Editorial

Mexicanos: obreros, campesinos, estudiantes, profesionistas honestos, chicanos, progresistas de otros países, hemos empezado la lucha que necesitamos hacer para alcanzar demandas que nunca ha satisfecho el Estado mexicano: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.

Llevamos caminados cientos de años pidiendo y creyendo en promesas que nunca se cumplieron, siempre nos dijeron que fuéramos pacientes y que supiéramos esperar tiempos mejores. Nos recomendaron prudencia, nos prometieron que el futuro sería distinto. Y ya vimos que no, todo sigue igual o peor que como lo vivieron nuestros abuelos y nuestros padres. Nuestro pueblo sigue muriendo de hambre y de enfermedades curables, sumido en la ignorancia, en el analfabetismo, en la incultura. Y hemos comprendido que, si nosotros no peleamos, nuestros hijos volverán a pasar por lo mismo. Y no es justo.

La necesidad nos fue juntando y dijimos BASTA. Ya no hay tiempo, ni ánimo de esperar que otros vengan a resolver nuestros problemas. Nos organizamos y hemos decidido EXIGIR LO NUESTRO EMPUÑANDO LAS ARMAS, así como lo han hecho los mejores hijos del pueblo mexicano a lo largo de su historia.

Hemos comenzado los combates contra el ejército federal y otras fuerzas represivas; somos miles los mexicanos dispuestos a VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD en esta guerra necesaria para todos los pobres, explotados y miserables de México y no vamos a parar hasta lograr nuestros propósitos.

Los exhortamos a que se sumen a nuestro movimiento pues el enemigo que enfrentamos, los ricos y el Estado, son crueles y despiadados y no pondrán límites a su naturaleza sanguinaria para acabar con nosotros. Hace falta darle la pelea en todos los frentes de lucha y de allí que la simpatía de ustedes, su apoyo solidario, la difusión que le den a nuestra causa, el que hagan suyos los ideales que exigimos, el que se incorporen a la revolución levantando a sus pueblos donde quiera que se encuentren, sean factores muy importantes hasta el triunfo final.

EL DESPERTADOR MEXICANO es el periódico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y cumple con la tarea de informar a nuestro pueblo sobre el desarrollo de la guerra justa que hemos declarado a nuestros enemigos de clase. En este primer número presentamos la Declaración de Guerra que hacemos al ejército federal, y se dan a conocer las Ordenes que deben cumplir los Jefes y Oficiales de tropa del EZLN en su avance por el territorio nacional. Asimismo, se presentan las Leyes Revolucionarias que se impondrán, con el apoyo de los pueblos en lucha, en los territorios liberados para garantizar su control revolucionario y las bases para empezar a construir una Patria nueva.

VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Las siguientes órdenes deben cumplirse obligatoriamente por todos los jefes y oficiales de tropas bajo la dirección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Primera.- Operarán de acuerdo a las órdenes que reciban de la Comandancia General o Comandancias de Frente de Combate.

Segunda.- Los jefes y oficiales que se encuentren operando militarmente en zonas aisladas o con dificultades de comunicación con las Comandancias deberán efectuar sus trabajos militares, combatir constantemente al enemigo, de acuerdo a su iniciativa propia, teniendo cuidado de procurar el adelanto de la Revolución en los lugares donde se encuentren operando.

Tercera.- Deberán rendir Parte de Guerra siempre que sea posible, o a más tardar mensualmente a las Comandancias respectivas.

Cuarta.- Procurarán guardar, lo más posible, el buen orden de la tropa, especialmente cuando entren a las poblaciones, dando toda clase de garantías a las vidas e intereses de los habitantes que no sean enemigos de la revolución.

Quinta.- Para socorrer a la tropa en sus necesidades materiales hasta donde sea posible, deberán imponer contribuciones de guerra a las negociaciones o propietarios que se hallen en la zona donde operen, siempre que ellos cuenten con capitales de importancia, de acuerdo a la LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA y a las leyes revolucionarias de afectación de capitales comerciales, agropecuarios, financieros e industriales.

Sexta.- Los fondos materiales que se recauden por estos medios se emplearán estrictamente para las necesidades materiales de la tropa. El jefe u oficial que tome para su beneficio personal parte de estos fondos, por mínima que sea, será tomado prisionero y juzgado de acuerdo al reglamento del EZLN por un tribunal militar revolucionario.

Séptima.- Para alimentos de la tropa, pastura de la caballada, combustible y refacciones de vehículos, deberán dirigirse a la autoridad democráticamente elegida del lugar que se trate. Esta autoridad recogerá de entre los pobladores civiles lo posible y necesario para las necesidades materiales de la unidad militar zapatista y los entregará al jefe u oficial de más alto grado de dicha unidad militar y sólo a él.

Octava.- Únicamente los oficiales con grado de Mayor o superior a éste, irán cambiando a las autoridades de las plazas que caigan en poder de la revolución, de acuerdo con la voluntad del pueblo y con lo dispuesto por la LEY DE GOBIERNO REVOLUCIONARIO en su parte relativa.

Novena.- Los pueblos, en general, deberán tomar posesión de sus bienes de acuerdo con lo establecido en las Leyes Revolucionarias. Los jefes y oficiales del EZLN prestarán a dichos pueblos su apoyo moral y material a fin de que se cumpla con lo dispuesto en estas leyes revolucionarias siempre y cuando los mismos pueblos soliciten tal ayuda.

Décima.- Absolutamente nadie podrá celebrar entrevistas o tratados con el gobierno opresor o con sus representantes, sin la previa autorización de la Comandancia General del EZLN.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

En las zonas controladas por el EZLN se implantará la siguiente LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA y se hará valer con la fuerza moral, política y militar de nuestra organización revolucionaria.

Primero.- La LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA se aplicará desde el momento que una unidad militar del EZLN se encuentre operando en un territorio específico.

Segundo.- La LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA afecta a todos los pobladores civiles, nacionales o extranjeros, asentados o de paso por dicho territorio.

Tercero.- La LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA no es obligatoria para los pobladores civiles que vivan de sus propios recursos sin explotar fuerza de trabajo alguna, y sin obtener provecho alguno del pueblo. Para campesinos pobres, jornaleros, obreros, empleados y desocupados el cumplimiento de esta ley es voluntario y de ninguna manera serán obligados moral o físicamente a sujetarse a dicha ley.

Cuarto.- La LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA es obligatoria para todos los pobladores civiles que vivan de la explotación de fuerza de trabajo o que obtienen algún provecho del pueblo en sus actividades. Los pequeños, medianos y grandes capitalistas del campo y de la ciudad podrán ser obligados al cumplimiento de esta ley sin excepción, además de sujetarse a las leyes revolucionarias de afectación de capitales agropecuarios, comerciales, financieros e industriales.

Quinto.- Se establecen los siguientes porcentajes de impuestos según el trabajo de cada quien:

a).- Para comerciantes en pequeño, pequeños propietarios, talleres e industrias pequeñas el 7% de sus ingresos mensuales. De ninguna manera podrán ser afectados sus medios de producción para el cobro de este impuesto.

b).- Para profesionistas el 10% de sus ingresos mensuales. De ninguna manera podrán ser afectados los medios materiales estrictamente necesarios para el ejercicio de su profesión.

c).- Para los medianos propietarios el 15% de sus ingresos mensuales. Sus bienes serán afectados según las leyes revolucionarias respectivas de afectación de capitales agropecuarios, comerciales, financieros e industriales.

d).- Para los grandes capitalistas el 20% de sus ingresos mensuales. Sus bienes serán afectados según las leyes revolucionarias respectivas de afectación de capitales agropecuarios, comerciales, financieros e industriales.

Sexto.- Todos los bienes arrebatados a las fuerzas armadas del enemigo serán propiedad del EZLN.

Séptimo.- Todos los bienes recuperados por la Revolución de las manos del gobierno opresor serán de propiedad del gobierno revolucionario según las leyes del gobierno revolucionario.

Octavo.- Se desconocen todos los impuestos y gravámenes del gobierno opresor, así como los adeudos en dinero o especie a los que el pueblo explotado del campo y la ciudad se ve obligado por gobernantes y capitalistas.

Noveno.- Todos los impuestos de guerra recabados por las fuerzas armadas revolucionarias o por el pueblo organizado pasarán a propiedad colectiva de las poblaciones respectivas y serán administrados según la voluntad popular por las autoridades civiles democráticamente elegidas, entregando al EZLN sólo lo necesario para el socorro de las necesidades materiales de las tropas regulares y para la continuación del movimiento liberador según la LEY DE DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS PUEBLOS EN LUCHA.

Décimo.- Ninguna autoridad civil o militar, sea del gobierno opresor o de las fuerzas revolucionarias, podrá tomar para su beneficio personal o de sus familiares parte de estos impuestos de guerra.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

En su avance liberador por el territorio mexicano y en lucha contra el gobierno opresor y los grandes explotadores nacionales y extranjeros, el EZLN hará valer, con el apoyo de los pueblos en lucha, la siguiente Ley de Derechos y Obligaciones de los Pueblos en Lucha:

Primero.- Los pueblos en lucha contra el gobierno opresor y los grandes explotadores nacionales y extranjeros, sin importar su filiación política, credo religioso, raza o color, tendrá los siguientes DERECHOS:

a).- A elegir, libre y democráticamente, a sus autoridades de cualquier clase que consideren conveniente y a exigir que sean respetadas.

b).- A exigir de las fuerzas armadas revolucionarias que no intervengan en asuntos de orden civil o afectación de capitales agropecuarios, comerciales, financieros e industriales que son competencia exclusiva de las autoridades civiles elegidas libre y democráticamente.

c).- A organizar y ejercer la defensa armada de sus bienes colectivos y particulares, así como a organizar y ejercer la vigilancia del orden público y buen gobierno según la voluntad popular.

d).- A exigir de las fuerzas armadas revolucionarias garantías para personas, familias y propiedades particulares y colectivas de vecinos o transeúntes siempre que no sean enemigos de la revolución.

e).- Los habitantes de cada población tienen derecho a adquirir y poseer armas para defender sus personas, familias y propiedades, de acuerdo a las leyes de afectación de capitales agropecuarios, comerciales, financieros e industriales, contra los ataques o atentados que cometan o pretendan cometer las fuerzas armadas revolucionarias o las del gobierno opresor.

Por lo mismo están ampliamente facultados para hacer uso de las armas contra cualquier hombre o grupo de hombres que asalten sus hogares, atenten contra el honor de sus familias o intenten cometer robos o atropellos de cualquier clase contra sus personas. Esto es válido sólo para los que no son enemigos de la revolución.

Segundo.- Las autoridades civiles de cualquier clase, elegidas democráticamente tendrán, además de los derechos anteriores y de las atribuciones que les señalen las leyes revolucionarias respectivas, los siguientes DERECHOS:

a).- Podrán apresar, desarmar y remitir a las Comandancias respectivas a quienes se sorprenda robando, allanando o saqueando algún domicilio, o cometiendo cualquier otro delito, para que reciban su merecido castigo, aunque sea un miembro de las fuerzas armadas revolucionarias. Igual se procederá contra los que hubieren cometido algún delito aunque no sean sorprendidos en el momento de ejecutarlos, siempre y cuando su culpabilidad sea demostrada suficientemente.

b).- Tendrán derecho a que por su conducto se cobren los impuestos revolucionarios establecidos por la LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA.

Tercero.- Los pueblos en lucha contra el gobierno opresor y los grandes explotadores nacionales y extranjeros, sin importar su filiación política, credo religioso, raza o color, tendrán las siguientes OBLIGACIONES:

a).- Prestar sus servicios en los trabajos de vigilancia acordados por voluntad mayoritaria o por necesidades militares de la guerra revolucionaria.

b).-Responder a los llamados de ayuda hechos por las autoridades elegidas democráticamente, las fuerzas armadas revolucionarias o por algún militar revolucionario en casos urgentes para combatir al enemigo.

c).- Prestar sus servicios como correos o guías de las fuerzas armadas revolucionarias.

d).- Prestar sus servicios para llevar alimentos a las tropas revolucionarias cuando estén combatiendo contra el enemigo.

e).- Prestar sus servicios para trasladar heridos, enterrar cadáveres, u otros trabajos semejantes ligados al interés de la causa de la revolución.

f).- Dar alimentos y alojamientos a las fuerzas armadas revolucionarias, que estén de guarnición o de paso en la población respectiva en la medida de sus posibilidades.

g).- Pagar los impuestos y contribuciones que establecen la LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA y otras leyes revolucionarias.

h).- No podrán ayudar de ninguna manera al enemigo ni proporcionarle artículos de primera necesidad.

i).- Dedicarse a un trabajo lícito.

Cuarto.- Las autoridades civiles de cualquier tipo, elegidas democráticamente, tendrán, además de las obligaciones anteriores, las siguientes OBLIGACIONES:

a).- Dar cuenta regularmente a la población civil de las actividades de su mandato y del origen y destino de todos los recursos materiales y humanos puestos bajo su administración.

b).- Informar regularmente a la Comandancia respectiva de las fuerzas armadas revolucionarias de las novedades que ocurran en su lugar.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Las fuerzas armadas revolucionarias del EZLN en su lucha contra el gobierno opresor y los grandes explotadores nacionales y extranjeros, y en su avance liberador sobre el territorio mexicano se comprometen a cumplir y hacer cumplir la siguiente LEY DE DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS:

Primero.- Las tropas revolucionarias del EZLN en su combate contra el opresor tienen los siguientes DERECHOS:

a).- Las tropas que transiten o pasen por una población tendrán derecho a recibir de los pueblos, por conducto de las autoridades democráticamente elegidas, alojamiento, alimentos y medios para el cumplimiento de sus misiones militares, esto en la medida de las posibilidades de los pobladores.

b).- Las tropas que, por órdenes de las Comandancias respectivas, estén de guarnición en alguna plaza tendrán derecho a recibir alojamiento, alimentos y medios según lo establecido en el inciso a) de este artículo.

c).- Los jefes, oficiales o soldados que observen que alguna autoridad no cumple lo establecido por las leyes revolucionarias y falten a la voluntad popular, tendrán derecho a denunciar a esta autoridad con el gobierno revolucionario.

Segundo.- Las tropas revolucionarias del EZLN en su combate contra el opresor tienen las siguientes OBLIGACIONES:

a).- Hacer que los pueblos que no hayan nombrado libre y democráticamente a sus autoridades, procedan inmediatamente a la libre elección de las mismas, sin la intervención de la fuerza armada, la cual, bajo la responsabilidad de su mando militar, dejará obrar a los pobladores sin presión alguna.

b).- Respetar a las autoridades civiles elegidas libre y democráticamente.

c).- No intervenir en asuntos civiles y dejar obrar libremente a las autoridades civiles en estos asuntos.

d).- Respetar el comercio legal que cumpla con las leyes revolucionarias al respecto.

e).- Respetar los repartos agrarios realizados por el gobierno revolucionario.

f).- Respetar los reglamentos, costumbres y acuerdos de los pueblos y sujetarse a ellos en los casos de relación civil-militar.

g).- No cobrar impuestos a los pobladores, bajo ninguna forma ni pretexto, por el uso de sus tierras y aguas.

h).- No apoderarse de las tierras de los pueblos o de los latifundios arrebatados a los opresores para beneficio personal.

i).- Cumplir con todas las leyes y reglamentos emitidos por el gobierno revolucionario.

j).- No exigir a los pobladores servicios personales o trabajos de beneficio personal.

k).- Reportar a los subordinados que cometan algún delito, apresarlos y remitirlos a un tribunal militar revolucionario para que reciban su merecido castigo.

l).- Respetar la justicia civil.

m).- Los jefes y oficiales serán responsables ante las Comandancias respectivas de los abusos o delitos de sus subordinados que no sean remitidos a los tribunales militares revolucionarios.

n).- Dedicarse a hacerle la guerra al enemigo hasta sacarlo definitivamente del territorio en cuestión o aniquilarlo totalmente.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

La lucha de los campesinos pobres en México sigue reclamando la tierra para los que la trabajan. Después de Emiliano Zapata y en contra de las reformas al artículo 27 de la Constitución Mexicana, el EZLN retoma la justa lucha del campo mexicano por tierra y libertad. Con el fin de normar el nuevo reparto agrario que la revolución trae a las tierras mexicanas se expide la siguiente LEY AGRARIA REVOLUCIONARIA.

Primero.- Esta ley tiene validez para todo el territorio mexicano y beneficia a todos los campesinos pobres y jornaleros agrícolas mexicanos sin importar su filiación política, credo religioso, sexo, raza o color.

Segundo.- Esta ley afecta todas las propiedades agrícolas y empresas agropecuarias nacionales o extranjeras dentro del territorio mexicano.

Tercero.- Serán objeto de afectación agraria revolucionaria todas las extensiones de tierra que excedan las 100 hectáreas en condiciones de mala calidad y de 50 hectáreas en condiciones de buena calidad. A los propietarios cuyas tierras excedan los límites arriba mencionados se les quitarán los excedentes y quedarán con el mínimo permitido por esta ley pudiendo permanecer como pequeños propietarios o sumarse al movimiento campesino de cooperativas, sociedades campesinas o tierras comunales.

Cuarto.- No serán objeto de afectación agraria las tierras comunales, ejidales o en tenencia de cooperativas populares aunque excedan los límites mencionados en el artículo tercero de esta ley.

Quinto.- Las tierras afectadas por esta ley agraria, serán repartidas a los campesinos sin tierra y jornaleros agrícolas, que así lo soliciten, en PROPIEDAD COLECTIVA para la formación de cooperativas, sociedades campesinas o colectivos de producción agrícola y ganadera. Las tierras afectadas deberán trabajarse en colectivo.

Sexto.- Tienen DERECHO PRIMARIO de solicitud los colectivos de campesinos pobres sin tierra y jornaleros agrícolas, hombres, mujeres y niños, que acrediten debidamente la no tenencia de tierra alguna o de tierra de mala calidad.

Séptimo.- Para la explotación de la tierra en beneficio de los campesinos pobres y jornaleros agrícolas las afectaciones de los grandes latifundios y monopolios agropecuarios incluirán los medios de producción tales como maquinarias, fertilizantes, bodegas, recursos financieros, productos químicos y asesoría técnica.

Todos estos medios deben pasar a manos de los campesinos pobres y jornaleros agrícolas con especial atención a los grupos organizados en cooperativas, colectivos y sociedades.

Octavo.- Los grupos beneficiados con esta Ley Agraria deberán dedicarse preferentemente a la producción en colectivo de alimentos necesarios para el pueblo mexicano: maíz, frijol, arroz, hortalizas y frutas, así como la cría de ganado vacuno, apícola, bovino, porcino y caballar, y a los productos derivados (carne, leche, huevos, etc.).

Noveno.- En tiempo de guerra, una parte de la producción de las tierras afectadas por esta ley se destinará al sostenimiento de huérfanos y viudas de combatientes revolucionarios y al sostenimiento de las fuerzas revolucionarias.

Décimo.- El objetivo de la producción en colectivo es satisfacer primeramente las necesidades del pueblo, formar en los beneficiados la conciencia colectiva de trabajo y beneficio y crear unidades de producción, defensa y ayuda mutua en el campo mexicano. Cuando en una región no se produzca algún bien se intercambiará con otra región donde sí se produzca en condiciones de justicia e igualdad. Los excedentes de producción podrán ser exportados a otros países si es que no hay demanda nacional para el producto.

Undécimo.- Las grandes empresas agrícolas serán expropiadas y pasarán a manos del pueblo mexicano, y serán administradas en colectivo por los mismos trabajadores. La maquinaria de labranza, aperos, semillas, etc. que se encuentren ociosos en fábricas y negocios u otros lugares, serán distribuidos entre los colectivos rurales, a fin de hacer producir la tierra extensivamente y empezar a erradicar el hambre del pueblo.

Duodécimo.- No se permitirá el acaparamiento individual de tierras y medios de producción.

Décimo Tercero.- Se preservarán las zonas selváticas vírgenes y los bosques y se harán campañas de reforestación en las zonas principales.

Décimo Cuarto.- Los manantiales, ríos, lagunas y mares son propiedad colectiva del pueblo mexicano y se cuidarán evitando la contaminación y castigando su mal uso.

Décimo Quinto.- En beneficio de los campesinos pobres, sin tierra y obreros agrícolas, además del reparto agrario que esta ley establece, se crearán centros de comercio que compren a precio justo los productos del campesino y le vendan a precios justos las mercancías que el campesino necesita para una vida digna. Se crearán centros de salud comunitaria con todos los adelantos de la medicina moderna, con doctores y enfermeras capacitados y conscientes, y con medicinas gratuitas para el pueblo. Se crearán centros de diversión para que los campesinos y sus familias tengan un descanso digno sin cantinas ni burdeles. Se crearán centros de educación y escuelas gratuitas donde los campesinos y sus familias se eduquen sin importar su edad, sexo, raza o filiación política y aprendan la técnica necesaria para su desarrollo. Se crearán centros de construcción de viviendas y carreteras con ingenieros, arquitectos y materiales necesarios para que los campesinos puedan tener una vivienda digna y buenos caminos para el transporte. Se crearán centros de servicios para garantizar que los campesinos y sus familias tengan luz eléctrica, agua entubada y potable, drenaje, radio y televisión, además de todo lo necesario para facilitar el trabajo de la casa, estufa, refrigerador, lavadoras, molinos, etc.

Décimo Sexto.- No habrá impuestos para los campesinos que trabajen en colectivo, ni para ejidatarios, cooperativas y tierras comunales. DESDE EL MOMENTO EN QUE SE EXPIDE ESTA LEY AGRARIA REVOLUCIONARIA SE DESCONOCEN TODAS LAS DEUDAS QUE POR CREDITOS, IMPUESTOS O PRESTAMOS TENGAN LOS CAMPESINOS POBRES Y OBREROS AGRICOLAS CON EL GOBIERNO OPRESOR, CON EL EXTRANJERO O CON LOS CAPITALISTAS.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

En su justa lucha por la liberación de nuestro pueblo, el EZLN incorpora a las mujeres en la lucha revolucionaria sin importar su raza, credo, color o filiación política, con el único requisito de hacer suyas las demandas del pueblo explotado y su compromiso a cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos de la revolución. Además, tomando en cuenta la situación de la mujer trabajadora en México, se incorporan sus justas demandas de igualdad y justicia en la siguiente LEY REVOLUCIONARIA DE MUJERES:

Primero.- Las mujeres, sin importar su raza, credo, color o filiación política, tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen.

Segundo.- Las mujeres tienen derecho a trabajar y recibir un salario justo.

Tercero.- Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar.

Cuarto.- Las mujeres tienen derecho a participar en los asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas libre y democráticamente.

