha no sólo maquillan la historia, la rehacen, la rescriben a conveniencia del Príncipe y a modo con su función intelectual.

Pero volvamos a México. A lo largo de este siglo los intelectuales en México han desempeñado funciones diversas: cortesanos de lujo del poder en turno, decoración estatal, voces disidentes (a las que se llama, para institucionalizarlas, “Conciencias Críticas”), intérpretes privilegiados de la historia y de la sociedad, espectáculos en sí mismos. (Carlos Monsiváis. “Intelectuales mexicanos de fin de siglo”, Viento del Sur 8, 1996, p. 43).

El último gran intelectual de derecha en México, Octavio Paz, cumplió a cabalidad la labor encomendada por el Príncipe. No escatimó palabras para desprestigiar a los zapatistas y a quienes mostraron simpatía por su causa (ojo: no por su forma de lucha). Una de las mejores muestras del Paz al servicio del Príncipe está en sus escritos y declaraciones en los inicios de 1994. Ahí Octavio Paz definía, no al EZLN, sino los argumentos sobre los que deberían ahondar sus “soldados” intelectuales: maoísmo, mesianismo, fundamentalismo, y algunos “ismos” más que ahora escapan a mi memoria. Frente a los intelectuales progresistas, Paz no escatimó acusaciones: ellos eran responsables del “clima de violencia” que marcó el año de 1994 (y todos los años del México moderno, pero la derecha intelectual nunca ha brillado por su memoria histórica), en concreto, del asesinato del candidato oficial a la presidencia de la República, Colosio. Años después, antes de morir, Paz rectificaría y señalaría que el sistema estaba en crisis y que, aun sin el alzamiento zapatista, esos hechos ocurrirían de todas formas (véase: Braulio Peralta, op cit).

Ninguno de los actuales herederos de Paz tiene su estatura, aunque no les faltan ambiciones para ocupar su lugar. No como intelectual, pues les faltan inteligencia y brillo, sino por el lugar privilegiado que ocupó al lado de Príncipe. Sin embargo, su lucha hacen. Y siguen en su empeño de confeccionarle al zapatismo una historia que les sea cómoda, no sólo para atacarlo, sino, sobre todo, para eludir el análisis crítico y la reflexión serios y responsables.

Pero no sólo la historia del zapatismo y de los pueblos indios rescriben los intelectuales de derecha. La historia entera de México se está rehaciendo para demostrar que estamos, ya, en el mejor de los Méxicos posibles. Así que los enanos de la derecha intelectual revisitan el pasado y nos venden una nueva imagen de Porfirio Díaz, de Santa Anna, de Calleja, de Cárdenas.

Y este afán de remodelar la historia no es exclusivo de México. En la pantalla de la globalización ya se nos oferta una nueva versión en donde el Holocausto nazi en contra de los judíos fue una especie de Disneylandia selectiva, Adolfo Hitler es una especie de alegre Mickey Mouse ario y, más acá en el tiempo, las guerras del Golfo Pérsico y de Kosovo fueron “humanitarias”. En el futuro pasado que nos prepara la derecha intelectual, la globalización es el “deux ex machina” que trabaja sobre el mundo para preparar su propio advenimiento.

Pero, esas imágenes grises que nos presenta ahora la mega pantalla de la globalización, ¿qué llegada anuncian?

 

VI. El liberal fascista

Yo digo que esta película ya la vimos antes, y si no la recordamos es porque la historia no es un artículo atractivo en el mercado globalizado. Esos grises pueden significar algo: la reaparición del fascismo.

¿Paranoia? Umberto Eco, en un texto llamado “El fascismo eterno” (op cit), da algunas claves para entender que el fascismo sigue latente en la sociedad moderna, y que, aunque parece poco probable que se repitan los campos de exterminio nazis, en uno y otro lado del planeta acecha lo que él llama el “Ur Fascismo”. Luego de advertirnos que el fascismo era un totalitarismo “fuzzy”, es decir, disperso, difuso en el todo social, propone algunas de sus características: rechazo al avance del saber, irracionalismo, la cultura es sospechosa de fomentar actitudes críticas, el desacuerdo con lo hegemónico es una traición, miedo a la diferencia y racismo, surge de la frustración individual o social, xenofobia, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles, la vida es una guerra permanente, elitismo aristocrático, sacrificio individual para el beneficio de la causa, machismo, populismo cualitativo difundido por televisión, “neo lengua” (de léxico pobre y sintaxis elemental).

Todas estas características pueden ser encontradas en los valores que defienden y difunden los media y los intelectuales de derecha en la era visual, en la era de la globalización fragmentada. Acaso, hoy casi como ayer, ¿no se está utilizando el cansancio democrático, la náusea ante la nada, el desconcierto ante el desorden como aval de una nueva situación histórica de excepción que requiere un nuevo autoritarismo persuasivo, unificador de la ciudadanía en clientes y consumidores de un sistema, un mercado, una represión centralizada? (M. Vázquez Montalbán, op cit, p. 76).

Mire usted la mega pantalla, todos esos grises son la respuesta al desorden, es lo que se necesita para enfrentar a quienes se niegan a disfrutar el mundo virtual de la globalización y se resisten. Y, sin embargo, parece que el número de inconformes crece. Uno de los enanos mexicanos que aspiran a ocupar la silla vacía de Octavio Paz, constataba, aterrado, que en una encuesta en México del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en 1994, el 29% de los entrevistados respondía que las leyes no deben obedecerse si son injustas. En noviembre de 1999, en la revista Educación 2001, era el 49% el que a la pregunta “¿Puede el pueblo desobedecer las leyes si le parece que son injustas?”, respondió “sí”. Después de reconocer que es necesario resolver problemas de crecimiento económico, educación, empleo y salud, señalaba: todas esas cosas sólo pueden alcanzarse si la sociedad está parada en un piso más básico que es de la seguridad pública y el cumplimiento de la ley. Ese piso está lleno de agujeros en México y tiende a empeorar. (Héctor Aguilar Camín. “Leyes y crímenes”, en “Esquina”, Proceso 1225, 23 de abril, 2000). El razonamiento es sintomático: a falta de legitimidad y consenso, policías.

El clamor de la derecha intelectual demandando “orden y legalidad” no es exclusivo de México. En Francia, el fascista Le Pen está dispuesto a responder al llamado. En Austria el neonazi Heider ya está listo, lo mismo que el franquista Aznar en el Estado Español. En Italia, Berlusconi (alias el “Duce Multimedia”) y Gianfranco Fini se arreglan para el momento.

¿Europa asomada de nuevo al balcón del fascismo? Suena duro… y lejano. Pero ahí están las imágenes de la mega pantalla. Esos “skin heads” que asoman sus garrotes en aquella esquina, ¿están en Alemania, en Inglaterra, en Holanda? “Son grupos minoritarios y bajo control”, nos tranquiliza el audio de la mega pantalla. Pero parece que el fascismo renovado no siempre trae la cabeza rapada ni se adorna el cuerpo con suásticas tatuadas, y aun así no deja de ser una siniestra derecha.

Si digo “siniestra derecha” le parecerá a usted que juego con las palabras y sólo recurro de nuevo a oximoron, pero trato de llamar su atención sobre algo. Después de la caída del muro de Berlín, el espectro político europeo, en su mayoría, corrió atropelladamente hacia el centro. Esto es evidente en la izquierda europea tradicional, pero también ocurrió con los partidos derechistas (véanse: Emiliano Fruta, “La nueva derecha europea”, y Hernán R. Moheno, “Más allá de la vieja izquierda y la nueva derecha”, en Urbi et Orbi. itam, abril, 2000). Con una careta moderna, la derecha fascista empieza a conquistar espacios que ya rebasan con mucho los de las notas policiacas en los media. Ha sido posible porque se han esforzado en construirse una nueva imagen, alejada del pasado violento y autoritario.

También porque se han apropiado de la teología neoliberal con una facilidad asombrosa (por algo será), y porque en sus campañas electorales han insistido mucho en los temas de seguridad pública y empleo (alertando contra la “amenaza” de los inmigrantes). ¿Alguna diferencia con las propuestas de la social democracia o de la izquierda tradicional?

Detrás de la “tercera vía” europea acecha el fascismo, y también de la izquierda que no se define (en teoría y práctica) contra el neoliberalismo. En veces, la derecha se puede vestir con andrajos de izquierda. En México, en el reciente debate televisivo entre los 6 candidatos a la presidencia de la República, el candidato que obtuvo el beneplácito de la derecha intelectual fue Gilberto Rincón Gallardo, del Partido Democracia Social, de izquierda aparente. Acaso la televisión no mostró que algunos de los militantes y candidatos del pds en Chiapas son cabezas de varios grupos paramilitares, responsables, entre otras cosas, de la masacre de Acteal.

Que la derecha fascista y la nueva derecha intelectual estén listas para mostrarle sus “habilidades” a los señores del dinero no sorprende. Lo que desconcierta es que, algunas veces, son la socialdemocracia o la izquierda institucional quienes les preparan el camino.

Si en el Estado Español, Felipe González (ese político tan aplaudido por la derecha intelectual) trabajó para el triunfo del derechista Partido Popular de José María Aznar, en Italia, la autopista por la que la derecha se dirige al poder se llama Massimo D´Alema. Antes de renunciar, D´Alema hizo todo lo necesario para hacer naufragar a la izquierda. D´Alema y los suyos financiaron con el dinero de todos la educación religiosa y prepararon la privatización de la [educación] pública, participaron plenamente en la aventura de la OTANcontra Yugoslavia y en la ocupación virtual de Albania, privatizaron lo que pudieron, atentaron contra los jubilados, reprimieron a los inmigrantes, se sometieron a Washington, “reflotaron” a los corruptos y al mismo Bettino Craxi, por cuya residencia en el exilio, como prófugo de la justicia, desfilaron para pedirle ayuda, hicieron una ley sobre los carabineros dictada por el comando golpista de los mismos… (Guillermo Almeyra. “La izquierda de la derecha” en La Jornada, 23 de abril, 2000). ¿Resultado? Buena parte del electorado de izquierda se abstuvo de votar.

En la complicada geometría política europea, la llamada “tercera vía” no sólo ha resultado letal para la izquierda, también ha sido la rampa de despegue del neofascismo.

Tal vez estoy exagerando, pero la memoria es una facultad extraña. Cuanto más agudo y más aislado es el estímulo que recibe la memoria, más se recuerda; cuanto más abarcador, se recuerda con menor intensidad. (John Berger, op cit, p.234), y sospecho que ese alud de imágenes grises en la pantalla es para que recordemos con menor intensidad, con pereza, con ganas de olvidar.

Y si los libros no mienten, fue el fascismo italiano el que resultó atractivo para muchos líderes liberales europeos porque consideraban que estaba llevando a cabo interesantes reformas sociales, y podría ser una alternativa a la “amenaza comunista” (Véase: U. Eco, op cit).

En agosto de 1997, Fausto Bertinotti (secretario del italiano Partido de Refundación Comunista) escribía en una carta al EZLN: Se ha abierto, en Europa, una verdadera crisis de civilización. Se podrían, desgraciadamente, narrar cientos y miles de episodios de barbarie cotidiana, de violencia gratuita, de agresión a las personas, al cuerpo, de tráfico de personas, de cuerpos, de órganos, sin ningún sentido. Y encima de todo una gruesa capa de indiferencia, como si la vida hubiera perdido el sentido. Le podría contar de cosas que ocurren en la periferia urbana, realidad y metáfora de la tragedia humana en la que se ha convertido este nuevo ciclo del desarrollo capitalista.

Frente a esta vida sin sentido, el liberal fascista ofrece su cara amable y argumenta, haciendo hincapié en sus bondades, el recurso de la violencia legalizada, institucional.

El horizonte anuncia tormenta, y la derecha intelectual nos trata de tranquilizar presentándola como un chubasco sin importancia. Todo sea por asegurar el pan, la sal… y el lugar junto al Príncipe. ¡Protegedlo! No importa que su camisa sea gris y en su cálido seno se cultive el huevo de la serpiente.

“El huevo de la serpiente”. Si mal no recuerdo, es el título de una película de Bergman que describía el ambiente en el que se gestó el fascismo. ¿Y qué hacemos? ¿Seguimos sentados hasta que termine la película? ¿Sí? ¿No? ¡Un momento! ¡Vea usted hacia los otros espectadores! ¡Muchos se han levantado de sus asientos y hacen corrillos! ¡Los murmullos crecen! ¡Algunos lanzan objetos contra la pantalla y abuchean! ¡Y mire esos otros! ¡En lugar de dirigirse a la pantalla van hacia arriba! ¡Como que buscan al que proyecta la película! ¡Parece que lo encontraron porque señalan insistentemente hacia un rincón allá arriba! ¿Quiénes son esas personas y con qué derecho interrumpen la proyección? Uno de ellos levanta una pancarta que reza: Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. (José Saramago, Discursos de Estocolmo. Ed. Alfaguara). ¿El deber de nuestros deberes? ¡Que alguien explique porque no entendemos nada! ¡Silencio! Alguien toma la palabra…

 

VII. La escéptica esperanza

Los intelectuales progresistas. Los de la escéptica esperanza. El sociólogo francés Alain Touraine propone una clasificación de ellos (¿Comment sortir du libéralisme? Ed. Fayard. París, 1999): la más clásica la del intelectual denunciador, donde toda la atención se concentra sobre la crítica al sistema dominante; el segundo tipo de intelectuales se identifican con tal lucha o tal fuerza de oposición y se convierten en sus intelectuales orgánicos; la tercera cree en la existencia, la conciencia y la eficacia de los actores, al mismo tiempo que conocen sus límites; la cuarta son los utopistas, se identifican con las nuevas tendencias culturales, de la sociedad o de la existencia personal. Todos ellos (y ellas, porque ser intelectual no es privilegio masculino) empeñan sus esfuerzos en entender, críticamente, la sociedad, su historia y su presente, y tratan de desentrañar la incógnita de su futuro.

Nada fácil la tienen los pensadores progresistas. En su función intelectual se han dado cuenta de qué va todo y, nobleza obliga, deben develarlo, exhibirlo, denunciarlo, comunicarlo. Pero para hacerlo deben enfrentarse a la teología neoliberal de la derecha intelectual, y detrás de ésta están los media, los bancos, las grandes corporaciones, los Estados (o lo que queda de ellos), los gobiernos, los ejércitos, las policías.

Y deben hacerlo, además, en la era visual. Aquí están en franca desventaja, pues hay que tener en cuenta las grandes dificultades que implica enfrentarse al poder de la imagen con único recurso de la palabra. Pero su escepticismo frente a lo evidente les ha permitido ya descubrir la trampa. Y con el mismo escepticismo arman sus análisis críticos para desmontar, conceptualmente, la maquina de las bellezas virtuales y las miserias reales. ¿Hay esperanza?

Hacer de la palabra bisturí y megáfono es ya un desafío descomunal. Y no sólo porque en esta época la reina es la imagen. También porque el despotismo de la era visual arrincona a la palabra en los burdeles y en las tiendas de trucos y bromas. Aun así, sólo podemos confesar nuestra confusión y nuestra impotencia, nuestra ira y nuestras opiniones, con palabras. Con palabras nombramos aun nuestras pérdidas y nuestra resistencia porque no tenemos otro recurso, porque los hombres están indefectiblemente abiertos a la palabra y porque poco a poco son ellas las que moldean nuestro juicio. Nuestro juicio, temido a menudo por quienes detentan el poder, se moldea lentamente, como el cauce de un río, por medio de corrientes de palabras. Pero las palabras sólo producen corrientes cuando resultan profundamente creíbles (John Berger, op cit, p. 255).

Credibilidad. Algo de lo que carece la derecha intelectual y que, afortunadamente, abunda entre los intelectuales progresistas. Sus palabras han producido, y producen, en muchos la sorpresa primero, la inquietud después. Para que esa inquietud no sea aplastada por el conformismo que receta la era visual, hacen falta más cosas que escapan al ámbito del quehacer intelectual.

Pero aun cuando la palabra se ha hecho raudal, la función intelectual no termina. Los movimientos sociales de resistencia o de protesta frente al poder (en este caso frente a la globalización y el neoliberalismo) todavía deben recorrer un largo camino, no digamos ya para conseguir sus fines, sino para consolidarse como alternativa organizativa para otros. Finalmente, hay que reconocer la responsabilidad particular de los intelectuales. Depende de ellos, más que de cualquier otra categoría, que la protesta se desgaste en denuncia sin perspectiva o, por el contrario, que ella conduzca a la formación de nuevos actores sociales e, indirectamente, a nuevas políticas económicas y sociales. (Alain Touraine, op cit, p. 15).

El intelectual progresista está debatiéndose continuamente entre Narciso y Prometeo. En veces la imagen en el espejo lo atrapa y empieza su inexorable camino de trasmutación en un empleado más del mega mercado neoliberal. Pero en veces rompe el espejo y descubre no sólo la realidad que está detrás del reflejo, también a otros que no son como él pero que, como él, han roto sus respectivos espejos.

La transformación de una realidad no es tarea de un solo actor, por más fuerte, inteligente, creativo y visionario que sea. Ni solos los actores políticos y sociales, ni solos los intelectuales pueden llevar a buen término esa transformación. Es un trabajo colectivo. Y no sólo en el accionar, también en los análisis de esa realidad, y en las decisiones sobre los rumbos y énfasis del movimiento de transformación.

Cuentan que Miguel Ángel Buonarroti realizó su “David” con serias limitaciones materiales. El pedazo de mármol sobre el que trabajó Miguel Ángel era uno que ya había sido empezado a trabajar por alguien más y tenía ya perforaciones, el talento del escultor consistió en hacer una figura que se ajustara a esos límites infranqueables y tan restringidos, de ahí la postura, la inclinación, de la pieza final (Pablo Fernández Christlieb, La afectividad colectiva. Ed. Taurus, 2000, pp. 164-165).

De la misma forma, el mundo que queremos transformar ya ha sido trabajado antes por la historia y tiene muchas horadaciones. Debemos encontrar el talento necesario para, con esos límites, transformarlo y hacer una figura simple y sencilla: un mundo nuevo.

Vale de nuez. Salud y no olvidéis que la idea es también un cincel.

 

Desde las montañas del Sureste Mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
México, abril del 2000

 

P.D. ¿Alguien tiene un martillo a la mano?

Escrito en el inicio de la guerra del golfo auspiciada por Bush, Aznar y Blair, compara el proyecto de mundo que pretende el Neoliberalismo con una reedición de la Torre de Babel. La primera, la bíblica que quería llegar al cielo, se estaba construyendo gracias a la unanimidad que proporcionaba la misma lengua; por eso, el castigo fue la diversidad de idiomas para no entenderse.
La Torre que pretende construir el Neoliberalismo, no quiere llegar al cielo, sino tan solo organizar un mundo en el que la forma de Poder que auspicia, no sea cuestionado y para ello, necesita unanimidad, un mundo homogéneo que intenta conseguir a cualquier precio: fuerza, amenazas, arbitrariedades, guerra.

El problema viene con los diferentes que se niegan a dejar de serlo y así, erosionan los cimientos de la nueva Babel, caminando hacia un mañana en donde el mapa tendrá otra geografía y espacio para todas las palabras.

Otra geografía


“Que la cultura de la vida pueda florecer y ganar contra la violencia,
a arrogancia, la prepotencia, la ignorancia”

Heidi Giuliani.
Génova, Italia Rebelde.

I. La Torre de Babel: Entre el Maquillaje y el Closet

Siglo XXI. El nuevo siglo repite arriba la vocación de su antecesor: las propuestas políticas se fundamentan en la dominación o la exclusión del otro. ¿Qué hay de nuevo? Como antes, hoy se recurre a la guerra, a la mentira, a la simulación, a la muerte. El Poder repite la historia y nos trata de convencer que ahora sí va a hacer la plana con buena letra.

El proyecto de mundo del Neoliberalismo no es mas que una reedición de la Torre de Babel. Según el relato del Génesis, empeñados en alcanzar las alturas, los hombres consensan un proyecto descomunal: construir una torre tan alta que alcance el cielo. El dios de los judeo-cristianos castiga su soberbia con la diversidad. Hablando lenguas diferentes, los hombres no pueden continuar con la edificación y se dispersan.

El Neoliberalismo intenta la misma edificación, pero no para alcanzar un cielo improbable, sino para librarse de una buena vez de la diversidad, a la que considera una maldición, y para asegurar al Poder el nunca de dejar de serlo. El anhelo de eternidad surge, en los inicios de la historia escrita, con quienes son Poder.

Pero la Torre de Babel neoliberal no se emprende sólo en el sentido de conseguir la homogeneidad necesaria para su construcción. La igualdad que destruye a la heterogeneidad es igualdad con un modelo. “Seamos iguales a esto”, nos dice la nueva religión del dinero. Los hombres no se parecen a sí mismos, ni unos a otros, sino a un esquema que es impuesto por quien es el que hegemoniza, el que manda, el que está arriba de esa torre que es el mundo moderno. Abajo están todos los diferentes. Y la única igualdad que hay en los pisos inferiores es la de renunciar a ser diferentes, u optar por serlo en forma vergonzante.

El nuevo dios del dinero repite la maldición primigenia pero a la inversa: sea condenado el diferente, el otro. En el papel del infierno: la cárcel y el cementerio. Al “boom” de las ganancias de las grandes empresas trasnacionales, lo acompaña la proliferación de prisiones y camposantos.

En la nueva Torre de Babel la tarea común es la pleitesía al que manda. Y quien manda lo hace sólo porque suple la falta de razón con exceso de fuerza. El mandato es que todos los colores se maquillen y muestren el deslucido color del dinero, o que vistan su policromía sólo en la oscuridad de la vergüenza. El maquillaje o el closet. Lo mismo para homosexuales, lesbianas, migrantes, musulmanes, indígenas, gente “de color”, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, inadaptados, y todos los nombres que toman los otros en cualquier parte del mundo.

Este es el proyecto de la globalización: hacer del planeta una nueva Torre de Babel. En todos los sentidos. Homogénea en su forma de pensar, en su cultura, en su patrón. Hegemonizada por quien tiene no la razón sino la fuerza.

Si en la Torre de Babel de la prehistoria la unanimidad era posible por la palabra común (el mismo idioma), en la historia neoliberal el consenso se obtiene con los argumentos de la fuerza, las amenazas, las arbitrariedades, la guerra.

Puesto que vivir en el mundo es hacerlo en contigüidad con el diferente, las opciones que tenemos son entre ser dominante o dominado. Para lo primero el cupo está lleno y la membresía es hereditaria. En cambio, para ser dominado siempre hay vacantes y el único requisito es renegar de la diferencia o esconderla.

Pero hay diferentes que se niegan a dejar de serlo. Para quienes viven en la torre y no están en la cúspide, existen formas de enfrentar a esos “inadaptados”: la condena o la indiferencia, el cinismo o la hipocresía. En las leyes de la Torre neoliberal la posibilidad de reconocer la diferencia está penada. El único camino permitido es la sumisión de esa diferencia.

En la época moderna el Estado Nacional es un castillo de naipes frente al viento neoliberal. Las clases políticas locales juegan a que son soberanas en la decisión de la forma y altura de la construcción, pero el Poder económico hace tiempo que dejó de interesarse en ese juego y deja que los políticos locales y sus seguidores se diviertan… con una baraja que no les pertenece. Después de todo, la construcción que interesa es la de la nueva Torre de Babel, y mientras no falten materias primas para su construcción (es decir, territorios destruidos y repoblados con la muerte), los capataces y comisarios de las políticas nacionales pueden continuar con el espectáculo (por cierto el más caro del mundo y el de menor asistencia).

En la nueva Torre, la arquitectura es la guerra al diferente, las piedras son nuestros huesos y la argamasa es nuestra sangre. El gran asesino se esconde detrás del gran arquitecto (que si no se autonombra “Dios” es porque no quiere pecar de falsa modestia).

En el relato bíblico, el dios judeo-cristiano castiga la soberbia de los hombres con la diversidad. En la historia moderna del Poder, dios no es mas que el agente de relaciones públicas de la guerra (que sólo puede llamarse moderna por el número de muertes y la cuota de destrucción que cobra por minuto).

II. La Geografía de las Palabras

Si la prehistoria terminó hace tres años o hace 20 siglos no parece importar mucho. Allá arriba, quienes son el Poder y el Destino, se empeñan en convencernos de que la historia se repite, a pesar de lo que digan los calendarios. La aniquilación del diferente es moda siempre actualizada. Y, aunque en esencia, nada hay de diferente entre las catapultas del Imperio Romano y las “bombas inteligentes” de Bush, ahora el avance tecnológico funciona como el nuevo capellán de las tropas de ocupación (pinta de bondad lo que no deja de ser un crimen a distancia), y el escenógrafo espectacular (los bombardeos por televisión se convierten en un entretenimiento de piroctenia “fascinante” -CNN dixit)

Sin importar si nos damos cuenta o no, el Poder construye e impone una nueva geografía de las palabras. Los nombres son los mismos, pero ha cambiado lo nombrado.

Así, el error es doctrina política y el acierto es herejía. El diferente es ahora el contrario, el otro es el enemigo. La democracia es la unanimidad en la obediencia. La libertad es sólo la libertad para elegir la forma de esconder nuestra diferencia. La paz es el sometimiento pasivo. Y la guerra es ahora un método pedagógico para enseñar geografía.

Donde faltan las razones, pululan los dogmas. El dogma primero respalda a la causa, después la deforma y la convierte en destino. En el largavista del Poder, el horizonte es siempre el mismo, inmutable y eterno. El lente del Poder es un espejo. Lo diferente será siempre inesperado y a lo inesperado siempre se opondrá el miedo. Y el miedo siempre se hará fuerte en el dogma para aplastar lo inesperado. En el largavistas del Poder, el mundo es plano, deslavado y sucio.

Si un estadista no puede ser recordado por su obra humanitaria, entonces que sea recordado por su obra criminal. Y así, la historia del Poder se repite: los “próceres” de ayer, hoy visten todas sus bajezas y rencores. Los “iluminados de Dios” de hoy, serán los herejes de mañana.

Las palabras cambian y también las imágenes. Antes, en la geografía de las estatuas, el dogma se hacía piedra para honrar a sus fanáticos. Hoy es en las portadas de las revistas, periódicos y noticieros televisivos y radiales, que el dogma guarda memoria de sí mismo en las hemerotecas, y se asegura de servir de coartada para los continuadores de las pesadillas fundamentalistas.

En la moderna teoría del Estado, los seres humanos nacen diferentes. Su incorporación a la sociedad consiste en un proceso de educación que sería la envidia del reformatorio más cruel. El esfuerzo de todo el aparato de Estado se dirige en “igualar” a ese ser humano, es decir en homogeneizarlo bajo una hegemonía: la del que manda. El grado de éxito social, entonces, se mide según se acerque o se aleje de un modelo. La homogeneidad no es que todos seamos iguales, sino que todos tratemos de ser iguales a ese modelo. Y el modelo es aquel que se construye por quien es Poder. La hegemonía no es sólo que uno mande, sino, además, que todos nos esforcemos por obedecerlo.

Ahí está la homogeneidad, no todos tenemos las mismas riquezas (y ni hablar de que unos pocos las tienen a costa de otros muchos) ni las mismas oportunidades, pero sí tenemos el mismo amo y la misma voluntad de obedecerlo (que es otra forma de decir “servirlo”).

Cuando se nos hace el símil de la sociedad con la familia y se nos dice que debe haber reglas para la convivencia, se “olvida” que el problema son “esas” determinadas reglas. Ahí, las palabras cambian su geografía, no dicen ya lo que dicen, sino lo que quieren ellos, los que son Poder, que digan.

En algún momento de la historia moderna, la legalidad suple la legitimidad y, cuando la legalidad es rota por los de arriba es que las leyes deben adecuarse. Cuando es rota por los de abajo, es que las leyes deben aplicarse… para castigar su incumplimiento.