Quinto.- Las mujeres y sus hijos tienen derecho a ATENCION PRIMARIA en su salud y alimentación.

Sexto.- Las mujeres tienen derecho a la educación.

Séptimo.- Las mujeres tienen derecho a elegir su pareja y a no ser obligadas por la fuerza a contraer matrimonio.

Octavo.- Ninguna mujer podrá ser golpeada o maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos de intento de violación o violación serán castigados severamente.

Noveno.- Las mujeres podrán ocupar cargos de dirección en la organización y tener grados militares en las fuerzas armadas revolucionarias.

Décimo.- Las mujeres tendrán todos los derechos y obligaciones que señala las leyes y reglamentos revolucionarios.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

En las zonas urbanas controladas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional entran en vigor las siguientes leyes para proporcionar una vivienda digna a las familias desposeídas:

Primera.- Los habitantes que tengan casa propia o departamento dejarán de pagar los impuestos catastrales.

Segunda.- Los inquilinos que paguen renta y lleven más de 15 años habitando en una vivienda dejarán de pagar la renta al propietario hasta que triunfe el gobierno revolucionario y se legisle.

Tercera.- Los inquilinos que tengan menos de 15 años habitando una vivienda y pagando renta por ello pagarán únicamente el 10% del salario que gane el jefe de la familia y dejarán de pagar al llegar a cumplir los 15 años viviendo en el mismo lugar.

Cuarta.- Los lotes urbanos que cuenten ya con servicios públicos pueden ser ocupados inmediatamente, notificando a las autoridades civiles libre y democráticamente elegidas, para construir en dichos lotes habitaciones así sea en forma provisional.

Quinta.- Los edificios públicos vacíos y las grandes mansiones podrán habitarse en forma provisional por varias familias haciendo divisiones interiores. Para esto las autoridades civiles nombrarán comités de vecinos que decidan sobre las solicitudes que se presenten y otorgarán los derechos a vivienda según las necesidades y los recursos disponibles.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Las siguientes leyes serán adicionadas a la Ley Federal del Trabajo vigente en las zonas controladas por el EZLN.

Primera.- Las compañías extranjeras pagarán a sus trabajadores el salario por hora en su equivalente en moneda nacional al que pagan en dólares en el extranjero.

Segunda.- Las empresas nacionales deberán incrementar mensualmente los salarios en el porcentaje que determine una comisión local de precios y salarios. Dicha comisión estará integrada por representantes de trabajadores, colonos, patrones, comerciantes y autoridades libre y democráticamente elegidas.

Tercera.- Todos los trabajadores del campo y la ciudad recibirán atención médica gratuita en cualquier centro de salud, hospital o clínica, públicos o privados. Los gastos médicos serán cubiertos por el patrón.

Cuarta.- Todos los trabajadores tendrán derecho a recibir de la empresa donde trabajan un tanto de acciones intransferibles de acuerdo a los años de servicio, además de su pensión actual. El valor monetario de dichas acciones podrá usarse en la jubilación por el trabajador, su esposa o un beneficiario.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Primera.- Los precios de los productos básicos serán regulados por una comisión local de precios y salarios. Dicha comisión estará integrada por trabajadores, colonos, patrones, comerciantes y autoridades libre y democráticamente elegidas.

Segunda.- Está prohibido el acaparamiento de cualquier producto. Los acaparadores serán detenidos y entregados a las autoridades militares acusados del delito de sabotaje y traición a la patria.

Tercera.- El comercio de una localidad deberá asegurar el suministro de tortillas y pan para todos en tiempo de guerra.

Cuarta.- Las industrias y comercios que los patrones consideren improductivas e intenten ser cerradas para llevarse la maquinaria y materias primas, pasarán a poder de los trabajadores en su administración y las maquinarias pasarán a ser propiedad de la nación.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Primera.- Los niños abandonados serán alimentados y protegidos por los vecinos más cercanos con cargo al EZLN antes de ser entregados a las autoridades civiles, quienes los cuidarán hasta llegar a la edad de 13 años.

Segunda.- Los ancianos sin familia serán protegidos y tendrán prioridad para recibir habitación y cupones de alimentación gratuita.

Tercera.- Los enfermos incapacitados de guerra recibirán atención y trabajo prioritario a cargo del EZLN.

Cuarta.- Las pensiones de jubilados se igualarán a los salarios mínimos establecidos por las comisiones locales de precios y salarios.

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Primera.- Todos los presos en las cárceles serán liberados, exceptuando los culpables de asesinato, violación y los jefes del narcotráfico.

Segunda.- Todos los gobernantes del nivel de presidente municipal hasta el de presidente de la República serán sujetos a auditoría y juzgados por malversación de fondos en caso de encontrarse elementos de culpabilidad.

 VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD

FUENTE: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.

Inicialmente, cuando el EZLN irrumpe el 1o. de enero de 1994, plantea a toda la sociedad mexicana 11 demandas principales:

1. trabajo
2. tierra
3. techo
4. alimentación
5. salud
6. educación
7. independencia
8. libertad
9. democracia
10. justicia
11. paz

Meses después, y ya interactuando con otros sectores nacionales se agregaron

12. información
13. cultura*

meses después, una vez que acontece la discusión con otros sectores nacionales se agregaron información y cultura
y finalmente, tres más: Defensa del Medio Ambiente, Seguridad y Combate a la Corrupción

El 6 de enero de 1993, gobernador del estado de Chiapas, Patrocinio González Garrido, fue llamado por el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, para hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación, puesto equivalente a Ministro del Interior. Como sustituto en el estado de Chiapas, nombró a Elmar Setzer, amigo suyo y cabeza de un fuerte grupo de poder de la región Norte.

Setzer recibió un estado en el que todo parecía estar bajo control. Es cierto que existían un buen número de conflictos agrarios y que la Diócesis de San Cristóbal era, desde hacía ya muchos años, una molesta piedra en el zapato para el ejercicio del poder en el estado, pero, en cualquier caso, no representaban ningún tipo de amenaza y el control político de un estado particularmente complejo estaba garantizado.

Cuando González Garrido asumió el poder en Chiapas, en el año 1988, lo hizo a través de una candidatura impuesta desde el centro. Esto, y el hecho de no pertenecer a ninguno de los grupos de poder tradicionales del estado, hizo que no fuera bien recibido por las camarillas políticas tradicionales.

Pero él modificó, con gran rapidez la situación: estableció relaciones cordiales con fuerzas campesinas hostigadas por la administración saliente del General Absalón Castellanos Domínguez y su relación con la Diócesis de San Cristóbal fue muy respetuosa. Avanzó, además, en la solución parcial de tres conflictos rurales importantes: el problema de la tierra en Venustiano Carranza, la regularización agraria en la Selva Lacandona, y la suspensión temporal de la construcción de la presa Itzantún en el municipio de Huitupán. También decretó una veda en la explotación forestal y cortejó, con buenos resultados, a ONG’s ambientalistas, nacionales y extranjeras. Económicamente, reorganizó a los capitales más dinámicos, construyendo vínculos estrechos con empresarios y ganaderos, convirtiéndose así, en poco tiempo y contra todo pronóstico, en el centro de las relaciones de los grupos de poder local con la federación.

Consolidado en el poder, a partir de 1991 endureció su gobierno y recrudeció la represión, encarcelando a numerosos dirigentes campesinos, para lo cual, modificó el Código Penal para convertir los conflictos agrarios en problemas penales, reforzó su alianza con los caciques indios tradicionales de la región de Los Altos y contuvo al movimiento democratizador de los maestros, alimentando sus divisiones internas.

Y, como la Diócesis de San Cristóbal era la única institución con peso político para enfrentarse a su administración y contener sus políticas, apostó fuerte para desmantelarla.

De hecho, fue su bien ganada reputación como “hombre duro” del sistema, junto con su cercanía al Presidente, lo que le hizo se llamado a un puesto fundamental justo un año antes de que hubiera elecciones presidenciales. Y Chiapas, que siempre había sido considerado el granero” electoral del PRI, quedaba en las buenas manos de Elmar Setzer al que podía dirigir cómodamente desde su nuevo puesto de responsable de la política interior del país.

Todo parecía ir bien, aunque en mayo de 1993 hubo un pequeño sobresalto: el Ejército Federal chocó con un destacamento guerrillero en la comunidad de La Garrucha en la Selva Lacandona. Aunque no hubo un reconocimiento público de la existencia de guerrilla en Chiapas, el Gobierno Federal decidió emprender un programa especial para la región que consistió básicamente en la promesa de derramar recursos económicos en la zona.

Apenas un año después de su llegada a la secretaria de Gobernación la situación se modificó drásticamente. El primero de enero de 1994, una insurrección indígena encabezada por el EZLN, de la que él debía estar informado en su doble carácter de hombre fuerte de Chiapas y responsable de la política interior, mostró que lo que existía alrededor de la imagen de solidez institucional en Chiapas, era un simple maquillaje. El 10 de enero, el que hasta entonces fuera el arrogante encargado de la política interior, tuvo que renunciar a su puesto en el gobierno. Días después siguió el mismo camino su amigo y sustituto, el flamante gobernador de Chiapas.

Entre otros muchos elementos, dos hechos destacan del levantamiento del EZLN. El primero es que internamente catalizó un proceso de autorganización cívica y rebelión popular que trascendió, con mucho, el nivel de implantación que tenía. A la ofensiva, primero militar y luego político-reivindicativa, se incorporaron elementos sociales que hasta el primero de enero no eran zapatistas, pero que vieron en la insurrección militar un camino a seguir. El segundo es que el levantamiento encontró apoyo y comprensión en amplios sectores de México: gentes afectadas por una modernización autoritaria, vertical y excluyente y una importante franja de clases medias urbanas con una larga tradición de lucha por los derechos ciudadanos y la democracia política, que habían obtenido muy pocos resultados prácticos al transitar por vías pacíficas. La consecuencia inmediata de todo esto, fue un vuelco profundo en la vida política mexicana, y, el surgimiento, en importantes sectores de la población, de una percepción compartida sobre el grado de agotamiento en el que se encontraba el régimen de partido de Estado.

A partir de este momento se desató una compleja lucha dentro de la clase política sobre el tipo de solución que se requería para solucionar el conflicto chiapaneco, y, acerca de quienes debían ser los interlocutores del gobierno. La insurrección precipitó la descomposición de las fuerzas políticas caciquiles de la región, y fue seguido por una creciente presencia del Ejército Federal y, la participación directa del Gobierno Federal en los asuntos políticos de Chiapas.

Al mismo tiempo, desde abajo, se desencadenó un significativo proceso de organización del campo popular que se materializó en la construcción de nuevas agrupaciones sociales , en tomas de tierras, en una vigorosa rebelión municipalista, y, la “zapatización” de amplias capas de indígenas y campesinos. Al tiempo, el Estado, buscó acabar el conjunto de las demandas sociales canalizando grandes cantidades de dinero para reforzar aquellas organizaciones que les habían sido tradicionalmente fieles, y, en el caso de las restantes, dividirlas, buscando contener la expansión del zapatismo.

Cuando el 18 de enero renunció a su puesto el gobernador Elmar Setzer, ocupó su lugar Javier López Moreno como gobernador interino del gobernador interino.

Los Diálogos de San Cristóbal

El 21 de febrero de 1994 comenzó en San Cristóbal de las Casas el diálogo entre el Gobierno Federal y los zapatistas. Culminaba así una intensa y compleja estrategia de acercamiento entre unos y otros en la que el EZLN había planteado cuatro puntos para iniciar las negociaciones: “demandas económicas, sociales, políticas y militares”. Cuando a finales de mes se libera a los detenidos de la prisión Cerro Hueco, condiciones para el diálogo parecen dadas. A partir de ahí, los hechos se suceden con rapidez, el EZLN libera al antiguo Gobernador de Chiapas, Absalón Castellanos, que estaba prisionero desde el primero de enero, y el 21 de febrero se instala la mesa del Diálogo.

La estrategia del Comisionado para la paz tenía cuatro objetivos básicos: hacer inviable una solución militar; retirar de la mesa de negociaciones la exigencia de renuncia del entonces presidente Carlos Salinas; no reconocer a los zapatistas su carácter de fuerza beligerante, y, garantizar la realización de las elecciones de agosto en un clima de tranquilidad. A cambio estaba dispuesto a reconocer la legitimidad que el EZLN había ganado en la sociedad, cederle espacios e interlocución política y resolver un conjunto de demandas relevantes.

Por su parte, los zapatistas vieron como la sociedad refrendaba su legitimidad, se les reconoció como mexicanos e indígenas, ampliaron su influencia en los medios de comunicación masivos y pudieron comenzar a dar a conocer sus planteamientos..

Como resultado de los Diálogos de San Cristóbal se elaboró una propuesta gubernamental que fue llevada a consulta entre las comunidades zapatistas. El Gobierno dio allí una respuesta desigual a 32 de las 34 demandas planteadas. En algunos puntos los avances fueron significativos pero en otros resultaban muy limitados, por ejemplo en lo relacionado con el TLC. Muy pronto, sin embargo, aparecieron las limitaciones de la oferta gubernamental. La iniciativa de crear nuevos municipios fue congelada por el Congreso. Por otra parte, cuando es asesinado de candidato oficial a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo se provoca un vuelco grave en la correlación de fuerzas en el país y debilitó enormemente al Comisionado para la Paz., por lo que la incertidumbre sobre la posibilidad de hacer valer el cumplimiento de las demandas se incrementó.

Y por si fuera poco, el 2 de mayo fue registrado como candidato a la gubernatura por el PRI, Eduardo Robledo Rincón, personaje muy comprometido con los caciques de la Sierra y con determinados grupos de interés local. A partir de ese momento se establece una nuevo tipo de trato entre el EZLN y el gobierno, que conlleva, entre otras cosas, la renuncia de Manuel Camacho como Comisionado para la Paz, siendo nombrado en su lugar Jorge Madrazo, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quién nunca pudo establecer contacto directo con los zapatistas.

El EZLN por su parte, ante el panorama que el Gobierno le presentaba, replanteó su estrategia y, como una vía para la solución pacífica del conflicto, propuso y organizó, el 6 de agosto, una Convención Nacional Democrática (CND). Con ella, los zapatistas dieron a la sociedad civil lo que le negaron al Gobierno Federal: un papel privilegiado en el proceso de pacificación de la entidad al tiempo que se situaron ellos mismos dentro de un proyecto estratégico más preciso: la transición pacífica a la democracia.

En las elecciones presidenciales de agosto de 1994, triunfó Ernesto Zedillo con un amplio margen de votos a su favor lo que pareció modificar las perspectivas del conflicto, habiendo incluso quién anunció el fin del zapatismo. En Chiapas, el proceso electoral estuvo lleno de anomalías. Los resultados de esa jornada electoral fueron investigados por una comisión independiente que se constituyó en la Procuraduría Electoral del Pueblo Chiapaneco, que recogió1.786 actas de anomalías electorales y, posteriormente, el Tribunal Electoral del Pueblo Chiapaneco, formado por un grupo de personalidades democráticas resolvió “desconocer los resultados del proceso electoral” dado el elevado nivel de fraude. Así, mientras la Comisión Estatal Electoral y el Congreso del Estado proclamaba el triunfo del candidato del PRI Eduardo Robledo Rincón, una parte de la población, agrupada en torno a la Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco decidió desconocer al candidato oficialmente ganador y exigir su renuncia, iniciando un plan de acción de resistencia civil y pacífica.

En los primeros días de octubre de aquel año, se creó la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), que presidida por el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, apareció como una propuesta destinada a organizar un nuevo diálogo, creando para ello las condiciones necesarias para su realización. En la Comisión, además del mismo Obispo, participan, un conjunto de personalidades democráticas mexicanas

Preparando “La traición de Febrero”

Aparentemente, con el nuevo gobierno y el nuevo presidente, hubo un giro en la en la forma de tratar el conflicto: aún antes de que el nuevo presidente jurara su cargo, se inició una comunicación por carta que permaneció secreta durante mucho tiempo. Pocos días antes de su toma de posesión, Zedillo ofreció que atendería “los legítimos reclamos sociales que ha hecho el grupo que se ha inconformado”. Parecía, pues, que la voluntad de llegar a una solución real del conflicto era cierta.

Sin embargo, desde los primeros días del mes de octubre de 1994, el Gobierno Federal comenzó a planificar una dura acción militar contra el zapatismo. El intercambio de cartas con los zapatistas obedecía en realidad a una “operación de entretenimiento”, ya que el nuevo equipo de gobierno consideraba que la negociación estaba “casi agotada” y que los zapatistas no contestaban a sus mensajes de diálogo. Así pues, en las semana previas a su toma de posesión, Ernesto Zedillo se dedicó a realizar un esquema de seguridad nacional en función del Estado, que señalaba claramente hacia una salida militar al conflicto.

El día de su toma de posesión, sin embargo, dirigió un mensaje en el que no sólo reconocía que las condiciones de injusticia, miseria y abandono que han existido en Chiapas habían actuado catalizadores de la violencia., sino que aseguró que el Ejército mantendría la tregua ofensiva y una paz digna y definitiva para el Estado. También dijo que era urgente atender las raíces del problema, e insistió en alcanzar un acuerdo definitivo con base en el diálogo. Desde luego gobierno jugaba con dos barajas: hablaba de salidas negociadas y pacíficas, y al tiempo se preparaba para desarrollar una ofensiva militar.

La primera prueba del doble discurso del gobierno en este tema, fue la presencia de Zedillo, quién había sido saludado por los zapatistas con un “Bienvenido a la pesadilla”, en la toma de posesión de Robledo Rincón, el impuesto gobernador de Chiapas, pese a las innumerables protestas que se sucedieron y que pedían la desaparición de poderes en el Estado. El nuevo gobernador, además, tuvo que realizar un conjunto de alianzas con los grupos de interés tradicionales y amplios sectores de la población chiapaneca pasaron de la resistencia civil a la insurgencia civil en contra de la imposición. Los mismos zapatistas señalaron que la llegada de Robledo a la gubernatura era un hecho inadmisible que precipitaría la reanudación de las hostilidades. El respaldo que el Presidente de la nación otorgaba con su presencia, hizo aumentar muchos grados la escala del conflicto, hecho que se agudizó cuando se bio, cómo desde el primer momento, la nueva administración buscó desplazar de la intermediación a la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) pues decía que no era neutral.

La respuesta popular chiapaneca consistió en dar posesión como su gobernador a Amado Avendaño, candidato de una franja importantes de la sociedad civil que se había presentado a las elecciones para gobernador de Chiapas por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Por su parte, el EZLN, en los primeros días de diciembre, respondió con una ofensiva denominada “Paz con Dignidad para los Pueblos Indios de Chiapas” mediante la cual tomó38 municipios del estado y anunció la constitución de nuevos municipios cuyo carácter de “municipios autónomos” ha dado mucho que hablar desde entonces. El gobierno realizó una contraofensiva desplazando tropas y retomando las localidades al tiempo que los zapatistas hicieron un repliegue ordenado de los zapatistas y dieron su reconocimiento oficial de la Conai.

En ese momento, surgió en México la crisis económica más profunda en la historia reciente del país, que arrastró a gran parte de las Bolsas internacionales, el llamado “efecto tequila”, al tiempo que comenzaba un profundo debilitamiento de la figura presidencial, que no dejo de aumentar en el transcurso de los seis años siguientes,. Algunos sectores del gobierno dijeron que la causa de la devaluación y la crisis fue el zapatismo, pero esa explicación chocó, incluso, con la opinión de los inversionistas extranjeros que rechazaron esa explicación.

El segundo intento de abrir un diálogo entre el EZLN y el gobierno, surgió el 15 de enero de 1995, cuando el Gobierno Federal, a través del secretario de Gobernación, (ministro del interior) y el EZLN, con la intermediación de la Conai, se entrevistaron en la selva y llegaron a algunos acuerdos de distensión. Aunque los representantes del gobierno no aceptaron la firma de una tregua permanente entre ambas fuerzas, si aceptó retirar el Ejército de algunas poblaciones. Aunque es verdad que el Ejército se retiró de esas posiciones —Simojovel, por ejemplo— en esos mismos lugares se establecieron numerosos destacamentos de policías equipados con armas de alto poder. De esta forma, los pequeños avances que hubo en la entrevista en la selva, quedaron rápidamente desbordados e incumplidos.

La ofensiva gubernamental

El 9 de febrero el Gobierno Federal desató una ofensiva militar disfrazada de judicial que modificó drásticamente la lógica del conflicto. Como consecuencia de ella, el Ejército Federal se internó en la Selva, y avanzó hacia las posiciones de montaña del EZLN, ocupando, a su paso, un buen número de poblaciones civiles. Este hecho, la entrada del ejército en la Selva con la intención de capturar a los dirigentes guerrilleros, trató de ser justificada con un enorme alarde publicitario, señalando que el EZLN se preparaba para la insurrección nacional y no para la paz. Delante de las cámaras de televisión, el presidente dio a conocer la supuesta identidad del subcomandante Marcos, y procuró crear la idea de que el zapatismo era una fuerza externa implantada artificialmente en la región: “ni populares, ni indígenas, ni chiapanecos”, señaló. La ofensiva fue presentada como una acción que buscaba recuperar la soberanía nacional.

Tal y como lo había hecho en diciembre, el EZLN se replegó de manera organizada a las posiciones en las que había entrenado durante diez años, y en las que se había preparado para desarrollar una larga guerra de guerrillas. Evitó, por tanto, responder con las armas.

Esta ofensiva militar del gobierno no logró conseguir uno de sus principales objetivos: detener a la dirección interna del EZLN. Sin embargo, si consiguió recuperar parte del territorio ocupado por los zapatistas y, sobre todo, romper sus líneas de comunicación hacia las distintas regiones donde operaban.

Tampoco pudo el gobierno desacreditar a los zapatistas, disminuir las simpatías del EZLN en el resto del país y en la esfera internacional, ni tampoco desmantelar la intermediación de la Conai, o convencer a la opinión pública de que el zapatismo se preparaba para una ofensiva nacional. Irónicamente, a pesar de no mantener el control del territorio que tuvo hasta el 9 de febrero, los zapatistas pudieron mantener, e incluso ampliar, su influencia política nacional y su capacidad para incidir en las distintas coyunturas. Hay que decir que el EZLN también recibió un fuerte respaldo internacional.

Por su parte, el gobierno, y ante el fracaso del intento de detener a los dirigentes zapatistas, pagó un precio político muy elevado. La ofensiva tuvo que detenerse formalmente bastante pronto ante la significativa oleada de protestas dentro y fuera de México.