III. La Geografía del Poder

En la geografía del Poder, uno no nace en una parte del mundo, sino con posibilidades o no de dominar cualquier parte del planeta. Si antes el argumento de superioridad era la pertenencia a la raza, ahora es la geografía. Quienes habitan el Norte no lo hacen en el norte geográfico, sino en el Norte social, es decir, están arriba. Quienes viven en el Sur, están abajo. La geografía se ha simplificado: hay un arriba y un abajo. El lugar de arriba es angosto y caben unos cuantos. El de abajo es tan amplio que abarca cualquier lugar del planeta y tiene lugar para toda la humanidad.

En la moderna Torre de Babel una sociedad se dice superior si conquista a otras, no si tiene más adelantos científicos, culturales, artísticos, mejores condiciones de vida, mejor convivencia.

En la época moderna, el Poder lleva a cabo guerras múltiples de conquista. Y no me refiero a “múltiples” en el sentido de “muchas”, sino en el sentido de “en muchas partes y de muchas formas”. Así, las guerras mundiales hoy son más mundiales que nunca. Pues si el vencedor sigue siendo uno, los vencidos son muchos y en todas partes.

Con el argumento de las bombas se adjudican los espacios: quienes las arrojan están en el Norte, en el “arriba” de la Torre; quienes las reciben, están abajo, en el sur.

Pero no son las bombas las que modifican la geografía. Las bombas cambian el reparto de la geografía, su dominio. Así, en ese espacio limitado por puntos y rayas, ahora domina uno, mañana domina otro. Es lo que se llama “geopolítica”. En realidad los mapas geográficos no señalan riquezas naturales, personas, culturas, historias, sino quién o quiénes son los dueños de ellas.

Para el poderoso, la humanidad entera es un niño que puede ser dócil o rebelde. Las bombas le recuerdan al infante humano la conveniencia de ser uno y la inconveniencia de ser otro.

Hoy, los civiles en Irak, hombres, niños, mujeres y ancianos, de pronto tienen algo en común con el próspero empresario norteamericano. Éste fabrica los misiles crucero, aquéllos los reciben. Los ejércitos de EU y Gran Bretaña son sólo los amables carteros que unen dos puntos tan lejanos geográficamente. Así que lo que debemos agradecer a personas como Bush, Blair y Aznar es el que se hayan tomado la molestia de haber nacido en nuestra época. Sin personas como ellos, sería impensable la geografía moderna.

Pero esa guerra no es contra Irak, o no sólo contra Irak. Es contra todo intento, presente o futuro, de desobedecer. Es una guerra contra la rebeldía, es decir, contra la humanidad. Es una guerra mundial en sus efectos y, sobre todo, en el NO que provocan.

IV. El destino de Polifemo

La guerra del eje tragicómico Bush-Blair-Aznar y sus tramoyistas en las “democracias” occidentales, tuvo ya su primer fracaso. Intentó convencernos de que Irak está en Medio Oriente, y no. Como lo dice cualquier libro de geografía que se respete, Irak está en Europa, en la Unión Americana, en Oceanía, en América Latina, en las montañas del sureste mexicano, y en ese “NO” mundial y rebelde que pinta un nuevo mapa donde la dignidad y la vergüenza son casa y bandera.

Las movilizaciones en todo el planeta comprueban, entre otras cosas, que ésta es una guerra contra la humanidad.

Si alguien ha entendido bien que Irak está hoy en cualquier parte del planeta son los jóvenes. Cuando otros miran un mapa y se consuelan midiendo los miles de kilómetros que separan Bagdad de los lugares propios, los jóvenes han comprendido que esas bombas (las explosivas y las de desinformación) no sólo quieren destruir territorio iraquí, sino el derecho a ser diferente.

Y cuando un joven pinta un “NO” en un cartel, en un graffiti, en un cuaderno, en una voz, no sólo está diciendo “No a la guerra en Irak”, también está diciendo “No a la nueva Torre de Babel”, “No a la homegeniedad”, “No a la hegemonía”. Porque los jóvenes rebeldes usan el “No” como pincel, y con él en la mano y en la mirada, pintan y adivinan otra geografía.

Como el cíclope de la literatura griega, Polifemo, el Poder hace del odio al diferente su único ojo. Es en verdad muy fuerte y parece invencible. Pero, también como a Polifemo, al Poder un fantasma llamado “Nadie” le lanza el desafío.

Porque, cuando el poderoso se refiere a los otros, con desprecio los llama “nadie”. Y “nadie” es la mayoría de este planeta.

Si el dinero quiere reconstruir el mundo como una torre que satisfaga su soberbia, el “nadie” que hace andar la rueda de la historia quiere también otro mundo, pero uno redondo, que incluya a todas las diferencias con dignidad, es decir, con respeto. No es al cielo al que aspira la humanidad, sino a la tierra.

Y así “nadie” erosiona los cimientos de la nueva Torre de Babel.

Porque la tierra es redonda para que ruede.

En el mundo que está por hacerse, a diferencia de éste y los anteriores, cuya hechura se adjudica a dioses varios, cuando alguien pregunte “¿quién hizo este mundo”, la respuesta será: “Nadie”.

Y para adivinar ese mundo y empezar a construirlo, es necesario ver muy lejos en la geografía del tiempo. Quien está arriba es de mira corta y se equivoca cuando confunde a un espejo con un largavistas. Quien está bajo, “nadie”, ni siquiera se para en las puntas de los pies para adivinar lo que sigue.

Porque el largavistas del rebelde ni siquiera sirve para ver unos pasos adelante. No es mas que un calidoscopio, donde las figuras y los colores, cómplices unas y otros con la luz, no son herramientas de profeta, sino una intuición: el mundo, la historia, la vida, tendrán formas y modos que no conocemos aún, pero deseamos. Con su calidoscopio, el rebelde ve más lejos que el Poderoso con su largavistas digital: ve el mañana.

Los rebeldes caminan la noche de la historia, sí, pero para llegar al mañana. Las sombras no los inhiben para hacer algo ahora y en el aquí de su geografía.

Los rebeldes no tratan de enmendar la plana o rescribir la historia para que cambien las palabras y la repartición de la geografía, simplemente buscan un mapa nuevo donde haya espacio para todas las palabras.

Un mapa donde la diferencia entre las formas de decir “vida” no esté en la boca de quien las dice, sino en la tonalidad con las que se pronuncian.

Porque la música no se compone de una sola nota, sino de muchas, y el baile no es sólo un paso repetido hasta el hastío.

Así, la paz no será sino un concierto abierto de palabras y muchas miradas en otra geografía…

 

Desde el Irak de las montañas del Sureste Mexicano, y viendo el cielo ensombrecerse con los aviones y helicópteros militares de la “Operación Centinela”.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, Marzo del 2003.

 

I. Teoría: o la necesidad ineludible de que los propios movimientos hagan su reflexión teórica aportado a ella su quehacer transformador
II. El Estado Nacional y la polis: la “sociedad del Poder” ha desplazado a la clase política de la toma de decisiones fundamentales y ha convertido el Estado Nación en un holograma
III. La política: la que fue columna vertebral del quehacer gubernamental, la Razón de Estado, ahora es la Razón de Mercado y el político ha sido suplantado por el gerente que ya no tienen ni que hacer leyes: para eso ya están los “lobbys” de asesores y consultores
IV. La guerra: incorporada como una estrategia de mercado más; no se necesitan de leyes que la “justifiquen” o “avalen”, basta con políticos que la declaren y firmen las órdenes.
V. La cultura: si el rostro del “otro” es su cultura, destruirla es la forma más contundente de eliminarlo y por eso, en las grandes guerras, los grandes tiranos y genocidas dedican esfuerzos especiales a la destrucción cultural.
VI. Manifiestos y manifestaciones: el acto guerrero fundacional del nuevo siglo no es el desmoronamiento de las Torres Gemelas ni la caída de la estatua de Hussein. El siglo XXI arranca con el “NO A LA GUERRA” globalizado que devolvió a la humanidad su esencia.
VII. La resistencia: Vamos a vencer, no porque sea nuestro destino o porque así esté escrito en nuestras respectivas biblias rebeldes o revolucionarias, sino porque estamos trabajando y luchando para eso.

El mundo: Siete pensamientos en mayo de 2003

Introducción

Conforme se van deteriorando los calendarios del Poder y las grandes corporaciones de los medios de comunicación titubean entre los ridículos y las tragedias que protagoniza y promueve la clase política mundial, abajo, en el gran y extendido basamento de la tambaleante Torre de Babel moderna, los movimientos no cesan y, aunque aún balbuceantes, empiezan a recuperar la palabra y su capacidad de espejo y cristal. Mientras arriba se decreta la política del desencuentro, en el sótano del mundo los otros se encuentran a sí mismos y al otro que, siendo diferente, es otro abajo.

Como parte de esta reconstrucción de la palabra espejo y cristal, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional retomó diálogos con movimientos y organizaciones sociales y políticas en el mundo. Inicialmente, con hermanos y hermanas de México, Italia, Francia, Alemania, Suiza, el Estado Español, Argentina y la Unión Americana, se trata de ir construyendo una Agenda común de discusión.

No se pretende establecer acuerdos políticos y programáticos, ni de intentar una nueva versión de la Internacional. Tampoco se trata de unificar conceptos teóricos o uniformar concepciones, sino de encontrar y/o construir puntos comunes de discusión. Algo así como construir imágenes teóricas y prácticas que son vistas y vividas desde lugares distintos.

Como parte de este esfuerzo de encuentro, el EZLN presenta ahora estos 7 pensamientos. El “anclarlos” en un horizonte espacial y temporal significa, por parte nuestra, un reconocimiento de nuestras limitaciones teóricas, prácticas y, sobre todo, de visión universal. Este es nuestro primer aporte a la construcción de una Agenda mundial de discusión.

Agradecemos a la revista mexicana Rebeldía el que nos haya abierto sus páginas para estos pensamientos. Igualmente agradecemos a las publicaciones que en Italia, Francia, el Estado Español, la Unión Americana y América Latina hacen lo mismo.

I. Teoría

El lugar de la teoría (y del análisis teórico) en los movimientos políticos y sociales suele obviarse. Sin embargo, todo lo evidente suele esconder un problema, en este caso: el de los efectos de una teoría en una práctica y el “rebote” teórico de ésta última. Y no sólo, el problema de la teoría es también el problema de quién produce esa teoría.

No empato la noción de “teórico” o “analista teórico” con la de “intelectual”. Esta última es más amplia. El teórico es un intelectual, pero el intelectual no siempre es un teórico.

El intelectual (y, por ende, el teórico) siente que tiene el derecho de opinar sobre los movimientos. No es su derecho, es su deber. Algunos intelectuales van más allá y se convierten en los nuevos “comisarios políticos” del pensamiento y de la acción, reparten títulos de “bueno” y “malo”. Su “juicio” tiene que ver con el lugar en el que están y con el lugar en el que aspiran a estar.

Nosotros pensamos que un movimiento no debe “devolver” los juicios que recibe, y catalogar a los intelectuales como “buenos” o “malos”, según cómo califican al movimiento. El anti-intelectualismo no es más que una apología propia incomprendida, y, como tal, define a un movimiento como “púber”.

Nosotros creemos que la palabra deja huella, las huellas marcan rumbos, los rumbos implican definiciones y compromisos. Quienes comprometen su palabra a favor o en contra de un movimiento, no sólo tienen el deber de hablarla, también el de “agudizarla” pensando en sus objetivos. “¿Para qué?” y “¿Contra qué?” son preguntas que deben acompañar a la palabra. No para acallarla o bajar su volumen, sino para completarla y hacerla efectiva, es decir, para que se escuche lo que habla por quien debe escucharla.

Producir teoría desde un movimiento social o político no es lo mismo que hacerlo desde la academia. Y no digo “academia” en sentido de asepsia u “objetividad” científica (inexistentes); sino sólo para señalar el lugar de un espacio de reflexión y producción intelectual “fuera” de un movimiento. Y “fuera” no quiere decir que no haya “simpatías” o “antipatías”, sino que esa producción intelectual no se da desde el movimiento sino sobre él. Así, el analista académico valora y juzga bondades y maldades, aciertos y errores de movimientos pasados y presentes, y, además, arriesga profecías sobre rutas y destinos.

A veces ocurre que algunos de los analistas de academia aspiran a dirigir un movimiento, es decir, a que el movimiento siga sus directrices. Ahí, el reproche fundamental del académico, es que el movimiento no lo “obedezca”, así que todos los “errores” del movimiento se deben, básicamente, a que no ven con claridad lo que para el académico es evidente. Desmemoria y deshonestidad suelen campear (no siempre, es cierto) en estos analistas de escritorio. Un día dicen una cosa y predicen algo, al otro día ocurre lo contrario, pero el analista ha perdido la memoria y vuelve a teorizar haciendo caso omiso de lo que dijo antes. No sólo, además es deshonesto porque no se toma la molestia de respetar a sus lectores o escuchas. Nunca dirá “ayer dije esto y no ocurrió u ocurrió lo contrario, me equivoqué”. Enganchado en el “hoy” de los medios, el teórico de escritorio aprovecha para “olvidar”. En la teoría, este académico produce el equivalente a la comida chatarra del intelecto, es decir, no alimenta, sólo entretiene.

Otras veces, algún movimiento suple su espontaneismo con el padrinazgo teórico de la academia. La solución suele ser más perjudicial que la carencia. Si la academia se equivoca, “olvida”; si el movimiento se equivoca, fracasa. En ocasiones, la dirección de un movimiento busca una “coartada teórica”, es decir, algo que avale y dé coherencia a su práctica, y acude a la academia para surtirse de ella. En estos casos la teoría no es más que una apología acrítica y con algo de retórica.

Nosotros creemos que un movimiento debe producir su propia reflexión teórica (ojo: no su apología). En ella puede incorporar lo que es imposible en un teórico de escritorio, a saber, la práctica transformadora de ese movimiento.

Nosotros preferimos escuchar y discutir con quienes analizan y reflexionan teóricamente en y con movimientos u organizaciones, y no fuera de ellos o, lo que es peor, a costa de esos movimientos. Sin embargo, nos esforzamos por escuchar todas las voces, prestando atención no en quién las habla sino desde dónde se habla.

En nuestras reflexiones teóricas hablamos de lo que nosotros vemos como tendencias, no hechos consumados ni inevitables. Tendencias que no sólo no se han convertido en homogéneas y hegemónicas (aún), sino que pueden (y deben) ser revertidas.

Nuestra reflexión teórica como zapatistas no suele ser sobre nosotros mismos, sino sobre la realidad en la que nos movemos. Y es, además, de carácter aproximado y limitado en el tiempo, en el espacio, en los conceptos y en la estructura de esos conceptos. Por eso rechazamos las pretensiones de universalidad y eternidad en lo que decimos y hacemos.

Las respuestas a las preguntas sobre el zapatismo no están en nuestras reflexiones y análisis teóricos, sino en nuestra práctica. Y, en nuestro caso, la práctica tiene una fuerte carga moral, ética. Es decir, intentamos (no siempre con fortuna, es cierto) una acción no sólo de acuerdo a un análisis teórico, sino también, y sobre todo, de acuerdo a lo que consideramos es nuestro deber. Tratamos de ser consecuentes, siempre. Tal vez por eso no somos pragmáticos (otra forma de decir “una práctica sin teoría y sin principios”).

Las vanguardias sienten el deber de dirigir algo o a alguien (y en este sentido guardan muchas similitudes con los teóricos de academia). Las vanguardias se proponen conducir y trabajan para ello. Algunas hasta están dispuestas a pagar los costos de los errores y desviaciones de su quehacer político. La academia no.

Nosotros sentimos que nuestro deber es iniciar, seguir, acompañar, encontrar y abrir espacios para algo y para alguien, nosotros incluidos.

Un recorrido, así sea meramente enunciativo, de las distintas resistencias en una nación o en el planeta no es sólo un inventario, ahí se adivinan, más que presentes, futuros.

Quienes son parte de ese recorrido y de quien hace el inventario, pueden descubrir cosas que quienes suman y restan en los escritorios de las ciencias sociales no alcanzan a ver, a saber, que importan, sí, el caminante y su paso, pero sobre todo importa el camino, el rumbo, la tendencia. Al señalar y analizar, al discutir y polemizar, no sólo lo hacemos para saber qué ocurre y entenderlo, sino también, y sobre todo, para tratar de transformarlo.

La reflexión teórica sobre la teoría se llama “Metateoría”. La Metateoría de los zapatistas es nuestra práctica.

II. El Estado Nacional y la polis

En el agónico calendario de los Estados Nacionales, la clase política era quien tenía el Poder de decisión. Un Poder que sí tomaba en cuenta al poder económico, al ideológico, al social, pero mantenía una autonomía relativa respecto a ellos. Esa autonomía relativa le daba la capacidad de “ver más allá” y conducir a las sociedades nacionales hacia ese futuro. En ese futuro, el poder económico no sólo seguía siendo poder, sino que era más poderoso.

En el arte de la política, el artista de la polis, el gobernante, era entonces un especializado conductor, conocedor de las ciencias y las artes humanas, incluida la militar. La sabiduría de gobernar consistía en el manejo adecuado de los distintos recursos de conducción del Estado. La mayor o menor recurrencia a uno o a varios de esos recursos, definía el estilo de gobierno. Balance de administración, política y represión, una democracia avanzada. Mucha política, poca administración y represión encubierta, una régimen populista. Mucha represión y nada de política y administración, una dictadura militar.

En ese entonces, en la división internacional del trabajo, a los países con capitalismo desarrollado le correspondían hombres (o mujeres) de Estado como gobernantes; a los países con capitalismo deforme, les tocaban gobiernos de gorilas. Las dictaduras militares representaban el verdadero rostro de la modernidad: un rostro animal, sediento de sangre. Las democracias no sólo eran una máscara que escondía esa esencia brutal, también preparaban a las Naciones para una nueva etapa donde el dinero encontrara mejores condiciones de crecimiento.

La globalización, es decir, la mundialización del mundo, no sólo está marcada por la revolución tecnológica digital. La siempre presente voluntad internacionalista del Dinero encontró medios y condiciones para destruir las trabas que le impedían cumplir con su vocación: conquistar con su lógica todo el planeta. Unas de esas trabas, las fronteras y los Estados Nacionales, sufrieron y sufren una guerra mundial (la IV). Los Estados Nacionales se enfrentan a esta guerra careciendo de recursos económicos, políticos, militares, ideológicos y, como lo demuestran las guerras recientes y los tratados de libre comercio, de defensas jurídicas.

La historia no terminó con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del campo socialista. El Nuevo Orden Mundial sigue siendo un objetivo en el orden de batalla del dinero, pero en el campo yace ya, agonizando y esperando la llegada de auxilio, el Estado Nacional.

Llamamos “sociedad del Poder” al colectivo de dirección que ha desplazado a la clase política de la toma de decisiones fundamentales. Se trata de un grupo que no sólo detenta el poder económico y no sólo en una nación. Más que aglutinada orgánicamente (según el modelo de “sociedad anónima), la “sociedad del Poder” se conforma por compartir objetivos y métodos comunes. Aún en proceso de formación y consolidación, la “sociedad del Poder” trata de llenar el vacío dejado por los Estados Nacionales y sus clases políticas. La “sociedad del Poder” controla organismos financieros (y, por ende, países enteros), medios de comunicación, corporaciones industriales y comerciales, centros educativos, ejércitos y policías públicos y privados. La “sociedad del Poder” desea un Estado Mundial con un gobierno Supranacional, pero no trabaja en su construcción.

La globalización ha significado una experiencia traumática para la humanidad, sí, pero sobre todo para la sociedad del Poder. Agobiada por el esfuerzo de pasar, sin mediación alguna, de los barrios o comunidades a la Hiper-Polis, de lo local a lo global, y mientras se construye el gobierno Supranacional, la sociedad del Poder se refugia de nuevo en un Estado Nacional que desfallece. El Estado Nacional de la sociedad del Poder sólo aparenta un vigor que mucho tiene de esquizofrenia. Un holograma, eso es el Estado Nación en las metrópolis.

Mantenido por décadas como el referente de estabilidad, el Estado Nacional tiende a dejar de existir, pero su holograma permanece alimentado por los dogmas que luchan por llenar el vacío no sólo producido por la globalización, también remarcado por ella. La mundialización del mundo en tiempo y espacio es, para el Poder, algo que no acaba de ser digerido. Los “otros” ya no están en “otra” parte, sino en todas partes y a todas horas. Y para el Poder el “otro” es una amenaza. ¿Cómo enfrentar esa amenaza? Levantando el holograma de la Nación y denunciando al “otro” como agresor. ¿No fue uno de los argumentos del señor Bush para las guerras en Afganistán e Irak que ambos amenazaban a la “nación” norteamericana? Pero, fuera de la “realidad” creada por CNN, las banderas que ondean en Kabul y Bagdad no son las de las barras y las estrellas, sino las de las grandes corporaciones multinacionales.

En el holograma del Estado Nación, la falacia por excelencia de la modernidad, c´est a dire, “la libertad individual” se haya prisionera en una cárcel que no por global es menos opresiva. El individuo se desdibuja de tal forma que ni la imagen de los “héroes” de antaño puede ofrecerle la mínima esperanza de sobresalir. El “self made man” no existe más, y, puesto que es impensable hablar de “self made coporation”, la expectativa social se halla a la deriva. ¿Cuál es la esperanza? ¿Volver a la disputa por la calle, el barrio? Tampoco, la fragmentación ha sido tan despiadada y descontrolada que ni siquiera esas unidades mínimas de identidad se mantienen estables. ¿La familia-casa? ¿Dónde y cómo? Si la televisión entró como reina por la puerta principal, el internet entró como golpista por la hendidura del espacio cibernético. En días pasados, casi cada casa del planeta fue invadida por las tropas británicas y norteamericanas que ocuparon Irak.

El Estado Nación que se abroga ahora el título de “la mano divina de Dios” (los Estados Unidos de América), existe sólo en la televisión, en la radio, en algunos periódicos y revistas…, y en los cines. En la fábrica de sueños de los grandes consorcios mediáticos, los presidentes son inteli-gentes y simpáticos, la justicia siempre triunfa; la comunidad derrota al tirano, la rebeldía es respuesta pronta y efectiva frente a la arbitrariedad, y el “y vivieron muy felices” sigue siendo el final prometido a la sociedad nacional. Pero en la realidad, las cosas son todo lo contrario.

¿Dónde están los héroes de la invasión a Afganistán? ¿Dónde los de la ocupación de Irak? Quiero decir, el 11 de septiembre del 2001 tuvo sus héroes, los bomberos y habitantes de la ciudad de Nueva York trabajando por rescatar a las víctimas del delirio mesiánico. Pero estos héroes reales no le sirven al Poder, por eso fueron rápidamente olvidados. Para el Poder el “héroe” es el que conquista (es decir, destruye), no el que salva (es decir, construye). La imagen del bombero cubierto de ceniza, trabajando entre los escombros de las torres gemelas en Nueva York, fue sustituida por la del tanque de guerra jalando la estatua de Hussein en Bagdad.

La polis moderna (uso el término “polis” en lugar del de “ciudad” para remarcar que me refiero a un espacio urbano de relaciones económicas, ideológicas, culturales, religiosas y políticas) sólo tiene de la clásica (Platón), la imagen superficial y frívola de las ovejas (el pueblo) y el pastor (el gobernante).

Pero la modernidad trastocó por completo la imagen platónica. Ahora se trata de un complejo industrial: algunas ovejas se trasquilan y otras se sacrifican para obtener alimento, las “enfermas” son aisladas, eliminadas y “quemadas” para que no contaminen al resto.

El neoliberalismo se presentó como la administración eficaz de esa mezcla de matadero-corral que es la polis, pero señalando que la eficacia sólo era posible rompiendo las fronteras de la polis y extendiéndolas (es decir, invadiendo) a todo el planeta: la Hiper-Polis.

Pero resulta que el “administrador” (el gobernante-pastor) ha enloquecido y ha decidido sacrificar todas las ovejas, aunque el dueño no pueda comer todas… y aunque no queden ovejas para trasquilar, ni para sacrificar mañana. El viejo político, el de antaño (y no me refiero al de “antes de Cristo”, sino al de finales del siglo XX), se especializaba en mantener las condiciones para el crecimiento del rebaño y que hubiera ovejas para una y otra cosa, y, además, de que las ovejas no se rebelaran.

El neo-político no es ya más un pastor “culto”, es un lobo bobalicón e ignorante (que ni siquiera se esconde tras una piel de oveja) que se conforma con comerse la parte del rebaño que le cedan, pero ha abandonado sus tareas fundamentales. El rebaño no tardará en desaparecer… o en rebelarse.

¿Se podría pensar que de lo que se trata no es de “humanizar” el corral-fabrica-matadero de la polis moderna, sino de destruir esa lógica, arrancarse la piel de oveja y, sin ovejas, descubrir que el “pastor-carnicero-trasquilador” no sólo es inútil, sino que estorba?

La lógica de los Estados Nacionales era (a grandes rasgos): una polis-ciudad aglutina un territorio (y no al revés), una provincia aglutina una serie de polis, una nación aglutina una serie de provincias. Ergo, la polis-ciudad era la célula básica de la Nación Estado y la Polis-Capital imponía su lógica al resto de las polis.

Había entonces una especie de causa común, uno o varios elementos que aglutinaban a esa Polis dentro de sí misma, así como había elementos que aglutinaban al Estado Nación (territorio, lengua, moneda, sistema jurídico-político, cultura, historia, etcétera). Estos elementos han sido erosionados y dinamitados (muchas veces no en sentido figurado) por la globalización.

Pero, ¿qué con la polis en el desgaste actual (casi hasta la desaparición) del Estado Nacional? Y, ¿qué fue primero?, ¿la Polis o el Estado Nacional?, ¿el desgaste de la una o del otro? No importa, cuando menos no para lo que ahora digo. Si la fragmentación (y, por ende, la tendencial desaparición) del Estado Nacional se debe a la fragmentación de la polis o viceversa, no es el tema del que hablo.

Como en el Estado Nacional, en la Polis se ha extraviado lo que la aglutinaba. Cada Polis no es más que una fragmentación desordenada y caótica, una superposición de polis que no sólo son diferentes entre sí, sino, no pocas veces, contrarias.

El Poder del Dinero exige un espacio especial que no sólo le sea espejo de su grandeza y bienestar, sino que, además, lo proteja de las “otras” polis (las de los “otros”) que están a su alrededor y la “amenazan”. Estas “otras” polis no son semejantes a las comunidades bárbaras de antaño. La Polis del Dinero trata de incorporarlas a su lógica y necesita de ellas, pero, al mismo tiempo, les teme.

Donde antes había un Estado Nacional (o disputando aún el espacio con él) hay ahora una desordenada acumulación de Polis. Las Polis del Dinero que hay en el mundo son las “casas” de la “sociedad del Poder”. Sin embargo, donde antes había un sistema jurídico e institucional que regulaba la vida interna de los Estados Nacionales y la relación entre ellos (estructura jurídica internacional), ahora no hay nada.

El sistema jurídico internacional es obsoleto, y su lugar está siendo ocupado por el sistema “jurídico” espontáneo del Capital: la competencia brutal y despiadada con cualquier medio, entre ellos, la guerra.

¿Qué son los programas de seguridad pública de las ciudades sino la protección de los que tienen todo frente a los que nada tienen? “Mutatis mutandi”, los programas de seguridad nacional ya no son nacionales frente a otras naciones, sino contra todo y en todas partes. La imagen de la ciudad rodeada (y amenazada) por cinturones de miseria y la imagen de la nación hostigada por otros países, se han empezado a transformar. La pobreza y la inconformidad (esas “otras” que no tienen el buen gusto de desaparecer) ya no están en la periferia, sino que se puede ver casi en cualquier parte de las urbes… y de los países.

Lo que señalo es que el “reordenamiento”, que se practica en los gobiernos de las polis, de esos fragmentos, como ensayo o “entrenamiento” para el reordenamiento nacional, es inútil. Porque de lo que se trata, más que de reordenar, es de aislar los fragmentos “nocivos” y atenuar el impacto que puedan tener sus reclamos, luchas y resistencias en la polis del dinero.

Quien gobierna la ciudad, sólo administra el proceso de fragmentación de la polis, en espera de pasar a administrar el proceso de fragmentación nacional.

La privatización del espacio en las ciudades no es más que el temor violando sus propias disposiciones. La polis se ha convertido en un espacio anárquico de islas. La “convivencia” entre los pocos es posible por el temor común que tienen al “otro”. ¡Vivan las calles privadas! Seguirán las colonias privadas, las ciudades, las provincias, las naciones, el mundo… todo privatizado, es decir, aislado y protegido del “otro”. Pero el vecino pudiente no tardará también en ser un “otro”.

Lo que no hizo la guerra nuclear, pueden hacerlo las corporaciones. Destruir todo, incluso lo que les da riqueza.

Un mundo donde no quepa ningún mundo, ni siquiera el propio. Éste es el proyecto de la Hiper-Polis que ya se levanta sobre los escombros del Estado Nación.

III. La política

¿Ya no hay causas nacionales que aglutinen a las polis, a las naciones, a las sociedades? ¿O ya no hay políticos capaces de enarbolar esas causas? El descrédito de la política es algo más que eso: tiene algo de odio y rencor. El ciudadano común está pasando, tendencialmente, de la indiferencia frente a las tropelías de la clase política, a un repudio que adquiere formas cada vez más “expresivas”. El “rebaño” se resiste a la nueva lógica.

El político de antaño definía la tarea común. El moderno lo intenta y fracasa, ¿por qué? Tal vez porque él mismo ha labrado su desprestigio o, más bien, más que prostituir una causa, ha prostituido un quehacer.

Carente de una realidad como referente, la clase política moderna se fabrica de un holograma no del tamaño de sus aspiraciones, sino del tamaño de su calendario actual: quien gobierna un poblado no ha renunciado a gobernar una ciudad, una provincia, una nación, el mundo entero, es sólo que su hoy le determina un poblado… y hay que esperar a las próximas elecciones para el siguiente paso.

Si el Estado Nacional antes tenía la capacidad de “ver más allá” y proyectar las condiciones necesarias para que el capital se reprodujera “in crescendo” y para ayudarlo a sortear sus crisis periódicas, la destrucción de sus bases fundamentales le impiden cumplir con esa tarea.

El “barco” social se haya a la deriva y el problema no es sólo la falta de un capitán capaz, resulta que se han robado el timón y no aparece por ningún lado.

Si el dinero fue la dinamita, los “operarios” de la demolición fueron los políticos. Al destruir las bases del Estado Nacional, la clase política tradicional también destruyó su coartada: los todopoderosos atletas de la política ahora se miran sorprendidos e incrédulos… un comerciante ñoño, sin noción alguna de las artes del Estado, ni siquiera los ha derrotado, simplemente los suplantó.

Esa clase política tradicional es incapaz de reconstruir las bases del Estado Nacional. Como ave de rapiña se conforma con alimentarse de los despojos de los países, y se ceba en el lodo y la sangre sobre las que se construye el imperio del dinero. Mientras engorda, el Señor del Dinero espera en la mesa…

La libertad de mercado ha sufrido una metamorfosis terrible: ahora eres libre de elegir a qué centro comercial ir, pero la tienda es la misma y la marca del producto también. La falaz libertad originaria en la tiranía de la mercancía, “libre oferta y libre demanda” se ha hecho añicos.

Las bases de la “democracia occidental” han sido dinamitadas. Sobre sus escombros se realizan campañas y elecciones. La pirotecnia electoral brilla muy alto, tanto que no alcanza siquiera a iluminar un poco las ruinas que cubren el quehacer político.

De igual forma, la columna vertebral del quehacer gubernamental, la Razón de Estado, no sirve más, ahora es la Razón de Mercado la que dirige la política. ¿Para qué emplear políticos si los mercadólogos entienden mejor la nueva lógica del Poder?

El político, es decir, el profesional del Estado, ha sido suplantado por el gerente. Así la visión de Estado se trastoca en visión de mercadotecnia (el ge-rente no es más que un capataz de antaño, que “cree” firmemente que el éxito de la empresa es su propio éxito) y el horizonte se achica, no sólo en distancia, también en su dimensión.

Los diputados y senadores ya no hacen leyes, esa labor la cumplen los “lobbys” de asesores y consultores.

Huérfanos y viudos, los políticos tradicionales y sus intelectuales se mesan los cabellos (los que tengan aún) y ensayan una y otra vez nuevas coartadas para ofrecerlas en el mercado de ideas: es inútil, ahí sobran vendedores y no hay ningún comprador.

Acudir a la clase política tradicional como “aliada” en la lucha de resistencia es un buen ejercicio… de nostalgia. Acudir a los neo-políticos es un síntoma de esquizofrenia. Allá arriba no hay nada que hacer, como no sea jugar a que tal vez se puede hacer algo.

Hay quien se dedica a imaginar que el timón existe y disputar su posesión. Hay quien busca el timón, seguro de que quedó en alguna parte. Y hay quien hace de una isla no un refugio para la autosatisfacción, sino una barca para encontrarse con otra isla y con otra y con otra…

IV. La guerra

En el stress postmoderno de la sociedad del Poder, la guerra es el diván. La catarsis de muerte y destrucción alivia pero no cura. Las crisis actuales son peores que las del pasado, y, por ende, la solución radical que el Poder da para ellas, la guerra, es peor que las de antaño.

Ahora, el fraude más grande de la historia de la humanidad, la globalización, ni siquiera tiene la delicadeza de tratar de justificarse. Miles de años después del surgimiento de la palabra, y con ella, de la razón argumentada, la fuerza vuelve a ocupar el lugar decisivo y decisorio.

En la historia de la consolidación del Poder, la convivencia humana se convirtió en coexistencia. Y ésta en guerra. El par dominante-dominado define ahora a la comunidad mundial y pretende ser el nuevo criterio de “humanidad” incluso para los fragmentos más dispersos de la sociedad global.

El vacío dejado por los hombres de Estado es llenado, en el holograma del Estado Nacional, por los gerentes y arribistas; pero en el orden aparente del capital, los militares de empresas (una nueva generación que no sólo lee y aplica a Tzun Tzu, sino que tiene los medios materiales para realizar sus movimientos y maniobras) incorporan la guerra militar (para diferenciarla de las guerras económicas, ideológicas, psicológicas, diplomáticas, etc.) como un elemento más de su estrategia de mercado.

La lógica del mercado (más ganancias siempre y a toda costa) se impone a la vieja lógica de guerra (destruir la capacidad de combate del oponente). La legislación internacional estorba entonces y, o debe ser ignorada, o debe ser destruida. Se acabó el tiempo de las justificaciones plausibles, ahora ni siquiera se hace mucho énfasis en las justificaciones “morales” e incluso “políticas” de la guerra. Los organismos internacionales son monumentos inútiles y onerosos.

Para la sociedad del Poder, el ser humano puede ser cliente o delincuente. Para adocenar al primero y eliminar al segundo, el político da rostro legal a la violencia ilegítima del Poder. La guerra ya no necesita de leyes que la “justifiquen” o “avalen”, basta con políticos que la declaren y firmen las órdenes.

Si el gobierno de Estados Unidos se ha abrogado el papel de “Policía” de la Hiper-Polis, habría que preguntarse qué orden quiere mantener, qué propiedad debe defender, qué delincuentes debe encarcelar, y qué ley le da coherencia y orden a su actuar. Es decir, quienes son los “otros” frente a los que debe proteger a la sociedad del Poder.

No hay peor general para conducir una guerra que un militar, por eso, antaño, los grandes generales, los ganadores de las guerras (no los que peleaban las batallas), eran políticos, hombres de Estado. Pero si ya no hay más de éstos, entonces ¿quién está dirigiendo la actual batalla de conquista mundial? Dudo que alguien, en su sano juicio, pueda sostener que Bush o Rumsfeld dirigieron la guerra en Irak.

Así que, o son militares los que dirigen o no son militares. Si lo son, el resultado empezará a verse dentro de poco. El militar no se da por satisfecho hasta que destruye totalmente a su oponente. Totalmente, es decir, no derrotarlo, sino desaparecerlo, acabarlo, aniquilarlo. Así la solución a la crisis sólo es el preludio de una crisis mayor, de un horror que es imposible describir con palabras.

Si no son militares, entonces ¿quién dirige? Las corporaciones, pudiera responderse. Pero éstas tienen lógicas que se sobreponen a las de los individuos y los conducen. Como un ente con vida e inteligencia propia, la corporación alecciona a sus miembros para ir en tal dirección. ¿Cuál? La de la ganancia. En esta lógica, el dinero se dirige a donde obtiene más condiciones de ganancia rápida, creciente y continua. ¿Se dirigirá entonces a donde menos hay o a donde más hay? Sí, la corporación irá, tendencialmente, en contra de otra corporación.

¿Resolverá el resultado de la guerra en Irak la crisis que enfrentan las grandes corporaciones? No, o cuando menos no en lo inmediato. El efecto distractor de un conflicto para las expectativas del Estado-Nacional-Con-Aspiraciones-A-Ser-Supranacional, tiene la duración de un spot televisivo.

“Ya ganamos en Irak”, dirán los ciudadanos de Estados Unidos, “¿y ahora? ¿Otra guerra? ¿En dónde? ¿Es esto el nuevo orden mundial? ¿Una guerra en todas partes y a todas horas, sólo interrumpida por los anuncios comerciales?”

V. La cultura

Postrada en el diván de la guerra, la sociedad del Poder baraja sus complejos y fantasmas. Unos y otros tienen muchos nombres y muchos rostros, pero un común denominador: “el otro”. Ese “otro” que, hasta antes de la globalización, estaba lejos en tiempo y espacio, pero que la construcción desordenada de la Hiper-Polis lo ha traído al “backyard”, al patio trasero de la sociedad del Poder.

La cultura del “otro” se vuelve el espejo odiado. Pero no porque refleje al poder en su crueldad inhumana, sino porque cuenta la historia del “otro”. El diferente que no sólo no depende del “yo” del Poder, sino que también tiene su propia historia y esplendor sin siquiera haberse dado cuenta de la existencia del “yo” o haber supuesto su futura aparición.

En la sociedad del Poder, el fracaso del hombre en la convivencia, su ser en el ser colectivo, se oculta detrás del éxito individual. Pero éste último, oculta a su vez que ese éxito es posible por la destrucción del otro, del ser colectivo. Durante décadas, en el imaginario del Poder, el colectivo ocupó el lugar del mal, arbitrario, iracundo, cruel, implacable. El “otro” es el rostro del rebelde Luzbel en la nueva “Biblia” del Poder (que no predica la redención, sino la sumisión) y es necesario expulsarlo de nuevo del paraíso. En el papel de la espada flamígera, las “smart bombs”.

El rostro del “otro” es su cultura, ahí está su diferencia. Lengua, creencias, valores, tradiciones, historias, se hacen cuerpo colectivo en una Nación y le permiten diferenciarse de otras y, con base en esa diferencia, relacionarse con otras. Una Nación sin cultura es una entidad sin rostro, es decir, sin ojos, sin oídos, sin nariz, sin boca… y sin cerebro.

Destruir la cultura del “otro” es la forma más contundente de eliminarlo. El saqueo de las riquezas culturales en Irak no fue producto de la desatención o desinterés de las tropas de ocupación. Fue una acción militar más en el plan de guerra.

En las grandes guerras, los grandes tiranos y genocidas dedican esfuerzos especiales a la destrucción cultural. La semejanza entre la fobia a la cultura de Hitler y la de Bush no se debe a que manifiesten síntomEn las grandes guerras, los grandes tiranos y genocidas dedican esfuerzos especiales a la destrucción cultural. La semejanza entre la fobia a la cultura de Hitler y la de Bush no se debe a que manifiesten síntomas comunes de locura. La semejanza está en los proyectos de mundialización que animaron a uno y dirigen al otro.

La cultura es de las pocas cosas que mantienen aún respirando al Estado Nacional. La eliminación de la cultura será el tiro de gracia. Al funeral nadie asistirá y no por falta de conocimiento, sino de “raiting”.

VI. Manifiestos y manifestaciones

El acto guerrero fundacional del nuevo siglo no es el desmoronamiento de las torres gemelas, pero tampoco la caída sin gracia ni espectáculo de la estatua de Hussein. El siglo XXI arranca con el “NO A LA GUERRA” globalizado que devolvió a la humanidad su esencia y la aglutinó en una causa. Como nunca antes en la historia de la humanidad, el planeta fue sacudido por este “NO”.

Desde intelectuales de todas las tallas, hasta habitantes iletrados de rincones ignorados de la tierra, el “NO” se convirtió en puente que unió comunidades, pueblos, villas, ciudades, provincias, países, continentes. En manifiestos y manifestaciones, el “NO” buscó la reivindicación de la razón frente a la fuerza.

Aunque ese “NO” se apagó en parte con la ocupación de Bagdad, hay más de esperanza que de impotencia en su eco. Sin embargo, algunos se han desplazado en el terreno teórico y han cambiado la pregunta “¿Qué hacer para detener la Guerra?”, por esta otra: “¿Dónde será la próxima invasión?”.

Hay quien sostiene, ingenuo, que la declaración del gobierno de EU de que no hará nada contra Cuba, demuestra que no hay que temer una acción militar norteamericana en contra de la isla caribeña. Los deseos del gobierno norteamericano de invadir y ocupar Cuba son reales, pero son algo más que deseos. Son ya planes con rutas, tiempos, contingentes, etapas, objetivos parciales y sucesivos. Cuba no es sólo un territorio a conquistar, es, sobre todo, una afrenta. Una abolladura intolerable en el lujoso automóvil de la modernidad neoliberal. Y los marines son los hojalateros. Si esos planes se concretan, ya se verá, como ahora en Irak, que el objetivo no era derrocar al señor Castro Ruz, ni siquiera imponer un cambio de régimen político.

La invasión y ocupación de Cuba (o de cualquier otro punto de la geografía mundial) no requiere de los intelectuales “sorprendidos” de las acciones de un Estado Nacional (acaso el último que se mantiene como tal en América Latina) para control interno.

Si el gobierno norteamericano no se conmovió siquiera por el tibio rechazo de la ONU y de los gobiernos del primer mundo, ni se inmutó con la condena explícita de millones de seres en todo el planeta, no lo animarán ni detendrán las palabras de rechazo o aliento de los intelectuales (hablando de Cuba, en fechas recientes se conoció la “heroica” acción de soldados israe-líes: ejecutaron a un palestino con un tiro en la nuca. El palestino tenía 17 meses de edad. ¿Hubo alguna declaración, algún manifiesto con firmas indignadas? ¿Horror selectivo? ¿Cansancio del corazón? ¿O el “condenamos en cualquier parte y de quien sea” incluye ya y para siempre todas y cada una de las dosis de terror que desde arriba indigestan a los de abajo? ¿Basta decir una vez “no”?).

Tampoco lo detendrán las mo-vilizaciones de protesta, por muy masivas y continuas que sean, aún dentro de la Unión Americana.

Quiero decir: NO SÓLO.

Un elemento fundamental es la capacidad de resistencia del agredido, la inteligencia para combinar formas de resistir, y, algo que puede sonar “subjetivo”, la decisión de los seres humanos agredidos. El territorio a conquistar (llámese Siria, Cuba, Irán, montañas del sureste mexicano) tendría así que convertirse en un territorio en resistencia. Y no me refiero a la cantidad de trincheras, armas, trampas caza-bobos y sistemas de seguridad (que son, sin embargo, también necesarias), sino a la disposición (la “Moral” dirán algunos) de esos seres humanos para resistir.

VII. La resistencia

Las crisis preceden a la toma de conciencia de su existencia, pero la reflexión sobre los resultados o salidas de esas crisis se convierten en acciones políticas. El rechazo a la clase política no es un rechazo al hacer política, sino a una forma de hacerla.

El hecho de que, en el muy limitado horizonte del calendario del Poder, no aparezca definida una nueva forma de hacer política no significa que ésta no esté ya andando en pocos o en muchos de los fragmentos de las sociedades en todo el mundo.

Todas las resistencias, en la historia de la humanidad, han parecido inútiles no sólo la víspera, sino también ya avanzada la noche de la agresión, pero el tiempo corre, paradójicamente, a su favor si es concebida para ello.

Podrán caer muchas estatuas, pero si la decisión de generaciones se mantiene y alimenta, el triunfo de la resistencia es posible. No tendrá fecha precisa ni habrá desfiles fastuosos, pero el desgaste previsible de un aparato que convierte su propia maquinaria en su proyecto de nuevo orden, terminará por ser total.

No estoy predicando la esperanza hueca, sino recordando un poco de historia mundial y, en cada país, un poco de historia nacional.

Vamos a vencer, no porque sea nuestro destino o porque así esté escrito en nuestras respec-tivas biblias rebeldes o revolucionarias, sino porque estamos trabajando y luchando para eso.

Para ello es necesario un poco de respeto al otro que en otro lado resiste en su ser otro, un mucho de humildad para recordar que se puede aprender todavía mucho de ese ser otro, y sabiduría para no copiar sino producir una teoría y una práctica que no incluyan la soberbia en sus principios, sino que reconozca sus horizontes y las herramientas que sirven para esos horizontes.

No se trata de solidificar las estatuas existentes, sino trabajar por un mundo donde las estatuas sirvan sólo para que los pájaros se caguen en ellas.

Un mundo donde quepan muchas resistencias. No una internacional de la resistencia, sino una bandera policroma, una melodía con muchas tonadas. Si aparece di-sonante es sólo porque el calendario de abajo está todavía por armar la partitura donde cada nota encontrará su lugar, su volumen y, sobre todo, su liga con las otras notas.

La historia está lejos de terminar. En el futuro, las convivencias serán posibles, no por las guerras que pretendieron dominar al otro, sino por los “no” que dieron a los seres humanos, como antes en la prehistoria, una causa común y, con ella, una esperanza: la de la supervivencia… por la humanidad, contra el neoliberalismo.

 

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.

 

 

 Texto leído en el marco del Festival de la Digna Rabia, desarrollado en la Ciudad de México y en San Cristóbal de las Casas a finales de 2008 y principios de 2009, con el trasfondo de las movilizaciones y protestas en Grecia, tras la muerte del joven Alexandros Grigorópulos, por disparos de la policía, sumado al descontento social, crisis económica y corrupción gubernamental, y el ataque de Israel a la franja de Gaza, al que llamó “Operación Plomo Fundido”.
En él, entre cuentos y relatos, se describen siete vientos; el de una digna juventud rabiosa, el de un digno y rabioso empeño, el que trae un digno y rabioso color de la tierra, el que aporta una digna rabia organizada, el que muestra una digna y femenina rabia, el de una otra digna rabia, y, por último, el séptimo viento, el de unos muertos dignos y rabiosos…

Siete Vientos en los Calendarios y Geografías de Abajo

Texto leído por el Subcomandante Insurgente Marcos durante los días de la celebración del Festival de la Digna Rabia en el CIDECI. (Versión completa)

Primer Viento: una digna juventud rabiosa

Buenas noches.
Sintrófisa, síntrofe, Ekseyerméni Eláda. Emís, i pió mikrí, apó aftí ti goniá tu kósmu se jeretáme.
Déksu ton sevasmó mas ke ton zavmasmó mas giaftó pu skéftese ke kánis. Apó makriá mazménume apó séna. Efjaristúme.
(Espero no haber dicho una grosería, lo que quise decir fue “Compañera, compañero, Grecia rebelde. Nosotros, los más pequeños, desde este rincón del mundo te saludamos. Recibe nuestro respeto y admiración por lo que piensas y haces. Desde lejos aprendemos de ti. Gracias.”)

I – De las violencias y otras cosas

Desde hace mucho tiempo, el problema de los calendarios y las geografías han desvelado y develado al Poder. En unos y en otras ha visto (y verá) cómo su flamante engranaje de dominación se atasca y descompone. Por eso es que trata de poner mucho cuidado en el manejo de las geografías y los calendarios.

En las geografías puede parecer más claro: en su torpe truco, que este Festival ha develado, Grecia queda muy lejos de Chiapas. Y en las escuelas se enseña que México queda separado por un océano de Francia, el País Vasco, el Estado Español, Italia. Y si vemos un mapa, podemos notar que Nueva York queda muy al norte de la Chiapas indígena mexicana. Algo que fue refutado hace unas horas por las compañeras y compañeros del Movimiento Justicia para el Barrio. Y la Argentina queda muy al sur de esta tierra, algo desafiado por el compañero de Solano que acaba de hablar.

Pero ni arriba ni abajo hay esa separación. La brutal globalización neoliberal, la IV Guerra Mundial que le decimos los zapatistas, puso a los lugares más distantes en simultaneidad espacial y temporal para el flujo de riquezas… y para su apropiación.

Ya no más los cuentos fantasiosos sobre los supuestamente heroicos descubridores-conquistadores, que vencían con espada y cruz la debilidad de quienes eran “civilizados”. En lugar de las 3 carabelas, una computadora de alta velocidad. En lugar de un Hernán Cortés, un títere simultáneo hecho gobierno en cada rincón del planeta. En lugar de espadas y cruces, una maquinaria de destrucción masiva y una cultura que tiene en común con el “fast food” no sólo su omnipresencia (Mc Donalds, como dios, está en todas partes), también su difícil digestión y su nulo poder nutritivo.

Y esa misma globalización hace que las bombas de los gobiernos israelí y norteamericano caigan en Gaza al mismo tiempo que estremecen el mundo entero.

Con la globalización el mundo entero de arriba se nos puso a la mano… mejor dicho, a la mirada y a la conciencia. Las bombas que asesinan civiles palestinos son también una advertencia que hay que aprender y asimilar. Y el zapatazo a Bush en Irak puede ser reproducido en casi cualquier rincón del planeta.

Y todo va de la mano del culto a lo individual. El entusiasmo que despertó entre los bien portados el zapatazo a Bush (que sólo evidencia la mala puntería del periodista), es festinar un gesto valiente pero inútil e intrascendente para lo fundamental, como semanas después lo demuestra el apoyo del gobierno de Bush al crimen que el gobierno israelí perpetra en territorio palestino… y, perdonen si desilusiono a alguien que haya encendido sus velas al pie de la imagen de Barack Obama, que el sucesor de Bush respalda.

Y mientras la mala puntería en Irak provoca aplausos, la insurrección en Grecia provoca preocupaciones: “Hay el peligro”, alertan y exorcizan, “de que la rebelión en Grecia se extienda al resto de Europa”.

Ya hemos escuchado y leído lo que nos comunica la rebelde juventud griega de su lucha y de lo que enfrenta. Lo mismo de quienes en Italia se preparan para resistir a la fuerza del gobierno. Y la lucha cotidiana de nuestr@s compas en el norte del norte.

Y frente a esto allá arriba todos sacan sus diccionarios y encuentran la palabra “violencia” y la contraponen a “institucionalidad”. Y sin darle contexto, es decir, posición de clase, acusan, juzgan y condenan.

Y nos dicen que es violenta la juventud griega que hace arder la península helénica. Claro que se edita, se mutila, se borra el hecho de que la policía asesinó a un joven.

En México, en la geografía marcada por la ciudad del mismo nombre, un gobierno de izquierda institucional asesinó a un grupo de jóvenes, adolescentes en su mayoría. Un sector de la intelectualidad progresista guardó un silencio cómplice argumentando que eso era para distraer la atención del público, supuestamente puesta en el carnaval en que se convirtió la supuesta defensa del petróleo. La agresión sexual posterior a las mujeres jóvenes en los separos de la policía se perdió entre el sonido de los bombos y platillos anunciando una consulta que después fue un fracaso. Y, en cambio, no se condenó la violencia de la policía, que, contra lo que se dijo, no actuó desordenadamente. Esa policía ha sido preparada desde hace años para reprimir, hostigar y abusar de jóvenes, de vendedores ambulantes, de trabajador@s sexuales, de colonos y de todo aquel que disienta del gobierno de las pistas de hielo, los mega espectáculos al estilo Fujimori y las recetas para hacer galletitas. Y no hay que olvidar que la doctrina que anima a esta policía fue importada a la Ciudad de México por el hoy presidente “legítimo” de México cuando era jefe de gobierno del DF.

En la Ciudad de México y en Grecia los gobiernos asesinan jóvenes.

La mancuerna gubernamental EU-Israel marca ahora en Gaza la pauta a seguir: es más efectivo matarlos cuando son niños.

Ya antes, en México, en el presente calendario serán ya 10 años, jóvenes estudiantes de la UNAM levantaron un movimiento que desesperó a la izquierda bien portada que, histérica como hoy, los calumnió y desprestigió con ferocidad. Y también entonces se dijo que era un movimiento violento para distraer la atención de la gris campaña electoral del gris candidato presidencial del gris partido de la revolución democrática. Ahora, 10 años después, habría que recordar que la UNAM sigue siendo pública y gratuita gracias al empeño de esos hombres y mujeres, jóvenas y jóvenes a quienes hoy saludamos.

Pero en nuestro dolorido México quienes se llevan el primer lugar en usos y abusos de manosear el término “violencia” son Felipe Calderón Hinojosa y medios de comunicación que lo acompañan (cada vez menos, por cierto). El señor Calderón, aficionado a los juegos de computadora de estrategia en tiempo real (su juego favorito, lo declaró alguna vez, es “Age of Empires” –“la época de los imperios”-), decidió que, en lugar de pan y circo, al pueblo había que darle sangre. Como el circo ya lo dan los políticos profesionales y el pan está muy caro, Calderón decidió, apoyado en un bando de narcotraficantes, hacerle la guerra al otro bando. Violando la Constitución, sacó al ejército a cumplir labores de policía, ministerio público, juzgado, carcelero y ejecutor. Que esa guerra la está perdiendo lo sabe cualquiera que no sea de su gabinete, – y que la muerte de su pareja sentimental fue un asesinato, también se sabe aunque no se publique-.

Y en su guerra, las fuerzas del gobierno de Calderón tienen en su haber el asesinato de no pocas personas que nada debían, de niños y de no natos.

Con Calderón al frente, el gobierno de México va un paso delante de los de Estados Unidos e Israel: él los mata desde que están en el vientre materno.

Pero se dijo, y todavía lo repiten locutores y editorialistas, que se iba a usar la fuerza del Estado para combatir a la violencia del crimen organizado.

Y cada vez más se ve que el crimen organizado es quien dirige la fuerza del Estado.

Aunque tal vez todo se trate de una inteligente estratagema de Calderón y su objetivo sea distraer la atención de la gente. Ocupado como está el público con el sangriento fracaso de la guerra contra el narcotráfico, puede que no se dé cuenta del fracaso calderonista en política económica.

Pero volvamos a las condenas a la violencia que desde arriba se hacen.

Hay una trasmutación tramposa, una falsa tautología: dicen condenar la violencia pero en realidad condenan la acción.

Para ellos, los de arriba, la inconformidad es un mal del calendario o, cuando también se desafía a éste, una patología cerebral que se cura, según algunos, con mucha concentración mental, poniéndose en armonía con el universo y así todos somos seres humanos… o ciudadanos.