En su repliegue, las tropas del EZLN no estuvieron solas. Junto a ellos se desplazó la población civil de la zona. En numerosos poblados, las tropas del Ejército Mexicano se encontraron solamente mujeres y niños , o, simple y llanamente, poblados vacíos. Este éxodo de la población civil se convirtió, paradójicamente, en un fuerte golpe político en contra de la administración de Ernesto Zedillo. En el marco de esta ofensiva fueron detenidas más de 20 personas, incluidas tres a las que se acusaba de ser dirigentes del EZLN.

Ante el fracaso de la ofensiva militar y el creciente descontento, el gobierno decidió “sacrificar” al gobernador de Chiapas, quién solicitó “licencia” para dejar su cargo, y algún tiempo después, fue enviado como Embajador a la República Argentina, puesto en el que sólo duró unos años, ya que fue llamado a México nuevamente por Zedillo con el fin de que se hiciera cargo de la Secretaría (Ministerio) de Reforma Agraria, en la última remodelación que hizo de su gabinete el actual presidente saliente. Robledo Rincón, que antes de irse para Argentina, se lanzó en una campaña frontal en contra del obispo Samuel Ruiz, fue sustituido por un hombre hasta entonces desconocido, Julio César Ruiz Ferro. Con él quedó todo el equipo de gobierno anterior.

Con la ofensiva militar suspendida, y la creciente legitimación del EZLN ante los ojos de la opinión pública, el Gobierno Federal intentó crear un espacio legal para negociar con los zapatistas a la vez que involucraba al Congreso y Senado mexicanos en el intento. Se gestó así una Iniciativa de “Ley para el diálogo, la conciliación y la paz digna en Chiapas”, que tras seis modificaciones importante, contaba, entre otras cosas, con la incorporación de las siglas del EZLN al texto original de la ley, suspendía las órdenes de búsqueda y captura de los zapatistas y creaba la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA), formada por Diputados y Senadores de todos los partidos con representación parlamentaria, y cuya misión era “coadyuvar” para que el diálogo entre gobierno y rebeldes llegara a buen puerto. Esta Ley abrió un espacio real para la negociación pero dejó sin resolver la cuestión de la presencia militar en la región.

A pesar de la situación de acoso y cerco en lo militar, los zapatistas lograron mantener durante todo este periodo la ofensiva política. Su repliegue, obedeciendo al mandato de la sociedad civil de enero del 94, fue una decisión que se tomó para no iniciar un conflicto de no retorno que dejó, al tiempo, su fuerza militar intacta. Además, su presencia dentro y fuera de México se tornó cada vez más creciente y significativa.

Ante esta nueva situación, los zapatistas desplazaron el centro de la confrontación política desde la zona de la Selva a la de los Altos y Norte del Estado, operando por detrás de las líneas enemigas en un contracerco político.

Por su parte, el Gobierno mexicano apostó por la presencia masiva del Ejército Mexicano en Chiapas. Con más de 60.000 efectivos en el Estado, sus objetivos son claros: el más evidente, según ellos, disuadir a los zapatistas de la tentación de iniciar nuevamente la guerra; el segundo, obviamente no declarado, desmantelar las condiciones de reproducción material de los habitantes de las Cañadas, de forma que en su avance, el Ejército Federal se comporta siempre con un patrón común: destruir los instrumentos de labranza, las semillas y el agua potable, humillar a la población civil, buscar desarraigar por la fuerza la dignidad indígena, e instalar el reino del terror, todo ello con la intención de minar el apoyo de las comunidades indígenas al EZLN.

De San Miguel a San Andrés VI

En abril de 1995 se abre un nuevo ciclo de negociaciones en la comunidad de San Miguel, municipio de Ocosingo, que se cierra cerca de seis meses después. Es en este ciclo donde se establecen las bases para la negociación de lo que luego serán los Diálogos de San Andrés.

Obviamente, el Gobierno Federal y el EZLN enfrentaron este ciclo del diálogo con objetivos distintos. El primero, padeciendo la más grave crisis económica en la historia moderna de México y con grandes dificultades políticas intentó demostrar a la opinión pública que el diálogo con los zapatistas sólo se pudo dar gracias a su estrategia de “golpe y zanahoria”, y que sin la ofensiva de febrero, el EZLN nunca se hubiera sentado en la mesa. Esa opinión fue repetida nuevamente por Zedillo en uno de los últimos viajes que realizó a México antes de las elecciones de julio del 2.000. El Gobierno, además, se sienta en la mesa con tres ideas fijas: no se le puede dar al zapatismo por la vía de la negociación lo que no consiguió por las armas, en Chiapas no hay guerra, y, por último, no hay dos ejércitos, sólo hay uno, y ese es el Ejército Federal.

Por su parte, el EZLN insistió en que llegaba a los diálogos sobre la base de un genuino compromiso por la paz, y como resultado de la insistencia de la sociedad civil. En esa perspectiva, los Diálogos de San Andrés son un elemento dinamizador de un gran Diálogo Nacional necesario para transitar hacia la democracia en México. También puso sobre en la Mesa, su exigencia de ser reconocido como una fuerza político-militar capaz de negociar demandas nacionales, al tiempo que buscaba romper el cerco militar. Dentro de las Mesas participan, de acuerdo a la Ley de pacificación, la Conai, cuya función principal es mediar en el conflicto, y la Cocopa, con su papel de coadyuvancia. La participación y función de la Cocopa ha tenido ajustes a lo largo del tiempo. En sus orígenes los zapatistas señalaron que se trataba de una comisión parcial a las posiciones gubernamentales y la rechazaron frontalmente. Con el paso del tiempo, ganó autonomía en sus iniciativas con respecto a Ejecutivo, y los zapatistas reconocieron ese cambio de manera pública. Lamentablemente, ambos actores, importantes en todo el proceso, sufrieron un significativo desgaste: la CONAI desapareció, después de múltiples ataques y desconocimientos por parte gubernamental, y la COCOPA, sobrevive lánguidamente, después de que el presidente Ernesto Zedillo se negase a refrendar su proyecto de ley sobre los Acuerdos de San Andrés finalmente firmados. Estas primeras mesas de San Miguel, giraron en torno a dos asuntos básicos: la distensión y las reglas de procedimiento, así como cual de estos dos puntos tratar primero. En las discusiones, el gobierno estuvo presente a través de una comisión que “representa al Estado mexicano, por vía del Presidente y recibe instrucciones del secretario de Gobernación”. El EZLN, por su parte, nombró una comisión integrada exclusivamente por comandantes indígenas, en la que participan mujeres.

La discusión en estas mesas fue ardua, porque lo que estaba en juego era la posibilidad real o no, de una verdadera distensión en la zona que permitiera plantearse las siguientes etapas de la negociación en un ambiente mucho más relajado del que existía en esos momentos. Finalmente, no hubo acuerdo, aunque se acepto avanzar en el diálogo pese a todo. Detrás de todo eso, se encontraban dos problemas sustanciales: el reconocimiento del EZLN como un interlocutor para tratar temas nacionales, y, el manejo de los tiempos de la negociación, en los que el EZLN insistía para conseguir que estos se adaptaran a las necesidades de consulta con sus bases a lo que el Gobierno alegaba (lo hizo durante todo el tiempo en que duró la negociación), que esa no era sino una pretensión de alargar las negociaciones de forma indefinida.

Finalmente se llegó a un acuerdo entorno a una agenda con seis puntos a tratar: Derechos y Cultura Indígena; Democracia y Justicia; Bienestar y Desarrollo; Derechos de la Mujer en Chiapas; Conciliación entre los diversos sectores de la sociedad chiapaneca; Participación Política y Social del EZLN. En los temas locales se podrían conseguir acuerdos y compromisos entre las partes, mientras en los temas nacionales se suscriben propuestas y declaraciones y estas se enviarían a las Cámaras Legislativas. Estos seis puntos serían, pues, tratados en 6 mesas, llegando a acuerdos en cada una de ellas. Finalmente sólo las dos primeras se celebraron, y de ellas, sólo en la primera, la de Derechos y Cultura Indígena llegó a buen fin, aparentemente, con la firma de los acuerdos finales. Sin embargo, en la realidad, estos acuerdos, los Acuerdos de San Andrés, nunca han sido llevados a la práctica.

Alrededor de los Diálogos de San Andrés, se han expresado dos lógicas políticas distintas: la estrategia del gobierno fue tratar de bajar el perfil del conflicto, reducir el papel de los interlocutores, golpear a la Diócesis de San Cristóbal para debilitar a la mediación, y tratar de mostrar a los zapatistas como una fuerza que no quiere la paz, sino, simple y llanamente, usar los diálogos para ganar tiempo. Por su parte, el zapatismo ha procurado usar los diálogos para mostrar su implantación social y capacidad de convocatoria, romper el cerco militar, tratar de infringir una derrota política al ejército Mexicano, colocarse en el centro de las definiciones políticas nacionales y descalificar a los negociadores gubernamentales mostrándolos como autoritarios y racistas. Si el corazón de la estrategia gubernamental consiste en negociar con los zapatistas de acuerdo a su fuerza militar, la estrategia zapatista busca desplegar su capacidad de convocatoria para mostrarse como una fuerza nacional y precipitar la articulación de una gran coalición política opositora.

Finalmente, los zapatistas demostraron que son una fuerza implantada más allá de la Selva, que su presencia y empuje están presentes a lo largo del país, rompieron el cerco político, y desde entonces, han conseguido mantenerse en el centro del debate político en México.

Por su parte, el Gobierno, tuvo un relativo éxito en hacer creer a algunas capas de la población que los zapatistas sólo querían ganar tiempo, y consiguieron empantanar el conflicto en los medios de comunicación, golpear a la Diócesis de San Cristóbal expulsando sacerdotes extranjeros o negándoles el visado de entrada, y, sobre todo, ganar un espacio de tiempo para implementar concienzudamente una Guerra de Baja Intensidad en la zona.

La estrategia gubernamental ante los diálogos de San Andrés parte de un objetivo no declarado públicamente, pero evidente: se trata de derrotar a los zapatistas, no de solucionar las causas que permitieron y propiciaron su surgimiento. Tal enfoque no ha hecho sino profundizar la descomposición política en la región. La violencia proveniente de grupos paramilitares del PRI y los grupos de poder local en Tila, Salto del Agua, Sabanilla o Jaltenango se ha incrementado, mientras los responsables del gobierno niegan su existencia. Estos grupos operan no sólo con la complacencia de quienes son responsables de mantener el orden sino, incluso, en coordinación con ellos. La militarización del estado ha golpeado profundamente las posibilidades de reproducción material de las comunidades, las ha condenado a no poder llevar una vida digna, al tiempo que grupos de poder local, causa directa del conflicto, se han fortalecido al amparo de la presencia militar, conservando la impunidad que tradicionalmente han tenido. Además, el estado, como forma de contener el avance de los sectores en rebeldía y cerrarles la válvula institucional a la solución a sus demandas no ha dudado en golpear tanto a instituciones capaces de dar cobertura, así sea parcial, a los movimientos emergentes, como por ejemplo, la iglesia, sino que ha tratado de dificultar cualquier intento de mediación social.

Los Municipios Autónomos

¿Y cual ha sido la estrategia zapatista después del Diálogo y, sobre todo, después del incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés?

Para comenzar, decir que la Segunda Mesa de Diálogo que se realiza, la correspondiente al tema “Democracia y Justicia”, finaliza sin que fuera posible llegar a acuerdos entre las partes. El EZLN acusa a la delegación gubernamental de intransigencia y de llevar un doble juego: por una parte se habla de paz, y por otra, la Guerra de Baja Intensidad avanza implacable sobre las comunidades. Poco tiempo después, los zapatistas anuncian que “suspenden” el Diálogo con el Gobierno, y señalan 5 puntos que consideran de cumplimiento indispensable para volver a sentarse juntos en la Mesa:

1. Liberación de todos los presuntos zapatistas actualmente presos y de las bases de apoyo zapatistas detenidos en el norte de Chiapas.

2. Un interlocutor gubernamental con capacidad de decisión, voluntad política de negociación y de respeto a la delegación zapatista.

3. La instalación de la Comisión de Seguimiento y Verificación, y cumplimiento de los acuerdos de la mesa 1, «Derechos y Cultura Indígenas».

4. Propuestas serias y concretas de acuerdos para la mesa de «Democracia y Justicia» y compromiso de lograr acuerdos en este tema.

5. Fin al clima y persecución y hostigamiento militar y policiaco en contra de los indígenas chiapanecos y desaparecidos de las guardias blancas (o una ley que las reconozca institucionalmente y las uniforme para que no operen impunemente).

De todos estos puntos, sólo se cumplió en tercero, la instalación de la Comisión de Seguimiento y Verificación (COSEVER), que, sin embargo, no es operativa, puesto que los Acuerdos firmados entre EZLN – Gobierno, nunca han sido aceptados y cumplidos como proyecto de Ley.

Desde el momento en que se suspendió el Diálogo, los zapatistas empezaron a trabajar en el reforzamiento y consolidación de los Municipios Autónomos que habían sido formalmente declarados en diciembre de 1994 dentro de la ofensiva denominada “Paz con justicia y dignidad para los pueblos indios” entre comunidades de la Selva y los Altos. En realidad, lo que hicieron, fue poner en práctica los Acuerdos de San Andrés.

Aunque estos municipios no cuentan con reconocimiento legal por parte del Estado, las autoridades comunales se dieron a la tarea de nombrar autoridades civiles que les representaran y gobernaran según el lema zapatista de “mandar obedeciendo”. Algunos de esos Municipios Autónomos han sido tomados por el Ejército y la Policía, en un intento de desmantelarlos. Así ocurrió en el Municipio Autónomo Tierra y Libertad, o en San Juan de la Libertad (El Bosque). En otros lugares, como San Andrés Sakamch’en de los Pobres, no fue el Ejército, sino grupos priístas apoyados por la policía de seguridad pública, quienes tomaron el palacio municipal en sus manos, aunque fue recuperado 24 horas después por los zapatistas.

La realidad es que, a pesar del tiempo transcurrido y de la Guerra de Baja Intensidad que tiene lugar en sus territorios y que puede implicar un desgaste grande tanto del EZLN como de sus bases de apoyo, se han ido consolidando a lo largo de todo el proceso, desde su declaración formal, hasta ahora. Los Municipios Autónomos desconocen los límites territoriales y las autoridades oficiales del municipio al que, según las “leyes del mal gobierno” pertenecen. Funcionan como registro civil, gobierno local, juzgado y como agentes de desarrollo económico y comunitario. El gobierno del Municipio se realiza a través de Asambleas del Concejo Municipal con representantes de cada comunidad. En estas Asambleas se llega a acuerdos que luego son refrendados, o no, por las Asambleas de cada una de las comunidades representadas.

La rebelión chiapaneca no se limita a los sectores que han tomado las armas alrededor del EZLN o de las comunidades que se encuentran en resistencia civil, sino que abarca amplias franjas de comunidades con otras referencias políticas. Se expresa en que regiones enteras no pagan el servicio eléctrico, se niegan a pagar algunos impuestos o no devuelven los créditos que les son otorgados por algunas instituciones financieras del estado.

A modo de epílogo: Los Acuerdos de San Andrés

A más de 25 meses de iniciado el conflicto, el 16 de febrero de 1996, el EZLN y el gobierno firmaron los primeros acuerdos correspondientes a la mesa sobre Derechos y Cultura Indígenas.

En realidad, en San Andrés se firmaron los primeros acuerdos mínimos entre el Gobierno y el EZLN pero no la paz. Dan respuesta a una parte de las demandas enarboladas por los zapatistas, las relacionadas con los derechos y la cultura indígenas, pero están lejos de solucionar la totalidad de sus exigencias. En cualquier caso, esos Acuerdos tomaron forma de Ley en una propuesta redactada por la COCOPA, pero fueron rechazados por el Presidente Ernesto Zedillo. Hasta el momento, julio de 2000, siguen sin cumplirse. Habrá que esperar qué decide el nuevo Presidente de México.

Pero independientemente de que los resultados finales de la negociación hayan sido llevados a la práctica con el cuño real del Congreso y Senado mexicanos, o por la vía de los hechos materializados como Municipios Autónomos, los zapatistas y las organizaciones indígenas del país avanzaron de manera significativa en varios frentes:

a) Integraron un amplio movimiento indígena nacional, plural y representativo, que tendrá una importancia cada vez más creciente en el país.

b) Elaboraron y sistematizaron un programa de lucha que resume las aspiraciones y las experiencias más avanzadas de las comunidades indígenas

c) Se promovió la formación de nuevas organizaciones indígenas regionales, yo la ampliación del horizonte de lucha de muchas otras.

d) Mostraron que el zapatismo es una fuerza política nacional y no sólo regional, con arraigo social, autoridad y capacidad de convocatoria

e) Lograron, en un clima de “derechización” de las clases medias, mostrar la justeza de las demandas indígenas

f) Pusieron, en fin, lo indio en el centro de la agenda política nacional.

Mientras tanto, el Gobierno sólo ha sido capaz de llevar adelante una política de acoso que centra su acción en la militarización y paramilitarización del Estado. Con más de 60.000 soldados en la zona, lo único que han sido capaces de crear han sido numerosos grupos paramilitares que basan su fuerza en el poder que les ampara. La matanza de Acteal es el resultado más conocido, pero no el único. Así, mientras la Guerra de Baja Intensidad sigue su curso, el poder de los Municipios Autónomos se va construyendo desde abajo.

Este artículo está basado en “El conflicto de Chiapas” de Luis Hernández Navarro. El original puede consultarse en Cuadernos del CECCAM (Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano) http://www.laneta.apc.org/ceccam

“El EZLN necesita de la Sociedad Civil”

Entrevista a Marcos por los enviados de La Jornada, 4 al 7 de febrero

Blanche Petrich y Elio Henríquez, I. Selva Lacandona, Chis. [LJ, 5 A 8/ii]. Es el estratega militar y también el vocero e intérprete de los zapatistas, el subcomandante Marcos, sólo mirada y voz:

“Como nunca, ahora que se viene el diálogo, el Ejército Zapatista necesita de la sociedad civil. Dependemos del resto del país.”

También dice que la insurgencia chiapaneca está “completa y en su cancha”, que su ofensiva militar de los primeros días de enero fue tan exitosa que ahora el EZLN tiene más gente, más parque y más armas.

Paradójicamente, habla de la decisión que han tomado los dirigentes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena de ir a la mesa de negociaciones como un gran riesgo de quedar acorralados en una maniobra política. En ese caso, como cuando la Conquista, sucederá que “si tiene éxito el gobierno en aislarnos, como dicen los compañeros, va a suceder lo que les pasó a los Chiapas en el Grijalva: los van a acorralar por el río y los compañeros, antes que rendirse, van a preferir aventarse al río que entregar las armas”.

Finalmente, dice, la puerta del diálogo se abrió en un momento determinante, “cuando el gobierno federal se dio cuenta de que la aniquilación total de nuestra fuerza es improbable en el mejor de los casos, o imposible en la realidad”

Sarcástico y medio poeta, con una canana de tiros de carabina cruzada sobre el poncho negro, el líder militar del EZLN irá al diálogo sólo si su mando superior así se lo ordena. Pero no deja de pensar en lo que, nos dice, son sus “fantasmas”: Chinameca y la imagen de Venustiano Carranza a espaldas del presidente Carlos Salinas a la hora de anunciar su amnistía.

También está la discusión de si saldrán armados o desarmados de la selva. Lo malo, dice El Sub, es que la Cruz Roja Internacional “no deja que haya más armas que la que Dios nos dio”.

Habíamos llegado por un lado del monte y él, después de una corta espera, apareció por el otro, acompañado por una escolta de guerrilleros y guerrilleras con pasamontañas iguales al del jefe. El rocío de una neblina que a veces hace de llovizna llena de perlas la lana de su pasamontañas. A cada rato debe acomodar el agujero de la boca para dejar pasar la voz.

El tema del diálogo es el que más le preocupa:

-Acabamos de recibir el ultimátum de Camacho. Lo están contestando los compañeros; son algunas cuestiones concretas, como si llevarán armas o no, si va a entrar la Cruz Roja Internacional para garantizar la neutralidad y esas cosas. Y bueno, la Cruz Roja Internacional no deja que haya más armas que la que Dios nos dio. Esa es la única arma que se puede llevar.

“Y está pendiente si se va a incorporar lo de la política nacional. Porque los compañeros dicen que aunque no sea resolutivo, tiene que aparecer. Y está bajo protesta lo de fuerza política en formación. A los compañeros eso les encabronó mucho. Resulta que ahora los indígenas ya no son niños sino adultos en formación.

“En realidad, lo de ahora es un monólogo. Ahorita los compañeros están diciendo que tendrán que ir a dialogar. Tendrían que hacerlo, pero con la sociedad civil, sólo que ahorita no hay muchas opciones por el cerco militar”.

-El comisionado para la Paz, Manuel Camacho, habla de un diálogo en la selva.

-No, nosotros estamos pensando que el diálogo sea en la ciudad.

-¿Volver a San Cristóbal?

-No, no estamos pensando en San Cristóbal. Ahí hay problemas. Tendrá que ser en un lugar en donde ellos se obliguen a responder por la civilidad. Nosotros no queremos que sea en la selva porque si Camacho entra y le pasa algo, o sea, le hacen algo, van a decir que es por culpa nuestra. Nosotros no podemos garantizar aquí la seguridad. Ni de Camacho ni de don Samuel.

-¿En el Distrito Federal?

-Sí, si quieren aniquilarnos por asfixia, pues sí pueden llevarnos ahí. Lo que no pudieron hacer los rockets de Godínez lo va a hacer el smog.

El encuentro, casi como de viejos amigos con ese rostro desconocido, fue a las doce del día y duró hasta que, cerca de las ocho de la noche, nos despidió con un “este muñeco se pasa a otro aparador”. Hubo análisis militar, discusión política, confesiones personales, reclamos a la prensa -“hay muy poca prensa honesta”- y muchas anécdotas de la toma de San Cristóbal de las Casas, con la cual el EZLN lanzó su “ya basta” el primero de enero.

Antisolemne, califica la lucha armada zapatista de antidogmática:

-Vemos en realidad a la lucha armada como parte de un proceso más amplio, más complejo que puede llegar a ser determinante, depende de cómo vaya el proceso. Tan es válida que esa repentina atención del gobierno federal a la cuestión indígena viene después del primero de enero. El culto al liberalismo social y todo lo que eso conllevaba de pronto queda a un lado, nadie habla de eso ahora, y el éxito de la economía mexicana de pronto se pone en entredicho; el mito del mito genial de la pobreza en México vuelve a resurgir y provoca que hasta los sectores más reaccionarios del gobierno federal aparezcan estos días dándose golpes de pecho; ahora dicen “sí, pobrecitos indios, ya no lo vuelvo a hacer y déjame pues ayudarte”. Nosotros estamos claros y pensamos que las organizaciones no armadas a nivel nacional se han dado cuenta de eso, de que fue producto de esto el levantamiento armado de la desesperación.