Para estos violentos pacifistas todos son seres humanos: lo es la joven griega que levanta la mano con una molotov en ella y el policía que asesina a los Alexis que en el mundo han sido y serán; lo es el niño palestino que llora en el funeral de sus hermanitos muertos por las bombas israelíes y el piloto del avión de combate con la estrella de David en el fuselaje; lo es el señor George W Bush y el indocumentado asesinado por la Border Patrol en Arizona, EU; lo es el multimillonario Carlos Slim y la mesera de un Sanborns que debe viajar 3 ó 4 horas para llegar al trabajo y salir de él y si llega tarde la despiden; lo es el señor Calderón, quien se dice jefe del ejecutivo federal mexicano, y el campesino despojado de su tierra; lo es el señor López Obrador y los indígenas asesinados en Chiapas a quienes ni vio ni oyó; lo es el señor Peña Nieto, depredador del Estado de México y el campesino Ignacio Del Valle, del FPDT, preso por defender a los pobres; en fin, lo son los hombres y mujeres que tienen la riqueza y el poder, y las mujeres y hombres que no tienen nada más que su digna rabia.

Y allá arriba demandan y exigen: “Hay que decir no a la violencia, venga de donde venga”… teniendo cuidado de hacer énfasis si la violencia viene de abajo.

Según ellos, todos y todas deben ponerse en armonía para que sus diferencias y contradicciones se resuelvan y gritar la consigna: “el pueblo armado también es explotado”, refiriéndose a soldados y policías.

Nuestra posición como zapatistas es clara. No apoyamos el pacifismo que se enarbola para que sea otro el que ponga la otra mejilla, ni la violencia que se alienta cuando son otros quienes ponen los muertos.

Nosotros somos quienes somos, con todo lo bueno y todo lo malo que cargamos y que es nuestra responsabilidad.

Pero sería ingenuo pensar que todo lo bueno que hemos logrado, incluido el privilegio de escucharlos y aprender de ustedes, se hubiera conseguido sin la preparación de una década entera para que amaneciera el Primero de Enero como de por sí amaneció hace 15 años.

No fue con una marcha o un desplegado de los-abajo-firmantes que nos dimos a conocer. Fue con un ejército armado, con los combates contra las fuerzas federales, con la resistencia armada, que nos dimos a conocer al mundo.

Y nuestros compañeros y compañeras caídos, muertos y desaparecidos, lo han sido en una guerra violenta que no empezó hace 15 años, sino hace 500 años, hace 200 años, hace 100 años.

No estoy haciendo una apología de la violencia, estoy señalando un hecho constatable: en guerra nos conocieron, en guerra nos hemos mantenido estos 15 años, en guerra seguiremos hasta que este rincón del mundo llamado México haga suyo su propio destino, sin trampas, sin suplantaciones, sin simulaciones.

El Poder tiene en la violencia un recurso de dominación, pero también lo tiene en el arte y la cultura, en el conocimiento, en la información, en el sistema de justicia, en la educación, en la política institucional y, por supuesto, en la economía.

Cada lucha, cada movimiento, en sus muy particulares geografías y calendarios, debe recurrir a diversas formas de lucha. No es la única y probablemente no sea la mejor, pero la violencia es una de ellas.

Es un gesto bello el enfrentar con flores los cañones de los fusiles, vaya hasta hay fotos eternizando el acto. Pero a veces es necesario hacer que esos fusiles cambien de objetivo y se dirijan hacia arriba.

El acusador y el acusado.

Se nos acusa de muchas cosas, es cierto. Y probablemente seamos culpables de alguna de ellas, pero ahora quiero detenerme en una:

No disparamos al reloj del tiempo ese primero de enero, ni lo convertimos en una fiesta nostálgica de derrota, como han hecho con el 68 algun@s de esa generación en todo el mundo, como lo han hecho en México con el 88 y ahora hasta con el 2006. Sobre este culto enfermizo por los calendarios trucados volveré después.

Tampoco editamos la historia para renombrarla señalando que somos o fuimos los únicos o los mejores, o ambas cosas (que es lo que hace esa histeria grupal que es el movimiento lopezobradorista, pero ya volveré sobre esto después).

Hubo y hay quienes nos critican que no hayamos dado el salto “a la realpolitik” cuando nuestros bonos políticos, es decir nuestro rating mediático, favorecía un buen precio por nuestra dignidad en el mercado de opciones electorales (que no políticas).

Nos acusan, en concreto, de no haber sucumbido a la seducción del poder, ésa que ha logrado que gente muy brillante de izquierda diga y haga cosas que serían una vergüenza para cualquiera.

Nos acusaron también de “desvarío ultra” o “radicalismo” porque en la VI Declaración señalamos al sistema capitalista como el causante de los principales males que aquejan a la humanidad. Hoy ya no insisten en eso, porque hasta los voceros del gran capital financiero en Wall Street lo dicen.

Por cierto, ahora que todo mundo dice y redice sobre la crisis global, habría que recordar que hace ya 13 años, en 1996, fue advertida por un escarabajo digno y rabioso. Don Durito de La Lacandona, en la ponencia más breve que he escuchado en mi corta edad, dijo “el problema con la globalización es que luego los globos se revientan”.

Nos acusan de no constreñirnos a la supervivencia que con sacrificios y el apoyo de los abajos en los rincones del planeta hemos edificado en estas tierras indias, y de no encerrarnos en lo que las mentes lúcidas (así se dicen) llaman “el laboratorio zapatista” o “la comuna de la Lacandona”.

Nos acusan de salir, una y otra vez, para confrontar al Poder y para buscar a otras, otros, ustedes, que lo confronten sin falsos consuelos ni conformismos.

Nos acusan de haber sobrevivido.

Y no se refieren a la resistencia que 15 años después nos permite decir que seguimos luchando, no sólo viviendo.

Lo que les molesta es que hayamos sobrevivido como otro referente de la lucha, de la reflexión crítica, de la ética política.

Nos acusan, quién lo fuera a decir, de no habernos rendido, de no habernos vendido, de no haber claudicado.

Nos acusan, en suma, de ser zapatistas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hoy, 515 años después, 200 años después, 100 años después, 25 años después, 15 años después, 5 años después, 3 años después, declaramos: somos culpables.

Y, puesto que es el modo neozapatista, no sólo lo confesamos, también lo celebramos.

No imaginamos que esto le iba a doler a algunos que allá arriba simulan progresismo o se visten de una izquierda de amarillo descolorido o sin siquiera color, pero hay que decirlo:

El EZLN vive. ¡Viva el EZLN!
Muchas gracias.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 2 de enero del 2009.

 

P.D.- Siete Cuentos para Nadie.

Cuento 1: Así fue…

Ya hemos escuchado al Teniente Coronel Insurgente Moisés presentarme como parte de la niñez zapatista. Tal vez para desafiar el calendario, luego a los zapatistas nos da por cumplir años al revés y en lugar de los 515 años que dice que tengo mi acta de nacimiento, cumplí 5 y entré en 6, o sea que tengo 7 años. Puede ser, después de todo si algo ha demostrado el zapatismo es que muchas cosas que parecían imposibles se hacen posibles con imaginación, ingenio y audacia.

En defensa de mi absurdo calendario puedo decir que con niñas y niñas comparto la fobia a las inyecciones y el gusto por los cuentos y relatos.

Hace algún tiempo, platicando con una compañera ciudadana, le contaba yo de algunas de las cosas que acá pasan. Me decía ella que no las creía. Yo le dije que la entendía, que era porque no se iban a creer que las narraba como cuentos.

En nuestras montañas pasan cosas que a ustedes les pueden parecer increíbles. Así que como tal se las cuento, como si fueran cuentos.

Porque parece increíble que, en efecto, en nuestras montañas habita un escarabajo con ínfulas de caballero andante, que hay una piedrita inconforme entrenándose para ser nube, que el Sup se está aliando con niños y niñas zapatistas para redactar una parte del Programa Nacional de Lucha que prohíba terminantemente la producción, el tráfico y el consumo de inyecciones, que el Viejo Antonio se aparece cada tanto con historias y leyendas que le contaron los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, que Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN, ya era difunto cuando fue a la ciudad para luchar contra el mal y el malo, que un homosexual trabajador sexual le salvó la vida paradójicamente porque ya era difunto una fría madrugada capitalina, y que a veces hablaba con un caló de skatero, que la Toñita tiene 3 generaciones y 6 años sobre sus hombros y que se mete sin permiso en la Comandancia General del EZLN, que la luna a veces se emborracha de desamor, que los niños y niñas piensan y actúan como si el Sup fuera uno niño más que no ha dejado ese chupón raro que echa humo, que la insurgenta Erika refundó el marxismo con tendencias francamente feministas, que el otro día echaron una bomba en un cuartel zapatista y nadie murió, que Sombra el guerrero fue maldecido por una luna rencorosa y despechada, y que, sin embargo, sigue buscando perderse, que hay un búho que, en lugar de griego y latín, estudia los catálogos de ropa interior femenina, que hay una niña que se llama Diciembre y que, como su nombre lo indica, nació en noviembre, que el Moy sabe que, cuando no se le encuentra en la Comandancia General, al Sup hay que buscarlo en lo alto de la Ceiba.

Así que, en lugar de discutir sobre la veracidad de cosas tan cotidianas en nuestras montañas, vengo yo, un subcomandante cualquiera, y se las platico como si fueran cuentos.

Hace unos momentos hemos entregado a la compañera que habló de la Grecia insurrecta un cuadro hecho por una compañera ciudadana, Beatriz Aurora. En el cuadro se representa con muchos colores esta ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y en ellas se señalan los lugares donde trabajan personas que luchan como nosotros, aunque sin armas ni pasamontañas.

El significado de este regalo tal vez se entienda mejor con lo que ahora les voy a contar:

Hace 15 años fueron tomadas por nuestras tropas 7 cabeceras municipales: Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, San Cristóbal de las Casas, Oxchuc y Chanal. Entonces fueron rendidas o sorprendidas las fuerzas gubernamentales que las guardaban.

Tal vez se puede decir que la toma de esta ciudad en la que estamos, San Cristóbal de las Casas, bastión ladino del racismo, fue la que nos dio a conocer al mundo. Puede ser.

Lo que sí sé es que las tomas de Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano fueron las que nos dieron dominio sobre el territorio y permitieron la toma de las buenas tierras de labranza y su recuperación, después de cientos de años de despojo. Esta toma de tierras fue la base económica para construir la autonomía zapatista.

De esto ya hablé hace un año y quienes quieran ahondar en ello deberán buscar en internet o conseguir alguna edición marginal, porque está visto que todo lo que no sea a favor o en contra del movimiento lopezobradorista no se publica.

Hablando de imaginación, ingenio y audacia para hacer posible lo imposible, los relatos que les voy a narrar a continuación no son cuentos y no son zapatistas. Pero se refieren a eso que pasó hace 15 años y sacudió al mundo y, como se verá a continuación, también al submundo de los indígenas.

El uno es de un indígena tzotzil progobiernista y el otro es de un indígena no zapatista que sobrevive vendiendo sus productos en el mercado de esta ciudad. Se trata de la traducción en español de una traducción en inglés de una traducción al español de unos relatos en tzotzil, por eso escucharán un texto muy pulcro en su redacción y en su vocabulario.

Traducido por Jan Rus, en el libro de Marián Perez Tzu, “Indigenous Revolts”, Grosnor & Ouweneel, Cedla, Amsterdam, 1996. Pp. 122-128. Recopilado en “Antigua y nueva palabra. Antología de la literatura mesoamericana desde los tiempos precolombinos hasta el presente”. Miguel León-Portilla y Earl Shorris, con Sylvia S. Shorris y Ascensión H. de León-Portilla. Ed Aguilar. México, octubre de 2004. Pag. 732-733.

Va pues:

Principios de enero: preparativos y visitas.

“Antes de la invasión de San Cristóbal, todo mundo siempre hablaba acerca de cómo los soldados de la base militar que custodiaban la entrada sur de la ciudad habían distribuido trampas alrededor de todo su puesto y de cómo las habían arreglado de tal manera que nadie se animara a atacarlos alguna vez. Si los pobres indígenas, en alguna ocasión, se atrevieran a dar problemas, se decía, los soldados acabarían con ellos allí mismo, antes incluso de que pudieran salir del bosque. Los oficiales del ejército son maestros en el arte de matar, decían, y todo lo que tienen que hacer todos los días, su única tarea, es enseñar a los soldados recientemente reclutados a matar. Y como si todo eso no fuera suficiente para ahuyentar a un grupo de campesinos andrajosos, decía todo mundo, los soldados tenían también cantidades de bombas almacenadas en su fuerte. ¡Y éstas eran nada menos que bombas especiales para matar indios!

K´elavil, mira, según lo que decía la gente, los soldados habían sujetado un alambre especial alrededor de sus barracas, el que estaba conectado a una bomba cada pocos pasos. Si los malditos indios alguna vez se atrevían a acercarse, decían, todo lo que los soldados tenían que hacer era incorporarse de sus camastros y tocar el alambre con algo de metal –como, por ejemplo, una corcholata de cerveza- y todas las bombas explotarían. Y si los indios trataban de cortar el alambre, también explotarían las bombas.

Pero, por supuestos, los soldados tienen fama de no dormir nunca, así que, en primer lugar, los indios nunca podrían siquiera acercarse a las bombas. Los soldados se figuraban que nadie podría alguna vez atravesar la línea de bombas. Pero, después de todos esos preparativos, ¿qué ocurrió? El primero de enero, ¡los soldados estaban despiertos cuando los zapatistas arribaron a San Cristóbal! ¡Pero roncando! No vieron a los zapatistas cuando entraron por los puestos de control junto con los otros pasajeros de los autobuses de segunda clase. No se dieron cuenta de que los zapatistas salían de los camiones en la terminal de autobuses y caminaban hacia el centro de la ciudad. ¡No vieron nada! Y cuando los soldados despertaron, ¡los zapatistas ya habían rodeado el Palacio de Gobierno, y habían ubicado sus propias guardias alrededor de la ciudad! Después de todo, ¡fue el ejército el quedó fuera de la ciudad, refugiado en sus barracas! ¡Los zapatistas triunfaron ignorándolos, simplemente! ¡No fue sino hasta el día siguiente, cuando ya habían concluido lo que debían hacer en la ciudad, que los zapatistas finalmente fueron a visitar a los soldados!

Los zapatistas son solamente indígenas, pero lo que olvidaron los oficiales del ejército es que los indios también son hombres. Y puesto que son hombres, también podían estar armados y entrenados igual que el ejército. Todo lo que necesitaban era la idea. ¡Y cuando ésta surgió, el desarrollo de su pensamiento fue mejor que el del ejército! ¡Ellos hicieron tontos a los oficiales quienes eran maestros en el arte de matar! Desde ese día, todos nosotros, incluso aquellos que no somos enemigos del gobierno, sentimos algo así como risa, cosquilleándonos en la garganta.

Si hay un parte triste de todo esto es que, a pesar de que los zapatistas son seres humanos, han tenido que vivir escondiéndose desde ese momento hasta ahora, No pueden dormir en sus propias camas ni habitar en sus propias casas, sino que deben permanecer escondidos en cuevas en la selva. Incluso si quieren tener niños, como cualquier otra persona, deben tener relaciones en las cuevas. ¡Como los armadillos!”

Fin de este relato.

Y ya que estamos hablando de calendarios de arriba y de abajo, recordemos que ya son también 15 de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Así que ahora algo del libre comercio…

Finales de junio (enero): hacia un mercado libre

Durante, más o menos, las dos primeras semanas del cerco de San Cristóbal, ningún funcionario ladino se dejó ver en público, tampoco ningún policía, ni un policía de tránsito ni un colector de impuestos del mercado. Ni uno solo. ¡Habían desaparecido! Estaban tan atemorizados de los zapatistas que se escondieron.

Pero en el momento justo en que estuvieron seguros de que el ejército zapatista se había retirado y ya no regresaría, ¡já!, de inmediato aparecieron de vuelta los policías de tránsito, quitando las placas a los vehículos, los policías municipales aporreando beodos, y los colectores de impuestos corriendo a las pobres mujeres que procuraban vender sus jitomates y limones en las esquinas de las calles. De repente, cuando los zapatistas se fueron, dejaron de tener miedo. Pero cuando los zapatistas estaban aquí, se quedaron en sus habitaciones, con las cortinas cerradas, temblando de miedo. Ni siquiera podían acostarse con sus mujeres de tan asustados que estaban.

¿Se dan cuenta de que esto significa? Que ellos estaban aterrorizados por los indígenas –porque eso son los zapatistas, son indios-. Cuando nosotros, los otros indígenas, nos dimos cuenta de ello, de inmediato nos sentimos fuertes. Fuertes como los zapatistas. Los mestizos de San Cristóbal siempre nos habían menospreciado solamente porque no hablábamos correctamente el español. Pero ahora todo había empezado a cambiar.

Un ejemplo de esto es que, a mediados de enero, cuando los funcionarios estaban todavía escondidos, los indígenas vendedores de carbón de leña se reunieron y formaron la Organización Zapatista de Vendedores de Carbón de Leña. Después, sin pedirle permiso a nadie, se trasladaron del baldío en el cual siempre se habían visto obligados a vender en tiempos anteriores, a la calle exactamente al lado del mercado principal.

El hecho es que el carbón de leña es verdaderamente sucio. Todo a su alrededor se cubre de un polvo negro, por lo que los funcionarios del mercado siempre los habían mantenido lejos de la sección del mercado que frecuentaban la “gente decente” y los turistas. Sin embargo, al no haber nadie que los detuviera, los vendedores de carbón de leña pudieron estar cerca de todos los demás.

Pero había también muchos otros indígenas que siempre fueron relegados a las afueras del mercado. Cuando estas gentes vieron que los vendedores de carbón de leña habían cambiado de ubicación sin pedirle permiso a nadie, comenzaron a llegar, preguntando si ellos también podrían trasladarse. ¡Híjole!

¡De pronto hubo doscientas personas sentadas en filas ordenadas vendiendo verduras, y frutas, y carbón de leña, en lo que antes solía ser el estacionamiento donde la gente rica dejaba sus vehículos! El primer día que se reunieron allí, el líder de los vendedores de carbón les dirigió un discurso. ¡Hermanos y hermanas!, exclamó, ¡no tengan miedo! Muchos de nosotros estamos ahora vendiendo aquí, en esta calle,. Permitamos a todos aquellos que siempre han sido forzados a vender afuera de las partes traseras de los camiones, a todos aquellos que han sido empujados a las afueras del mercado, que vengan aquí, al centro, con nosotros. ¡Permitámosles que vengan y ocupen un sitio en estas hileras que hemos hecho y después veremos si los funcionarios se atreven a decir algo! Sólo una cosa les digo a todos aquellos que se reúnan con nosotros: ¡no quiero oír a nadie que hable de tener miedo! ¡Si permanecemos unidos y firmes, no tenemos nada que temer! Todos los mercachifles indígenas saltaron poniéndose de pie. “¡Estamos contigo!”, respondieron con alegría.

De modo que temprano, cada mañana, todas estas gentes venían, se ubicaban en pulcras hileras y extendían sus mercaderías en el suelo.

Pero llegó finalmente el día en que el administrador del mercado regresó. Puesto que él es el jefe del mercado y de todas las calles que lo rodean, se plantó frente al primer vendedor de carbón de leña que vio y le demandó: ¿quién te autorizó a vender acá? Nadie tiene que darnos permiso ya que nosotros pertenecemos a una organización. ¿Qué chingada de organización? ¡Levanta toda esta mierda y vete al infierno, carajo, fuera de aquí, antes de que me enoje, gritó en administrador, no quiero oír ni una palabra más de ninguno de ustedes, culeros! ¿Vas a obedecer o no, hijo de la chingada?

¡Madre de Dios! Se lo veía realmente furioso. No, nosotros no nos quitaremos de aquí. Somos pobres y humildes y necesitamos vender para poder comer, respondió tercamente el indio. Entonces, por fin, habló el dirigente de los vendedores de carbón de leña. “Te ves muy valiente ahora”, le dijo al administrador en forma apacible, “pero cuando los zapatistas estaban aquí no dijiste nada porque estuviste escondido atrás de las faldas de tu mujer. Hasta ahora es que has tenido los huevos de hablar. Entonces, ¿quién es el culero? Tal vez sería mejor para ti que te quedaras callado, porque, si nos corres, nos aseguraremos que el mando de los zapatistas sepa tu nombre y lo pondremos al tanto de la clase de hombre que eres. Puedes ganar hoy, pero tal vez deberías pensar lo que te costará en el futuro”

¡Hijo! ¡Nunca antes un indio le había hablado en esa forma al administrador! Él empezó a temblar, quién sabe si de miedo o de rabia, y después se volteó y desapareció sin decir ni una palabra, llevándose a todos sus cobradores de impuesto con él.

Y así fue como estuvieron las cosas hasta comienzos de marzo. Gracias a los zapatistas, los indios están aprendiendo a levantarse por sí mismos…”

Tan-tan.

Muchas Gracias y hasta mañana.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 2 de enero del 2009.

 

Segundo Viento: un digno y rabioso empeño.
De homenajes y saludos (un poco de historia e histeria pasadas y presentes).

Antes hemos señalado el truco geográfico que el Poder usa para acomodar distancias inexistentes entre sus formas de dominio, por un lado, y las resistencias que encuentra, por el otro.

El Poder también usa los calendarios para neutralizar los movimientos que atentan o atentaron contra su esencia, su existencia o su normalidad.

Por eso sus fechas conmemorativas. Con ellas se acota, se limita, se define y se detiene. Con cada día del calendario que el Arriba admite en su cronología, se da una toma de control sobre la historia. Con esos días se detienen los movimientos, se dan por finalizados en todos los sentidos. No habrá Arriba, en esa calendarización de la historia, nada que dé cuenta de los procesos y movimientos que entonces son reducidos a un día.

Y entonces esas fechas se convierten en estatuas. En México el 16 de Septiembre y el 20 de noviembre fueron momificados desde los inicios de la larga era priísta. Cada año, la camarilla de criminales en turno, es decir, en el gobierno, acudía a monumentos y desfiles sólo para asegurarse de que Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero, Francisco Villa y Emiliano Zapata seguían muertos.

Y no sólo había en el calendario de arriba sus fechas de exorcismo frente a muertos incómodos, también las había donde el control se corroboraba, como los primeros de mayo priístas en México.

Tal vez por eso, reivindicando su profunda raíz priísta, el gobierno perredista de la Ciudad de México ha pretendido oficializar el 2 de octubre de la mano de algunos de los envejecidos en ideas participantes en el movimiento estudiantil de 1968. Como si así quisieran tomar control sobre una juventud capitalina digna y rabiosa.

Y estoy casi seguro de que, en cada punto de la abigarrada geografía mundial, el Poder ha erigido estatuas y puntos de control en su calendario.

Otra vez desde la Grecia recurrente nos llegó la palabra que dijo que, para tratar de desfondar la rabia movilizada de la juventud, el gobierno adelantó el período vacacional.

Pero el airecillo liberal se convirtió en huracán neoliberal y vino la globalización. Y con ella el crujir de los viejos cimientos de las clases políticas… y de sus usos y costumbres.

En México, el primero de mayo ya no volvió a ser el mismo, es decir, un dilatado agradecimiento al-señor-presidente, cuando los aparatos de control sindical se resquebrajaron y los trabajadores convirtieron la marcha que debía ser de caravanas serviles en una de demandas y reclamos. Entonces una bomba molotov fue a dar a las puertas de Palacio Nacional. ¿El año en el calendario? 1984. Unos meses después, yo tendría una de mis muertes y uno de mis nacimientos en las montañas del sureste mexicano.

El intermitente desafío de los trabajadores de la ciudad, antes circunscrito a la izquierda, alcanzó entonces a las grandes centrales sindicales. El grito volvió a ser murmullo, es cierto, pero sigue latente. Un Fidel Velázquez muerto muchos años antes de ser enterrado fue el aviso para que se buscaran nuevas figuras de control, es decir, nuevas correas de trasmisión, para que los designios de arriba fueran del dominante al dominado. Y surgieron los neocharros, que no eran ni son tan nuevos. Vaya, si ve usted a un líder sindical oficialista de ahora y ve la foto de uno de los de antes, se preguntará alarmado si las fechas no están equivocadas.

El aparato de control del Poder sobre los trabajadores del campo y de la ciudad parecía vivir en el retrato de Dorian Grey (ni siquiera sé si así se escribe) que, a pesar de su decrepitud, lucía siempre rozagante, fresco, efectivo.

Pero el espejo se rompió y el envejecimiento fue patente.

Entonces las nuevas figuras del control en el campo y en la ciudad, los neocharros del sindicalismo obrero y las centrales campesinas, se encontraron con que su tarea ya no era amortiguar… perdón, voy a decir una mala palabra, amortiguar la lucha de clases sirviendo de colchón y gestor de las demandas obreras y campesinas (en México, el sueño imposible de la UNT y Diálogo Nacional que la acompaña). No, ahora de lo que se trataba era de implantar las nuevas estrategias y tácticas del capitalismo salvaje en las fábricas, en los comercios y bancos, y en el campo. Sobre este proceso de reorganización de la fuerza de trabajo no voy a ahondar más, hay varios y excelentes textos en nuestro país que dan cuenta de ello.

En el campo, la joya de la corona neoliberal fue la reforma reaccionaria del artículo 27 constitucional, implementada por el hoy escritor asiduo de un periódico progresista y siempre un criminal: Carlos Salinas de Gortari.

Aunque siempre con sueños de una grandeza que tenga su lugar memorable en el calendario de los homenajes, Carlos Salinas de Gortari no ha dejado de ser un empleado de las grandes fuerzas del capital internacional, un gerente que, primero, se hizo del poder mediante un fraude electoral escandaloso (aunque no tanto como el que hizo Felipe Calderón), y después quiso imponer a sus subalternos, es decir, a sus gobernados, un país virtual del primer mundo.

Y tuvo éxito… hasta que, un primero de enero de hace 15 años, un fusil indígena de madera le rompió la pantalla de su monitor, su teclado y su máuser, digo, su mouse y, a juzgar por las incoherencias que escribe ahora, también le arruinó el disco duro. Y de eso ni Bill Gates lo salva.

El crimen de la contrarreforma al artículo 27 constitucional, perpetrado con el aval legislativo de varios de quienes hoy son “paladines” de la democracia y “defensores” del pueblo en las filas lopezobradoristas, se tradujo en estas tierras indígenas en el detonante del crecimiento cuantitativo y cualitativo, en elementos y en territorio, de lo que el mundo ahora conoce como Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Pero de esto ya hemos hablado antes.

Las formas y modos de Salinas de Gortari y el empleado de transnacionales, Zedillo Ponce de León, semejaban más a las del ignorante capataz hacendario que a las del pulcro gerente de ventas, así que el gran capital decidió probar a uno igual de mediocre que sus anteriores, pero que había hecho su carrera gerencial en la Coca Cola, un Vicente Fox que ya exhibía sus problemas mentales desde la campaña electoral y que atentó contra el calendario exorcizador príista, llevando la ya acostumbrada ignorancia de la historia nacional de la que hacen gala los miembros del Partido Acción Nacional, a las festividades patrias.

Fue tan torpe su desempeño como titular del ejecutivo, que el PAN y amigos que lo acompañan tuvieron que recurrir a un fraude electoral descomunal para hacerse de la presidencia de una ya agonizante República Mexicana.

Por cierto, el gobierno de Felipe Calderón lanzó recientemente una campaña mediática donde exhorta a la ciudadanía a señalar cuál es el trámite más inútil.

Las zapatistas, los zapatistas, tenemos nuestra propuesta: las elecciones presidenciales son el trámite más inútil. Además de ser carísimas y de que todos tenemos que soportar las estupideces que dicen y repiten los candidatos, como quiera es en otro lugar donde se decide quién se sienta en la silla.

Pero si el Partido Acción Nacional exhibe como bandera su ignorancia histórica, el movimiento lopezobradorista levanta su convicción histérica. Editan su historia y la de quienes los acompañan (hace poco, con motivo de la muerte de Gustavo Iruegas, supuesto encargado de la inexistente política exterior del “gobierno legítimo”, se escribió una breve semblanza de él donde se editaba su biografía para que no apareciera que fue miembro de la representación gubernamental del gobierno de Zedillo en el saboteado diálogo con el EZLN, puesto en el que dijo esa frase ya clásica en los medios gubernamentales: “a los zapatistas hay que golpearlos para que dialoguen” –tal vez así, mutilando su propia historia, puede evitarse que los feligreses sepan bien a bien a quién apoyan y siguen). Y gracias a esa mutilación de su historia, pueden obviar que la gran mayoría de quienes encabezan su movimiento se dejaron y se siguen dejando agarrar la pierna, políticamente hablando, por los supuestos enemigos.

A nosotros se nos acusa de ser sectarios e intolerantes pero, la verdad sea dicha (¡já!), ningún movimiento en México ha exhibido tal grado de sectarismo, intolerancia e histeria como el que hoy, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, amenaza con salvar a México.

Y la histeria se convierte en franca esquizofrenia cuando, viéndose al espejo, estos intelectuales dicen: “Realmente somos los únicos que estamos haciendo algo por este país, no vemos a nadie más”. Y en sus actos y movilizaciones se encuentran y comentan: “Oiga mi buen, yo creo que a este movimiento le hace muy bien mi orientación. Mi sola presencia lo hace histórico”. En efecto, es histórico el número de veces que ese movimiento le ha adjudicado a lo que hace el apelativo de “histórico”.

Si estos viudos y viudas de Palacio Nacional hacen todo lo que hacen sin tener el poder federal, imagínense ustedes lo que harían si el renombrado hubiera llegado a la silla.

En fin, como quiera que sea, las formas, los modos, los usos y costumbres de la clase política mexicana están ya en franca crisis. Aunque sigue habiendo especialistas para esa especialidad de la política profesional. Ya volveremos después sobre esto.

En estos tiempos pasados hemos visto cómo, con homenajes, el Poder de uno y otro color, ha logrado domesticar a algunos, a algunas de quienes pueden tener una posición crítica frente a ÉL. Neutralizadas así (“¡Por dios!, ¿cómo voy a criticar a quien me dio esta medalla y/o este cheque?”) estas personalidades, otrora críticas al sistema y sus gobiernos, se convierten entonces en simples correas de transmisión de la verdad en turno.

Antes, para lograr eso requería una embajada, o al menos un consulado. Hoy no se necesita tanto, bastan algunos cortejos en comidas y reuniones, un homenaje a cargo del erario, cortar un listón de alguna obra pública, unas cuantas notas periodísticas, y ¡zas!, ya tenemos a un nuevo vocero de los dos gobiernos que actualmente padecemos en México.

Los homenajes son tan seductores para los intelectuales, que algunos no resisten la tentación y, ante la falta de seguidores que se los hagan, ellos mismos se organizan un homenaje, como lo hizo ese otro cretino, presunto defraudador de la Universidad en la que trabaja, que inspirado en el alcohol se da el derecho de calumniar, criticar y dar órdenes a los movimientos de México y del mundo, desde las cómodas páginas de un periódico, y que para obtener feligreses llegó al extremo de llamar “heroicas” y “heroicos” a las “adelitas” y “adelitos” del lopezobradorista movimiento en defensa del petróleo.

Pero las corporativas no son las únicas correas de trasmisión que se agotan. La mediación y la gestoría no es sólo económica. El Estado que ahora agoniza creó también sus mediadores y gestores en el arte y la cultura, la comunicación, el conocimiento. Primero los cortejó con homenajes y alabanzas, luego los sedujo con premios y becas, después los convirtió en sus empleados para que actuaran como mediadores ante quienes en esos campos se negaban y se niegan a domesticarse

Todas las instituciones encargadas de la mediación y la gestoría están ya o estarán en crisis. La línea media entre los bandos se ha angostado tanto, que se tiene que optar por uno de ellos. Así tenemos organizaciones campesinas gestoras recurriendo a la policía y a los jueces para reprimir y perseguir a otros campesinos sin tierra; intelectuales y líderes sociales aplaudiendo la represión de la policía contra los bloqueos que en el DF y en apoyo a Atenco realizó la Otra Campaña en mayo del 2006, protegidos por esa misma policía en el plantón lopezobradorista en el D.F., en agosto-septiembre del mismo año.

Así que guarden sus medallas, ahorren sus cheques y hagan videos de sus homenajes, porque el mundo ya no es el mundo, ni el pueblo es el mismo.

Porque si no me equivoco, este Festival ha ido a contrapelo de esos calendarios. Y hay, en este otro camino, otros calendarios que se dibujan abajo.

Sobre este año del 2009 se nos ha dicho hasta el hartazgo que la globalización está en crisis y que todos habremos de pagar los costos. Así pasa, en épocas de crisis el capitalismo se vuelve profundamente “democrático”.

Pero hay muchas cosas que celebrar. Por ejemplo: los 25 años de Botellita de Jeréz, los 10 años del inicio del movimiento estudiantil que defendió la universidad pública y gratuita en México, las lecciones que imparten los adolescentes de Grecia, las enseñanzas de los parados de Argentina, el empeño por justicia de las otras y otros en suelos neoyorkinos, la constancia rebelde en la Francia de abajo, la descarnada esperanza y la lucha de la Bolivia indígena en esa hermosa cátedra que nos impartió Óscar Oliveira, la pléyade de resistencias en América Latina de la que nos dio cuenta Don Raúl Zibechi, la saludable e impostergable tarea de rescatar a mi General Sandino, que reivindica la Comandanta, para nosotros ella sí sandinista, Mónica Baltodano, los 50 años de lección de dignidad que imparte el pueblo de Cuba.

Hemos hablado de cómo los homenajes doman y domestican a la crítica opositora y lo vulnerables que son a esos cantos de sirena los intelectuales y periodistas.

Sin embargo, hay algunos que se resisten a esos homenajes con su empecinado ser consecuentes.

Está aquí con nosotros el compañero Adolfo Gilly. Y me atrevo a llamarlo “compañero” no porque sea del EZLN o sea de la Otra Campaña, sino por su ya larga historia de lucha del lado de los de abajo y a la izquierda.

Los zapatistas no hacemos homenajes más que a nuestros muertos y no cortejamos con comidas, premios y medallas, ni invitamos a cortar cordones de inauguración de segundos pisos.

Nosotros simplemente saludamos.

Y hoy queremos saludar a este hombre.

Siempre lo hemos considerado un hombre de izquierda consecuente, aunque alguna vez, como en lo que se refiere al Okupache, no hayamos estado de acuerdo con sus análisis o posiciones.

Lo saludamos no sólo porque en los tiempos en que la histeria intelectual del lopezobradorismo ilustrado nos atacó y calumnió, él supo hacernos saber, a su modo, que no sólo no compartía los descalificativos que tan alegremente se prodigaron allá arriba en contra nuestra, también que veía los mismo peligros sobre los que nosotros alertamos.

No sólo porque en alguno de nuestros cuarteles se puede encontrar, roto y desaliñado, que es como están los libros que se leen una y otra vez, su libro “La Revolución Interrumpida”, cuya nota previa a la primera edición, escrita en la cárcel de Lecumberri donde estuvo preso político, termina así “Hoy más que nunca es verdad la frase puesta por Lenin en la última página de “El Estado y la revolución”, cuando octubre de 1917 le impidió completar su texto: “Es más agradable y provechoso vivir la experiencia de la revolución, que escribir acerca de ella”

También, y sobre todo, lo saludamos por su vida, que es una forma de decir su lucha.

Salud, Don Adolfo. Vaya con bien a donde vaya, y acá y allá sepa que tiene un lugar en nuestro corazón, es decir, en nuestra historia. Pese a pese a quien le pese, le duela a quien le duela, manque sean compas de la Otra y hayan hecho aquí lo que no hicimos nosotros cuando, desafiando todas las críticas y amenazas que recibimos, estuvimos apoyándolos como Okupache: faltarnos al respeto que entre compañeros nos debemos. Nosotros no renegamos de ustedes como compañeros. Y tampoco renegamos de Don Adolfo Gilly como compañero nuestro que es.

Y salud a todas y a todos los rebeldes que este año levantarán su digno y rabioso empeño.

Muchas gracias.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 3 de enero del 2009.

 

P.D.- Siete Cuentos para Nadie.

Cuento 2.- El marxismo según la insurgenta Erika.

Después de varias lomas y subir una sierra por entre milpas y acahuales, llegué al cuartel de uno de nuestros batallones insurgentes. Me sentía “positivamente jodido” (expresión usada por quien era nuestro mando hace 24 años), pero satisfecho de haber completado la jornada, pese a un sol que más parecía de abril que de noviembre. Durante todo el trayecto, paisajes y situaciones remontaban mis pensamientos a aquellos primeros años del EZLN, a nuestros dolores de entonces, a nuestros sueños de siempre. Salvo las lluvias pasadas, el que llamamos “verano de noviembre” parecía querer alargar su estancia y desafiar el calendario… y la geografía. Porque el otro norte se había asomado por el sol alargando el día. Tal vez por eso es que venía yo recordando nuestro recorrido por esa parte de México en la Otra Campaña.

Recordé entonces el trabajoso ascenso por Nayarit, Sinaloa, el cruce del Mar de Cortés hacia Baja California Sur, el nuevo ascenso hasta Baja California, el bordear la frontera con el imperio de las barras y las estrellas, la entrada a Sonora. Sí, mi penoso batallar para llegar a lo alto de la sierra zapatista me había traído a la memoria un recuerdo doble, mezclado.

El lejano norte, el del Wixaritari, el del Yaqui, el del Mayo Yoreme, el del Tohono Odaham, el del Comca`c, el del Pima, el del Trique-Zapoteco-Mixteco (porque hay que ver lo extendido que es Oaxaca), el del Kumiai, el del Kiliwa, el del Cucapá, el del Rarámuri, el del Tepehuano, el del Caxcán, el del Pame, el del Kikapú, el de l@s trabajador@s de la maquila, el de los migrantes locales y foráneos, el de jóvenas y jóvenes, el de estudiantes y maestros, el de pequeños comerciantes, el de los campesinos sin tierra o en proceso de ser despojados de ella.

Las noticias de arriba hablan del norte de México, sí, pero de secuestros, levantones, asesinatos, enfrentamientos entre supuestos narcotraficantes y fuerzas federales, operativos policíacos y militares, destrucción del medio ambiente, corrupción gubernamental, abusos de autoridad.

Como si el norte de nuestro país no fuera más que una cueva de lobos hambrientos saciándose en la víctima propicia.

Como si no hubiera otra cosa.

Y es que el país entero se puede sintetizar en cada uno de los estados y regiones de México.

Arriba poco o nada ha cambiado. Si acaso el apellido de quien comanda la destrucción y la marca registrada de quien lo patrocina. Allá arriba se repiten métodos de explotación, despojo, represión y discriminación que son de hace 200 años, cuando la corona española clavaba sus mil colmillos sobre las tierras indias de lo que después sería México; como hace 100 años los poderes de la Europa y Estados Unidos lavaban en riquezas el sangriento cuerpo del porfirismo.

¿Y abajo? ¿Será lo mismo que hace 200 años, que hace 100 años?

En fin, volviendo a la loma, llegué, lo que a mi avanzada edad… perdón, quise decir, lo que a mi corta edad se puede catalogar como una hazaña.

Después de limpiar las armas y mal acomodarme en un rincón del cuartel, asistí a la celebración que con motivo del 25 cumpleaños del EZLN organizaba la tropa insurgente ahí reunida.

“La programa cultural”, como dicen los compañeros en su modo de desafiar las reglas de la lengua española, transcurría como de costumbre: canciones de ritmo desconcertante con una letra sin rima alguna, poesías corales e individuales, periódicos murales, etcétera.

De pronto llega su turno de una compañera recluta tzetalera, con pocos días de haber llegado y que apenas está aprendiendo algo de español. La compañera entonces, dirigiéndose al auditorio, declaró sin empacho:

“Compañeros y compañeras, voy a tener mucho gusto en aventarles una bomba”

El desbarajuste que provocó fue de antología (en realidad fue un desmadre, pero estoy cuidando mi vocabulario): los más nuevos corrieron a saber dónde, y los veteranos nos tendimos en el suelo y buscamos el poco abrigo que daban las bancas de troncos amarrados con bejuco.

La compañera no se inmutó, tal vez pensando que así es el modo de los insurgentes, y continuó:

“Ahí les va”, dijo, y todos enterramos la cabeza en el suelo y, en lugar de oír la explosión, escuchamos:

“Bomba, bomba, el Felipe Calderón tiene cara de calzón”

Por supuesto que, como pudimos, nos pusimos de pie de nuevo y, mientras tratábamos de limpiarnos el lodo, le aplaudimos a rabiar.

Con harto café y galletas de animalitos (sin agraviar a los presentes) tratábamos de pasar el trago amargo cuando se sienta a mi lado la insurgenta Erika y me dice:

“Oí Sup, quiero que me vas a enseñar a hacer poesía. Porque acaso me salen las bombas, mucho me concentro pero no me sale la tonelada.”

A mí se me atragantó una jirafa en la garganta y no respondí rápido, así que la insurgenta Erika pensó que estaba dudando y abundó en argumentos:

“Anda Sup, si me enseñas entonces yo te cuento un cuento que leí”.

Los cuentos de los zapatistas son muy otros, como se darán cuenta cuando la Lupita y la Toñita les cuenten los que prepararon, así que yo seguí sin poder pasar la galleta con forma de jirafa. La insurgenta Erika pensó entonces que mi silencio era un “sí” y se arrancó con el cuento que a continuación reproduzco respetando en lo posible su modo de contarlo:

“Bueno pues, había pues una vez pues una niña. Tenía como 14 años esa niña pues, o sea que estaba entrada en 15 o sea que 16 años (la insurgenta Erika no lo dice, pero está poniéndole a la protagonista la misma edad que ella tenía cuando entró al EZLN y está usando el mismo truco de las cuentas del calendario que usó entonces para ser aceptada en nuestras filas). Bueno, pues esta niña estudiaba lo que es la filosofía con un su maestro que tenía y que no me acuerdo de dónde salió el maestro pero pues así va el cuento. Y luego pues la llamaron con su maestro para estudiar su filosofía y la niña dice que sí va y sale a buscar a su maestro que vive en una cabaña en su bosque. Pero la niña no le avisó a su mamá, o sea que como quien dice se fue sin orden del mando. Bueno, de ahí que la niña empezó a caminar pues y entonces pues entró en el bosque y encontró pues un anciano pues, un viejo con una computadora viendo nomás, y no pierde la vista pues el pinche viejo, y la niña lo saluda pues, y no le contesta el pinche viejo que sólo lo mira su computadora con su ojo. Bueno, de ahí que la niña lo saluda otra vez y otra vuelta que el pinche viejo nomás no le contesta. Bueno, pues de ahí que la niña se encabronó y le dice más fuerte a ese hombre, que sea que como que lo regaña.

Bueno, de ahí que le contestaron y la niña le pregunta qué hace el pinche viejo, pero no le dice pinche viejo sino que nomás le dice, lo de pinche viejo lo digo yo ya vas a ver luego por qué.

Bueno, de ahí que el pinche viejo no le dice luego que está haciendo, sino que tarda. Bueno, de ahí que el pinche viejo no le dice qué es lo que está leyendo en su computadora, pero, bueno, por fin le dice: “No quiero perder ni un centavo y estoy contando”. “Ah, entonces eres como quien dice un hombre rico”, le dice la niña. “Sí”, dice el hombre. Así contestó el viejo. Bueno pues, “está bien” dijo la niña y se despidió la niña, o sea que no le interesó lo que está haciendo el pinche viejo de estar contando sus dineros. Bueno pues, se fue la niña y dentro de unos metros encontró otra niña. La saludó y la otra una niña le ofreció una caja de cerillos. Bueno, de ahí que la niña le preguntó cuánto cuesta y la otra una niña le dijo que un peso. Bueno, de ahí que la niña buscó en su bolsillo para ver si tiene dinero y sí tiene. Bueno, de ahí que la otra una niña casi se pone a llorar de gusto y dice que tiene muchos años que no le compran. “No es justo, pero si aquí hay un hombre rico”, dijo la niña. Bueno, y de ahí le dijo que la va a llevar. Bueno, de ahí que llegan y encuentran al hombre rico y no lo contesta a las niñas el pinche viejo. Y ahí tardan hablándole, hasta que otra vez se encabrona la niña y lo regaña al pinche viejo y ya le hacen caso. Bueno, de ahí que la niña le explica al pinche viejo que la tiene que ayudar a la otra una niña que vende cerillos. Y el rico no lo contesta nada. Entonces la niña se encabrona y regaña otra vez al pinche viejo y ya el rico le contesta que no va a ayudar, que eso cuesta mucho dinero para mantener y ya dijo que no quiere perder ni un centavo. Bueno, de ahí que empiezan a discutirse de que lo tienen que ayudar a la otra una niña y el rico dice que no lo va a hacer. Y entonces la niña dice que no es justo la que haces, porque tú eres muy rico. “Sí”, dijo el pinche viejo, “pero yo trabajé con mis propias manos, empecé con poquito y ya después llegué en rico. Si quieren hacer así se hacen rico también ustedes”. Así dijo el pinche viejo. Bueno, de ahí que siguen en discutirse que la tiene que ayudar y es ahí donde estaban de peleando. Bueno pues, de ahí que entonces a la niña le toca hablar sobre de la justicia. Y el rico contesta que la justicia se hace entre manos, que no muy entendí qué quiere decir eso pero ha de ser una chingadera.

Bueno, de ahí que empiezan a discutirse otra vuelta que ya no se puede creer que no entiende el rico, y ya pues se encabrona de una vez la niña. Bueno, de ahí que la niña le dice al pinche viejo “Si no lo vas a ayudar entonces te voy a quemar y te vas a morir junto con tu idea que no sirve”. Y le dicen que van a prender un cerillo, porque ya se habían unido en la lucha revolucionaria las dos niñas o sea que ya estaban en la organización. Bueno, de ahí que el rico lo ve que la situación está cabrón porque ya lo van a quemar y dice que sí va a ayudar y se brinca, pero ya lo están quemando la computadora y el pinche viejo se desparece. Bueno, de ahí con trabajo lo apaga el fuego la niña y ya se va a donde su maestro y le cuenta y la tema que van a ver es el marxismo porque la niña se llamaba Karla Marx. Bueno, de ahí que empiezan a estudiar de cómo es la idea de la Marx sobre los ricos y los pobres. Y lo puso en tres escalones, algo de la superestructura de la sociedad, pero no me acuerdo bien, Pero yo digo que esa idea es buena pues porque ahí lo despierta a la gente como están explotados y como va creciendo el capitalismo y los trabajadores no ven nada de eso y sólo están trabajando y lo que le pagan apenas alcanza. Los despierta pues a los jodidos.

Y ahí pues los obreros y campesinos se dieron cuenta de lo que está pasando en este país. Pero yo creo que no basta con esa idea. Lo que sigue lo tenemos que hacer nosotras.”

La insurgenta Erika ha contado su cuento de corrido, casi sin pausa, como temiendo olvidar lo que había leído.

Mientras la escuchaba, a mí ya se me habían atragantado una vaquita, un elefante, un gato y un perro, todos de galleta.

La insurgenta Erika esperó pacientemente a que yo pasara el complejo bocado (el que formaban las galletas de animalitos y la hipótesis teórica, histórica y de género que había planteado).

Cuando pude recuperar el aliento le dije:

“Está bueno, pero yo tenía entendido que era hombre y se llamaba Carlos Marx”

La insurgenta Erika me respondió sin titubear: “Ah, pero ése es un cuento de los pinches hombres, en mi pensamiento llegó que fue una mujer”

Se fue la insurgenta Erika a su turno en la posta que guarda al cuartel. Por supuesto que yo le prometí un libro que explicara cómo hacer poesías… o bombas yucatecas, ¿qué otra cosa podía hacer? Por cierto, si alguien sabe de un título, ahí me lo manda.

Tan-tan.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 3 de enero del 2009.

 

Tercer Viento: un digno y rabioso color de la tierra.

Buenas noches. Vamos a tratar de ser breves, porque la jornada ya de por sí ha sido larga y porque después la Lupita y la Toñita les van a leer unos cuentos que prepararon especialmente para ustedes.

Va pues:

De especialistas y especialidades.

Seguramente algún historiador serio podrá dar cuenta del momento en que en la sociedad humana aparecen los especialistas y las especialidades. Y tal vez podrá explicarnos qué fue primero: la especialidad o el especialista.

Porque, en nuestro asomarnos y asombrarnos al mundo, los zapatistas hemos visto que muchas veces alguien define su ignorancia o cortedad de miras como una especialidad y se autodenomina especialista. Y se le alaba y se le respeta y se le paga bien y se le hacen homenajes.

No lo entendemos, para nosotros alguien con un conocimiento limitado es alguien que debe esforzarse por aprender más. Pero resulta que en la academia, mientras menos se sepa más presupuesto de investigación se recibe.

El Viejo Antonio, en alguna de esas mañanas que nos sorprendían caminando montaña abajo, se reía de esto que le contaba y decía que entonces los primeros dioses, los que nacieron el mundo, eran especialistas en especialidades.

En fin, es sabido que nuestras limitantes frente a lo producción intelectual son enciclopédicas, así que ahora quisiéramos referirnos brevemente a una especie especial de especialistas: los políticos profesionales.

Ya en una próxima ocasión de este festival, mañana creo, tendremos la oportunidad de escuchar, en voz del Teniente Coronel Insurgente Moisés, algunas semblanzas sobre lo que es el quehacer político interno en las comunidades zapatistas.

Uno de estos quehaceres políticos, no el único, es el trabajo de gobierno. Está también, por ejemplo, el trabajo político de las mujeres zapatistas, del que ya nos platicará la Comandanta Hortensia, y muchos otros.

Y resulta que esos trabajos no sólo no reciben paga, tampoco son considerados como una especialidad. Es decir, quien un día es presidente municipal autónomo el día anterior estaba en la milpa o en el cafetal, sembrando o cosechando. Muchos de nuestros gobernantes zapatistas ni siquiera fueron a la escuela o no saben hablar español, o sea que no son especialistas de nada, mucho menos de la política.

Y sin embargo nuestros municipios autónomos tienen más avances en salud, educación, vivienda y alimentación que los municipios oficiales que son gobernados por políticos profesionales, es decir, por especialistas de la política.

En fin, esperemos esas pláticas de mis compañeros para tratar de entendernos. En este momento sólo quiero señalar algunas de nuestras incapacidades para entender el quehacer político de arriba, cuando menos en México.

Por ejemplo, no entendemos cómo se decide, se acepta y se hace ley que un diputado gane más que un albañil. Porque el albañil hace algo, trabaja, levanta casas, muros, edificios. Y sabe cómo hacer la mezcla, como acomodar los ladrillos o los blocks.

Aquí tienen por ejemplo este auditorio en el que estamos. Aquí se puede albergar más personas que en el Teatro de la Ciudad de aquí de San Cristóbal de Las Casas y, según me cuentan, fue construido, desde su concepción hasta su concreción, por manos indígenas. El piso, los niveles, las paredes, puertas y ventanas, techo, herrería e instalación eléctrica fue realizada por no especialistas, indígenas además, y que son compañeros de la Otra Campaña.

Bueno, volviendo al albañil, él sí trabaja. Pero el diputado… el diputado… bueno, no sé si alguien pueda decirnos qué hace un diputado… o un senador… o un secretario de estado.

Hace poco oímos a un secretario de Estado decir que la crisis económica, que ya se venía arrastrando desde hace años, no era más que un resfriado pasajero.

¡Ah!, pensamos nosotros, un secretario de Estado es como un doctor que diagnostica una enfermedad. Pero quedamos pensando, ¿por qué alguien con un poco de pensamiento le pagaría a un doctor que le dice que tiene un resfriado y resulta que uno está con una pulmonía y él le receta un té caliente de hojas de limón y quedará como nuevo. Pero parece que el secretario de Estado en cuestión gana bien y hay una ley que dice que tiene que ganar mucho dinero.

Alguien nos dirá que los diputados y senadores hacen leyes y que los secretarios de Estado hacen planes para que esas leyes se cumplan. Sea. ¿Cuánto le costó a la Nación que se hiciera, por ejemplo, la contrarreforma indígena que incumplió los Acuerdos de San Andrés?

Y hace unos meses, un legislador del PRD, cuestionado sobre el por qué votó a favor de una ley absurda e injusta (como la mayoría de las leyes en México), dijo en su defensa… ¡que no la había leído!

Y cuando estuvo el debate sobre el petróleo en el centro neurálgico del país (o sea, en los medios de comunicación). ¿No dijo el gobierno de Calderón que no se debía consultar a la gente porque era algo que sólo entendían los especialistas? ¿Y el llamado movimiento en defensa del petróleo no actuó como si tal cuando encargó a un grupo de especialistas la confección de su propuesta?

La especialización es, según nosotros, una forma de propiedad privada del conocimiento.

El que algo sabe, lo atesora y complicándolo hasta hacerlo parecer algo extraordinario e imposible, algo a lo que se pueden acceder unos pocos, se niega a compartirlo. Y su coartada es la especialización.

Son como los brujos del conocimiento, como los antiguos sacerdotes que se especializaban en hablar con los dioses. Y les creen todo lo que dicen.

Y esto pasa en la sociedad moderna que nos dice a los indígenas que somos nosotros los retrasados, los incultos, los incivilizados.

En nuestro dilatado recorrido por el México de abajo, tuvimos la oportunidad de conocer directamente a otros pueblos originarios de este continente. Desde los Mayas de la península de Yucatán hasta los Kumiai en Baja California, desde los Purépechas, Nahuas y Wixaritari de la costa del Pacífico hasta los Kikapus en Coahuila.

Parte de lo que vimos será mejor explicado por nuestros compañeros del Congreso Nacional Indígena, Carlos González y Juan Chávez, cuando nos acompañen en esta mesa. Yo sólo quiero apuntar algunas reflexiones sobre este asunto del conocimiento y los pueblos indios.

En las reuniones que precedieron al Encuentro Continental de los Pueblos Indios de América, al encontrarse, las diferentes culturas de los jefes indios no disputaban supremacía o jerarquía. Sin dificultad aparente reconocían la diferencia y se establecía una especie de trato o acuerdo dentro del cual se respetaban entre sí.

En cambio, cuando dos concepciones diferentes de la realidad, dos culturas pues, se confrontan entre sí, en las sociedades modernas, suele plantearse el problema de la supremacía de una sobre la otra, cuestión que no pocas veces se resuelve con violencia.

Pero se dice que los pueblos indios somos los salvajes.

Al encontrarse el mundo ladino o mestizo con el indígena dentro del territorio de este último, aparece en el primero lo que los zapatistas llamamos “el síndrome del evangelizador”. No sé si es herencia de los primeros conquistadores y misioneros españoles pero, espontáneamente, el mestizo o ladino tiende a tomar la posición del que enseña y ayuda. Por alguna extraña lógica que no entendemos, se asume como evidente que la cultura ladina o mestiza es superior, en extensión y profundidad de saberes y conocimientos, a la indígena. Si, en cambio, este contacto entre culturas se da en territorio urbano, el ladino o mestizo asume una posición o defensiva y desconfiada, o de desprecio y asco frente al indígena. Lo indígena es lo retrasado o lo curiosito.

Por el contrario, cuando el indígena topa o se encuentra con una cultura diferente fuera de su territorio, tiende espontáneamente a tratar de entenderla y no pretende establecer una relación de dominante/dominado. Y cuando es dentro de su territorio el indígena asume una posición de curiosa desconfianza y una celosa defensa de su independencia.

“Vengo a ver en qué puedo ayudar”, suele decir el mestizo al llegar a una comunidad indígena. Y puede ser una sorpresa para él que, en lugar de ponerlo a enseñar o a dirigir o a mandar, lo pongan a ir por la leña, o a cargar agua o a limpiar potrero. O no será muy raro que le respondan “¿Y quién te dijo que necesitamos que nos ayudes?”