Explica porqué sus comandantes del CCRI decidieron ir a la mesa, a pesar de estar conscientes del riesgo de una trampa política: “pensaron que a la sociedad civil no le haría mal escuchar al comité. En concreto, no le haría mal ver que no son narcotraficantes cubanos, Boogie El Aceitoso o mercenarios desempleados después de las guerras centroamericanas, como dice Godínez. Que vean que son seres humanos, indígenas además, que son los que dirigen y que dicen lo que dicen”.

Su inspiración, como estratega, es “Pancho Villa, en lo del ejército regular; Emiliano Zapata, en lo de la conversión de campesino a guerrillero y guerrillero a campesino”. Lo demás, dice mientras la columna hace algunos ejercicios, lo sacamos de un manual del Ejército Mexicano que cayó en nuestras manos, de un manualito del Pentágono y de unos textos de un general francés que ya no me acuerdo como se llama”.

Pero sobre su visión de la guerra de guerrillas es más serio:

-Vemos la lucha armada no en el sentido clásico de las guerrillas anteriores, es decir, la lucha armada como un solo camino, como una sola verdad todopoderosa en torno a la cual se aglutinaba todo, sino que nosotros siempre vimos desde el principio a la lucha armada como parte de una serie de procesos o de formas de lucha que van cambiando; algunas veces es más importante una y a veces es más importante otra.

Lo piensa antes de sentarse en el banquito hechizo que se preparó para la entrevista: “¿Ya me prepararon mi paredón o qué?” Pero se sienta. Y la entrevista empieza.

-La chispa de su ofensiva no prendió, no se convirtió en insurrección, la gente no puso barricadas, no se levantó en la ciudad …

-Nosotros no esperábamos eso, no esperábamos que la gente de México dijera: “Ah, miren, ya están los zapatistas, ahora nosotros también”, y agarraran los cuchillos de cocina y se lanzaran en contra del primer policía que encontraran (¿de civil?). Nosotros pensábamos que la gente iba a decir lo que dijo: “Algo está mal en este país, algo tiene que cambiar”, porque si algo no se les puede cuestionar a los compañeros del Ejercito Zapatista es que realmente no nos dejaron otro camino. Nadie puede decir: “No, es que ustedes debieron probar las elecciones”.

“Cómo es posible, pues, que el estado de Chiapas tuviera tal porcentaje de votos a favor del PRI y sea el mayor porcentaje de alzados en esos municipios. Allí se ve que hay un fraude electoral gigantesco.

“De los caminos legales para conseguir tierra, está la reforma al artículo 27. De la sobrevivencia con los finqueros conviviendo a un lado. Realmente, pues, no había otro camino. En cambio, había el otro peligro: que la gente dijera: “No, son narcotraficantes. No, son agentes del imperialismo social soviético”, bueno, ése ya no existe: social chino, pues ése ya está por otro lado. No se cuál. O agentes de la CIA o cualquier otra cosa, pues, o sea que la gente no viera realmente cuáles eran las causas que animaban este movimiento, y eso le daría margen al gobierno para una represión con el pretexto que ahora está de moda, que es el del narcoterrorismo o narcoguerrilla.

-¿Y por qué ese momento. La entrada del TLC, el año electoral?

-Es como el mito del pasamontañas. Nosotros nos ponemos el pasamontañas porque hacía mucho frío. De pronto a la gente le pasa mucho el pasamontañas y así queda el pasamontañas.

Nosotros no habíamos planeado atacar el primero de enero. El Comité Clandestino, hace un año, a finales de enero, dice: “Nos vamos a alzar en armas”, y me da la orden: “A ver, tú te encargas de eso, te damos un plazo, en ese plazo escoge”.

-Y nosotros probamos varias fechas. Pero teníamos que tomar en cuenta muchas cosas. Por ejemplo, teníamos que tomar en cuenta que tenía que ser algo que dejara claro que no era narcoguerrilla. Tenía que ser algo sobre las ciudades, no podía ser algo en el campo que finalmente dijeran: no, pos allá quedó en la selva, como hicieron cuando la sierra de la Corralchén, en ese cuartel que nos encontraron, dijeron no, que son talamontes, son mariguaneros y otras cosas que decían; que no, que son guatemaltecos. Nosotros no podíamos hablar porque estábamos pensando y esperando ver qué pasaba.

“Estaba el otro problema de la población civil. Si nosotros atacamos las ciudades, qué va a pasar con la población civil y sobre el guerrillero, más que la causa, pesa la población civil. Para un guerrillero, pues, está morirse por su causa, pero está dispuesto a morirse antes de hacerle daño a un civil. No checa, pues, es algo que le duele más que que lo agarre el Ejército.

“A partir de entonces los compañeros empiezan a tomar en cuenta aspectos logísticos para el alzamiento, no políticos. Es decir, por ejemplo, cuándo pueden conseguir más reserva de alimentos, pensando desde un principio en una guerra larga, en que nos cercan, que nos avientan contra las montañas. Entonces, tiene que coincidir después de la cosecha, cuando se puede juntar dinero.

“En esa decisión de alzarse en armas no se toma en cuenta, la verdad, la política nacional. No es tan importante, pues, para los compañeros. A tal grado es la desesperación que ya no queremos aguantar más, que no importa si hay condiciones internacionales o nacionales.”

-Y ahora que hay una propuesta de negociación, ¿qué pasa con las armas? Se prepararon diez años para la guerra…

-O sea, es un riesgo que el gobierno logre aislarnos políticamente a nivel nacional, presentarnos como ultras desesperados, intransigentes, todo lo que se ha estado manejando, y la sociedad civil diga: “Sí, viva la paz, mueran los ultras”, nos dejen solos.

“Evidentemente allí es donde la opción militar vuelve a surgir. Y créeme que los compañeros no le van a dudar, si hay que morir lo van a hacer. Pero en este caso va a ser una carnicería, no nos vamos solos ni nos vamos a otro sitio.”

-¿Sienten que están siendo acorralados?

-Sí. Definitivamente. Nos están diciendo: nos arreglamos aquí o no nos arreglamos. O endurecimiento, como dicen. Ahí hay un cambio raro en Camacho y al Comité (CCRI) le extraña el cambio de tono. No sé si se le ocurrió a monsieur Córdoba esa idea absurda de fuerza política en formación, pero si hay una aberración jurídica es ésa que está diciendo.

“Los compañeros dicen: no, pues qué fuerza política en formación, en realidad es fuerza militar en aniquilación. O sea, es lo mismo, pues. Los compañeros son más duros todavía porque dicen: es que seguimos siendo niños chiquitos, nomás que ahora no nos van a decir niños chiquitos, sino que van a decir adultos en formación, pero nos van a seguir tratando como niños.”

-¿Y aun así se van a sentar a platicar?

-Nosotros pensamos que en esa situación le debemos una respuesta no al gobierno ni a Camacho, sino a la sociedad civil. O sea, nosotros queremos sentarnos a hablar con la sociedad civil.

“Sí sabemos que Camacho va a decir sí o no a lo que le digan desde arriba. Pero nosotros tenemos esa deuda con la nación, con la patria tal vez, pero no la de ellos. Tenemos que responder si se da ese proceso acelerado de `extermínenlos, perdónenlos’.

“No es por nuestro éxito militar ni por la sapiencia de Córdoba de que entiende que hay que negociar y le aconseja así a Salinas, sino es que algo pasa en la sociedad que nos dice: no puedes hacer eso, tienes que buscar otra forma.”

-En la última posición de Camacho se reduce el problema del Ejército Zapatista de negociar con ustedes, a la dimensión chiapaneca o indígena. Ustedes reclaman que tienen una dimensión nacional. ¿Cómo debe ser abordado lo nacional, lo mexicano, no sólo lo chiapaneco, en una negociación con el Estado, y hasta dónde el Estado puede ofrecerles a ustedes propuestas o respuestas a lo que ustedes piden?

-Bueno, los compañeros son muy claros: es una mentira pensar que nuestros problemas se van a solucionar a nivel estatal. Estoy hablando de gente muy política, que puede no manejar muy bien el español, pero muy clara y que tiene una jerarquía sobre la gente de que los siguen a donde sea, por eso llegaron miles a las ciudades, porque los están siguiendo a ellos, y dicen: nosotros tenemos una serie de problemas y nosotros creemos que esto se va resolver con el cambio de Setzer o de Patrocinio, nos estamos engañando nosotros mismos y estamos engañando a nuestras gentes.

“Nosotros sabemos que esto sólo se puede arreglar si más arriba hay otro cambio. Dicen: es que nos están cambiando las hojas del árbol y las raíces están malas. Lo que nosotros decimos es: levantemos la raíz y volvamos a sembrarlo. Los compañeros dicen claramente: nosotros tenemos una propuesta, y hemos dicho claro que no se las vamos a imponer a nadie. No vamos a decir: bueno, aquí nosotros pensamos que la sociedad mexicana va a ser así y al que no, lo fusilamos, mientras nos dejen y tengamos la fuerza bruta.

“Entonces, decimos: hagamos un trato, pues, un espacio democrático, y el que convenza a la gente, ése que gane. Si ganamos nosotros, pues ganamos nosotros; si gana otro, pues… Pero no hay ese espacio, y ese espacio es nacional, es absurdo que alguien piense todavía que es posible resolver eso, ni siquiera a nivel estatal, ni siquiera a nivel regional. Tendrían que cambiar muchas cosas para que fuera posible eso.

“No puede ser que la nación no nos quiera escuchar en esta propuesta política nacional.

“No se vale que Camacho diga que no va a negociar con un grupo armado la política nacional. Los compañeros piensan que en realidad el gobierno está lavándose las manos antes de llegar a un acuerdo, y si se llega a un acuerdo, pues sería para no cumplirlo. Los compañeros dicen que nos quieren aislar, que nos quieren poner de rodillas; el dilema es falso, no es paz con democracia, para nosotros es paz con dignidad o guerra con dignidad, pero sentimos que tenemos esa deuda con la sociedad civil.”

-Sobre la negativa de Camacho a incluir en la mesa la cuestión electoral…

-Ellos no quieren que se toquen temas sobre los que hay consenso. Ellos van a decir: bueno, los pobres indígenas están muy pobres, sí, están muy pobres y por eso los vamos a ayudar, y luego dirán que primero les entreguemos las armas. Esa maniobra está muy clara y parece que la sociedad no lo quiere ver. En el último comunicado los compañeros interpelan a la sociedad civil y le preguntan por qué no dicen nada, como si no se dieran cuenta de lo que está pasando. Cómo es posible que haya un pacto de civilidad… y unas horas después viene el “no se hagan bolas” y nadie diga nada. Es como si no hubiera habido un primero de enero, como si nada hubiera pasado.

-¿Piensan que el Estado tiene capacidad, tal y como está ahora, de democratizarse?

-No, si no los obligan no. Si hay alguna reforma política que encamine realmente la democracia, tendrá que ser resultado de la presión de la sociedad civil; nosotros dejamos eso claro, ese espacio político no va a salir de nuestras oficinas.

II

El subcomandante Marcos es un enigma que goza siéndolo. “Marcos, no sé quién es… un pasamontañas de nariz pronunciada”. Puede ser cualquiera.

Ronda los cuarenta, calculamos. Ojos castaños claros, no verdes. Sangre fría y buen humor. Según cuenta, cierto día tuvo que elegir un camino “Yo me imagino que todos tienen que elegir alguna vez: o seguíamos una vida cómoda, materialmente cómoda, o éramos consecuentes con un tipo de ideas. Nosotros tuvimos que escoger y ser consecuentes y pues:.. aquí estamos”. Considera que acertó.

Como ladino, cierto día llegó a la selva chiapaneca. Lo que sucedió después lo relata en esta entrevista:

-Cuando nosotros llegamos empezó la cuestión militar. Cuando yo llegué no había nada. Llegamos y empezamos. Veníamos, a nivel nacional, de un proceso parecido al que ahora se vive en el estado: se cierran las salidas políticas, se abre una división extra en los dos Méxicos que en realidad son tres: el México de los poderosos, el México que aspira a ser de los poderosos y el México al que nadie toma en cuenta. En Chiapas son los indígenas, pero en otros lados tienen otros nombres.

“De ahí venimos, de que algo había de hacer.”

-¿Generacionalmente vienes del 68?

-¿No que tengo 25 años? Esa es mi media filiación. Como dice Krauze, no puede ser que agotaron las vías políticas porque si tiene 25 años tenía seis cuando el 68. Ya en serio, sí, definitivamente después del 68, pero no mero el 68. Porque según supe después -aquí en la montaña no se saben muchas cosas- se puso muy de moda que todo mundo había estado en 68. No, yo no. Yo estaba chavito. Pero sí vengo de todo lo que vino después, principalmente los fraudes electorales, el más escandaloso el de 1988, pero otros también.

-No ha de haber sido fácil…

-La selva lacandona, para un ladino, es lo peor que te puede pasar. Peor que un programa de 24 horas. Nosotros entramos aquí en un proceso de enseñanza-aprendizaje. Los compañeros me enseñaban lo que saben de las montañas y yo lo que yo sabía. Y así fue como empecé a agarrar grado: subteniente, teniente, capitán primero, capitán segundo y subcomandante. Allí me hicieron el examen de prensa y me reprobaron, me quedé como subcomandante.

-Se nota que no te hemos caído muy bien los periodistas…

-Me preguntaron el día primero por qué era subcomandante. Les dije que para ser comandante me falta aprender a tenerle paciencia a los periodistas. Nunca lo he aprendido. Pérame: los hay buenos y hay malos. Es que por aquí se ha metido Juan de la Fregada. Hace poco llegó uno que ofreció leche y chamarras a cambio de una entrevista. Eso ofende mucho a los compañeros. Chamarras tenemos y leche es lo que nos sobra.

-Bueno, llegaste a la selva ¿y luego? ¿cómo surgió la guerrilla?

-Pensamos, por supuesto, en la lucha armada. Pero no como único camino, no como la única posibilidad aglutinadora de todo esto, sino como parte de algo más amplio que había que preparar, asimilar. Y yo creo que acertamos porque seguimos el camino correcto. No nos aventamos a asaltar bancos, a matar policías, a secuestrar, sino que nos dimos a aprender sin que nadie nos enseñara porque, ya te digo, que alguien llegara de México y dijera: yo voy a hacer guerrilla, ayúdenme, pues no, estábamos clamando en el desierto. Y hasta el 3 de enero seguíamos solos.

-¿Son muchos ladinos en el EZLN?

-Somos la inmensa cantidad de tres.

-Asociemos algunas ideas. Amor:

-No sé tú qué generación seas, pero a nosotros nos educaron con algo que se llamaba amor para la patria y así crecimos. Decimos amor a la patria y decimos muchas cosas, y eso es lo que pusimos encima de todo. Hay una anécdota: cuando estaban votando la guerra, porque el otro escándalo es que esta guerra la votaron democráticamente, no fue decisión del Comité sino que los Comités pasaron a preguntar a cada hombre, a cada mujer, a cada niño si ya era tiempo de empezar la guerra o no. Hicieron actas y firmas que deben estar por ahí o ya las quemaron, no sé dónde quedaron esas actas de centenares de comunidades. Entonces en una de ellas argumentaban los indígenas que estaban allí reunidos: “Porque nosotros, lo que no estamos de acuerdo es que nuestro país se venda al extranjero. Como quiera, morir de hambre pasa, pero lo que no pasa es que en este país mande otro que no sea mexicano”.

“Claro, en la concepción de algunos intelectuales, esta conciencia de patria o nacional no es posible en un indígena, pero es que no conocen a estos indígenas.”

-¿Indígena?

-Ahorita es el máximo ejemplar de lo que debe ser un mexicano digno y honesto, no sólo en Chiapas sino en todo el país. Ellos son ahorita la vanguardia de este país, sin querer decir eso implicación política; la vanguardia humana, pues. Todo lo que han dado y lo que están dispuestos a dar, sabiendo que no van a cosechar nada, porque a estos no les pueden ofrecer embajadas, son analfabetas, ni modo que les digan: no, pos si te calmas te doy una embajada en tal lado.

“No les pueden dar nada, más que plomo en todo caso, y como quiera están haciendo lo que están haciendo y con esa dignidad y esa democracia dentro de lo absurdo que es lo militar en una guerra, es una lección que este país tiene que aprender si quiere seguir siendo país.”

-¿Muerte?

-Para nosotros es vida, en esa lógica tan absurda de una muerte cotidiana que se hizo tan normal en estas situaciones. Es vivir, pues, es una alegría. Cuando cumplimos un mes de que empezara la guerra, se hizo fiesta para recordar a los compañeros que murieron. Decían: es que su muerte la vemos con alegría porque es vida para otros, en ese lenguaje tan crítico, pero tan rico al mismo tiempo.

-¿Victoria?

-Victoria… a veces tan lejos! Nosotros pensamos en que el fruto de la victoria le va a tocar cosecharla a otros. Ahorita para nosotros victoria quiere decir sacrificio y a otro le va a tocar realmente recibir esa “V”.

Definitivamente, es un chocarrero este subcomanche. Lector atento de Monsiváis, Aguilar Camín, Krauze. Cuidadoso de la imagen que proyecta

“Mira lo que cargo, y dicen que los jefes vamos mejor armados que los combatientes”, y saca de su funda la carabina 22. Viejita pero bien cuidada. Los cartuchos rojos como pilas Eveready que lleva en la canana son sus proyectiles. Cualquiera de su escolta va mejor armado que él. Por ejemplo, el mayor Pedro, responsable de la armería del EZLN. Y la mayor Ana María, comandante de la operación para tomar el palacio municipal de San Cristóbal. Y el teniente Romeo, responsable de nuestra seguridad en esta incursión en territorio zapatista.

Sólo que no menciona el otro pistolón que lleva al cinto, ese sí amenazador. Otro detalle: fuma pipa.

Es un apasionado de la estrategia militar, de la cual presume:

-Qué caray, ustedes no preguntan nada de la guerra. Pregunten, órale. La toma de San Cristóbal es todo un poema… (Por eso, lector, no se pierda la tercera parte).

Y es, desde luego, lector de La Jornada. Manda recados: al cartonista Magú, “una mentada de madre”. Al fotógrafo Pedro Valtierra, de Cuartoscuro, en respuesta a su petición de un destape en exclusiva en El Correo Ilustrado, le manda decir que “ya mero le da fecha”.

Calculador también: “¿En cuánto podré cotizar mi pasamontañas? ¿tres mil, siete mil dólares?”

Rápido para las respuestas:

-En toda esta historia de la guerrilla zapatista aparece el sello de la Teología de la Liberación. Incluso se ha responsabilizado al obispo Samuel Ruiz del levantamiento…

-Eso de ligar a la Iglesia con nosotros es un recurso, como pasó con lo de los extranjeros, y con aquella frase de profesionales de la violencia. Ya pasará de moda. A muchos sectores les molesta el papel protagónico de la Iglesia, no de don Samuel. No hubo ningún apoyo, ni siquiera beneplácito, aprobación de nadie de la Iglesia. Al contrario: algunos pues que se daban cuenta de que estaba preparándose algo, insistían mucho en que era una locura, que era absurdo.

-¿No crees que los actuales zapatistas llegaron a la conciencia de la necesidad de rebelarse a través de la prédica de la Teología de la Liberación?

-No, creo que no. Porque más bien el trabajo de la Iglesia o de la diócesis -en este caso de San Cristóbal- de don Samuel, que abarca toda la selva y todos los municipios de Los Altos, fue al revés, pues, fue que tenían que buscar una opción de vida, por la participación de la vía política, por buscar medios de subsistencia autónoma. Ellos insistían mucho en los proyectos de autosuficiencia, de salud comunitaria, todo eso. En realidad, todo el proyecto de la Iglesia que se les presentaba a los compañeros era lo que ellos llamaban el proyecto de vida, mientras que el nuestro era el proyecto de muerte.

“Lo que pasa es que fracasó y los compañeros se dan cuenta de que no hay tampoco opción por ese lado. Si se organizan en cooperativas, se las truenan. Si se organizan para pedir tierra, los rechazan. Se organizan para tomar la tierra y los matan. No tienen salud, se mueren. Yo pienso que allí es donde se da el boom zapatista de miles.

“No le crean al Pentágono eso de que mil 500. Son muchos miles, producto de esa política arbitraria, injusta, autoritaria, llevada a su máxima irracionalidad, tan irracional que nosotros para ustedes no existíamos.

“O sea, la muerte nuestra no existía. Nuestra, hablo pues por los compañeros. Tienen razón los neopositivistas cuando dicen que las cosas existen en tanto que son nombradas. La muerte chiapaneca existe hasta que alguien la nombró, pero ya existe.

-La nombraron muriendo..

-Sí. La nombraron muriendo de esta forma, porque como quiera nos moríamos. Fue hasta que ustedes voltearon a ver, o sea la prensa, que la nombraron.

-Don Samuel dice que ustedes han llegado a la conclusión, errónea dice él, de que todas las puertas están ya cerradas. Él opina que no, que algunas están aún abiertas …

-Sí, sabemos que él opina que había posibilidades dentro de la democratización de la sociedad, participación política, había otras formas de organización económica, que superaran los límites de la reforma al artículo 27. Pero los compañeros tienen mucha experiencia en eso, pues se probaron realmente todos los caminos. Ellos son finalmente los que deciden esto, dicen ya basta. Lo dijeron primero y nadie oyó. Entonces a mí me dicen: “Ya, no vamos a esperar más, te vienes con nosotros o te quedas, nosotros pensamos que ya”. Y yo les digo: “Pero no, es que miren, que la correlación de fuerzas internacionales, que la situación nacional, que reforma política, que el Tratado de Libre Comercio, que la opción política, no va a haber consenso”.

“Y ellos dijeron: `No, como quiera la muerte es nuestra y ahora vamos a decidir cómo la tomamos. Entonces, tú búscale a ver cómo, que salga bien, si se puede, y si no pues ni modo, pero escoge’ y me dieron a escoger: `Te vas con nosotros o te quedas’, y yo escogí.”

-Mucho se especula si ustedes son un grupo bien armado o no, si son financiados desde fuera o no. ¿Qué armamento tienen? ¿de dónde viene?