Puede ser que haya casos, pero hasta ahora no sabemos si alguien ha ido a una comunidad indígena y ha dicho “vengo a que me ayuden”.

No pocas veces hemos encontrado en colectivos que apoyan a las comunidades indígenas una especie de celo por sus conocimientos, una afirmación constante de que la propiedad del saber que detentan es suya, de su propiedad privada.

Es conocido por las autoridades autónomas lo reacios que son los grupos que manejan técnicas y tecnologías, a enseñar, es decir, a compartir lo que saben. Por ejemplo en el internet. Cada vez que se desconfiguran los equipos en los caracoles, hay que esperar a contactar al que sabe, esperar a que llegue y saber que, cuando se le pida que enseñe a alguien para no estar dependiendo de él, alegue que no tiene tiempo o que eso es para “especialistas”. Y ni hablar de los equipos de las radios comunitarias.

Y a veces ocurre otra cosa.

Hay una anécdota que me contaron los compañeros comandantes de la zona tojolabal, o zona “selva fronteriza”:

Resulta que, entre todas las personas que de buena voluntad llegan a las comunidades zapatistas a ayudar, llegó una vez un ingeniero agrónomo a dar curso para mejorar las plantaciones de café. Después de su plática, el ingeniero se trasladó junto con los compas a un cafetal para demostrarles cómo debía hacer un corte en la mata. El ingeniero pidió que le dieran espacio, ahora sí que “atrás de la raya que voy a trabajar”, sacó todo su equipo científico y empezó a sacar medidas para determinar el ángulo exacto de corte de la rama. Después de muchos y complicados cálculos, determinado el ángulo de corte, el ingeniero sacó una sierrita bien bonitilla y empezó a aserrar con mucho cuidado. Tardó, me cuentan, y, contradiciendo la supuestamente ancestral paciencia indígena, los compas lo hicieron a un lado y le preguntaron: “A ver, ¿ónde mero quiere el corte usté?”. “Ahí”, respondió el flamante ingeniero agrónomo, y señaló con su dedo el lugar. El compa desenvainó su machete Acapulco Collins de doble hoja y ¡zas!, le hizo un corte impecable a la rama. “A ver, ahora mídale usté”, pidió casi ordenó el compa. El ingeniero agrónomo, con una especialidad en la universidad, sacó su aparato para medir ángulos. Midió una y otra vez, y en cada vuelta nomás se rascaba la cabeza. “¿Qué pues?”, le preguntaron. “Pues sí”, respondió apenado: “es exactamente el corte que se necesitaba, en el lugar que se necesitaba y en el ángulo que se necesitaba” “Y anda vete, sup, ahí nomás el ingeniero empezó a preguntarnos más y más cosas y nomás apuntaba y apuntaba y llenó no sé cuántas hojas de un su cuaderno que traía”.

Así que una exhortación a quienes detentan saberes y conocimientos y son compañeros y compañeras: digan no a la propiedad privada del conocimiento, digan sí a la piratería entre compañeros que somos.

Otros puntos:

.- en ambos, indígenas y urbanos de abajo y a la izquierda, encontramos una civilidad humana que no encontramos en los de arriba. En ambos, si uno llega necesitado le dan lo mejor que tienen. Los de arriba no dan o, si dan, es lo que les sobra.

El sentido de comunidad que es palpable en las comunidades indígenas no es ya exclusivo de ellas. También aparece en sectores de abajo, y está más desarrollado en quienes luchan y resisten.

.- El brutal y feroz avance de la guerra neoliberal de reconquista de territorios, está operando algo que no sé si estaba en los planes de los grandes centros financieros internacionales: se están emparejando rabias, en profundidad, en extensión y en historia común.

.- Este emparejamiento de sentimientos en lo que el Ruso llamó “la tripa”, no es todavía acompañado por un emparejamiento en los saberes y conocimientos. Puede haber casos pero, créanme, no encontré en los pueblos indios la avaricia del conocimiento que poseen.

Finalmente, no nos idealizamos como pueblos indios, no somos perfectos y, por supuesto, no pretendemos que todos y todas se hagan indígenas. Tenemos conocimientos y tenemos carencias. Creo que podemos compartir los unos para resolver las otras, sin que ninguno de ustedes pierda la oportunidad de hacerse rico porque alguien de nosotros les gane la patente de su saber.

Ahora, como lo prometido es deuda, vamos a escuchar unos cuentos de la Lupita y la Toñita y ya después de ellas yo les cuento otro.

Primero pasa la Lupita:

Había una vez un gato que tenía mucha hambre y no sabía dónde encontrarse comida y se fue a buscar su comida y entonces encontró un conejito y corrió el gato hasta que lo agarró y lo comió y lo dejó un pedacito y vino otro trago y lo llevó el pedacito de la carne del conejito y el otro gato cuando se despertó fue a comer la carne delconejito y cuando lo vio ya no estaba la carne del conejito.

El otro gato estaba muy enojado y triste.

Es todo. Muchas gracias.

Ahora es su turno la Toñita:

Buenas noches, compañeros y compañeras.

Les quiero contar un cuento: y un día entró el ratón a comer el pan porque no lo guardó el gato el pan, lo dejó arriba del refri. Y el ratón entró a comer el pan y al siguiente día el gato buscó su pan y no lo encontró.

Y a los dos días lo encontró el ratón y se aventó el ratón pa’que no lo agarren y el gato quedó muy encabronado.

Eso es todo, compañeros y compañeras.

Va a leer otro cuento la Toñita:

Bueno, compañeros y compañeras, les voy a contar como nos tratan los ricos; los ricos nos tratan como animales, pero ellos lo son porque tienen cara de animales.

¡Pero unidos nosotros, siempre venceremos los ricos que nos quieren acabar a nosotros!

Es todo, compañeros y compañeras.

(El Sup: bueno, para que luego se quejen de mis cuentos…)

Muchas Gracias.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 3 de enero del 2009.

 

P.D.- Siete Cuentos para Nadie.

Cuento 3: La pedagogía del machete.

El otro día, para variar, la Toñita se metió sin permiso en la comandancia general del ezetaelene, una fortaleza supuestamente inexpugnable (en realidad se trata de una champita).

Me encontraba yo pensando en cuáles serían los temas más adecuados para estas mesas supuestamente redondas del Festival de la Digna Rabia, cuando me di cuenta que la Toñita ya estaba a mi lado y diciéndome:

“Oí Sup, no sirve que haces así”, mientras señalaba una foto tamaño natural de Angeline Jolie con pocas ropas.

“¿No sirve que haga qué cosa?”, le pregunté mientras revisaba las barreras “anti-toñitas” que había dispuesto para evitar que pasara lo que ya estaba pasando.

“Pues así como haces de por sí”, dice la Toña, y agrega “¿por qué tienes a esa señora encuerada contigo?”.

Yo encendí la pipa y le respondí: “En primer lugar: no está encuerada, yo qué más quisiera. Y en segundo lugar: no la tengo conmigo, yo qué más requisiera”.

La Toñita, como es su costumbre, se queda en una parte de la película porque me pregunta “¿Y el tercero?”.

“¿Cuál tercero?”, le pregunté.

“Pues si hay un primero y un segundo, entonces hay un tercero. Yo me saqué tercero en la escuelita.” La Toñita ha omitido el pequeño detalle de que en esa clase sólo iban 3 alumnos.

Como no quiero entrar en polémica, le propongo que si le cuento un cuento, entonces ella se va a ir para que se lo cuente a los demás.

“Sale”, dice la Toñita y se sienta en el suelo.

Yo carraspeo y comienzo con el “Habrá una vez…”

La Toña interrumpe “¿y va a haber palomitas?”

¿Cómo palomitas?, le pregunto desconcertado.

“Pos sí, palomitas, como cuando vemos película”, dice la Toñita.

“No”, le digo, “este es un cuento, no una película y aquí no hay palomitas”.

“Bueno”, dice la Toñita.

Yo prosigo:

“Habrá una vez un subcomandante que era muuuuuuy malo y mucho se encabronaba con las niñas que se metían sin permiso a la comandancia a dar lata”.

La Toñita pone atención. Yo aprovecho para darle un giro pedagógico al relato, con un estilo y un método que olvídense de Paulo Freire y Antón Makarenko:

“Entonces, cuando una niña se metía sin permiso en la comandancia, el subcomandante ése sacaba un su machete y ¡zás!, le cortaba la cabeza a la niña”.

La Toñita abre bien los ojos, aterrorizada.

Notando que el concepto esencial educativo se estaba captando, decidí reforzar el relato con esa técnica pedagógica marconiana que tanta fama me ha dado en los coloquios de psicología donde mucho Freud, mucho From, mucho Luria, y mucho toda la cosa:

“Y el machete no tenía filo, para que tardara más en cortar. Y estaba bien oxidado de una vez, para que la herida se infectara”.

La Toña, horrorizada, espera un final feliz.

“¿Y luego?”.

“¿Y luego qué?”

“Pos y luego qué sigue del cuento”.

“Ah bueno, pues resulta que a la niña después le pusieron muchas inyecciones para que no se infectara”.

Y tan-tan.

“¿Tan tan? Urrr, Sup, de una vez que no sirven tus cuentos”.

“Claro que sirven”, le digo mientras la conmino a que abandone la champa.

“De balde tienes a la señora ésa encuerada, si no hay palomitas”, dice la Toñita al retirarse.

El asunto no termina ahí. La reunión que tuve con los compañeros del Comité terminó. De regreso, preparando mi mochila para movernos al cuartel, me doy cuenta de que no está mi machete.

“La Toña”, pensé y la mandé llamar.

“Oí Toñita, no encuentro mi machete, ¿no lo viste por ahí?”

“No, pero te voy a contar un cuento”, respondió la Toñita.

“Había una vez una niña muy bonita, así como yo, y que se llamaba la Toñita, así como yo. Y entonces había un subcomandante muuuy malo que le quería cortar la cabeza con un su machete”

“¿Y por qué le quería cortar la cabeza?”, interrumpí yo, tratando inútilmente de recuperar el control de la situación.

“Saber”, respondió la Toñita, “creo que así llegó en su pensamiento. Y entonces pues que la niña se metió en su casita de ese subcomandante a escondidas. Y entonces lo agarró su machete del subcomandante ése y fue y lo aventó en la letrina. Y tan-tan”

La Toñita dijo el “tan- tan” ya muy lejos de mi alcance.

Así que creo que ya sé dónde está mi machete. Ahora falta recuperarlo, ¿alguien se ofrece de voluntario o voluntaria?

Tan-tan.

 

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 3 de enero del 2009.

Palabras del Teniente Coronel Insurgente Moisés.

Buenas tardes a todos compañeros, compañeras.

Cuarto viento: Una digna rabia organizada.

Compañeros, les quiero pues platicar, transmitir de lo que hacen nuestros compañeros de las distintas autoridades de los cinco Caracoles. A los compañeros, como dijo el compañero Villoro, parece que sí está leyendo bien de lo que están haciendo nuestros compañeros y compañeras autoridades autónomas. Sólo le quiero completar un poco de lo que ya mencionó: lo que es el trabajo político sobre democracia.

Son tres niveles de cómo están practicando por ahora. Hace quince años, no había lo que ahora están practicando los compañeros y las compañeras de las autoridades, y las autoridades de los pueblos y de las Juntas de Buen Gobierno. ¿Cuáles son esos tres? Son tres colectivos y uno de ésos se divide en cientos de colectivos. O sea, la primera instancia son los pueblos, un colectivo que son cientos de pueblos que conforma pues cada Caracol. Y luego, el otro colectivo es los MAREZ que son hombres y mujeres, autoridades elegidos por esos cientos de colectivos que ya les dije. Y dentro de esos dos colectivos, los MAREZ y los pueblos, son elegidos el otro colectivo que son los compañeros y las compañeras Juntas de Buen Gobierno.

Así, forma nuevamente un colectivo de esos tres colectivos para llevar a la práctica, en su caminar de quince años, lo que es los siete principios del mandar obedeciendo. Pero no sólo, aquí están pues mis compañeros mandos políticos, los compañeros comandantas y comandantes que ellos y ellas leen escuchando, que ellos y ellas leen mirando, y también leen haciendo.

Les voy a platicar algunos pues logros de lo que han hecho los compañeros y compañeras de esos tres colectivos que ya les mencioné. Por ejemplo, la Junta de Buen Gobierno en el Caracol uno, que es La Realidad, han inventado pues lo que le llamaron Banpaz, que quiere decir: Banco Popular Zapatista. Si ustedes nos preguntan o piensan, se imaginan, queriéndonos preguntar de dónde el recurso. Otro es el impuesto que se le cobra al mal gobierno porque está metiendo la carretera para que llegue fácil sus policías y su ejército a desalojar a nuestros compañeros y compañeras, y a otros hermanos y hermanas, en Montes Azules. Y ahí se le cobra pues el impuesto y eso es lo que invierten en el Banco Popular Zapatista.

¿Para qué? Porque los compañeros de esos tres niveles de autoridades, o sea, los comisariados, comisariadas, agentes y agentas, y los Marez y la Junta forman un colectivo para escucharse entre ellos, para mirar lo que hay dentro de su trabajo, una vez visto, leído, esas dos empiezan a mirar también cómo hay que hacer lo que piensan ese colectivo. Y que después se va a la consulta en los pueblos, si es aceptado de lo que piensan los compañeros y las compañeras.

Ahí está, por ejemplo, también, del Caracol dos de Oventik, los colectivos de autoridades. Nunca existía antes una escuela secundaria, que ahora la tienen, que ahí se preparan. Y les está demostrando pues a los compañeros, como la vieron, que ahí aprendió, porque ahí salió su maestra, su maestro, a la compañera Lupita, que les leyó el cuento ayer.

Ahí está también el ejemplo de los compañeros y compañeras del Caracol tres, de la Junta de Buen Gobierno de lo que es La Garrucha. Ahora, esos tres colectivos, ellos están viendo de la mejor forma de cómo se va a trabajar la madre tierra. Antes no sabían, no entendían qué cosa es el ser ingeniero o ingeniera. Ahora ya lo entienden porque ellos mismas y mismos lo están practicando.

Ahí está también el ejemplo de los compañeros del Caracol cuatro de lo que están haciendo los compañeros y compañeras de la Junta, de los tres niveles, que están haciendo también el cómo mejorar.

Compañeros y compañeras, les podemos dar un ejemplo de lo que yo he visto, porque trabajo con los compañeros y las compañeras, los acompaño. De ahí es donde sale lo que les estoy diciendo, no es mío, es de los compañeros y de las compañeras. Por ejemplo, también, porque a la mejor hay varios de aquí los que están compañeros y compañeras, de los que han dado su solidaridad como solidarios o solidarias de algunos proyectos. Queremos que la escuchen para que se entienda de lo que a veces ha pasado, de lo que a veces ha sucedido.

Cuando llega un proyecto de algún compañero o compañera solidario o solidaria, los compañeros de la Junta de Buen Gobierno lo reciben como propuesta, porque ellos no pueden aceptar, porque es el pueblo la que va a aprobar si sí o no. Porque son ellos y ellas las que van a trabajar, no es la Junta, no es los compañeros y compañeras de los Marez.

Los compañeros y compañeras autoridades la entienden de que los compañeros y compañeras solidarias, que con esfuerzo también consiguen de donde están, de donde viven, se exige pues de que entonces lleguen los informes. Se entiende, pero también, de acá, esperemos pues así que no se ofendan o se ofenden, pero de donde viven nuestros compañeros y compañeras no hay avión, no hay helicóptero, no hay tren o metro no sé cómo le dicen a eso. Lo único que hay es bipié, es decir, los dos pies. Que hay que caminar y algunos caballos que están en resistencia también.

Entonces, eso tarda, tarda pues así de que sea aprobado pues los proyectos y luego, en lo que llega pues así el mensaje de los compañeros y compañeras solidarios, solidarias, a que reciban de que es aprobado.

Pues ojalá de que, de aquí en adelante, los compañeros y compañeras autoridades tienen un montón de trabajo, porque son algunas menciones lo que les estoy diciendo. Realmente pues, en las juntas, en las cinco juntas, tienen un montón de trabajo que no se imaginan, porque no sólo nada más ven eso, cada punto de los que les dije. Hay problemas que resolver sobre justicia y muchas otras cosas más.

Y luego, el método pues es que tiene que estar enterado el pueblo, tiene que saber el pueblo, o sea que tiene que ser consultado. Es ahí donde se atrasa pues el trabajo, pero no es lo que nos hace mal el atrasar el trabajo, es lo contrario, es lo que nos hace bien porque entonces es el pueblo que aceptó el bien. Sólo porque entonces hay atrasos pues.

Y también, lo que les quiero platicar es de que los compañeros… La democracia, como están diciendo o como estamos escuchando a los compañeros, las que están trabajando pues como autoridades, también ya se están dando cuenta de que tienen una gran responsabilidad de lo que nunca habían visto. Y el método que usan pues, es la de discutir, la de escucharse, la de mirarse, la de hacer una vez lo que sale pues así pensado y, luego, esas autoridades, hombres y mujeres, ya aprendieron de que entonces ellos y ellas no nada más van a dictar como ser, como ser dirigente. La palabra misma dice dirigir creo que ahí sale la continuación de eso: dirigente. Y entonces los compañeros dicen: “no, aquí vamos a discutir, aquí vamos a llevar la propuesta a la asamblea general.

Y cuando les digo la asamblea general es que están aquí todos y todas las autoridades de los pueblos que son hombres y mujeres. Y están también las autoridades, hombres y mujeres de los Marez, tienen un sentir luego luego los compañeros y las compañeras. Dicen: “esto no lo vamos a aprobar aquí, tenemos que llevar a nuestros pueblos porque son ellos y ellas las que van a decidir si sí o no.

Y las propuestas de los compañeros de las Juntas de Buen Gobierno, de lo que ven de lo que hay que hacer, o de lo que ven de lo que está mal, esa asamblea general de autoridades hay cosas que ahí dictan de cómo se tiene que corregir, y hay cosas que las tienen que llevar en las comunidades para que se enteren todos los pueblos, hombres y mujeres, que mal está haciendo su autoridad o cuáles son las fallas de su autoridad.

Ahí están demostrando los compañeros de que están practicando lo de no suplantar, porque ellos no lo deciden, lo sienten que no pueden decidir ellos, que tiene que decidir su pueblo.

Y cuando se trata de una propuesta de un trabajo, o de algún proyecto, se lleva pues la propuesta en los pueblos cada colectivo de pueblos empiezan a discutir, y en la asamblea general, como si fuera como esto que estamos acá, empiezan a proponer los pueblos, las autoridades de cada pueblo bien visto, porque de ahí están escuchándose cientos de hombres y mujeres cuál es la propuesta de la mejor idea de cómo se piensa hacer el trabajo.

De ahí, como un pueblo común pues ya hay eso, inmediatamente sale el acuerdo, creo que dicen unánime, creo se dice, porque entonces ahí hay algunos o algunas de las compañeras en los pueblos que luego, luego, los convence la mayoría. Entonces, la práctica que están llevando a cabo los compañeros, no nos imaginábamos antes del 94, pero cuando se practica, cuando se lleva pues así en los hechos, las cosas cambian y se mejoran.

Y si ustedes me preguntan o se imaginan porque de seguro de que entonces quisieran hacer preguntas, será del todo es bien de lo que están haciendo… si es grave la falla, el error, del compañero o de la compañera, simplemente se les agradece, se hace a un lado. Se hace un lado, pero no se va. O sea, no se va del base de apoyo, se va de ser servidor del pueblo, porque no lo está haciendo como el pueblo manda. Y todo eso, lo que les estoy diciendo, los compañeros y las compañeras dicen: “¿por qué no nos dejaron hacer los malos gobiernos en aquellos tiempos esto?” Y ellos mismos se dicen: “no, porque si nos hubieran dejado, México no estaría como esto”, se responden los compañeros y las compañeras.

Los compañeros y compañeras han llevado a cabo la practica pues, así real, y han inventado, han creado, la forma de cómo cuidar a su autoridad. Y lo han visto ahora que sí funciona. Porque, como les digo, tienen de apoyo, que le llaman la Comisión de Vigilancia. Ellos son los que reportan pues a sus pueblos en sus asambleas municipales de lo que está pasando. Y cuando hay asamblea general, ahí donde se le pide la cuenta a las Juntas de Buen Gobierno, ha funcionado. Porque es así como se ha corregido los errores y las fallas que han tenido los compañeros y las compañeras.

Y lo que hemos visto, también, de lo que hacen las compañeros y las compañeras, sobre todo las compañeras, la participación de ellas, que ya en los tres niveles de autoridades ya están participando ahí las compañeras, porque hay compañeras como Juntas de Buen Gobierno y hay compañeras como de los MAREZ y hay compañeras como autoridades comisariadas y agentas en los pueblos.

Y eso, a los compañeros los reconocen ya, porque entonces también asumen la responsabilidad que son la autoridad máxima. Entonces, pero también entienden a esa autoridad máxima que son las autoridades de todos esos tres colectivos dicen: “no somos los que mandamos, estamos aquí como representantes, la que manda es el pueblo”.

Aquí les quiero contar una cosa: cuando los compañeros logran entender cuál es eso que se dice que es el pueblo la que manda hay que tener cuidado. ¿Por qué? Porque los compañeros… ha habido de que cuando hay una propuesta del colectivo que es el Municipio Autónomo ha sucedido, por ejemplo, de que un pueblo no quiere, o sea, que no acepta la gran mayoría, entonces, la solución (ahí es donde se necesita la inteligencia) entonces… ese trabajo ya tiene un fin, ya sea para que ahí se mantienen las distintas autoridades, los turnos de las autoridades de los Marez, o sea, no es para que se reparten en las comunidades, sino es para que no cooperen las comunidades, es para que no salga de su bolsillo lo poco que le queda, por eso se hace el trabajo colectivo.

Entonces, en vez de que se van a agarrar para quedarse peleados los compañeros con la mayoría y con una minoría, porque es un pueblo que no acepta, que no quiere, simple y sencillamente dicen los compañeros: “no hay problema compañero, compañera, nosotros vamos a trabajar pues en el colectivo, nada más sepa de que ahí va a salir de lo que gastan nuestras autoridades, y que le vamos a pedirle cuentas a nuestras autoridades en cómo se está gastando, en cómo se está usando. Y si ustedes como pueblo no la quieren, no hay problema. Sigue siendo la autoridad para ustedes nuestros compañeros. Sólo que a la hora de que hay un colectivo municipal le dicen: pero hay otra forma de cómo hacer. Ahí en su comunidad, hagan trabajo colectivo. Para que no realmente salga en su bolsillo de cada uno de ustedes. Hagan un trabajo colectivo para que ahí salga en el colectivo de lo que hay que darle a los compañeros y compañeras del Municipio Autónomo.

Entonces, no se encuentra la división, por decir ahí así eso pues. Por eso, les estaba diciendo de que los compañeros y compañeras autoridades leen escuchando; leen mirando de cómo hay que hacer, de lo que ven. Y leen haciendo. Porque ahí se va a demostrar, en la práctica pues, de lo que se miró y de lo que se escuchó.

Ahí está, por ejemplo pues, así de los compañeros autoridades de La Garrucha, que les estoy diciendo de la Ley Agraria. Que lo están viendo ahorita de cómo van a cuidar la tierra. Mejoraron ya la Ley Agraria Zapatista, de lo que había ya ahí, que se están entregándose pues, para cuidar la tierra. Agregaron más, de lo que se necesita, de lo que hay que cumplir para cuidar pues así la madre Tierra.

Entonces, cuando estaban discutiendo ahí los compañeros, hubo un municipio autónomo y dijo así: “¿por qué el mal gobierno, y por qué los diputados y senadores no hacen así como lo que estamos haciendo?” Porque la ley que se hace hay que cambiarla. ¿Cada cuándo? Cuando se necesita, cuando se vea, cuando se escucha que ya no está funcionando.

Y los compañeros, porque ahí funciona pues así Radio Insurgente, los compañeros respondieron: “¿qué no has escuchado Radio Insurgente de cómo es que entonces viven los diputados y los senadores y el mal gobierno? Hacen leyes para ganar dinero”. Pues dónde van a hacer pues así como lo que estamos haciendo.

Yo les digo esa ley de cómo es que pensaron de cómo van a cuidar la tierra que está recuperada.

Hay muchas cosas que han inventado los compañeros sobre la salud, sobre la educación, sobre comercio. Hasta, incluso, de tránsito. Los compañeros no tienen carros, pero se ven obligados de cómo es que tienen que controlar. Porque se dieron cuenta los compañeros y las compañeras que los propietarios de los carros que hay de pasajeros se estaban volviendo como un terrateniente, de como estaba antes. Porque sólo los que son propietarios entraban y salían. Sólo ellos quieren ocupar, adueñarse de la carretera. Mientras a otros no los permitían.

Entonces, los compañeros dijeron: “esto no, ya se acabó, es igual a como el terrateniente. Se tienen que organizarse como cooperativa, o como colectivo”. Porque así como todos queremos comer el pan… mirando de lo que hay, escuchando de lo que pasa, y la van haciendo pues en la práctica.

Compañeros y compañeras: Hay mucho que decir de los compañeros, de cómo lo hacen. Pero, con el tiempo, la van a ir pues así descubriendo. Y ojalá que no se cansan pues, en visitarlos, en conocerlos, para comprender mucho más mejor que dar una plática, una explicación.

Porque ahí están y ahí van a seguir. Y seguirán ahí los compañeros y compañeras autoridades y los pueblos zapatistas.

Sólo, compañeros y compañeras.

 

Palabras de la Comandanta Hortensia

Buenas noches a todos y a todas.

Quinto Viento: Una digna y femenina rabia.

Compañeros y compañeras de La Otra Campaña y de la Sexta Internacional:
Hermanos y hermanas de México y del mundo:
Compañeros y compañeras, hermanos y hermanas, los que se encuentran en este Primer Festival Mundial de la Digna Rabia:

A nombre de mis compañeras y compañeros bases de apoyo, de los y las insurgentes y milicianas, de los y las responsables locales y regionales del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, de las Juntas de Buen Gobierno, de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, y de los compañeros y compañeras que están prestando sus servicios en los diferentes áreas de trabajos, en los territorios zapatistas.

A nombre de ellos y ellas hago uso de la palabra. Voy a platicar un poco sobre los trabajos, la participación y la organización de las mujeres en los territorios zapatistas.

Así, como ya sabemos, que desde que nació nuestra organización zapatista, se ha promovido la participación de las mujeres. Se les da lugar igual que los hombres a que participen en todos los niveles de trabajo: como en lo político, económico, en lo social y en lo militar.

Pero cuando se les dio el lugar a las mujeres, a que realicen los trabajos en nuestra organización, desde un principio les costó mucho tanto hombres y mujeres. Porque teníamos en la cabeza y en nuestros corazones de que no era nuestro trabajo, de que el trabajo de la mujer sólo era estar en la casa, tener hijos, atender al marido, entre otras cosas que nos toca a hacer.

Pero gracias a los que dieron inicio y vida a nuestra organización, que tomaron en cuenta a las mujeres, nos nombraron como compañeras de lucha. De esta forma, le dieron nombre, vida y rostro a las mujeres. Pero, sobre todo, para las mujeres indígenas, porque somos las que sufrimos más la explotación, el desprecio, la humillación y el olvido en todos los niveles de la vida.

Por eso, le damos gracias a la organización zapatista, que nos hizo nacer de nuevo, tanto hombres y mujeres. Nos dieron luz, nos dieron esperanza y nos dieron vida. Para que algún día, florecerá lo que tanto esperamos: para que las mujeres tengamos derechos y tomadas en cuenta por igual.

Por esta razón, ha habido mujeres dignas y rebeldes, quienes dieron la vida, el trabajo, para hacer crecer nuestra organización. Pero, durante estos quince años de lucha y resistencia, ha habido mujeres que han tratado de dar su trabajo y participación en cada nivel de trabajo.