-Son tres fuentes principales de aprovisionamiento: una pequeña parte viene de un acopio de hormiga, de comprar aquí y allá; otra fuente importante es la de la policía mexicana y el Ejército, en su parte de lucha antinarcóticos. Cuando ellos apresan a los narcotraficantes y les quitan las armas, sólo una pequeña parte de éstas es entregada a las autoridades, porque el resto va al mercado negro.

“Nosotros les comprábamos luego a ellos AK-47, M-16, y otras armas. Ellos pensaban que estaban vendiendo armas a otro grupo de narcotraficantes al que posteriormente le caerían para arrestarlo, quitarle las armas y volverlas a vender, un buen negocio, claro. Y la tercera fuente son las guardias blancas de los finqueros, que son entrenadas por oficiales de la seguridad pública y del Ejército. Tienen buenas armas, a finales del año pasado recibieron ametralladoras UZI. Y hay una cuarta fuente de aprovisionamiento que son las armas que tienen los campesinos en la mayor parte de México, escopetas de caza y otras cosas más rudimentarias. No tenemos la cantidad de armas que quisiéramos, ni las municiones. No hay apoyo extranjero.”

-¿Y el grueso de los combatientes, quiénes son, de dónde vienen?

-De la montaña, de la selva, pues. El EZLN pasó de una etapa a otra de un modo muy ordenado. Digamos que para los compañeros campesinos, el EZLN nació como un grupo de autodefensa, es decir, hay un grupo armado muy prepotente que es la guardia blanca de los finqueros que les quitan la tierra y los maltratan, y limita el desarrollo social y político de los indígenas.

Luego los compañeros vieron que el problema no era el de la autodefensa de una comunidad, o de un ejido, si no que era necesario establecer alianzas con otros ejidos, con otras comunidades y comenzaron a hacer contingentes militares y paramilitares más grandes, pero todavía con la idea de la autodefensa. Hubo un estancamiento hasta que el supremo gobierno tuvo la brillante idea de reformar el 27 y ese fue un poderoso catalizador en las comunidades. Esas reformas cancelaron toda posibilidad legal de tener tierra, que era lo que finalmente los mantenía como grupo paramilitar de autodefensa.

“Luego llegó el fraude electoral del 88 y ahí los compañeros vieron que tampoco el voto servía porque no se respetaba lo que era evidente. Estos dos fueron los detonantes, pero a mí se me hace que lo que más radicalizó a los compañeros fue la reforma al artículo 27, eso fue la puerta que se les cerró a los indígenas para sobrevivir de manera legal y pacífica. Por eso se alzaron en armas, para que se les oyera, porque ya estaban cansados de pagar una cuota de sangre tan alta.

“Aquí, cuando alguien se enferma y los familiares lo llevan al médico y éste les receta algo, entonces los familiares sacan cuentas sobre qué les sale más barato, si comprar las medicinas o comprar la caja. Así, de la manera más fría que uno pueda imaginar”.

-¿Y la idea de la lucha armada, concretamente la de formar esta guerrilla tan singular, cómo se implantó?

-Nosotros llegamos ya con campesinos, no llegamos los ladinos a meternos en la selva para luego organizarnos. Desde antes, buscándole caminos a la situación, encontramos algunos sectores campesinos indígenas aquí en el sureste y con ellos hablamos y con ellos entramos, nos entrelazamos y luego empezaron a formarse y tener trabajo de dirección. Ellos fueron los que dijeron bueno, hay que meterse aquí, con un grupo guerrillero que era mayoritariamente indígena.

“Los indígenas nos enseñaron a caminar por aquí, nos enseñaron a vivir de la montaña, a cazar, y ahí comenzamos a estudiar sobre armas. Así comenzó el EZLN, pero la primera fase fue de pura sobrevivencia, había que aprender a vivir de la montaña, hacer que la montaña nos aceptara. Siempre desde el principio fueron los jefes políticos indígenas los que hablaban con las comunidades, porque es imposible que acepten a un ladino.”

-¿Ustedes se plantean tomar el poder a través de las armas?

-No. No pensamos a la manera maoísta de que el ejército campesino, desde las montañas, cerca a las ciudades. No pensamos eso, si no hay obreros no hay ninguna posibilidad política ni militar de nada.

-¿ Ustedes son una fuerza nacional?

-En el sentido de que nuestras demandas fundamentales son nacionales y cuentan con simpatía, sí..

-En cuanto a los obreros, ¿hay alguna posibilidad de alianza, de interesar en su causa a los obreros de las zonas urbanas?

-Bueno, tendría que pasar que el EZLN incorpore entre sus demandas las demandas del movimiento obrero, no al modo de Fidel Schwarzenegger, claro. Yo lo que quiero que me entiendan es que cuando uno habla de muerte y de miseria en Chiapas, cuando uno habla de desesperación, pues es algo que acalambra. Por eso los compañeros dicen que ya basta, no hay eso de si hay o no consenso sobre la lucha armada: o nos morimos así o nos morimos de todos modos. Es mejor morir con dignidad, como lo han dicho muy claramente.

-¿Quiere decir que el EZLN no puede llegar a tener algunos puntos de coincidencia con el movimiento popular en otras entidades?

-Tendría que ser un espacio más amplio, en una bandera más grande. No sería dentro del EZLN; esa coincidencia con otros sectores tendría que ser algo más grande y amplio. Por eso hablamos de un movimiento nacional revolucionario. Ese punto de coincidencia tiene que ir sobre un punto más grande que el EZLN. Si alguien alza esa bandera, nosotros iríamos ahí…

-En cuanto a los diez puntos que ustedes plantean en su declaración ¿tienen propuestas concretas para resolverlos?

-Sí. Los compañeros que van a ir al diálogo tienen claramente definido eso, lo que queremos.

-“Eso implicaría crear autoridades regionales en las zonas donde están?

-Autonomía, dicen los compañeros, como la de los vascos, o la catalana, que es una autonomía relativa, porque ellos tienen mucha, mucha desconfianza de los gobiernos estatales. Por ejemplo, en el caso de los compañeros no es tanto el Ejército federal el que concentra sus odios; es la seguridad, es la policía estatal, la judicial, que si nos ven nos comen a pedazos. Pues entonces ellos dicen que hay que negociar un estatuto de autonomía donde nuestro gobierno, nuestra estructura administrativa, sea reconocida por el gobierno y podamos convivir así, sin que se metan con nosotros.

-¿Han analizado hasta dónde puede llegar a intervenir Estados Unidos?

-¿En contra de quién? ¿de nosotros o de Salinas?

-Oh, pues de ustedes, claro…

-Pensamos que una intervención militar generalizada contra nosotros es poco probable. Pensamos que puede haber intervención, pero contra el proyecto del PRI. Los que están preocupados por la reunión del Congreso no somos los zapatistas. A nosotros eso nos deja inamovibles, la montaña para nosotros es el nacimiento y ha de ser también la muerte. El que está preocupado es el gobierno federal, creemos que es prematuro hablar de una intervención norteamericana.

-Dices que la falta de tierra fue el detonante de esta guerra. En este capítulo ¿qué quieren? Reforma agraria, artículo 27, ¿qué?

-Estamos pensando que se tiene que plantear otra vez el tema agrario, pero un paso importante sería anular las reformas salinistas al 27; estoy hablando de gente que tiene tierra mala o que no tiene tierra. Lo que dicen los compañeros es que la tierra es la vida, que si no tienes tierras estás muerto en vida y entonces para qué vives, mejor peleas y mueres peleando, pues.

“Anular esas reformas salinistas no bastaría, pero sería un inicio para abrir un proceso más amplio de discusión donde se tomara en cuenta al campo y no el compromiso gubernamental en cuanto al TLC, que es el que en realidad orienta esas reformas al 27.”

-¿Y sobre la democratización?

-Respeto a la demanda política. La Declaración de la Selva Lacandona sostiene que no puede haber un cambio democrático vigilado por un gobierno ilegítimo, o antidemocrático, si a ustedes no les gusta el término. Esto viene a demostrarse de una manera absurda después de que los ocho partidos políticos dicen: “Ahora sí, democracia”, el otro viene y dice: “No se hagan bolas”. Nos preguntamos qué garantías puede haber hacia ese documento, qué esperanza puede haber. Por eso nosotros insistimos en que ese tiene que salir para que entre otro que diga: `Ahora sí, peléense sin armas para ver quién gana.”

Oscurece y arrecia el frío. El subcomandante ordena una parada militar y la columna presenta armas a los periodistas porque, les dice el jefe, “son buenas gentes”. Y entonan para nosotros sus himnos, el Insurgente y El Himno del EZLN. Se canta con la tonada de Carabina 30-30

Vamos, vamos, vamos, vamos adelante
para que salgamos en la lucha avante
porque nuestra patria grita y necesita
de todo el esfuerzo de los zapatistas

De regreso al campamento se desata contando chistes y anécdotas. Como ésta, del primero de enero:

En la comandancia de la Policía Municipal de San Cristóbal de las Casas suena el teléfono durante la madrugada:

-¿Comandancia de la Policía? Oiga, queremos avisarles que mucha gente armada está entrando por acá, por la Diagonal Centenario.

-Está bueno. Ya estamos informados. No se preocupe. Todo está bajo control.

Quien contesta es Marcos, quien coordina la ocupación de las instalaciones policíacas. Atacado de risa, claro.

Poco a poco van subiendo la cuesta las compañeras de la cocina con grandes ollas de guisado y cubetas de café. Saludan militarmente: “Compañero miliciano.”

Cuando está todo a punto. la mayor Ana María se cuadra. “Subcomandante, estamos listos para servir”. Y Marcos da la orden: “Agarren”.

Pero él no come. Claro, el pasamontañas. Y aún están ahí los periodistas.

III

Fue la inspiración de Pancho Villa en la sierra de Corralchén, con alguna que otra adaptación. Un set cinematográfico tipo Hollywood. Con piedras se formaron cuatro calles con sus letreros. Con bambú y adobe se realizaron fachadas de casas y de un hipotético palacio municipal. De madera se hizo un pequeño autobús al que le pusieron de letrero “82″ regimiento y a lomo de ser humano se llevó hasta esta distancia una motocicleta de verdad, sólo con el fin de dar el toque realista al escenario. En ese set se ensayó la ofensiva de enero de 1994. Cuando el Ejército cayó en ese campamento medio año antes, en mayo de 1993, los generales de la fuerza armada dedujeron: “Este es el plan de un ataque contra Ocosingo”. En realidad, era mucho más.

“Si te fijas -nos dice ahora, sobre los hechos consumados, el subcomandante Marcos- las fachadas de los palacios municipales de San Cristóbal, Margaritas, Ocosingo y varios más son idénticos”. Así se entrenó el EZLN para las tomas de esas localidades.

Sólo una cosa reclama el autor de la estrategia: reconocimiento a su originalidad: “Yo no me copié la ofensiva del FMLN a San Salvador en 1989, yo me copié el ataque de Pancho Villa a Ciudad Juárez”.

En los doce días de combate no siempre sucedieron las cosas conforme al plan del estratega del EZLN. Ocosingo fue un caso en el que no hubo un combate propuesto. El Ejército los rodeó por dos lados y la población civil quedó en medio. En ese caso, cuenta Marcos, “nuestra tropa hizo lo que tenía que hacer, morirse por la población”.

A pesar de su entusiasmo por el éxito logrado en ese su golpe maestro, la toma simultánea de cinco cabeceras municipales, admite con realismo:

“Ni podemos derrotar ahora al Ejército federal, ni el Ejército federal nos puede derrotar militarmente a nosotros. Lo decisivo en una guerra no es el enfrentamiento militar, sino la política que se pone en juego en ese enfrentamiento”.

Mientras el subcomandante ladino habla, los comandantes indígenas -de uno de los Comités Clandestinos Revolucionarios del Ejército Zapatista de Liberación Nacional- presentes en la entrevista, asienten con la mirada:

“Asumimos que hemos tenido muertos. Nunca mentiremos sobre el número de nuestras bajas. Morir así, para nosotros, es un honor. Ahorita ya estamos viviendo de prestado”.

Entre las armas y la negociación, entre la guerra y la paz, en la profundidad de su territorio, los zapatistas una cosa tienen clara: “Definitivamente, aún no es hora de entregar las armas”.

Y sobre la influencia de las guerras de Centroamérica en la década de los ochenta en esta experiencia chiapaneca, señala: de los sandinistas, los zapatistas aprendieron la desconfianza a la opción puramente electoral. De los farabundistas, la desconfianza al desarme. Y de los guatemaltecos, sus vecinos más cercanos… esa es, tal vez, la única pregunta que quedó flotando en el aire.

Fuera de eso, la influencia es “puro Villa y Zapata, y los errores, lo que no debe hacerse, de las guerrillas mexicanas de los años setenta”.

Ahora, en esta etapa de espera defensiva en su territorio, los zapatistas han empezado a minar carreteras, para evitar el avance de los blindados del Ejército por sus carreteras. El subcomandante Marcos pide que se informe de esto, sobre todo como advertencia a algunos periodistas que imprudentemente se cruzan los retenes del EZLN. “Ya nos pasó una vez. Un loco no obedeció la orden de detenerse y se siguió. Sudamos para desactivar las minas”.

Mayo del 93: Corralchén

En mayo de 1993 el Ejército mexicano descubrió un campamento guerrillero en una localidad llamada Corralchén, municipio de Ocosingo. En él había, se dijo en ese momento, propaganda insurgente, restos de parque y una maqueta que revelaba ataques contra la cabecera municipal de Ocosingo. Pero la versión oficial se quedó corta. Había mucho más.

-El general Miguel Ángel Godínez, comandante de la zona sureste dice que lo que ustedes hicieron los primeros días de enero fue una acción propagandística y que fue un completo fracaso…

-Sí fue una acción propagandística y fue un completo éxito. Lo que sea de cada quien, fue una maravilla militar que es de la que nadie quiere darse cuenta, porque ahorita todos dicen que el que hable de las cosas militares es un guerrerista, un irreflexivo que no se ha dado cuenta de que la vía violenta no es un camino para México. Por eso yo creo que entre la prensa y los intelectuales, le han sacado la vuelta a la cuestión militar. Nosotros íbamos a empezar a las cero horas del día 31 de diciembre con los cohetes del Año Nuevo. Habíamos tomado en cuenta que no había población civil, porque eran vacaciones. La mayoría de la gente estaba en sus casas, no iba a andar en las calles si hubiera un tiroteo. Los oficiales del Ejército federal iban a estar de vacaciones o si no que explique Godínez dónde estaba su cuerpo de oficiales. Yo si sé dónde estaba cada uno. Y el país entero estaba relajado.

“Y te voy a decir de una vez cómo le hicimos, porque si no van a decir que copié la ofensiva del 89 en El Salvador. Nosotros agarramos lo que hizo un señor que se llamaba Francisco Villa cuando atacó Ciudad Juárez, Chihuahua. Si se acuerdan ustedes fingió el ataque a Chihuahua y luego le cayó a Juárez.

“Nosotros amagamos el ataque a Ocosingo, y si revisas la prensa, tres días antes se supo en todo el país que un grupo de guerrilleros estaban en San Miguel (cercano a Ocosingo) y todo mundo se hizo pato.

“Entonces allí fue donde el enemigo pensó que íbamos sobre Ocosingo y nosotros empezamos a mover tropa y media hacia San Cristóbal. Cuando ellos se dan cuenta, pues esperan el ataque a Ocosingo, la sorpresa en San Cristóbal de las Casas, allí se espantaron.

-¿Qué pasó en mayo pasado realmente en la sierra de Corralchén, cuando les cayó el Ejército? ¿Fue una acción que ustedes buscaron o fue fortuita? (En esa ocasión este enviado, Elio Enríquez, reportó el operativo militar que cercó Corralchén y descubrió un campamento guerrillero cuando ya los zapatistas estaban lejos de ahí).

-No, fue un accidente. Nosotros pensamos que, o fue un chivatazo o fue un accidente que esa columna de soldados llegara a nuestro cuartel. Lo que es cierto es que esa misma noche ni un zapatista estaba en esa sierra. O sea, nosotros salimos del cerco inmediatamente y todos los combates posteriores eran entre ellos, nosotros ya estábamos replegados en la selva.

“Lo que pasa es que el Ejército atascó de soldados la sierra, entonces empezaron a avanzar las columnas, chocaron unos con otros y se mataron, nosotros contamos doce soldados muertos y seis heridos, pero así de morteros. Y es que en cuestión táctica si te falla la comunicación es difícil. Pero lo que nosotros suponemos es que el mando no dice me equivoqué y le pegué a los míos, sino que el mando dice son guerrilleros. Entonces Godínez empieza a aventar más y más soldados y se cierra el cerco.

“Nosotros en ese momento nos calmamos porque el CCRI dijo: si tocan los pueblos empezamos, si no, no.

“Pero ya estábamos esperando. El ejército cometió un error al retirarse, si ya estaba allí. Nosotros estábamos a punto de activar la ofensiva que estaba planeada para fin de año. De pronto, el asesinato del obispo Juan Jesús Posadas en Guadalajara. Luego el problema saltó a la prensa nacional y allí se paró, si no en mayo hubiera tronado y entonces me estarían preguntando en mayo”.

-Dices que en la información que ha circulado casi no se toca lo militar. ¿Crees que hay un propósito deliberado de bajarle énfasis a lo militar, de reducir el fenómeno?

-Sí, a mí me parece claro que hay consenso en el gobierno, en ustedes y en la sociedad civil, que hay que mostrarle a todo el mundo que la vía militar no tiene ninguna opción.

-¿Por qué?

-No sé por qué. Nosotros demostramos en la ofensiva de enero que son posibles acciones militares de envergadura si se reúnen una serie de condiciones, y que esa sapiencia militar no tiene por qué buscarse en las guerrillas tradicionales o centroamericanas sino en la historia misma de nuestro país. Yo pienso que nadie le quiere meter a eso.

-¿Por qué pudiera cundir el ejemplo, dirías tú?

-Sí, el ejemplo de intentarlo o de planearlo bien y de llevarlo a cabo alguna vez, no el ejemplo de agarrar de pronto las armas y atacar el palacio municipal. Se dice: éstos sí son indígenas desesperados, hambrientos, analfabetas, pero hicieron un plan militar, lo llevaron bien, lo concluyeron bien.

-A pesar de los aciertos militares del EZLN hay un cierto fatalismo cuando ustedes hablan de sus perspectivas, como que asumieron que no hay mucho futuro desde el punto de vista estrictamente militar.

-Como dijimos desde el principio, estamos viviendo de prestado. Yo tengo que ser sincero con la gente y decirle: esta vez que les escribo a lo mejor es la última, ésa es la verdad. No es cáncer ni sida, es que nos quieren matar. O nos matan los federales a balazos o los periodistas por una imprudencia.

-¿Cómo esperan lograr algo contra un ejército bien armado y con gran apoyo logístico?

-Bueno, lo decisivo en una guerra no es el enfrentamiento militar, sino la política que se pone en juego en ese enfrentamiento. Nosotros sabemos que esta guerra no se va a definir en términos militares, ni aunque nosotros tuviéramos las mejores armas. Lo que cuenta es la política que anima a unos y a otros. No pensamos nosotros que ahorita haya una derrota militar de cualquiera de las dos partes, sabemos que no podemos derrotar ahora al Ejército federal, pero sabemos también que el Ejército federal no nos puede derrotar militarmente.

“No salimos a la guerra el primero de enero para matar o para que nos maten, nosotros salimos a la guerra para hacernos escuchar, en ese sentido es claro el pensamiento de los compañeros del Comité cuando dicen en su declaración el «ya basta». No fue suicida ni aventurero porque tuvimos pocas bajas y nuestra capacidad militar está intacta, y creció. Nosotros salimos de la montaña con varios miles de hombres y cuando nos replegamos lo hicimos con más hombres.

“Nosotros no mentimos respecto del número de bajas, no es necesario. No vamos a ocultar que morimos, para los compañeros morir en estas circunstancias es un honor, es de dignidad. Si el ejército dice que ha matado a tantos guerrilleros pues nosotros decimos que no es verdad, quién sabe a quién mataron, por eso no es gratuito cuando decimos que el Ejército mata civiles y luego dice que son zapatistas. Tenemos más gente, más parque y más armas, ¿dónde está el suicidio?”

-Hay testimonios fotográficos abundantes de que muchos combatientes zapatistas fueron enviados a la guerra con fusiles de palo. ¿Eso no es suicidio?

-No, cuando el combatiente no tiene aún un arma debe aprender a moverse como si la tuviera, es parte de la formación de un combatiente, llevar algo en las manos para que aprenda a moverse. Y el cuento de que llevábamos a los inditos con fusiles de palo y que detrás iban los extranjeros con armamento ultramoderno es una mentira.

Ocosingo, una ratonera

-¿Qué pasó en Rancho Nuevo y Ocosingo? ¿Cómo fueron esos operativos?

-El ataque a Rancho Nuevo fue porque un ejército hambriento de armas y de balas tiene que ir a donde están las armas y las balas. Después fingimos otro ataque a Rancho Nuevo, el día 2. No sé quien estaba al mando de Rancho Nuevo, o si había mando o no, pero el que estuvo hizo bien, se defendió bien. Nosotros fingimos atacar por el flanco derecho para atacar por los dos lados, pero ellos se defendieron por los dos lados, también. Entonces cuando mandamos a una patrulla a chocar se da el choque, hay muertos de los dos lados y nosotros lo que hacemos es lo que todo ejército perfectamente bien entrenado, alimentado y disciplinado hace, que es correr. Nos desbarataron la ofensiva, pues. Estábamos todavía aprendiendo. Estamos aprendiendo.

“Nosotros teníamos el plan de que cada cabecera municipal tenía que irse desalojando sin choque, pero estábamos pensando en Rancho Nuevo. Rancho Nuevo está fijo, porque lo acabamos de chocar para permitir una retirada ordenada, política, decimos nosotros, de Ocosingo, Chanal, Margaritas, Oxchuc y Huistán.

“Pero el Ejército manda una fuerza por Palenque, cuando no la esperábamos, por errores tácticos, y cuando se da el repliegue entra el Ejército y choca contra nuestra barrera de contención y les pasa a ellos lo que a nosotros en Rancho Nuevo, los desbaratamos y dispersamos, aunque no lo diga Godínez. Nosotros estamos dando como bajas del enemigo las mismas que el Ejército reconoce, pero para nuestros servicios de inteligencia hasta el 15 de enero había 180 cadáveres de federales en la séptima región militar de Tuxtla Gutiérrez. Pero lo que no tenemos confirmado no lo estamos dando por un hecho. De por sí el plan es replegarse la tropa que toma Ocosingo, que es una fuerza muy grande. Se va retirando en etapas y aparece el problema de los civiles. Los que estuvieron en San Cristóbal se dieron cuenta de eso. Los civiles se mezclan con nuestra tropa, por simpatía, por curiosidad o lo que sea. Y entonces los agarran en esa ratonera que fue el mercado. Nuestra tropa estaba posicionada pero no podía dejar a los civiles ahí.

“Para sacar a los civiles nuestros francotiradores empiezan a hacer fuego y a causar bajas en el Ejército y ahí el enemigo ubica a los que teníamos y nos empieza a morterear. Los heridos que tenemos en nuestro hospital de campaña no son por heridas de bala, sino por esquirlas de rockets y de mortero.

“Nuestros combatientes se tiraron desde una posición fija, cosa que es suicida para cualquier francotirador, que tiene que cambiar de posiciones, pero lo hicieron por sacar a los civiles, porque un combatiente tiene que proteger a los civiles. Ahí tenían que mantener trenes largos de tiro y entregaban las posiciones. Perdimos en el peor de los casos 40 compañeros.”

-Es mucho.

-Es serio porque son compañeros, aunque fueran cuatro. Pero los muertos están confirmados nueve, los demás no sabemos si están presos o están desaparecidos porque días después empezaron a aparecer por otros lados, por grupitos. Porque esa fuerza se conoce muy bien esa sierra.

“Así, lo de Ocosingo no fue un combate propuesto pero la tropa hizo lo que tenía que hacer, morirse por la población. Ahí es donde un guerrillero no puede optar. Si tiene que morirse por un civil lo va a hacer. Eso no lo entiende cualquiera.

-¿Los cinco muertos del mercado son zapatistas?

-No sabemos. Compañeros nos han contado de un combatiente herido que es capturado, un soldado lo amarra por atrás y luego llega otro y lo rocía con una ráfaga de arriba para abajo. Y otro que vio que llevaban a cuatro con las manos atadas, pero que eran civiles. Según lo que nos dicen nuestros orejas, que los tenemos en todos lados, lo de la exhumación del ministerio público se hizo de noche y lo dejaron para el otro día. En la noche llegó el Ejército y vistió a los cadáveres de guerrilleros. Pero no me atrevería a asegurar que todos son zapatistas.

-Esta semana empiezan las negociaciones. Para ustedes, ¿llegó la hora de entregar las armas?

-Definitivamente no. Yo he hablado con los compañeros del Comité, además de con la tropa, pero como aquí los que mandan son los del Comité, pues nosotros tenemos que hacer lo que ellos digan, y ellos dicen que no pueden entregar las armas porque hasta ahora lo único que ha habido son promesas del gobierno de que las cosas van a cambiar y es lo que ha habido siempre en procesos electorales, haya o no haya movimiento armado; en procesos electorales siempre hay declaraciones y promesas. Los compañeros dicen que la entrega o no entrega de las armas tiene que ser en un proceso posterior a la negociación y a que se vea que están cumpliéndose los acuerdos.

-¿Miran ustedes conservar las armas como garantía de los acuerdos?

-Nosotros pensamos que sí. En este caso hay una doble garantía, primero para que el gobierno cumpla con lo que promete y luego hay una garantía de sobrevivencia. Porque hay algo en lo que no han puesto atención los medios de información, que es la existencia de guardias blancas (especie de escuadrones de la muerte), por cierto uno de nuestros principales proveedores de armas, ya que tanto les preocupa lo de las armas.

“En tiempos del gobierno de Patrocinio González se organizó la Unión para la Defensa de Ocosingo, al servicio de los ganaderos, que tenía 400 hombres armados. Nosotros pasamos a quitarles esas armas y encontramos de todo, fusiles M-16, R-15, escopetas, entonces, cómo vamos a entregar las armas si hay otras fuerzas militares, independientemente de que el Ejército esté de acuerdo con la paz. Las guardias blancas llevan aquí la voz cantante, sobre todo en la selva Lacandona. Tiene que desarmarse a esa tercera fuerza, en este caso, a las guardias blancas de los finqueros.

-¿Y cómo se mantuvo en secreto una operación tan vasta, con tanta gente en movimiento?

-Porque el pueblo está con nosotros. Prácticamente cuando el Ejército Zapatista y el Comité Clandestino hablan de territorio bajo control, es todo lo que no sea ciudad y carretera en Chiapas, o sea todo el territorio rural controlado por los zapatistas. Si no, ¿como es posible que nosotros podamos mover a miles de gentes desde la selva a una ciudad que está a doce kilómetros del cuartel militar más grande que hay en el sureste, el de Rancho Nuevo, y acampar días antes en los alrededores? Tiene que haber una complicidad, un apoyo no sólo del lugar de allí sino de toda la ruta de salida y entrada, que es la que nos permite replegarnos sin baja.

-¿Quieres decir que mucha gente cubrió la operación con silencio?

-Con silencio y con apoyo, porque hay que mover a la gente, alimentarla, esconderla, pero la mayoría callando. La mayoría podría no ser zapatista, pero se decía: pues esto va en contra del que me está molestando, está bien no voy a decirle al que me está molestando; al revés, ojalá se pasen y que les vaya bien. Así nos decían.

-¿Y cómo está el EZLN ahora, en estos territorios? ¿En campamentos, en los poblados, dónde?

-Que bueno que me preguntas eso, porque dicen que estamos saqueando los ranchos y no es cierto. Estamos esperando un ataque, atrincherados a lo largo de todas las entradas, no podemos darnos el lujo de ir a robar vacas o cochinos. Ahorita estamos, en términos militares, dentro de nuestro terreno en una situación y un dispositivo defensivo que es de por sí el que ya teníamos planeado desde hace mucho tiempo y no tiene problemas para nosotros.

“El ataque es el que fue un dolor de cabeza, porque todo lo que es ventaja en la defensa es desventaja en el ataque. Por ejemplo, me refiero a la dispersión de fuerza. Ahorita nosotros tenemos fuerza en muchas partes, armada, ubicada y con conocimiento del terreno. Pero para la ofensiva, tú tienes que juntar toda esa fuerza y llevarla a un lugar que no es su terreno y ponerla a pelear allí, ésa fue la gran dificultad de enero, cómo poder resolver esa movilización y concentración de fuerza sin ser detectado por el enemigo.

“Inicialmente había pensado hacerlo el 28 de diciembre, pero luego pensé: cualquiera que hable y diga que estamos moviendo gente, nadie va a creer pues es el Día de los Inocentes. Por eso se canceló el 28 de diciembre y se dejó el 31 de diciembre.

-Si todo estaba tan bien planeado, ¿entonces, por qué detener el avance? ¿Por el alto al fuego gubernamental?

-Mira, te voy a decir qué pasó. Nosotros empezamos, nos dieron una corretiza, nos metimos en un lugar, combatimos bien, nos replegamos, y de pronto estamos poniendo explosivos en una carretera donde iban a pasar los tanques, ya sabíamos que así iban a entrar. Y de pronto me dicen alto al fuego. Chin. Pérate, algo pasó. Se supone que esto debe pasar cuando ya tengamos meses peleando.

“Fui con el Comité y les digo: escuché las noticias de alto al fuego. Algo tiene que estar pasando porque no es con nosotros. Saquemos el cese el fuego también para saber qué estaba pasando. Nosotros estábamos corriendo. No estábamos afrontando con nuestros heroicos pechos las balas del enemigo. Pero empezamos a calar que algo estaba pasando que no sabíamos. Y luego ya descubrimos que era esto: tenemos que reconocer, con honor, que la sociedad civil provocó ese cese al fuego, y yo pienso que ahí tuvieron un papel protagónico, por lo menos al principio, la poca prensa honesta que hay en este país, pero valiosa.

IV

La actividad política en los territorios zapatistas es intensa estos días. Los Comités Clandestinos Indígenas Revolucionarios de cada zona han seleccionado ya a dos delegados para la mesa del diálogo y están en proceso de consulta con las bases para definir el mandato que esos líderes llevarán: a qué le pueden decir que sí, y a qué, que no.

Frente a Manuel Camacho Solís se sentarán 15 zapatistas, entre comités y fuerza combatiente.

Admiten, nos confiesa el subcomandante Marcos, que se saltó tan rápido de la fase militar a la fase política que `no estamos preparados para el diálogo’

Según su definición del momento, el conflicto se encuentra, dice, entre un “monólogo disfrazado de diálogo” y un “conflicto bélico latente”.

Aun así, afirma que se pueden esperar grandes resultados de esta negociación. “Políticos, sí”.

Pero por otra parte, la dirigencia política del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se prepara para un diálogo más amplio, más de fondo.

Por un lado, con los partidos políticos.

Según nos adelanta el subcomandante Marcos, algún día, tal vez pronto, todos los candidatos a la presidencia recibirán una invitación del Comité CCRI-CG para que vayan a visitarlos a sus territorios, “que se sienten con nosotros y a ver qué nos dicen de nuestro problema”.

Para ellos, los zapatistas tienen un mensaje: “El mensaje es que hay un movimiento más grande, que va más allá de lo armado, en el que cada quien tiene algo que hacer para lograr la transformación de este país en algo más justo”.

Porque si no se hace, advierte, “se puede negociar la paz en Chiapas en febrero y en junio otra vez el país está levantado; si el sistema no se revoluciona para las elecciones, existan o no existan los zapatistas, nos aniquilen o no nos aniquilen, el país se va a levantar”.

En su agenda político-electoral, que nace de una cultura política distinta a la que conocemos en la grilla nacional, pretenden que, si no renuncia el presidente de la República, al menos tienen que haber reformas para que no sea el gobierno federal el que sancione el proceso electoral, y que sea un colegio electoral independiente el que diga: “Éste ganó y aquél perdió”.

Las piedras cubiertas de musgo húmedo se vuelven más duras y más incómodas después de varias horas de entrevista. Aun así, continúa la sucesión de preguntas y respuestas, de la misma forma como continúa la sucesión de sol neblina y llovizna. Al fondo, la caída de un arroyo. Un combatiente de catorce años se pone feliz de que las grabadoras registren ese ruido: “Que bueno, va a salir el habla del río”.

-El tablero electoral está bastante movido a raíz de lo que se ha vivido a partir del primero de enero. Ustedes no son un partido político pero, ¿qué posición tienen ante las elecciones de agosto? ¿Piensan ustedes participar políticamente más adelante en el terreno electoral?

-Desde la montaña eso es difícil. Si no renuncia el presidente de la República, entonces tiene que haber reformas que digan que ya no es el gobierno federal el que sancione el proceso electoral, porque ya vemos que favorece a un solo partido; que sea otra instancia la que sancione eso. Es un principio que el secretario de Gobernación no tenga partido; que el Colegio Electoral sea el que diga: “Este ganó y aquél perdió”, pues que no tenga vínculo con el gobierno federal.

“Tan es así, que el gobierno federal ya se definió con su máximo líder por un candidato; “no se hagan bolas”, dijo. No va a haber elecciones democráticas a menos que haya un cambio en otro sentido en la ley electoral.

“Si hubiera una reforma en el proceso electoral que permitiera que no fuera el gobierno el que sancione las elecciones, es como si se cortara la cabeza porque finalmente es lo que está pasando”.

-¿A ustedes les es indiferente que sea Colosio quien vaya por el PRI o sea otro candidato?

-Sí, la verdad sí. Incluso nos es indiferente quién gane las elecciones, si es que las ganan, o sea, su pensamiento de los compañeros es que si hay realmente democracia en México, cualquiera que salga tiene que responder a lo que la gente le diga, porque si no lo quitan, porque así es la democracia de los compañeros. Ellos, por ejemplo, son elegidos democráticamente, si no cumplen su trabajo su base los quita, los remueve. Por eso dicen: así debería ser el país. Si gana el PRI tiene que ganar a la buena, pero de tal forma que si no cumple lo que promete tenemos que quitarlo y tiene que entrar otro partido.

“Y por eso es que cuando el santo varón éste, Aguilar Talamantes, sale diciendo que él puede ser el brazo político del EZLN, los compañeros dicen no, pues hay que decirle que no, pero además hay que decirle que no a todos. Peléense, ganen, pero tiene que haber algo que diga que el que gane tiene que cumplir si no, no. Porque si apoyamos un partido y si va a ser lo mismo, lo que necesitamos es un espacio que presione a ese candidato o a ese presidente a que cumpla.

“En eso son muy claros y muy radicales. Ahora dicen: no, pues no hay que apoyar a tal o cual partido. Si va a ganar Colosio, tiene que ganar a la buena y ganar a la buena quiere decir que tiene que cumplir lo que diga. Lo mismo si gana Cárdenas o si gana Diego Fernández de Cevallos.

“Ellos están pensando invitar a los candidatos a que hablen con ellos o que los escuchen. Si no quieren venir, pues mandarles carta y decirles, porque finalmente lo que ellos hablen con el gobierno lo va a decidir el próximo presidente y ese próximo presidente para bien o para mal sale de entre los nueve o ya no sé cuántos sean los candidatos a la Presidencia”.

-Los zapatistas ¿están dispuestos a constituirse en fuerza política?

-Eso tendrían que verlo los compañeros, porque hay mucha desconfianza respecto a lo de partido político. Tienen que ver ellos qué garantía se les da, qué reconocimiento, y luego finalmente dicen, bueno, pues es que nosotros no nos alzamos para tomar el poder. Si un partido político eso es lo que quiere, tomar el poder, entonces qué nos va a pasar a nosotros como jefes.

-Decías que las reformas al 27 fue detonante. ¿Y qué tal el gobierno de Patrocinio González?

-Sí. Ese Patrocinio era completamente absurdo, pero más que Patrocinio fue lo que él apadrinó: la Unión para la Defensa de Ocosingo, las Asociaciones ganaderas de Altamirano, de Margaritas, asociaciones muy retrógradas. Son la burguesía más reaccionaria de las burguesías, muy agresiva, déspota, racista. A diferencia de otros gobernadores que la paliaban o se hacían pato, ese Patrocinio la aplaudía. Sí, tuvo mucho que ver él con ese proceso de radicalización.

-¿Cuál es su mensaje? ¿Sienten ustedes que están siendo escuchados?

-El mensaje es que hay un movimiento más grande, que va más allá de lo armado y que cada quien tiene algo que hacer como agrupación política, o como individuo que se mueve tiene que hacer algo por la transformación de este país en algo más justo. Más justo para todos, no sólo para un sector. Algunos lo entienden. Yo pienso que los que menos lo entienden son los partidos políticos. Debían ser mas agresivos, no en el sentido de que agarren las armas sino de empujar más para ganar más espacios políticos de participación. Parece que la declaración de que están a favor de la paz obedece más a que en algún momento todos se sintieron en la necesidad de decir algo sobre Chiapas. Desde extermínenlos, como Fidel Schwarzenegger, hasta no, violencia no, cálmate, paz, paz, paz.

“Pero el único argumento que se puede dar a la sociedad civil de que las armas no, es que tiene que haber un espacio realmente democrático. ¿Pero qué se está haciendo para empujar este espacio democrático aparte de hacer declaraciones y artículos en los periódicos? Yo pienso que si los partidos políticos -de todo el espectro, no me estoy refiriendo a ninguno en especial- en el pacto de civilidad ese, que Salinas anuló inmediatamente con aquel “no se hagan bolas”, se quedan sólo en eso, pues no.

“Pueden negociar la paz en Chiapas en febrero, y en junio otra vez el país está levantado. Si el sistema no se revoluciona para las elecciones, existan o no existan los zapatistas, nos aniquilen o no nos aniquilen, el país se va a levantar. Y entonces no va a ser de que sólo son los indígenas o sólo los guerrilleros, sino que va a haber muchas formas de lucha y ahí sí los partidos políticos se van a ver rebasados como se vieron rebasados aquí”.

-¿Los sientes rebasados aquí?

-Pues el hecho de que los compañeros hayan dicho que no hay opción electoral, está claro.

-¿Qué pasa si después de todo, el estado vuelve a la normalidad, a lo de antes? ¿Darían otro golpe militar?

-Decisiones de ese tipo dependen de una dirección colectiva, no dependen de que si a Marcos se le ocurre atacar mañana, o que se enojo por el editorial de Payán del 2 de enero. No puedo decidir eso. Tengo que consultarlo al Comité y el Comité tiene que consultarlo en un proceso más o menos complejo, que si conviene o no conviene. Decisiones de ese tamaño no corresponden a un individuo.

¿Rumbo a Chinameca?

-¿Te vas a sentar en la mesa de negociaciones?

-No sé. Falta que decida el Comité. Si decide, pues tendré que hacerlo. Ya te digo, en todos los compañeros del Comité y en nosotros está el fantasma de Chinameca y de la imagen de Carranza detrás de Salinas de Gortari cuando anunció la Ley de Amnistía. No descartamos un golpe en ese sentido, está contemplado. Se supone que está la sucesión de mandos a nivel militar y están los relevos del compañero del Comité. Ya en concreto quiénes van, hasta el día de hoy -2 de febrero- no está definido. Pero ya están definidos los pliegos petitorios que se van a presentar, que prácticamente retoman lo de la Declaración de la Selva Lacandona y los comunicados del EZLN. No hay cambios en ese sentido. No hay de que antes decíamos que renuncie Salinas y que ahora decimos, no, que siga, no. No hay cambio. En todo caso, se concretizan ya algunas demandas que antes aparecían más generales. ¿Por qué preguntas? ¿Quieres verme ahí?

-En otros procesos la cuestión militar fue un acelerador del diálogo. ¿No faltan más tiros en México para que las partes se convenzan de que hay que hablar?

-Nosotros lo hemos pensado, pero no podemos tomar iniciativas en ese sentido como están las cosas ahorita. No podemos decir que rompemos el juego porque ni siquiera hemos empezado a hablar. Esta es la situación ahora, no digo que eso vaya a pasar una vez que el diálogo no funcione, si es que eso sucede.

-Entonces, ¿van a hablar con las armas en la mano?

-Claro, definitivamente, los compañeros han sido muy claros en eso. En el primer punto de la negociación no puede estar la entrega de las armas; en el primer punto de negociación están nuestras condiciones de vida.

-Podrá ser este un diálogo de sordos…

-Para nosotros está claro que el gobierno está preparando las condiciones políticas para una operación militar de gran envergadura. El proceso de diálogo o, como dice el señor Camacho, las jornadas de la paz y la reconciliación, tienen un ultimátum, o negociamos o…

-¿Cuántos delegados irán al diálogo, todo el CCRI?

-No, el Comité Clandestino son decenas de compañeros. Cada comité, que controla un territorio, está nombrando dos delegados y a esos dos delegados les están diciendo: tú puedes decir que sí a esto, a esto tienes que decir que no y esto ni lo toques, y esto es lo que vas a pedirle. Los que van a ir tienen capacidad decisoria. Cuando digan “sí, esto sí lo acepto”, es que vale y cuando digan que no lo aceptan quiere decir que vale, que no lo va a aceptar nadie.

-¿Cuántas personas serían las que asistirían?

-Nosotros calculamos unos 15, entre fuerza combatiente regular y los comités, porque nosotros pensamos que tiene que ir también representación de la fuerza combatiente, que es la que se mueve, pues, y tiene que escucharse también su voz. Pero no sabemos, porque apenas acabamos de recibir la carta, apenas la estamos mandando a Camacho, falta ver qué contesta.

-¿Y la presencia de la prensa cómo será, la condicionarán o…?

-Nosotros dijimos que entrará todo mundo, sólo vetamos a Televisa por obvias razones. Nosotros queremos que la lucha se conozca, no les vamos a cobrar a nadie; al revés, nos hacen un favor tratando como los antiguos trataban a nuestros abuelos.

-¿Y cuál es el balance a un mes del inicio del conflicto?

-Nosotros hemos pasado muy rápido una fase para la cual no estábamos preparados: el diálogo. Estábamos preparados para un proceso largo de guerra de desgaste, de choques militares, de disputa política por los poblados, de lucha ideológica, y ya después si el gobierno los cooptaba, se iba a dar el diálogo, pero ya en esas condiciones

-¿No se preveía que fuera tan rápido?

-La verdad, no. Por eso te digo que cuando nosotros estábamos preparando la defensa, las minas y los explosivos, y pasa lo del cese al fuego, es donde descubrimos que algo había pasado y yo pienso que fue la prensa la que provocó todo.

-En algunas partes tienen apoyo de la población, pero en muchas otras partes no. O hay miedo y desconocimiento o franco rechazo…

-Es que en esto se entrelazan en esta estrategia, vieja ya, desde Vietnam, lo que está haciendo el Ejército federal, de ofrecer despensas y dinero a gente que llega a Ocosingo y Altamirano para que diga que los zapatistas los sacaron de sus comunidades, que les robaron las cosas, que los golpearon. Todo lo que está saliendo ahorita en la prensa. Que los comités estuvieron revisando los casos y resulta que es gente que dijo voy a comprar sal y de pronto aparece haciendo declaraciones y según nos dijo uno que regresó, es que personal del Ejército les dice: di que te están molestando y te doy tus despensas. El Ejército federal pasaría de ser el agresor de la población civil a ser el salvador de la población civil en contra de nosotros, los transgresores de la ley, o sea, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

“Pero eso se tiene que completar con lo que se está haciendo a nivel nacional con esta estrategia del monólogo disfrazado de diálogo o diálogo en formación. Así como nosotros somos fuerza política en formación, el monólogo del gobierno es diálogo en formación”.

-¿O sea que como están las cosas no se pueden esperar grandes resultados de esta negociación?

-Políticos, sí.

-Por lo que dice, está claro que no van a entregar las armas. Pero, ¿de qué sirven las armas si estás políticamente incapacitado para usarlas, como ahora?

-Bueno, ahorita las armas no pueden actuar políticamente a la ofensiva, pero materialmente son capaces de actuar a la defensiva. Estamos en nuestro terreno. Para sacarnos tienen que venir por nosotros. Ese es el hecho de que el gobierno federal le piense para ir a acabar de una vez con nosotros.

-Parecería que parte de la estrategia gubernamental, que actuó con mucha prisa para desmontar la guerra, les complica a ustedes la acción militar. ¿Cierto?

-No, te digo, porque el conflicto bélico está latente, no está actuando pero está ahí y puede brincar en cualquier momento y por lo mismo no podemos entregar las armas. Son nuestra defensa. El primero de enero fue nuestra forma de hacernos oír. Ahora son nuestra forma de sobrevivir para que no nos aniquilen. O que nos aniquilen a un costo muy alto para el país. No le damos a las armas un valor que no tienen. No tenemos el culto a las armas sino a lo que ellas representan en uno u otro momento político. Pensamos que en este momento las armas son nuestra garantía de sobrevivencia, una garantía que estamos dispuestos a defender con dignidad.