Por ejemplo, en la política, ha habido mujeres en la dirección de nuestra organización, como Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Como responsables locales y regionales, y también se han nombrado compañeras para ser suplentas del CCRI. Las mujeres ya participan en las asambleas de los pueblos. Ya sea en los estudios políticos o asambleas generales, para elegir a sus autoridades, como por ejemplo: autoridades municipales, Juntas de Buen Gobierno, agentas municipales, comisariadas ejidales y comités de educación. Y también para elegir a sus mandos políticos en la comunidad, como responsables locales.

Por eso, hay compañeras que ya forman parte en este nivel de autoridades. Además, hay compañeras que se han organizado para buscar la forma cómo resistir en la lucha. Y también, para buscar solución de sus necesidades. Por eso, se han organizado para trabajar en colectivos. Ya sea en panadería, crías de animales, producir artesanías para vender, o tener sus hortalizas para su consumo colectivo.

Son estos trabajos que están tratando de hacer las mujeres en los territorios zapatistas. Además, hay mujeres que están preparándose para ser promotoras de salud y educación autónomas. Para que ellas mismas comparten sus conocimientos y que presten sus servicios gratuitamente para los pueblos.

Hay mujeres que están preparándose para aprender y rescatar las plantas medicinales. Y también se están preparando las compañeras para ser parteras y hueseras, ya que, de esta forma, cómo se curaban nuestros mayores. Por eso, es importante y necesaria que rescatemos lo que dejaron nuestros ancestros.

Para estos dos niveles de trabajo: tanto en la salud y educación, hay compañeras que han podido llegar a ocupar el lugar como coordinadoras generales de estos dos niveles de trabajo.

También hay mujeres que han tratado de ejercer los trabajos en las comunidades zapatistas, como operadoras de radio de comunicación, locutoras de Radio FM, y hay jóvenas que se están preparando para ser fotógrafas y camarógrafas.

Además de todo esto, hay compañeras que han llegado de ser milicianas e insurgentes. Y llegar a ser mandos militares en nuestro Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Pero todos estos trabajos que estamos realizando las mujeres en las cinco zonas zapatistas, es para tratar de ejercer nuestros derechos, nuestra obligación como zapatistas. Aunque no ha sido fácil para nosotras, pero estamos y estaremos haciendo un esfuerzo y un sacrificio para tratar de cumplir lo que marca en la Ley Revolucionaria de Mujeres.

Pero también, le damos gracias a los compañeros que ya entendieron la importancia de la participación de las mujeres. Pero, sobre todo, para los compañeros que ya dejan salir a sus compañeras para hacer los trabajos. Aunque, también, para los compañeros no es fácil, pero lo está haciendo lo que pide nuestra organización. Por eso, nosotras las mujeres ya no debemos de hacernos de un lado. Debemos prepararnos cada vez más. Para poder seguir adelante y avanzar lo más posible que se pueda en todos los niveles de trabajo.

Porque si no lo hacemos, las que ya estamos en este mundo, que es un mundo donde todavía las mujeres no tenemos rostro, nombre ni voz para los capitalistas y neoliberales. Por eso, es la hora de ejercer y hacer valer nuestros derechos. Pero, para poder hacer todo esto, sólo se necesita tener voluntad, decisión, fuerza y rebeldía. Y no necesitamos pedirle permiso a nadie.

Pero todo lo que estamos haciendo y lo que estoy diciendo no es un invento, ni imaginación. Sino que es una realidad. Allí lo demostramos en el Tercer Encuentro, que se llevó a cabo en el Caracol de La Garrucha, hace un año. Ahí hablamos y explicamos nuestros trabajos como mujeres.

Pero también quisiera ser sincera en decirles, hermanos y hermanas, compañeros y compañeras, que todavía hay algunos pueblos y regiones en el territorio zapatista, falta el trabajo y la participación en algunos niveles de trabajo. Es que los compañeros y compañeras todavía no han entendido con claridad la importancia de la participación de las mujeres. Pero vamos a hacer una lucha para poder cumplir lo que es ser zapatistas y revolucionarios.

Pero, durante estos 25 años del inicio del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y quince años de nuestro levantamiento armado, hemos ya logrado avances muy importantes. Pero, sobre todo, la participación de las mujeres en casi todos los niveles. Es que hace más de 25 años, no había pueblos zapatistas. Sólo estaba lleno de ignorancia, de la esclavitud y el olvido.

Pero, hace quince años, no había más mujeres que ocupaba en la dirección política. Pero, a lo largo de estos quince años de lucha y resistencia, hemos venido incorporando poco a poco en los diferentes niveles de trabajo.

Ahí nos dimos cuenta que sí es cierto que podemos pensar y decidir. Podemos ocupar el cargo igual que los compañeros. Y, también, nosotras las mujeres podemos hacer los trabajos. Pero todo lo poco que pudimos hacer a lo largo de estos quince años, no es suficiente. Sino que falta mucho por hacer.

Ahora, nuestros pueblos, nuestra patria que es México, y nuestra planeta Tierra, se necesita que los hombres, las mujeres, los niños, las niñas, los y las jóvenes, los y las ancianas, que se rebelan, que luchen y que tengan dignidad y rabia.

Pero, cuando tengamos en nuestra mente y en nuestro corazón estas dos cosas importantes, es la que nos lleva adelante, hasta lograr lo que queremos.

Por último, queremos hacerles un llamado a todas las mujeres de México y del mundo, a que unamos nuestras fuerzas, nuestra voz, nuestra rebeldía y nuestra rabia. A que luchemos por nuestros derechos, por nuestra autonomía, y por construir un mundo donde podamos caber todos.

Democracia, libertad y justicia.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Chiapas, México, a 4 de enero del 2009.

Muchas gracias.

 

Sexto Viento: una otra digna rabia.

Buenas noches.

Gracias a Don Eduardo Almeida por ayudarnos en la moderación. Es un honor tenerlo con nosotros.

Desde los inicios de nuestro alzamiento, nos llamó la atención la simpatía y el apoyo que recibíamos, y afortunadamente seguimos recibiendo, de 4 sectores de la población: de los indígenas, las mujeres, los jóvenes y jóvenes, y de homosexuales, lesbianas, transgénero, transexuales, principalmente, aunque no sólo, trabajadores y trabajadoras sexuales.

Y desde entonces nos hemos esforzado por encontrar las razones o motivos que nos daban este privilegio.

Poco a poco hemos ido entiendo, no sé todavía si acertamos, que es porque tenemos en común esto de ser “otros”, “otras”, excluidos, perseguidos, discriminados, temidos.

Como si se hubiera impuesto una normalidad o un estándar, con sus clasificaciones y anaqueles, y todo lo que no entrara en esas clasificaciones fuera puesto en un archivero cada más abultado, marcado con el letrero “lo otro”.

Por supuesto que estas clasificaciones son también calificaciones, y con ellas viene una serie de códigos culturales y pautas de comportamiento que deben ser cumplidas.

Una especie de manual de supervivencia que el ser humano no recibe encuadernado, sino que lo asimila por dosis, la mayoría de las veces, brutales, en el largo o corto trayecto de su maduración, es decir, de su domesticación.

Hagan de cuenta como un folleto de “¿Qué hacer en caso de…?”

Y así, no escritos pero evidentes y omnipresentes, habría folletos de “¿Qué hacer frente a un indígena?”, o “¿Qué hacer frente a una mujer?”, o “¿Qué hacer frente a una joven o un joven?”, o “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, un transgénero, un o una transexual?”

Claro que no son un proyecto editorial, pero están tan difundidos que su publicación haría millonario a cualquiera. La colección podría llamarse “Sea una persona normal” y sacarse en fascículos coleccionables.

Pudiera pensarse que cada uno de estos manuales de “educación” o “supervivencia en la normalidad” tiene sus especificidades, y las tienen. Pero también tienen cosas en común:

“¡Desconfíe!”, “¡Desprecie!”, “¡Discrimine!”, “¡Agreda!”, “¡Búrlese!” serían alguna de ellas.

Y en sus especificidades podríamos encontrar:

El folleto de “¿Qué hacer frente a un indígena?” podría dar detalles, por ejemplo, diría: “mire de arriba abajo, de modo que esa cosa que tiene enfrente sepa quién manda y sepa que no todos somos iguales, sonría burlonamente, haga chistes sobre la forma de hablar o de vestir de la cosa ésa. ¿Su valor?, vale menos que un pollo”.

Y el de “¿Qué hacer frente a una mujer?” diría: “Si usted es hombre mírela como lo que es, como un objeto, como una puta con dueño o sin dueño todavía. Si usted es mujer, haga lo mismo. Valórela en sus posibilidades de uso sexual, fuerza de trabajo o elemento decorativo. Agrédala. Si está buena, manoséela, tómela, hágala suya, o al menos inténtelo, si es necesario el uso de la fuerza no lo dude, empléela. Que ese objeto que tiene sepa quién manda y que sepa que no todos somos iguales.”

No hay que temer decirlo; este manual está sumamente extendido y es practicado con entusiasmo en el sector de varones o machos que decimos estar abajo y a la izquierda. Silenciarlo, ocultarlo, no nos exime de la culpabilidad ni exorciza el fantasma de que a veces nos parecemos demasiado a los que decimos combatir.

Y el folleto de “¿Qué hacer frente a un joven o jovena?” diría: “En primer lugar asuma que se encuentra usted frente a un delincuente en activo o en potencia. Además de barros y espinillas, la cosa ésa tiene tendencias naturales al vandalismo y la violencia. Asuma también la ventaja que usted tiene en los calendarios, algo que la cosa deberá entender. No se preocupe por su rebeldía, se le pasará cuando el calendario, con ayuda de la policía, haga su trabajo.”

Y en el folleto de “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, transgénero o transexual?”, se leería: “Asuma usted que está frente a un criminal enfermo, así que aléjese (no se ha descartado que la putería sea contagiosa), si los tiene, mantenga a sus hijos alejados. En casos extremos acuda a su confesor de cabecera (nota: a falta de éste, un miembro del PAN, o de cualquier partido de derecha, puede servir)”

Digámoslo: no sólo frente a las mujeres, también frente a las diversas preferencias sexuales, la izquierda es profundamente machista.

¿Y los zapatistas, las zapatistas?

Tal vez estamos igual o peor. En el mejor de los casos nos falta un buen.

Pero con un empeño en aprender y, sobre todo, con los espacios que nos posibilitan esos aprendizajes y con las maestras, maestros y maestroas: ustedes.

En los relatos que hemos ido soltando a lo largo de estos años, hemos tratado de mostrar nuestra realidad en esto, nuestra fallas y carencias, pero también nuestros “modos” para tratar de superar las unas y las otras.

Frente a las diferencias sexuales, ha sido más fácil. Tal vez porque llegamos menos domesticados.

En uno de los recorridos de La Otra Campaña, encontramos a los compañeros y compañeras de la Brigada Callejera (que nos enseñaban, aún sin saberlo, desde hace mucho tiempo). Les preguntábamos entonces sobre el problema de la arroba. Ésta es políticamente correcta, pero sólo incluye al masculino y al femenino y ya, como si fueran la única opción sexual, falta lo otro. Los compañeros y compañeras de Brigada Callejera nos dijeron que usaban “compañeric” o “compañerotic”, no estoy muy seguro.

Nosotros buscamos nuestro modo y llegamos en esto que hemos llamado “compañeroa”.

Bueno, el primer relato cuenta el encuentro de Elías Contreras y la Magdalena. La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca. La Magdalena existió y fue real, ubicable en el calendario y la geografías zapatistas, como es ubicable el acontecimiento donde le salvó la vida a Elías Contreras, un indígena zapatista que se asomó a la ciudad con esa capacidad de asombro y ese empeño por entender que pocas personas poseen.

En lo que se refiere a las mujeres vamos todavía muy atrás. Hace un rato, en la tarde, escuchamos en voz de la Comandanta Hortensia los avances que han tenido como mujeres en la lucha.

A ella le faltó decir que lo han logrado a pesar de la firme oposición nuestra. Si los hombres no hablamos mucho de ello es porque sería una larga y penosa cuenta de derrotas.

Tenemos muchos problemas. Por ejemplo, en nuestros cuarteles las condiciones de higiene no son las óptimas, y es común que se presenten en las insurgentas enfermedades como infecciones en vías urinarias. La Capitana de Sanidad Elena no me dejará mentir: se batalla mucho en lograr que sus parejas varones tomen también el tratamiento que reciben y las re infectan una y otra vez.

Y no sólo. También batallamos en el uso del condón. Nuestra compañeras insurgentas suelen ser muy jóvenes y tienen problemas de salud con el uso de anticonceptivos. Las pastillas o el parche o el injerto les hacen daño, y el dispositivo también. Como son muy jóvenes, se les insiste a sus parejas varones que usen condón. Pero, como comprenderán, es muy difícil checar que eso se cumple, como que no podemos ir a cada techo para ver si lo están usando o no. Yo les he ofrecido mi “pedagogía del machete”, y los amenazo con hacerles la vasectomía con mi habilidad quirúrgica.

Y en el respeto a la mujer también nos falta. Hay una anécdota que les quiero contar:

Hace unos días estábamos reunidos hablando de que iba a venir la Comandanta Sandinista Mónica Baltodano. Una de las comandantas sacó aquella frase que decían las mujeres sandinistas que decía “no se puede hacer la revolución sin la participación de las mujeres”. Yo, bromeando, le dije que yo iba a sacar una frase que dijera “se puede hacer la revolución a pesar de las mujeres”. La comandanta me miró ahora sí que de arriba abajo y me dijo: “Urr, Sup, estamos haciendo una guerra de liberación. Si estamos tardando es por culpa de los pinches hombres”.

Van pues los cuentos pendientes:

Siete Cuentos para Nadie.

Cuento 4: El encuentro de Elías Contreras y la Magdalena.

Habla Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN,:

“A veces como que también el Dios se equivoca. El otro día andaba vuelteando por el monumento de la Revolución, que sea que estaba reconociendo el terreno. Que se para saber pa dónde correr, que sea por si se ponía brava la cosa, o el caso, según. Bueno, pues andaba yo por esos rumbos y había estado un buen de tiempo en un parquecito que se llama San Fernando, que está ahí nomacito de un cementerio. Y tardé frente a la estatua de mi general Vicente Guerrero, ésa donde viene escrito en piedra el lema del EZLN que es “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”.

Y entonces se me hizo tarde y ya era noche ya. Y entonces me fui caminando por esa calle que se llama Puente de Alvarado y ahí nomás me paró la justicia, que sea los judiciales. Y entonces que me dicen que quién soy, que qué andado haciendo, que me caiga con lo que traigo y otras cosas que no muy entendí porque hablan muy otro esos judiciales. Y entonces ya me querían subir a la patrulla, pero que se acerca una muchacha con una falda bien rabona y una blusita, que sea que estaba bien encuerada y hacía mucho frío. Y entonces la muchacha los habló a los judiciales y ya me dejaron ir ya. Y entonces la muchacha se me acercó y se puso a platicar conmigo y me dijo que se llama Magdalena. Y entonces me preguntó que de ónde era yo porque hablaba muy otro. Y entonces yo, como vi que es buena gente porque me espantó a los judiciales, le dije que de Chiapas. Y entonces ella me preguntó si era yo zapatista. Y entonces yo le dije que no conozco qué cosa es zapatista. Y entonces ella dijo que claro se veía que yo era zapatista, porque los zapatistas no andan diciendo que son zapatistas. Y entonces ella me dijo que no es una ella sino un él. Y entonces, como no muy le entendí, ella se levantó la falda y ahí se miró su ése-cómo-se-llama haciendo bulto en su calzón. Y entonces yo le pregunté que cómo era que es un él y se viste como una ella. Y entonces ella, o él, me contó que es mujer pero tiene cuerpo de hombre. Y entonces me invitó a su cuartito, que porque no había clientes, dijo. Y entonces en su cuartito me contó todo y que ella o sea él quiere ahorrar su dinerito para operarse el cuerpo de hombre y hacerlo cuerpo de mujer y que por eso estaba taloneando. Y entonces yo no muy entendí qué cosa es “taloneando” y ya me explicó. Y entonces se quedó dormida, o dormido, según.

Y entonces yo me acomodé en un rincón con mi chamarra y una su cobija de la Magdalena que me emprestó. Y no dormí porque estuve pensando que a veces el Dios también se equivoca, porque a la Magdalena, que es mujer, la puso en cuerpo de hombre.

Y entonces al otro día tomamos cafecito ya tarde porque la Magdalena no se alevantó luego. Y entonces yo le platiqué de la lucha zapatista y de cómo estamos organizados los pueblos en resistencia y ella estaba muy contenta escuchando. Y entonces no le dije que andaba de Comisión de Investigación y ella no preguntó qué ando haciendo en el mostro, que sea en la Ciudad de México. Y entonces yo lo miré que es buena compañera, o compañero, según, porque es discreta o discreto, según, y no pregunta qué ando haciendo. Y entonces ella me dijo que si me hacía falta podía quedarme en su cuartito el tiempo que quisiera. Y entonces yo le di gracias y aluego salí y le compré un su ramo de rosas rojas y se lo di y le dije que cuando gánemos la guerra íbamos a poner un hospital para enderezar todo lo que le había salido chueco al Dios. Y entonces ella se puso a chillar, que sea porque nunca le habían dado flores, creo. Y entonces un buen rato estuvo chillando y entonces ya luego se fue a talonear. Y entonces yo me fui a seguir buscando al mal y al malo.

Tan-tan.

Cuento 5: La película de las mujeres.

Estaba yo comiendo una sopa de verduras con hartas calabazas (¡guácala!), y lo estaba haciendo con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo, cuando, desde fuera de la champa de la Comandancia General del Ezetaelene, escuché la voz de la insurgenta Erika pidiendo autorización para pasar (¿escuchaste Toñita?). Ya en el umbral de la champa, la insurgenta Erika dice:

“Que dicen los compañeros de si pueden ver película”.

“¿Y cuál van a ver?”, le pregunto.

La insurgenta Erika duda, no contesta rápido.

“Bueno pues, claro te digo compañero Subcomandante Insurgente Marcos que no sé cómo te voy a decir”, por fin responde mientras se enrojece su rostro moreno.

“Mmh… bueno, pero quiere que van a hacer palomitas”, le dije para salvarla de un apuro cuyo motivo ignoraba, y para contrarrestar cualquier efecto nocivo que la calabaza pudiera provocar en mi delicado organismo (¡ja!). Porque han de saber ustedes que los subcomandantes somos alérgicos a las verduras, sobre todo a las calabazas. Creo que es algo genético.

“Bueno pues”, dijo la insurgenta Erika y se fue corriendo.

Postrado panza arriba, en posición tipo la boa de El Principito de Saint Exupery, estaba yo muy arrepentido de comer tanta verdura, y quedé pensando y reflexionando si no sería bueno prohibir la sopa de calabazas en el territorio zapatista.

Regresó la insurgenta Erika con la medicina, quiero decir, con las palomitas de maíz, y se volvió a ir corriendo. Yo esperé a que se perdiera de vista para poder comer con la elegancia y buenas maneras que me caracterizan, o sea que le entré a las palomitas a puños.

Al rato, otra vez en posición de la boa de El Principito, estaba yo de nuevo muy arrepentido, tratando de digerir la sobredosis de palomitas. Entonces, como un relámpago, llegó un mi pensamiento: “¡Un momento! ¿Por qué la Erika no me pudo decir qué película iban a ver? Ha de ser de muchachas encueradas y por eso le dio pena decirme”.

No sin trabajos, me incorporé y dirigí mis pasos hacia el cuartel, que queda algo retirado de donde está mi champa.

Un resplandor azulado brotaba de la champa que hace de comedor, armería y punto de reunión de la célula de estudio político y actividades culturales. No se oían voces de insurgentes, sólo el ronroneo del pequeño generador y el sonido opacado de unos gemidos.

“¡Ajá!”, me pensé, “¡de modo que están viendo película de muchachas encueradas y no me invitaron! Ahorita los arresto a todos y me quedo yo solo viendo la película”.

Me acerqué sigilosamente para sorprenderlos como quien dice que en su delito, y entré sin que se dieran cuenta.

¡Oh desilusión! La película que estaban viendo era una de Jean Claude Van Dame y los gemidos que se escuchaban eran los de un pobre tipo, con rasgos de ciudadano adherente a la Otra Campaña, que estaba siendo golpeado con muchas patadas karatekas por el protagonista de la cinta.

“Mta magre”, dije en voz alta, “¿a poco ésa era la película que iban a ver?”

Al escucharme, los insurgentes e insurgentas se pusieron rápidamente en posición de firmes, detuvieron la proyección y encendieron la luz.

Dirigiéndome a la insurgenta Erika le pregunté: “¿Y por qué no me podías decir que iban a ver una película de karatekas?”

“Acaso era esta película, Sup”, respondió la insurgenta Erika y volteó a mirar a las demás compañeras, como pidiendo ayuda.

La insurgenta de sanidad entró al quite y declaró: “No compañero subcomandante, es que la película que íbamos a ver es una que trata sobre de la salud sexual, de las enfermedades y de la higiene y esas cosas”.

“Sí, de la SIDA”, dijo la Erika sintiéndose ya respaldada por las demás mujeres, pero todavía enrojeciendo de pena.

No es la primera vez que no entiendo nada de lo que hace mi tropa, así que encendí la pipa y esperé a que siguiera la explicación, que fue la siguiente:

Resulta que las insurgentas querían ver la película “de la SIDA”, usando las palabras de la Erika, y los hombres querían ver “León, peleador callejero” que, dicho sea de paso, ya han visto como 365 veces. No se ponían de acuerdo y discutieron y, como no debiera ser, ganaron las mujeres y vieron la película “de la SIDA”. Los hombres también, porque las mujeres les prometieron que, si veían la película “de la SIDA”, después verían la de Van Dame. Y cumplieron su palabra.

Tan-tan.

Cuento 6: Cuatro Apuntes de un Escarabajo. Tomado del cuaderno de apuntes de Don Durito de La Lacandona.

Uno.- Una de las razones por las cuales las mujeres son superiores a los hombres es que, con el orgasmo, la breve fiesta del hombre termina. Y la de la mujer todavía tiene un buen trecho qué celebrar.

Dos.- Las mujeres, cuando se rebelan, se rebelan varias veces. Los hombres, en cambio, sólo una vez y a los empujones. Pero para ellos son las estatuas. ¿Las mujeres? Tal vez la sombra que proyectan.

Tres.- No pocas veces un feminismo de revista de moda o de coloquio internacional, ha servido de coartada para crímenes y abusos. Y la equidad de género se consigue gracias a la alquimia de la clase social. “Me critican por ser mujer”, dice la señora de arriba cuando manda defraudar, encarcelar y matar, con el mismo cinismo del hombre de arriba.

Cuatro.- Muchas veces el amor sigue el ancestral camino de la reproducción de la especie. Tiene mucho de rutina y de lección aprendida y repetida. Pero a veces, pocas, casi nunca, el amor es un relámpago de luz y sombra que desafía calendarios, geografías y manuales de sexología. Entonces se vuelve a impartir, para un mínimo auditorio de pieles y corazones desnudos, una lección terrible, única, maravillosa. Y l@s alumn@s nunca aprenden.

Tan-tan.

Muchas gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, 4 de enero del 2009.

Séptimo Viento: unos muertos dignos y rabiosos.

Buenas noches.

Está con nosotros hoy, de nuestro lado, como lo ha estado desde hace 15 años, el compañero Don Pablo González Casanova.

De su capacidad intelectual, de la brillantez de sus análisis, de su posición del lado de los que luchan no vamos a hablar. Cualquiera que tenga un poco de memoria o la busque en el pasado, lo sabe. Lo sabemos nosotros.

A nosotros, nosotras, las zapatistas y los zapatistas, no ha dejado de asombrarnos su sencillez y modestia para con nosotros. Espero que no se ofenda, pero no parece un intelectual.

Este compañero ha estado con nosotros en las buenas, en las malas y en las peores. Estuvo en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) que encabezó en su tiempo Don Samuel Ruiz García, y en ella pudo constatar, en vivo y en directo, los desprecios y racismos de los que hizo gala la delegación gubernamental en los llamados Diálogos de San Andrés. También pudo constatar, creo, la firmeza y dignidad de mis compañeros y compañeras mandos que formaron aquella que fue nuestra delegación a esos malogrados, por el gobierno, diálogos.

Se los decimos claramente, para nosotros este hombre es un sabio. Y como tal ha tenido, al menos con nosotros, una humildad y una sencillez que lo identifican más con los sabedores que hay en los pueblos indios, que con los soberbios “especialistas” que, desde la comodidad y privilegio de la academia, juzgan y condenan una realidad a la que siempre han sido ajenos.

A diferencia de muchos “cabezas grandes”, que es como nuestro Comandante Tacho llama a los de grandes ideas, Pablo González Casanova, Don Pablo, como le decimos nosotros, nunca ha pretendido decirnos qué debemos hacer, “tirarnos línea”, o darnos órdenes, o dirigirnos.

Nos ha dicho, en veces personalmente, en veces por escrito, lo que piensa de una u otra cosa. En muchas cosas hemos coincidido y su palabra ha enriquecido nuestro corazón. Ojalá y la nuestra algo le haya servido en su sabiduría.

En otras cosas hemos discrepado y hemos discutido. Y aún ahí nos ha asombrado su sencillez y el sentido del humor, a veces tan ácido como el nuestro, con que encaja críticas y señalamientos, nuestras y de otras, otros.

Tal vez porque una de las cosas en las que coincidimos es que el pensamiento no debe ser uno, solo, único y unánime, y que la crítica, la disidencia y la discusión no significan, las más de la veces, el pasarse al bando contrario.

He dicho antes que Don Pablo es un hombre sabio. Como expliqué hace unos días, la sabiduría, según nosotros los zapatistas, no consiste en una especialización del pensamiento, en saber mucho de una pequeña parte de la realidad. Tampoco, dicho sea de paso, lo es el conocer un poco de todo. Según nuestro pensamiento, la sabiduría consiste en saber leer lo que sigue e interpretar lo que antecede, para entender lo que ocurre. Y así conocer y respetar los mundos que en el mundo son.

Esto, que parece uno de esos juegos de palabras típicos de los zapatistas, es lo que, como contará el Viejo Antonio en el séptimo de los cuentos, nos enseñaron nuestros muertos. Así nos formaron.

No pretendemos decir que esta forma de pensar el mundo y de actuar en él y con él sea la mejor. Probablemente no lo sea. Lo que sí sabemos es que no es la única. Y que, así como nosotros hemos normado nuestros pasos y nuestros tropiezos con ese pensamiento, otros, otras, tienen y tendrán otros pensamientos y, en consecuencia, otros pasos y otros tropiezos.

Salud Don Pablo. Créanos que no le damos un pasamontañas porque nosotros, mejor que nadie, sabemos lo incómodos que han sido y son… y serán. Y sepa que no pocas veces sus palabras y pensamientos se han hecho palabra en nuestros labios y que su corazón, siempre.

Salud compañero neozapatista Don Pablo González Casanova.

En estos días hemos pedido respetuosamente a 3 pensadores, de los que han venido a compartirnos, aquí y en México, su oído y sus palabras, que se sienten entre nosotros para remarcar nuestro llamarlos “compañeros”. Queremos decir que no son los únicos. Hay otros, otras. A veces tímidamente, como pidiendo permiso, a veces con el desparpajo e impertinencia que suele darse entre camaradas de lucha, conocemos, reconocemos y llamamos “compañero”, “compañera”, a pensadoras y pensadores.

Tampoco son los únicos con los que ha habido, o hay, diferencias o francas discrepancias. Les hemos pedido a ellos, y ellos lo aceptaron, que nos ayudaran a dar este mensaje de que el mundo por el que luchamos las zapatistas, los zapatistas, loas zapatistoas, no es uno, único e indivisible. Que no es una la verdad, sino muchas. Y que, a pesar de todos y todas, nunca hemos descartado la posibilidad de estar equivocados en una cosa, en varias o en todas.