-De la experiencia de las revoluciones y luchas centroamericanas, ¿qué lecciones aprenden? ¿Qué conclusiones sacan?

-Bueno, nosotros lo que hemos aprendido de la revolución centroamericana es mirar con mucha desconfianza la entrega de las armas, como el caso de El Salvador, o la confianza sólo en los procesos electorales, que es el caso sandinista. Pero nuestra tutoría militar viene de Villa, principalmente, de Zapata y de lo que no debió hacerse de las guerrillas de los setenta, es decir, empezar con un movimiento militar localizado y esperar a que las bases se fueran sumando paulatinamente o iluminadas por ese foco guerrillero, o dirigirse a sectores que nunca los iban a apoyar. Nosotros pensamos que esos fueron errores de interpretación de las guerrillas de los setenta que nosotros los hemos asimilado bien. No creo que en términos militares se nos pueda cuestionar mucho hasta ahora. Claro que no hemos enfrentado el poderío militar del Ejército federal en su totalidad, pero realmente en cuestiones de táctica o de estrategia no hay vinculación con extranjeros.

“Hay un intelectual que dirige una revista que dice que la prueba de que en el EZLN hay influencia centroamericana es que: uno, retirábamos a nuestros heridos y a nuestros muertos; que eso lo habíamos copiado del FMLN. Y dos, el ataque a las ciudades, que eso lo habíamos tomado del FSLN. Y las dos cosas nosotros las tomamos de Francisco Villa; él tenía trenes para evacuar a sus heridos, nosotros lo que hicimos fue secuestrar camiones para ir sacando a nuestros heridos y a nuestros muertos hacia nuestros poblados y hospitales de campaña”.

Llegó la hora de las despedidas. Las compañeras de la cocina, adelitas mayas, nos rozaron apenas las palmas con sus palmas. Otra vez a entregar los relojes y el equipo, a desandar lo andado.

Tal vez a los reporteros se nos quedaron muchas preguntas en la punta de la lengua o en la mochila. Ya de regreso, durante el trayecto nocturno y en la cómoda oscuridad de los ojos vendados, muchas de estas interrogantes salieron a la superficie, pero ni modo, era demasiado tarde. El subcomandante Marcos, el personaje que capturó la imaginación de muchos mexicanos el primero de enero, había quedado atrás. Los milicianos que nos acompañaron de salida del territorio zapatista caminaban silenciosos, ensimismados.

Ibamos pensando en una pregunta, la única, que el sup nos hizo a nosotros:

– ¿Y ustedes, qué van a hacer?

 

Mesa del 2 de enero de 2009, en el CIDECI, San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

(Fragmento)

Y allá arriba demandan y exigen: “Hay que decir no a la violencia, venga de donde venga”… teniendo cuidado de hacer énfasis si la violencia viene de abajo.

Según ellos, todos y todas deben ponerse en armonía para que sus diferencias y contradicciones se resuelvan y gritar la consigna: “el pueblo armado también es explotado”, refiriéndose a soldados y policías.

Nuestra posición como zapatistas es clara. No apoyamos el pacifismo que se enarbola para que sea otro el que ponga la otra mejilla, ni la violencia que se alienta cuando son otros quienes ponen los muertos.

Nosotros somos quienes somos, con todo lo bueno y todo lo malo que cargamos y que es nuestra responsabilidad.

Pero sería ingenuo pensar que todo lo bueno que hemos logrado, incluido el privilegio de escucharlos y aprender de ustedes, se hubiera conseguido sin la preparación de una década entera para que amaneciera el Primero de Enero como de por sí amaneció hace 15 años.

No fue con una marcha o un desplegado de los-abajo-firmantes que nos dimos a conocer. Fue con un ejército armado, con los combates contra las fuerzas federales, con la resistencia armada, que nos dimos a conocer al mundo.

Y nuestros compañeros y compañeras caídos, muertos y desaparecidos, lo han sido en una guerra violenta que no empezó hace 15 años, sino hace 500 años, hace 200 años, hace 100 años.

No estoy haciendo una apología de la violencia, estoy señalando un hecho constatable: en guerra nos conocieron, en guerra nos hemos mantenido estos 15 años, en guerra seguiremos hasta que este rincón del mundo llamado México haga suyo su propio destino, sin trampas, sin suplantaciones, sin simulaciones.

El Poder tiene en la violencia un recurso de dominación, pero también lo tiene en el arte y la cultura, en el conocimiento, en la información, en el sistema de justicia, en la educación, en la política institucional y, por supuesto, en la economía.

Cada lucha, cada movimiento, en sus muy particulares geografías y calendarios, debe recurrir a diversas formas de lucha. No es la única y probablemente no sea la mejor, pero la violencia es una de ellas.

Es un gesto bello el enfrentar con flores los cañones de los fusiles, vaya hasta hay fotos eternizando el acto. Pero a veces es necesario hacer que esos fusiles cambien de objetivo y se dirijan hacia arriba.

El acusador y el acusado

Se nos acusa de muchas cosas, es cierto. Y probablemente seamos culpables de alguna de ellas, pero ahora quiero detenerme en una:

No disparamos al reloj del tiempo ese primero de enero, ni lo convertimos en una fiesta nostálgica de derrota, como han hecho con el 68 algun@s de esa generación en todo el mundo, como lo han hecho en México con el 88 y ahora hasta con el 2006. Sobre este culto enfermizo por los calendarios trucados volveré después.

Tampoco editamos la historia para renombrarla señalando que somos o fuimos los únicos o los mejores, o ambas cosas (que es lo que hace esa histeria grupal que es el movimiento lopezobradorista, pero ya volveré sobre esto después).

Hubo y hay quienes nos critican que no hayamos dado el salto “a la realpolitik” cuando nuestros bonos políticos, es decir nuestro rating mediático, favorecía un buen precio por nuestra dignidad en el mercado de opciones electorales (que no políticas).

Nos acusan, en concreto, de no haber sucumbido a la seducción del poder, ésa que ha logrado que gente muy brillante de izquierda diga y haga cosas que serían una vergüenza para cualquiera.

Nos acusaron también de “desvarío ultra” o “radicalismo” porque en la VI Declaración señalamos al sistema capitalista como el causante de los principales males que aquejan a la humanidad. Hoy ya no insisten en eso, porque hasta los voceros del gran capital financiero en Wall Street lo dicen.

Por cierto, ahora que todo mundo dice y redice sobre la crisis global, habría que recordar que hace ya 13 años, en 1996, fue advertida por un escarabajo digno y rabioso. Don Durito de La Lacandona, en la ponencia más breve que he escuchado en mi corta edad, dijo “el problema con la globalización es que luego los globos se revientan”.

Nos acusan de no constreñirnos a la supervivencia que con sacrificios y el apoyo de los abajos en los rincones del planeta hemos edificado en estas tierras indias, y de no encerrarnos en lo que las mentes lúcidas (así se dicen) llaman “el laboratorio zapatista” o “la comuna de la Lacandona”.

Nos acusan de salir, una y otra vez, para confrontar al Poder y para buscar a otras, otros, ustedes, que lo confronten sin falsos consuelos ni conformismos.

Nos acusan de haber sobrevivido.

Y no se refieren a la resistencia que 15 años después nos permite decir que seguimos luchando, no sólo viviendo.

Lo que les molesta es que hayamos sobrevivido como otro referente de la lucha, de la reflexión crítica, de la ética política.

Nos acusan, quién lo fuera a decir, de no habernos rendido, de no habernos vendido, de no haber claudicado.

Nos acusan, en suma, de ser zapatistas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Hoy, 515 años después, 200 años después, 100 años después, 25 años después, 15 años después, 5 años después, 3 años después, declaramos: somos culpables.

Y, puesto que es el modo neozapatista, no sólo lo confesamos, también lo celebramos.

No imaginamos que esto le iba a doler a algunos que allá arriba simulan progresismo o se visten de una izquierda de amarillo descolorido o sin siquiera color, pero hay que decirlo:

[…]

Hace unos momentos hemos entregado a la compañera que habló de la Grecia insurrecta un cuadro hecho por una compañera ciudadana, Beatriz Aurora. En el cuadro se representa con muchos colores esta ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y en él se señalan los lugares donde trabajan personas que luchan como nosotros, aunque sin armas ni pasamontañas.

El significado de este regalo tal vez se entienda mejor con lo que ahora les voy a contar:

Hace 15 años fueron tomadas por nuestras tropas 7 cabeceras municipales: Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, San Cristóbal de Las Casas, Oxchuc y Chanal. Entonces fueron rendidas o sorprendidas las fuerzas gubernamentales que las guardaban.

Tal vez se puede decir que la toma de esta ciudad en la que estamos, San Cristóbal de Las Casas, bastión ladino del racismo, fue la que nos dio a conocer al mundo. Puede ser.

Lo que sí sé es que las tomas de Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano fueron las que nos dieron dominio sobre el territorio y permitieron la toma de las buenas tierras de labranza y su recuperación, después de cientos de años de despojo. Esta toma de tierras fue la base económica para construir la autonomía zapatista.

De esto ya hablé hace un año y quienes quieran ahondar en ello deberán buscar en internet o conseguir alguna edición marginal, porque está visto que todo lo que no sea a favor o en contra del movimiento lopezobradorista no se publica.

Hablando de imaginación, ingenio y audacia para hacer posible lo imposible, los relatos que les voy a narrar a continuación no son cuentos y no son zapatistas. Pero se refieren a eso que pasó hace 15 años y sacudió al mundo y, como se verá a continuación, también al submundo de los indígenas.

El uno es de un indígena tzotzil progobiernista y el otro es de un indígena no zapatista que sobrevive vendiendo sus productos en el mercado de esta ciudad. Se trata de la traducción en español de una traducción en inglés de una traducción al español de unos relatos en tzotzil, por eso escucharán un texto muy pulcro en su redacción y en su vocabulario.

Traducido por Jan Rus, en el libro de Marián Perez Tzu, “Indigenous Revolts”, Grosnor & Ouweneel, Cedla, Amsterdam, 1996. Págs. 122-128. Recopilado en “Antigua y nueva palabra. Antología de la literatura mesoamericana desde los tiempos precolombinos hasta el presente”. Miguel León-Portilla y Earl Shorris, con Sylvia S. Shorris y Ascensión H. de León-Portilla. Ed Aguilar. México, octubre de 2004. Págs. 732-733.

Va pues:

Principios de enero: preparativos y visitas.

“Antes de la invasión de San Cristóbal, todo mundo siempre hablaba acerca de cómo los soldados de la base militar que custodiaban la entrada sur de la ciudad habían distribuido trampas alrededor de todo su puesto y de cómo las habían arreglado de tal manera que nadie se animara a atacarlos alguna vez. Si los pobres indígenas, en alguna ocasión, se atrevieran a dar problemas, se decía, los soldados acabarían con ellos allí mismo, antes incluso de que pudieran salir del bosque. Los oficiales del ejército son maestros en el arte de matar, decían, y todo lo que tienen que hacer todos los días, su única tarea, es enseñar a los soldados recientemente reclutados a matar. Y como si todo eso no fuera suficiente para ahuyentar a un grupo de campesinos andrajosos, decía todo mundo, los soldados tenían también cantidades de bombas almacenadas en su fuerte. ¡Y éstas eran nada menos que bombas especiales para matar indios!

K´elavil, mira, según lo que decía la gente, los soldados habían sujetado un alambre especial alrededor de sus barracas, el que estaba conectado a una bomba cada pocos pasos. Si los malditos indios alguna vez se atrevían a acercarse, decían, todo lo que los soldados tenían que hacer era incorporarse de sus camastros y tocar el alambre con algo de metal —como, por ejemplo, una corcholata de cerveza— y todas las bombas explotarían. Y si los indios trataban de cortar el alambre, también explotarían las bombas.

Pero, por supuestos, los soldados tienen fama de no dormir nunca, así que, en primer lugar, los indios nunca podrían siquiera acercarse a las bombas. Los soldados se figuraban que nadie podría alguna vez atravesar la línea de bombas. Pero, después de todos esos preparativos, ¿qué ocurrió? El primero de enero, ¡los soldados estaban despiertos cuando los zapatistas arribaron a San Cristóbal! ¡Pero roncando! No vieron a los zapatistas cuando entraron por los puestos de control junto con los otros pasajeros de los autobuses de segunda clase. No se dieron cuenta de que los zapatistas salían de los camiones en la terminal de autobuses y caminaban hacia el centro de la ciudad. ¡No vieron nada! Y cuando los soldados despertaron, ¡los zapatistas ya habían rodeado el Palacio de Gobierno, y habían ubicado sus propias guardias alrededor de la ciudad! Después de todo, ¡fue el ejército el quedó fuera de la ciudad, refugiado en sus barracas! ¡Los zapatistas triunfaron ignorándolos, simplemente! ¡No fue sino hasta el día siguiente, cuando ya habían concluido lo que debían hacer en la ciudad, que los zapatistas finalmente fueron a visitar a los soldados!

Los zapatistas son solamente indígenas, pero lo que olvidaron los oficiales del ejército es que los indios también son hombres. Y puesto que son hombres, también podían estar armados y entrenados igual que el ejército. Todo lo que necesitaban era la idea. ¡Y cuando ésta surgió, el desarrollo de su pensamiento fue mejor que el del ejército! ¡Ellos hicieron tontos a los oficiales quienes eran maestros en el arte de matar! Desde ese día, todos nosotros, incluso aquellos que no somos enemigos del gobierno, sentimos algo así como risa, cosquilleándonos en la garganta.

Si hay un parte triste de todo esto es que, a pesar de que los zapatistas son seres humanos, han tenido que vivir escondiéndose desde ese momento hasta ahora. No pueden dormir en sus propias camas ni habitar en sus propias casas, sino que deben permanecer escondidos en cuevas en la selva. Incluso si quieren tener niños, como cualquier otra persona, deben tener relaciones en las cuevas. ¡Como los armadillos!”

Fin de este relato.

Y ya que estamos hablando de calendarios de arriba y de abajo, recordemos que ya son también 15 de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Así que ahora algo del libre comercio…

Finales de junio (enero): hacia un mercado libre

Durante, más o menos, las dos primeras semanas del cerco de San Cristóbal, ningún funcionario ladino se dejó ver en público, tampoco ningún policía, ni un policía de tránsito ni un colector de impuestos del mercado. Ni uno solo. ¡Habían desaparecido! Estaban tan atemorizados de los zapatistas que se escondieron.
Pero en el momento justo en que estuvieron seguros de que el ejército zapatista se había retirado y ya no regresaría, ¡já!, de inmediato aparecieron de vuelta los policías de tránsito, quitando las placas a los vehículos, los policías municipales aporreando beodos, y los colectores de impuestos corriendo a las pobres mujeres que procuraban vender sus jitomates y limones en las esquinas de las calles. De repente, cuando los zapatistas se fueron, dejaron de tener miedo. Pero cuando los zapatistas estaban aquí, se quedaron en sus habitaciones, con las cortinas cerradas, temblando de miedo. Ni siquiera podían acostarse con sus mujeres de tan asustados que estaban.

¿Se dan cuenta de lo que esto significa? Que ellos estaban aterrorizados por los indígenas —porque eso son los zapatistas, son indios—. Cuando nosotros, los otros indígenas, nos dimos cuenta de ello, de inmediato nos sentimos fuertes. Fuertes como los zapatistas. Los mestizos de San Cristóbal siempre nos habían menospreciado solamente porque no hablábamos correctamente el español. Pero ahora todo había empezado a cambiar.

Un ejemplo de esto es que, a mediados de enero, cuando los funcionarios estaban todavía escondidos, los indígenas vendedores de carbón de leña se reunieron y formaron la Organización Zapatista de Vendedores de Carbón de Leña. Después, sin pedirle permiso a nadie, se trasladaron del baldío en el cual siempre se habían visto obligados a vender en tiempos anteriores, a la calle exactamente al lado del mercado principal.

El hecho es que el carbón de leña es verdaderamente sucio. Todo a su alrededor se cubre de un polvo negro, por lo que los funcionarios del mercado siempre los habían mantenido lejos de la sección del mercado que frecuentaban la “gente decente” y los turistas. Sin embargo, al no haber nadie que los detuviera, los vendedores de carbón de leña pudieron estar cerca de todos los demás.

Pero había también muchos otros indígenas que siempre fueron relegados a las afueras del mercado. Cuando estas gentes vieron que los vendedores de carbón de leña habían cambiado de ubicación sin pedirle permiso a nadie, comenzaron a llegar, preguntando si ellos también podrían trasladarse. ¡Híjole! ¡De pronto hubo doscientas personas sentadas en filas ordenadas vendiendo verduras, y frutas, y carbón de leña, en lo que antes solía ser el estacionamiento donde la gente rica dejaba sus vehículos! El primer día que se reunieron allí, el líder de los vendedores de carbón les dirigió un discurso. ¡Hermanos y hermanas!, exclamó, ¡no tengan miedo! Muchos de nosotros estamos ahora vendiendo aquí, en esta calle. Permitamos a todos aquellos que siempre han sido forzados a vender afuera de las partes traseras de los camiones, a todos aquellos que han sido empujados a las afueras del mercado, que vengan aquí, al centro, con nosotros. ¡Permitámosles que vengan y ocupen un sitio en estas hileras que hemos hecho y después veremos si los funcionarios se atreven a decir algo! Sólo una cosa les digo a todos aquellos que se reúnan con nosotros: ¡no quiero oír a nadie que hable de tener miedo! ¡Si permanecemos unidos y firmes, no tenemos nada que temer! Todos los mercachifles indígenas saltaron poniéndose de pie. “¡Estamos contigo!”, respondieron con alegría.

De modo que temprano, cada mañana, todas estas gentes venían, se ubicaban en pulcras hileras y extendían sus mercaderías en el suelo.

Pero llegó finalmente el día en que el administrador del mercado regresó. Puesto que él es el jefe del mercado y de todas las calles que lo rodean, se plantó frente al primer vendedor de carbón de leña que vio y le demandó: ¿quién te autorizó a vender acá? Nadie tiene que darnos permiso ya que nosotros pertenecemos a una organización. ¿Qué chingada de organización? ¡Levanta toda esta mierda y vete al infierno, carajo, fuera de aquí, antes de que me enoje, gritó el administrador, no quiero oír ni una palabra más de ninguno de ustedes, culeros! ¿Vas a obedecer o no, hijo de la chingada?

¡Madre de Dios! Se lo veía realmente furioso. No, nosotros no nos quitaremos de aquí. Somos pobres y humildes y necesitamos vender para poder comer, respondió tercamente el indio. Entonces, por fin, habló el dirigente de los vendedores de carbón de leña. “Te ves muy valiente ahora”, le dijo al administrador en forma apacible, “pero cuando los zapatistas estaban aquí no dijiste nada porque estuviste escondido atrás de las faldas de tu mujer. Hasta ahora es que has tenido los huevos de hablar. Entonces, ¿quién es el culero? Tal vez sería mejor para ti que te quedaras callado, porque, si nos corres, nos aseguraremos que el mando de los zapatistas sepa tu nombre y lo pondremos al tanto de la clase de hombre que eres. Puedes ganar hoy, pero tal vez deberías pensar lo que te costará en el futuro”.

¡Hijo! ¡Nunca antes un indio le había hablado en esa forma al administrador! Él empezó a temblar, quién sabe si de miedo o de rabia, y después se volteó y desapareció sin decir ni una palabra, llevándose a todos sus cobradores de impuesto con él.

Y así fue como estuvieron las cosas hasta comienzos de marzo. Gracias a los zapatistas, los indios están aprendiendo a levantarse por sí mismos…”

Tan-tan.

Muchas gracias y hasta mañana.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 2 de enero del 2009.

El texto completo pueden encontrarlo en http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2009/01/03/primer-viento-una-digna-juventud-rabiosa-mesa-del-2-de-enero/

Chiapas ha sido históricamente una zona reprimida y marginada, pero también rebelde. Numerosas rebeliones indígenas cruzan su historia desde la llegada de los conquistadores españoles de las que la rebelión de los tzeltales de 1712 y la llamada Guerra de Castas de 1868, son sólo dos ejemplos.

Primer Congreso Indígena, 13 de octubre de 1974

Este Congreso sirve, comúnmente, para señalar el inicio de la historia de Chiapas, desde el punto de vista de los indígenas. Tras un año de preparación, de hablar y discutir en las comunidades, se celebró en San Cristóbal de las Casas el 13 de octubre de 1974, para conmemorar los 500 años del nacimiento de Fray Bartolomé de las Casas. Mil doscientos treinta delegados llevaron al Congreso las palabras de sus pueblos y comunidades y fue un instrumento cohexionador para los indígenas tzotziles, choles, tzeltales y tojolabales.

La idea de realizar el Congreso había partido del gobernador del Estado de Chiapas, y con él pretendía realizar un evento de lucimiento para su propio gobierno; el problema que surgió es que el estado, dado el abandono en que tenía a las comunidades indígenas, no tenía infraestructura en ellas para realizarlo; propuso, entonces, la idea a la Diócesis de San Cristóbal que llevaba años trabajando en las comunidades y si tenía esa capacidad que al gobierno le faltaba. El obispo Samuel Ruiz aceptó organizarlo con la condición de que no fuera un acto folklórico, sino real. Largos meses de reuniones, discusiones, asambleas y acuerdos en los que tomaron parte más de 250.000 indígenas de 327 comunidades dieron lugar a cuatro ponencias que se correspondían con los temas que más interesaban a los indígenas: Tierra, Comercio, Educación y Salud.

Los planteamientos y resoluciones que salieron del Congreso, fueron el inicio de una nueva etapa en la organización, lucha y resistencia en las comunidades indígenas.

A partir de los primeros años 70, llegan a Chiapas grupos políticos de izquierda, como Unión del Pueblo, Línea Proletaria o las Fuerzas de Liberación Nacional. En diferentes grados y momentos, inciden en las organizaciones campesinas y ayudan a romper el aislamiento de estas con el resto del país, así como a afianzar sus estructuras organizativas. Junto a ellas, la diócesis de San Cristóbal encabezada por Samuel Ruiz, que se había decantado claramente por la opción de los pobres, promovió y contribuyó a la movilización y toma de conciencia indígena.

A mediados de 1981, Chiapas comienza a recibir a los refugiados guatemaltecos que empezaron a llegar huyendo de la campaña de contrainsurgencia del gobierno militar del general Efraín Ríos Montt. A pesar de que el Ejército mexicano aumenta la militarización en la zona de la frontera, el ejército guatemalteco llega a realizar 64 incursiones a territorio mexicano entre 1981 y 1984 con el fin de atacar los campamentos de refugiados donde, decían, había guerrilleros y simpatizantes.