No estamos en territorio del EZLN. Iba a decir que no estamos en territorio zapatista, pero después de constatar este nuevo y gran esfuerzo de las compañeras y compañeros del CIDECI no estoy seguro de no estar en territorio zapatista. Gracias para estos compañeros y compañeras. Ojalá y el Doctor Raymundo pueda trasmitirles a todos y todas quienes trabajan aquí, esto que sentimos.

No estamos en territorio del EZLN, decía. El CIDECI nos ha ofrecido, generosa e incondicionalmente, este espacio para las actividades, así como los compañeros y compañeras del Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII y los compañeros y compañeras de la Asociación de Charros Los Reyes de Iztapalapa, a quienes nosotros llamamos “los otros charros” para diferenciarlos de los líderes corruptos que padecen los movimientos obrero y campesino, nos proporcionaron con la misma generosidad e incondicionalidad, y a quienes les manifestamos nuestra gratitud y reconocimiento.

En el calendario que nos convocó, no hay que olvidar la geografía en que nuestras rabias se encontraron: gracias Lienzo Charro de Iztapalapa, gracias CIDECI.

Ustedes han sido nuestros invitados, invitadas e invitadoas. Y en este Festival, a su vez, nosotros hemos sido huéspedes en el Lienzo y del CIDECI. Como tales, como huéspedes, debemos a quien nos recibe y atiende, no sólo agradecimiento y admiración, también y sobre todo respeto. Y por lo mismo no pudimos ni debimos hacer como si estuviéramos en nuestra cancha.

Uno de los espíritus que anima a la Sexta Declaración y a la Otra Campaña es el respeto a los “modos” de cada lucha en su territorio. Cuando salimos, en nuestros recorridos, a los lugares que llegamos no lo hicimos para criticar o juzgar a quien no sólo nos daba techo y comida, también la medicina de su lucha. Ofrecimos respeto y lo hemos cumplido.

Y también lo hemos recibido de nuestros compañeros y compañeras de La Otra. Quienes de ustedes estuvieron en la caravana y quienes nos acompañaron cuando los días más ominosos de la represión en Atenco, saben que se nos gritó y agredió en actos públicos y en reuniones, incluso en movimientos de nuestra delegación dentro de la Ciudad de México, por parte del movimiento lopezobradorista. Y saben que el “modo” en el que se nos hacían críticas y señalamientos por parte de compañeros y compañeras no siempre fue comedido, sino no pocas veces áspero y ácido, y algunas, las menos, como franca provocación.

Anoche el Comandante Zebedeo le contaba a un compañero sobre las agresiones de lopezobradoristas (a él y a la Comandanta Miriam les toco vivir personalmente algunas) y las diferenciaba de los “modos” de criticar de los compañeros y compañeras de la Otra Campaña. Le decía que los zapatistas, las zapatistas, tenemos la piel dura. No sólo por los 15 años de guerra de resistencia, también, y sobre todo, por más de 500 años de guerra de olvido. Le decía que escuchábamos todo lo que nos decían y que, dentro nuestro, se quedaba lo bueno en nuestro corazón, y lo demás se salía por el otro oído.

Como si las heridas recibidas en todo este tiempo hubieran cicatrizado y nos hubieran engrosado la piel haciéndola correosa, dura, resistente. Y sí, si hemos resistido 500 años de intentos de dominación y aniquilamiento, si hemos resistido 25 años en las montañas, si hemos resistido 15 años de asedio militar, no vemos por qué no podríamos resistir los gritos histéricos, las calumnias, las mentiras, las descalificaciones y los vetos periodísticos del “lopezobradorismo”.

Y, muy diferentes, son las que nos han hecho, hacen y harán nuestros compañeros y compañeras de la Otra en México y en el mundo.

Porque resulta que con la Sexta Declaración no los convocamos a seguirnos o a obedecernos, o a ser como nosotros, o a importar nuestros “modos”, o a subordinar sus luchas, proyectos, sueños, a los nuestros.

Los convocamos a conocernos y a conocerse entre sí, a saber que no estamos ni están solos, solas, soloas, a respetarnos, a echar trato para apoyarse, para que el silencio frente a nuestros dolores no fuera unánime, los invitamos a ser otros, otras, otroas.

No coincidimos con algunos de ellos, ellas, elloas… bueno, con varios… bueno, con muchos… bueno, en realidad no coincidimos con ninguno. Porque si así fuera, dejaríamos de ser EZLN y nos haríamos parte de ellos. Pero los reconocemos como de este lado y, creemos, ellas, ellos, elloas, también nos reconocen.

Y estamos muy orgullosos y admirados de que sean nuestros compañeros, compañeras y compañeroas.

Y tenemos esta ventaja, o desventaja, según, quienes estamos con la Sexta. A saber, que hay un lugar, un trabajo, un espacio, una lucha, donde se puede confrontar si lo que se dice es lo que se hace.

En estos días, y también a lo largo de estos 15 años, lo que hemos dicho sobre nosotros, nosotras mismas se puede corroborar. Todavía, tal vez no por mucho tiempo más, se puede ir a las comunidades indígenas zapatistas (si lo hacen, pidan permiso primero en la Junta de Buen Gobierno, es nuestro modo) y ver si es cierto que hay mujeres en los cargos o como educadoras o como promotoras de salud o como responsables locales y regionales. Como Comandantas tal vez no es necesario, porque a menos que se trate de un efecto virtual conseguido con rayos láser o a que comandantes varones hayan repetido la maravillosa transformación que Krishna nos enseñó ayer, algunas de las Comandantas están aquí.

Ir y ver si es cierto que hay escuelas y clínicas de salud, si las Juntas de Buen Gobierno realmente buscan el acuerdo entre las partes cuando hay conflictos y disputas, si es cierto que los maestros y maestras que les dan clases a la Lupita y a la Toñita se formaron en los sistemas de educación autónoma. En fin, se puede ver si hacemos lo que decimos.

Y lo mismo pasa con nuestros compañeros, compañeras y compañeroas de la Otra. Se puede ir al local de Brigada Callejera y constatar si hacen lo que ayer nos dijeron; se puede ir a los pequeños locales donde trabajan, ellos sí en condiciones heroicas, quienes hacen comunicación alternativa, o dicen tener mesas de información, u organizar colonos, campesinos, trabajadores de la ciudad, pueblos indios, o pintar, o cantar, o lo que cada quien dice que hace.

Hace algún tiempo, antes de venir a morir y nacer en estas montañas del sureste mexicano, estuve en la Universidad Nacional Autónoma de México y varias veces estuve en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras, en el auditorio conocido como “El Che”. Entonces eran la rectoría y sus autoridades administrativas quienes se encargaban de “El Che”. No les miento, aquello era un muladar. Y un muladar descuidado, porque hay muladares atendidos.

Tiempo después, siendo ya quienes somos, como parte de nuestro recorrido de la Otra Campaña tuve la oportunidad de estar en dos ocasiones en el Che. La una sin conocer el tamaño de la disputa. La otra, conociéndolo y tomando posición. Tampoco ahora les miento: estaba impecable, limpio, ordenado, funcionando. Lo único que le faltaba eran las butacas que, creo, fueron quitadas precisamente por Rectoría. Se impartían ahí varios talleres, había un comedor, lamentablemente vegetariano para quienes somos carnívoros y taqueros sin salvación alguna. Había trabajo, lucha, vida. El Che no era el edificio gris que sólo se abría para cine clubes, asambleas y, muy escasos, actos culturales.

Tal vez, es un supositorio, los compañeros y compañeras del Okupache sólo lo limpiaron y arreglaron porque yo iba a ir y montaron una escenografía para aparentar que hacen lo que dicen. No lo creo. Creemos que sí es cierto que hacen lo que dicen, pero, en todo caso, es algo que ustedes pueden constatar visitando el local de estos nuestros compañeros y compañeras del Okupache. Seguramente, lo hemos constatado, tienen “modos” y posiciones que no compartimos. Y seguramente hay otros y otras, compañeros o no, que piensan lo contrario o tienen una imagen diametralmente opuesta a la que nosotros vimos. Está bien, ésa es la Universidad Nacional Autónoma de México. Y tiene razón quien dice que es a esa colectividad universitaria, es decir, universal, a quien le corresponde discutir, analizar, disentir, tomar posición, decidir. Y creemos que tal vez se podrá hacer sin gritos y sin descalificaciones fáciles, pero también sin amenazas de desalojo ni enfrentamientos. En fin, ahí lo vean. Pero no lo duden siquiera, nosotros estaremos del lado de nuestros compañeros y compañeras, del lado del agredido, como lo estuvimos aquí hace unos días.

Los partidos políticos de arriba pueden decir una cosa y hacer lo contrario. Uno puede constatar esto en cualquier lugar donde tienen el poder. Y es porque su criterio de congruencia es otro. Para ellos es la cantidad que pueden movilizar, sin importar los métodos a los que recurran, en una votación o en una movilización lo que les da el termómetro de si van bien o mal o regular.

Nosotras, nosotros, tenemos otro criterio: vamos bien si lo que decimos coincide con lo que hacemos, sea bueno o malo para los otros.

Dos personas a quienes queremos y respetamos, tal vez a su pesar, nos preguntan de qué le sirve al movimiento zapatista que Marcos descalifique al movimiento lopezobradorista, otra que por qué siempre que comparezco antes los medios lo hago, entre otras cosas, para denostar a AMLO.

Bueno, yo no estoy compareciendo ante los medios, ese tiempo ya pasó hace mucho. Nosotros estamos hablando y escuchando con nuestros compañeros, compañeras y compañeroas de la Otra en México y el mundo, y escuchando la palabra de personas que luchan y piensan en varios rincones del planeta.

Quisiera que me concedieran algo de tiempo para explicarles cómo estamos organizados en nuestro trabajo de CCRI-CG del EZLN. Miren, aquí en el EZLN convergen varios pueblos indios: tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles, zoques, mames y mestizos.

Estos pueblos tienen comunidades indígenas que forman zonas. Cada zona tiene una estructura organizativa, ahora paralela a la de autoridad autónoma. Y en cada estructura de zona hay un mando colectivo organizativo. Cuando digo “mando colectivo organizativo” no sólo digo que es un colectivo, también digo que no es militar. Este mando de zona es lo que llamamos CCRI de zona. Y cada zona tiene su “modo”. Los tzotziles, los tzeltales, los tojolabales, los choles, los zoques, los mames y los mestizos tienen sus propios problemas y sus “modos” propios de enfrentarlos o resolverlos. El EZLN se encarga entonces de ser como el puente de enlace, el va y viene, entre las zonas. Cuando el EZLN como tal va a hacer algo debe tener el acuerdo de todas las zonas. Cuando una zona va a hacer algo, debe comunicarlo a las demás zonas, vía el EZLN, para que sepan y vean en qué se puede apoyar.

Además de eso, al EZLN le toca representar a todas las zonas como un todo frente al exterior, es decir, frente a los que no son zapatistas. Aunque es una Comandanta en Los Altos, Hortensia no habla ante ustedes de los Altos, por su voz habla la voz del EZLN. Y lo que cuenta de las mujeres no es sólo lo que pasa en Los Altos, sino la tendencia que ella saca de todas las comunidades zapatistas. Lo mismo es cuando hablo yo o el Teniente Coronel Moisés o Comandante Zebedeo o Comandante David o cualquiera de quienes son del CCRI-Comandancia General.

Entonces, cuando Marcos o cualquiera de nosotros habla en público como en esta ocasión, lo hace como EZLN, no a título personal.

Nosotros pensamos que cada quien debe hacerse responsable de lo que dice y hace, como individuo y como colectivo. Creo que el EZLN se ha hecho responsable siempre de lo que dice y hace, y que pone la vida en ello. La vida individual y la vida colectiva.

Entonces, ¿de qué le sirve a un movimiento decir lo que piensa y siente? Bueno, nosotros nos alzamos en armas también para eso, para recuperar nuestra palabra, para poder decir nosotros mismos lo que pensamos y sentimos.

Que nos digan quienes de nuestros “aliados” son perseguidores, discriminadores y asesinos de indígenas. Nosotros sí les hemos dicho quienes de sus dirigentes y “aliados” sí lo son. Quienes persiguen, hostigan y les cortan el agua a nuestros compañeros zapatistas de Zinacantán son los de la CND lopezobradorista. Quienes nos agreden dentro y fuera de nuestro territorio son simpatizantes de AMLO, claro además del gobierno federal estatal, municipal, los medios de comunicación (ahora todos), el ejército, la policía estatal, la AFI, el CISEN, la CIA y amigos que los acompañan.

Quienes metieron a los compañeros zapatistas desalojados de Montes Azules primero en un prostíbulo abandonado y luego en una bodega fueron lopezobradoristas. Funcionarios del gobierno del DF y miembros del movimiento de AMLO se trasladaron a Chiapas para “operar”, al lado del gobierno que AMLO apoyó para llegar al poder, el desalojo. Dije en una bodega. Los indígenas siempre han señalado que los dominadores nos tratan como animales. Ellos fueron más allá, nos trataron como cosas, como bultos. Ni los animales se meten a una bodega. Y como éstos hay más ejemplos, que hemos denunciado una y otra vez.

Yo sé que puede ser una vía de escape o un consuelo decir o decirse que es una onda de Marcos y que las bases zapatistas mueren de ganas por ser acarreadas a algún acto de AMLO, o que arden de deseos por hacer proselitismo para las próximas elecciones.

Pero no. Éste es el Festival de la Digna Rabia y, como todos, todas y todoas, hemos venido aquí a expresar nuestra rabia. No la rabia de Marcos, o Moisés, u Hortensia, o Zebedeo, o David. No, la rabia de las comunidades zapatistas que ya no son sólo agredidas por los malos gobiernos, también por quienes se dicen de izquierda y progresistas.

Y cuando hablamos sólo expresamos nuestra rabia. Si escucharan la rabia de los demás que no son del EZLN, la que cultivaron también con agresiones y persecuciones, tal vez entenderían algunas cosas.

Por otro lado, ¿Por qué no se le pregunta a AMLO la razón por la cual prefirió aliarse con perseguidores y asesinos de indígenas en general e indígenas zapatistas en particular?

¿Quién de ustedes vino acá a decirnos “compañeros, los vamos a madrear pero es por un proyecto alternativo de Nación, aguanten vara y no hagan bulla porque es por el bien de la Patria. Ustedes esperen mientras nosotros salvamos a la Nación”?

Y, ¿de qué le sirvió al movimiento lopezobradorista aliarse con los Núñez, los Montreal, los Muñoz Ledo, los Sabines, los Albores, los Kanter, los Iruegas, los ex funcionarios indígenas de Fox, los que votaron en contra de los Acuerdo de San Andrés “para demostrar vocación de gobierno”, los que persiguen ambulantes, jóvenes, trabajador@s sexuales, trabajadores, campesinos, indígenas, los que, en los lugares donde son gobierno, desalojan, despojan, reprimen, explotan, discriminan, cortejan al poderoso y entregan riquezas naturales al extranjero?

Y, ¿de qué le sirvió al movimiento lopezobradorista, en lugar de responder con argumentos a nuestras críticas, el calumniarnos, tergiversarnos, mentir descaradamente, agredirnos verbalmente en nuestros actos, cerrarnos las páginas, editar su historia?

¿De qué le sirve al movimiento lopezobradorista decir una y otra vez que es el único que está luchando en este país, que es el único que se opone a Calderón, que tiene a “los mejores escritores y artistas” de su lado y que ninguna otra organización puede decir lo mismo? ¿De qué les sirve esa soberbia frente a los humildes y los de abajo?

¿De qué le sirve al movimiento lopezobradorista no vernos ni oírnos, ni ver ni oír a los muertos y muertas que son su responsabilidad?

Pueden decir que eso no es AMLO. Sí lo es. Lo ha sido siempre, y no lo ve quien no lo quiere ver. Y un dirigente debe hacerse responsable de lo que dicen y hacen él y su movimiento. Y los miembros de un movimiento también.

Así como los indígenas zapatistas se hacen responsables de ser indígenas y de ser zapatistas y por hacerse responsables de eso es que los desalojan, los hostigan y los atacan.

Hace unos meses llegó en nuestras tierras una caravana internacional para mostrar su apoyo a las comunidades zapatistas frente a las incursiones militares. Según recuerdo, venían de Grecia, Italia, Francia y del Estado Español, entre otros países del mundo. Nos llamó la atención que no viniera ningún vasco o vasca. Probablemente, pensamos, no se apuntaron o en la lista no los habían incluido. Fue el Teniente Coronel Insurgente Moisés, encargado de la Comisión Intergaláctica, a ver y, en efecto, venían vascos y vascas pero, dijeron palabras más, palabras menos, “que se habían apuntado junto con los españoles para no dar problemas”. Nosotros les dijimos que no nos habíamos peleado con medio mundo por hacer público nuestro reconocimiento al derecho de los vascos a su independencia, para luego terminar metiéndolos dentro de los españoles “para no tener problemas”. Que nos peleamos con medio mundo para poder decir: ¡Gora Euzkera! ¡Gora Euzkal Herria!

Si nos hicimos responsables de nuestro alzamiento, si nos hicimos responsables de nuestra palabra, si para ello desafiamos la fuerza del gobierno y sus ejércitos y policías, si nos hicimos responsables de nuestros muertos, no veo por qué no habríamos de hacernos responsables de nuestra rabia.

Compañeras y compañeros:

Esta madrugada con un pequeño grupo y esta tarde con toda la delegación nos hemos reunido las compañeras y compañeros para decidir cuál debe ser el mensaje principal de esta intervención.

Muchas y buenas palabras hemos escuchado en estos días aquí en San Cristóbal y antes en la Ciudad de México. Claro, también escuchamos algunas barbaridades.

Casi todas se han referido a la crisis mundial y nacional, y a los tiempos ominosos que se avecinan. Ha habido preocupación sincera. Pero también ha habido alegría. Como si cada uno, una, unoa, en individual y en colectivo, supiera que tiene algo con lo que hacer frente a esos temores y horrores. Como si no hubiéramos dejado de tener miedo y pena, pero éstos fueran diferentes. Como si tomáramos ese miedo y esa pena y las controláramos, les diéramos rumbo, destino. Como si de por sí pudiéramos hacer como nos platicaron Mariana, Italia y Norma. Como si supiéramos que va a pasar lo que va a pasar.

Algunos de quienes han expuesto en este Festival, en sus puestos o en sus intervenciones, han mostrado su preocupación por quién, o cómo, o con qué se va a dirigir ese movimiento. Se aventuran estructuras, modos, formas, para ese gran movimiento que seguro habrá de levantarse aún frente a lo más oscuro y perverso. Como seguro se levantará el pueblo Palestino frente al crimen que hoy se comete en sus tierras y contra su gente.

Como zapatistas que somos, pues claro les digo que tenemos mucho contento que las dudas y preguntas que los desvelan y develan ya no son del tipo “¿Será que se puede hacer algo?”, “¿Será que va a pasar algo?”

Ustedes y nosotros hemos visto y sentido esa rabia acumulada.

Pero a nosotros no nos preocupa quién, o cómo, o con qué se va a dirigir esa rabia. Tampoco con qué paso, velocidad, ritmo y compañía. No nos preocupa la velocidad del sueño.

Nosotros hemos aprendido a confiar en la gente, en el pueblo, en nuestro pueblo. Sabemos ya que no necesitan quién los dirija, que se dotan de sus propias estructuras para luchar y para triunfar. Que toman en sus manos sus propios destinos, y que lo hacen mejor que los gobiernos que se imponen desde fuera.

No, a nosotros no nos preocupa la dirección del movimiento. Escuchando ahora al compañero Carlos González, del Congreso Nacional Indígena, vemos que tenemos la misma inquietud.

A nosotros nos preocupa el rumbo y el destino. Nos preocupa lo que nos defina, el modo. Nos preocupa que el mundo que vaya a parir nuestra rabia se parezca al que hoy padecemos.

Permítanos contarles: El EZLN tuvo la tentación de la hegemonía y la homogeneidad. No sólo después del alzamiento, también antes. Hubo la tentación de imponer modos e identidades. De que el zapatismo fuera la única verdad. Y fueron los pueblos los que lo impidieron primero, y luego nos enseñaron que no es así, que no es por ahí. Que no podíamos suplir un dominio con otro y que debíamos convencer y no vencer a quienes eran y son como nosotros pero no son nosotros. Nos enseñaron que hay muchos mundos y que es posible y necesario el respeto mutuo.

Y no nos referimos al respeto que se nos exige que tengamos frente a quienes nos agreden, sino a quienes tienen otros modos pero el mismo empeño de libertad, de justicia, de democracia.

Y entonces lo que queremos decirles es que esta pluralidad tan la misma en la rabia, y tan diferente en sentirla, es el rumbo y el destino que nosotros queremos y les proponemos.

Porque unos pueden hacer declaraciones en contra de los partidos y organizaciones que, dicen, quieren hegemonizar y homogeneizar la Otra Campaña, y a la hora que se critica o se disiente de lo que hacen, entonces sacan los gritos y las descalificaciones.

No todos somos zapatistas (cosa que en algunos casos celebramos). Tampoco somos todos comunistas, socialistas, anarquistas, libertarios, punks, skatos, darks, y como cada quien nombre su diferencia.

Debe haber una palabra para lo que queremos decirles. Y se nos ha ocurrido que bien puede servir la que usó el compañero Jean Robert ayer: “proporcionalidad”.

Los zapatistas, las zapatistas, no nos propusimos con la Sexta Declaración organizar y dirigir a todo México, mucho menos a todo el mundo. En ella nosotros decimos: aquí estamos, esto somos, esto queremos y así pensamos que hay que hacerlo. Y en ella reconocemos nuestros límites, nuestras posibilidades, nuestra proporcionalidad.

En la Sexta no decimos que todos los pueblos indios se entren al EZLN, ni decimos que vamos a dirigir obreros, estudiantes, campesinos, jóvenes, mujeres, otros, otras, otroas. Decimos que cada quien tiene su espacio, su historia, su lucha, su sueño, su proporcionalidad. Y decimos que entonces echemos trato para luchar juntos por el todo y por lo de cada quien y cada cual. Por echar trato entre nuestras respectivas proporcionalidades y el país que resulte, el mundo que se logre esté formado por los sueños de todos y cada uno de los desposeídos.

Que ese mundo sea tan abigarrado, que no quepan las pesadillas que vivimos ninguno, ninguna, ningunoa, de abajo.

Nos preocupa que en ese mundo parido por tanta lucha y tanta rabia se siga viendo a la mujer con todas las variantes de desprecio que la sociedad patriarcal ha impuesto; que se siga viendo como raros o enfermos o enfermoas y raroas a las diversas preferencias sexuales; que se siga asumiendo que la juventud debe ser domesticada, es decir, obligada a “madurar”; que los indígenas sigamos siendo despreciados y humillados o, en el mejor de los casos, enfrentados como los buenos salvajes a los que hay que civilizar.

Vaya, nos preocupa que ese nuevo mundo no vaya a ser un clon del actual, o un transgénico o una fotocopia del que hoy nos horroriza y repudiamos. Nos preocupa, pues, que en ese mundo no haya democracia, ni justicia, ni libertad.

Entonces les queremos decir, pedir, que no hagamos de nuestra fuerza una debilidad. El ser tantos y tan diferentes nos permitirá sobrevivir a la catástrofe que se avecina, y nos permitirá levantar algo nuevo. Les queremos decir, pedir, que eso nuevo sea también diferente.

Éste es el mensaje que queríamos pasarles. Ésta es nuestra palabra.

Muchas gracias a todos, todas y todoas quienes nos hablaron y escucharon y, así, nos contagiaron y se contagiaron de la digna rabia.

¡Libertad y Justicia para Atenco! ¡Libertad, Justicia y Presentación de Presos, presas y desparecidos políticos!

Por los hombres, mujeres, niños y ancianos de
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, 5 de enero del 2009.

 

P.D.- Siete cuentos para Nadie.

Cuento 7: “Cuenta el Viejo Antonio…”

Una madrugada fría, helada y silenciosa nos encuentra despiertos, como hace 15 años. Y como hace 25, el Viejo Antonio dibuja una lucecita entre las sombras que somos, al encender su cigarrillo hecho con doblador. Callamos. Nadie dice nada. Espera. El Viejo Antonio convoca entonces la tibieza de la palabra, la que alivia, la que consuela, la que da esperanza.

“Decían los más viejos de nuestros viejos, nuestros sabedores más anteriores, que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, parecía que lo habían hecho sin orden alguno. Que nomás habían ido aventando los pedazos hechos ónde quiera. Que el mundo creado no era uno, sino que eran muchos y muy otros cada uno. O sea que, como dicen ustedes, había muchas geografías. Y cuentan nuestros sabedores que entonces se reunieron los tiempos, que sea el pasado, el presente y el futuro, y fueron a protestarlos a los dioses. “Así nomás no se puede. Que sea que no podemos hacer nuestro trabajo con ese desmadre de mundos que hay. Quiere que va a haber uno solo, para que los tiempos podamos caminar nuestro paso por un solo camino.” Así dijeron los tiempos estos. Entonces los dioses lo escucharon lo que dijeron el pasado, el presente y el futuro y dijeron: “Ta bueno, ahí lo vamos a ver”. Se reunieron entonces los dioses primeros, los que nacieron el mundo, y a saber lo que hablaron, pero sí se sabe que tardaron. Ya más después los primeros dioses los llamaron a los tiempos y así les dijeron: “Ya estuvimos pensando sus palabras que sacaron y queremos decirles que no está bueno su pensamiento”. Los tiempos empezaron a murmurar, que uta magre, que la chinga es pa´ nosotros porque no somos dioses, que esto y que lo otro. Los dioses les dijeron que esperan, que todavía no han terminado de decirlo su palabra. “Ta bueno”, dijeron los tiempos y esperaron lo que seguía. Entonces los dioses más primeros les explicaron que iba a llegar el tiempo en que el Mandón iba a querer dominar todo el mundo y esclavizar todo lo que el mundo tenía, que iba a destruir y a matar. Que mucha y grande era la fuerza del Mandón y que en el mundo no iba a haber entonces una fuerza igual. Que la única forma de resistir y de luchar contra el Mandón era siendo muchos y diferentes, para que así el Mandón no agarra el modo de uno nomás y los derrota a todos. Que los dioses entendían que era mucha chinga para los tiempos el hacerse muchos y diferentes para hacer su trabajo y su paso en cada uno de los mundos que el mundo tenía, pero que ni modos, que así había llegado. Y les dijeron que entonces no iba a haber un tiempo parejo para todos los mundos que había en el mundo, sino que iba a haber muchos tiempos. O sea que, como dicen ustedes, muchos calendarios. Y los dioses más primeros les dijeron a los tiempos: va a haber en cada uno de esos muchos mundos que forman el mundo unos o unas, según, que van a saber leer la mapa y los calendarios. Y que va a llegar el tiempo en que el pasado, el presente y el futuro se van juntar y entonces ya todos los mundos lo van a derrotar al Mandón. Así dijeron los dioses más primeros. Y los tiempos, nomás por mulas porque ya sabían la respuesta, preguntaron si cuando ya lo derrotan al Mandón entonces sí ya se van a juntar los mundos en uno solo. Y los dioses más primeros les dijeron que eso lo van a ver los hombres y mujeres de esos tiempos, que ahí lo van a ver si el ser diferentes los hace débiles o los hace fuertes para resistir y derrotar a los Mandones que van a seguir llegando”.

Se fue el Viejo Antonio. Seguía haciendo frío, pero una lucecita quedó, como para que la sombra no estuviera sola.

Tan-tan.

 

Muchas gracias compañeros y compañeras y compañeroas.
Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Enero 5 del 2009.