Aunque la presencia de trabajadores guatemaltecos en las fincas, sobre todo de la zona del Soconusco, siempre fue normal, la mayor presencia ahora de trabajadores refugiados, desplazó como mano de obra a más de 25.000 trabajadores chiapanecos, en su mayoría indígenas de Los Altos, en las fincas cafetaleras, ya que los finqueros preferían mano de obra ilegal, pues era más barata.

Este hecho, así como la crisis en el campo y las expulsiones de miles de familias de varias comunidades de Los Altos, según las autoridades, por problemas religiosos, hicieron que muchos indígenas tuvieran que emigrar, bien a San Cristóbal de las Casas, dónde se fueron aglutinando en 47 barrios que duplicaron en 10 años (1980-1990) el número de habitantes de la ciudad, bien a Villahermosa, capital del Estado de Tabasco, e incluso a Cancún, al Distrito Federal o a Los Ángeles, en California, Estados Unidos.

Tras el gobierno de Jaime Sabines en el Estado, uno más en la lista de gobernadores más corruptos en la entidad, en 1982, el PRI designó un militar como gobernador del estado: el general Absalón Castellanos Dominguez, que a su vez, era un poderoso ganaderos de la zona. Su mandato fue uno de los más duros y tristes en la historia del estado.

Mientras tanto, la consolidación o surgimiento de nuevas organizaciones marcaban la vida política y social. Toda esta actividad representaba un descontento profundo y generalizado, así como una enorme desconfianza y repudio hacia las organizaciones populares oficiales.

Si las movilizaciones fueron constantes y masivas de 1980 a 1985, la represión también fue sistemática. Se asegura que durante el gobierno de Absalón Castellanos se cometieron en Chiapas 153 asesinatos, 692 encarcelamientos, 503 secuestros y torturas, 327 campesinos desaparecidos, 407 familias expulsadas de sus comunidades y 54 desalojos de poblaciones.

Primer campamento del EZLN, 17 de noviembre de 1983

El 17 de noviembre de 1983 tres indígenas y tres ladinos instalaron el primer campamento en la selva Lacandona, de lo que sería a la postre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN . Desde ese día empezó a ondear la estrella roja sobre fondo negro en lo que siempre han denominado el último rincón de la patria: las montañas del sureste mexicano.

Varias teorías existen sobre la llegada de este grupo a Chiapas. Unas sostienen que eran parte de un plan nacional, en el que pequeñas células se dividieron el territorio mexicano, para que cada una a su ritmo creara la situación propicia para dar un cambio político y social a través de las armas. Otras, que la geografía chiapaneca, junto a la existencia de semillas de organizaciones sociales, que pudieran con el tiempo mutar en organizaciones combatientes, llevaron al grupo rebelde a la selva Lacandona.

Sea cual fuera la razón de su llegada a Chiapas, este pequeño grupo se convertiría, una década más tarde, en un ejército que mantiene en jaque al poder mexicano.

En diciembre de este mismo año, la revista Proceso publicó un reportaje titulado Chiapas al borde de la guerrilla, en el que destacaba una carta de varios campesinos al presidente de la República que señalaba:

El baño de sangre no ha terminado y el Dios de la Guerra en el estado de Chiapas no ha cesado de hostilizar a todos los indígenas….. Difícil y desigual ha sido la lucha, los ricos con su dinero han comprado autoridades de todos los tamaños y nosotros sólo gritando que tenemos la razón. Nuestro pueblo ha sufrido la furia de terratenientes y caciques… Dura y amarga ha sido la experiencia, pero hemos aprendido: lo que no hagamos nosotros no lo hará nadie, y estamos dispuestos a luchar por recobrar nuestras tierras.

A partir del 85, se inicia una nueva etapa en la lucha agraria. Las demandas de las organizaciones chiapanecas cambian. A la lucha por la tierra, se suman las demandas por la libertad política y la democracia, y junto a ellas, las de carácter indígena: dignidad y respeto a su cultura. Estos cambios fueron el inicio de una conciencia más amplia y unas reivindicaciones más allá de lo local, que son la base de las demandas actuales del EZLN.

En 1986 el Ejército Zapatista estaba constituido por una columna de 40 combatientes. En esos tres años en la Selva, la parte ladina se había dedicado a aclimatarse y a saber vivir y convivir con la montaña. Es a partir de este año cuando los rebeldes toman contacto con las comunidades y esto generaría un crecimiento en sus filas que resultaría imparable.

El por qué de este crecimiento responde a varias causas: las condiciones de Chiapas, de sus pueblos, de su injusticia ancestral, en definitiva, las condiciones de muerte, generan entre quienes las sufren necesidad de rebelión. Junto a esto, la presencia de organizaciones sociales, campesinas e indígenas, que formaban una buena base para la sublevación, la posibilidad real de poder pelear con armas, y una represión que fue cerrando las puertas legales a las reivindicaciones.

Pero la razón más importante que hace crecer al Ejército Zapatista es el acertado cambio que hicieron del proyecto revolucionario que trajeron a la Selva. Supieron subordinar su plan originario a la realidad y necesidades de los habitantes de la región, así como a sus formas organizativas. El EZLN sufrió en aquellos tiempos, y ha seguido sufriendo desde entonces, una gran derrota que llegó a significar su éxito; permitió que la realidad derrotara a la teoría, que la vida que se vive se impusiera a los pensamientos que se tejen con regla, compás y manual en mano.

El Ejército Zapatista, como organización de vanguardia perdería terreno rápidamente ante el avance de la apropiación del proyecto revolucionario por parte de las comunidades indígenas. Nos rendimos a las comunidades -señalaría Marcos- y ahí es cuando nos extendimos y crecimos explosivamente. Creo que nuestra única virtud como teóricos fue la humildad para reconocer que nuestro esquema no servía, que era muy limitado, que debíamos adecuarnos a lo que la realidad nos fuera imponiendo.

En 1988 nace en Ocosingo la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC . Este grupo, que se juntó con la Unión de Uniones, califica el proyecto rebelde como «locura», y estima que lo único que va a traer a la región es más represión y pobreza. Ellos a su vez, optan por la vía más legalista de respeto a las instituciones del estado. Durante algunos años llegaron a compartir sus bases, pero a medida que los dos proyectos fueron decantándose, sus componentes se situaron en una organización u otra. Algunas reivindicaciones podían coincidir, pero estaba claro que los medios a utilizar no iban a ser los mismos.

CREACIÓN CCRI

El EZLN empieza a crecer vertiginosamente, sin embargo, esta adquisición del proyecto zapatista por parte de las comunidades, hace que sus tropas esten dispersas por varias cañadas y regiones del estado. Para 1990 cuentan ya con varios miles de hombres y mujeres en armas, pero su esquema de regiones hace poco operativo su funcionamiento.

La propia capacidad organizativa de las comunidades indígenas, es la que soluciona el problema. En un proceso integrativo, las regiones y sus mandos comienzan a unirse y se estructuran, en lo que posteriormente habría de transformarse en el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI). Representantes de las siete etnias que componen el EZLN, tzotzil, tzeltal, tojolabal, chol, mame, zoque y mestiza, darían vida a una amplia estructura que sería a partir de entonces, la que dirigiera políticamente el ejército rebelde.

La procedencia de sus armas y recursos siempre ha sido una incógnita. Durante mucho tiempo el gobierno mexicano ha estado buscando una “mano negra”, algún país u organización que mantuviera y dirigiera el alzamiento zapatista. Cuba, la URNG, el FMLN, la Iglesia, ETA, el sindicato de transporte público SUTAUR, han sido señalados como posibles patrocinadores. El gobierno mexicano no podía imaginar, no quiso creer, que el pueblo indígena por sí mismo, escribiera una de las páginas más brillantes de la historia mexicana.

La comandancia zapatista ha negado una y mil veces la intromisión de fuerzas extranjeras en sus filas. La verdad es, que en puertas del siglo XXI, cuando el mundo avanza en sentido contrario, resulta difícil imaginar que alguien se aventurara en la loca tarea de financiar un movimiento armado y aunque se diera el caso, México era el peor de los candidatos.

Aunque dos años y medio después del alzamiento indígena sigue resultando difícil creer que no recibieron colaboración alguna más allá de la selva Lacandona, sí es cierto, que caso de existir no ha sido el principal de sus recursos. Las propias comunidades y las personas integrantes del movimiento armado, han sido quienes, con su esfuerzo y venta de sus escasos bienes, dieron vida y capacidad al ejército insurgente. Unas armas de bajo calibre que siempre existieron en la Selva, más la compra en un mercado negro mexicano donde todo se puede adquirir, y el desarme a cientos de guardias blancas que existen en el estado, ha sido la principal y, según algunos, única vía de abastecimiento. Si bien puede considerarse al EZLN como un ejército mal armado, también hay que pensar que en el actual pulso que mantiene con el gobierno mexicano, no ha sido lo fundamental la cantidad y calidad de las armas de cada bando.

Poco después de asumir el cargo, el presidente Salinas de Gortari estableció el programa nacional Solidaridad, un programa teóricamente de combate a la pobreza que proporcionaba fondos a grupos locales (Comités Locales de Solidaridad , para pequeños proyectos. Como otros programas anteriores de desarrollo, Solidaridad parecía tener más una función política que económica. El gobernador de Chiapas controlaba los desembolsos del programa, y recompensaba a sus aliados políticos locales, mientras ignoraba a las comunidades y organizaciones independientes.

En julio de 1991, se constituye la Alianza Nacional Campesina Independiente (ANCIEZ cuyo objetivo central era la solución al problema agrario. Su presencia oxigenaría el ambiente en el movimiento campesino. Su identificación con las demandas del EZLN es total y apoyarían sin reservas al movimiento zapatista.

Aunque algunos presidentes anteriores declararon terminada la Reforma Agraria, Salinas fue quien más hizo por asegurar su muerte. Entre 1991 y 1992 reformó, de un modo extremo, el sistema ejidal de tenencia de la tierra. Salinas sostenía que el problema central de la agricultura mexicana, privada y ejidal, era la falta de inversiones, y que éstas se desalentaban, tanto por la inseguridad que producían las constantes invasiones de tierras, como por la prohibición constitucional a que las empresas posean tierras dentro de los ejidos. Para animar la inversión a la agricultura, el gobierno salinista reformó el artículo 27 de la Constitución mexicana y escribió una nueva Ley Agraria. Estas reformas retiraron el derecho de los campesinos a solicitar la redistribución de la tierra, y permitieron la privatización de las tierras ejidales. Los ejidatarios pueden ahora dar en renta, vender su parcela (probablemente se verán forzados a hacerlo a los terratenientes , o explotarla de forma colateral estableciendo negocios conjuntos con capitalistas.

Durante 1992, y obligados por la importante reforma del artículo 27, se opta por empezar la guerra. Las comunidades comenzaron una consulta que terminaría casi un año después. Gente a gente, casa a casa, en un ejemplo de democracia, decidieron un ya basta que dos años más tarde sería escuchado en el resto del mundo. Paradójicamente cuando el 16 de enero de 1992, el FMLN y el gobierno salvadoreño firman en el Distrito Federal los Acuerdos de Paz, en la selva Lacandona comienza una cuenta atrás hacia una sublevación imposible de parar.

En marzo de este mismo año se celebra la Marcha por la Paz y los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas – Xi’nich a la ciudad de México. 1100 kms. y más de 50 días, volvieron a evidenciar la marginación y el olvido que sufre el pueblo chiapaneco, así como la incapacidad de la vía legal para una solución global y justa a sus problemas.

Los rumores de la existencia de un grupo armado en las cañadas estaban en boca de la mayoría de la población chiapaneca. Aún y todo, la posible denuncia nunca se dió, ya que en las comunidades, incluso las familias estaban divididas a favor o en contra del proyecto insurgente y una delación significaba entregar a manos del gobierno a los propios vecinos ofamiliares.

La Diócesis de San Cristóbal era conocedora de una parte del proceso. Aunque es posible que varios de sus colaboradores formen parte activa del ejército insurgente, el grueso de la diócesis liderado por Samuel Ruiz, no respaldaba el uso de las armas. Estaban por impulsar organización y lucha, pero entendían que existen otros medios a explotar. A pesar de la gran influencia de la Iglesia en las comunidades, la elección de confrontación armada salió adelante.

Marcha 12 de octubre de 1992

El 12 de octubre se cumplieron 500 años del inicio del genocidio y masacre de los pueblos amerindios. También era el aniversario de cinco lustros de resistencia indígena. La población de San Cristóbal de las Casas, mayoritariamente racista, vió con asombro cómo cerca de 8.000 indígenas volvían a ocupar sus calles y plazuelas. Esta marcha ya era distinta. La destrucción de la estatua del conquistador Diego de Mazariegos, que no pudieron impedir las fuerzas policiales, indicaba otro actuar. La presencia de cientos de mujeres y su disciplina, rozando lo militar, llamaba la atención. Se dice que el grueso del Ejército Zapatista, con sus mandos incluídos, participaron en la “toma” de la ciudad de los coletos.

Ley Revolucionaria de Mujeres, marzo de 1993

En marzo de 1993, durante la discusión de las Leyes Revolucionarias, la comandante Susana, presentó las propuestas que habían elaborado miles de mujeres indígenas en decenas de comunidades. La llamada Ley Revolucionaria de Mujeres, estaba compuesta por diez puntos; estos reivindicaban el derecho a participar en la lucha, al trabajo, a decidir ellas mismas el número de hijos e hijas, a la salud y educación; el derecho a elegir libremente su pareja, exigencia de castigo severo a los agresores de mujeres y la reivindicación de poder ocupar cargos de dirección en la organización, así como poseer grados militares igual que los hombres.

Esta aprobada Ley de Mujeres causó una verdadera revolución dentro de las comunidades zapatistas. Marcos lo relataría más adelante El Primer Alzamiento del EZLN fue en 1993 y lo encabezaron las mujeres zapatistas.

Aunque dentro de las familias zapatistas la explotación de las mujeres y niñas, así como su falta de derechos, sigue siendo una realidad, los debates previos para decidir esta nueva ley y su aprobación, abrieron un camino que esperemos lleve a una nueva situación donde el reconocimiento del papel de la mujer y la posibilidad de su desarrollo, así como el cese de las agresiones, llegue a ser una realidad que vaya más allá de los papeles y consignas.

Dos meses más tarde, el 22 de mayo, el Ejército Federal topa con un campamento de adiestramiento insurgente en el municipio de Ocosingo. Varios militares resultan muertos y el EZLN abandona sus posiciones, replegándose en la Selva. Aunque varios medios de comunicación resaltaron en primera página el incidente, la versión oficial fue muy distinta; posibles explotadores ilegales de madera o narcotraficantes serían los ocupantes del campamento encontrado.

La firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá era demasiado importante para el Gobierno mexicano como para reconocer públicamente la existencia de grupos armados dentro del país. Lo que quedó claro es que el Secretario de Gobernación de la República y ex-Gobernador de Chiapas, Patrocinio González, así como el resto de personas encargadas de la seguridad nacional, subestimaron totalmente la capacidad del ejército insurgente.

La última movilización de 1993 la realizaron en apoyo a Samuel Ruiz, amenazado de muerte por la Unión para la Defensa Ciudadana de Ocosingo, creada por finqueros de este municipio. La multitudinaria presencia indígena inspiró al periodista Amado Avendaño, quien escribió en el diario Expreso “hay mucho indio, vamos a otro mundo”. Dos meses más tarde, ese nuevo mundo se hizo realidad.

 

 

 

Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a la Caravana Nacional e Internacional de Observación y Solidaridad con las comunidades zapatistas.

Caracol de La Garrucha, 2 de agosto de 2008

Buenas tardes, buenas noches. Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgente Marcos, y estoy aquí para presentarles al Teniente Coronel Insurgente Moisés. Él es el encargado por parte de la Comandancia General del EZLN del trabajo internacional, lo que llamamos la Comisión Intergaláctica y la Sexta Internacional, porque, de todos nosotros, es el único que les tiene paciencia a ustedes.

Vamos a hablar despacio, para la traducción. We will speak slowly, for the translation. Nous allons parler doucement, pour la traduction.

Queremos agradecerles que hayan venido hasta acá a conocer directamente lo que está sucediendo con el proceso zapatista, no sólo con las agresiones que estamos recibiendo, sino también los procesos que se están construyendo aquí en territorio rebelde, en territorio zapatista.

Esperamos que lo que vean, que lo que escuchen sirva para que puedan llevar esa palabra muy lejos: a Grecia, a Italia, a Francia, a España, al País Vasco, a Estados Unidos y al resto de nuestro país, con nuestros compañeros de La Otra Campaña.

Ojalá y no vayan a hacer como la llamada Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos, que lo único que vino a hacer aquí, hace unos meses, fue a lavarle las manos al gobierno perredista de Chiapas, al decir que las agresiones que sufrían nuestros pueblos no venían del gobierno estatal, sino del gobierno federal.

Quisiera dar una plática de introducción a lo que va a hablar el Teniente Coronel Moisés. Nos da gusto que haya coincidido con su visita de ustedes acá que él ande por esta zona. Él es el compañero que ha seguido más de cerca el proceso de construcción de la autonomía dentro de las comunidades zapatistas.

Quería explicar, a grandes rasgos, lo que ha sido la historia del EZLN y de las comunidades indígenas zapatistas en este territorio, en Chiapas pues. Me refiero a los Altos de Chiapas, la zona del Caracol de Oventic; la zona tzotz choj, tzeltal-tojolabal, que es la del Caracol de Morelia; la zona chol que es la de Roberto Barrios, en el norte de Chiapas; la zona tojolabal o Selva Fronteriza, que es el Caracol de La Realidad; y ésta que es la zona tzeltal, que es el Caracol de La Garrucha.

El día de mañana, están invitados a visitar un poblado que tiene muchos años de ser bases de apoyo del EZLN. Van a tener el honor de ser guiados por el Comandante Ismael, que está aquí. Este compañero junto con el Señor Ik —el finado Comandante Hugo o Francisco Gómez, que era su nombre civil—, estuvieron recorriendo estas cañadas, hablando de la palabra zapatista cuando nadie estaba con nosotros.

Él los va a llevar. Van a ir a ver el lugar donde los soldados estaban buscando marihuana. Queremos que ustedes vean si hay marihuana. Si encuentran, no se la vayan a fumar, sino que hagan la denuncia para destruirla. No, no hay marihuana. Pero no nos creen a nosotros, a lo mejor a ustedes. A ustedes… ¡menos! Ya que los vean, no les van a creer nada.

Está también con nosotros el Comandante Masho, aquí a mi derecha. También es de los compañeros comandantes que acompañaron al Señor Ik, al Comandante Hugo, cuando apenas empezaba el EZLN en esta cañada. Y es parte de la Comisión Sexta del EZLN. Estuvo con nosotros en el noroeste de la República mexicana, recorriendo pueblos indios y compañeros y compañeras de La Otra Campaña en México, en esa parte del país.

¿Cómo empezó todo? Hace 24 años, casi 25, llegó un pequeño grupo de urbanos, o de ciudadanos como les decimos nosotros, no a esta parte de la selva, sino mucho más adentro, lo que ahora se conoce como la Reserva de Montes Azules. En esa zona no había nada, mas que animales salvajes de cuatro patas y animales salvajes de dos patas que éramos nosotros. Y la concepción de ese pequeño grupo —estoy hablando de 1983-1984, o sea hace 24 o 25 años— era la tradicional de los movimientos de liberación en América Latina, es decir: un pequeño grupo de iluminados que se alza en armas contra el gobierno. Y eso provoca que mucha gente los siga, se levante, y se tumbe al gobierno, y se instale un gobierno socialista. Estoy siendo muy esquemático, pero básicamente es lo que se conoce como la teoría del “foco guerrillero”.

Ese pequeño grupo, de los que quedamos entonces, tenía esa concepción tradicional, clásica u ortodoxa, si la quieren llamar así, pero tenía también una carga ética y moral que no tenía precedentes en los movimientos guerrilleros o armados en América Latina. Esta herencia ética y moral venía de otros compañeros que ya habían muerto, enfrentándose al ejército federal y a la policía secreta del gobierno mexicano.

Durante todos esos años, estábamos solos. No había compañeros en los pueblos. Nadie de Grecia venía a vernos. Ni de Italia ni de Francia ni de España ni del País Vasco. Vaya… ¡Ni de México! Porque éste era el rincón más olvidado de este país. Eso que era algo en contra, más adelante se iba a convertir en una ventaja: el hecho de estar aislados y olvidados nos permitió, entonces, hacer un proceso de involución. Alguno que sea ortodoxo conocerá el libro que dice “la transformación del mono en hombre”. En ese entonces, fue al revés: el hombre se transformó en mono, que era lo que éramos nosotros. Incluso físicamente, por eso uso pasamontañas pues. Es una cuestión de estética y buen gusto que hay que taparse la cara.

Este pequeño grupo sobrevivió a la caída del Muro de Berlín, al derrumbe del campo socialista, a la claudicación de la guerrilla en Centroamérica —primero con el FMLN en El Salvador, luego con aquello que alguna vez se llamó el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua. Y más después, la unión revolucionaria de Guatemala, la URNG—.

Lo que lo hizo sobrevivir fueron dos elementos, según nosotros: Uno, era la necedad o la terquedad que, probablemente, esa gente traía en el DNA. Y la otra, fue la carga moral y ética que había heredado de los compañeros y compañeras que habían sido asesinados por el ejército, en estas montañas precisamente.

Las cosas se hubieran quedado ahí, con dos opciones: Un pequeño grupo que pasa décadas encerrado en la montaña, esperando algún momento que pasa algo y puede actuar dentro de la realidad social. O terminar, como alguna parte de la izquierda radical en México entonces, como diputados, senadores, o presidentes legítimos de la izquierda institucional en México.

Pasó algo que nos salvó. Nos salvó y nos derrotó en esos primeros años. Y lo que pasó está sentado aquí a mí izquierda, que es el Teniente Coronel Insurgente Moisés, el Comandante Masho, el Comandante Ismael y muchos otros compañeros que convirtieron el EZLN, de un movimiento guerrillero foquista y ortodoxo, en un ejército de indígenas.

No se trataba sólo de que era un ejército mayoritariamente compuesto por indígenas. Mayoritariamente… me estoy cubriendo porque, en realidad, de cada 100 combatientes, 99 eran indígenas y uno era mestizo. No sólo eso, sino que ese ejército y su concepción sufrió una derrota en su planteamiento iluminador, su planteamiento de dirección, caudillista, revolucionario clásico, donde un hombre, o un grupo de hombres, se convierte en el salvador de la humanidad, o del país.

Lo que pasó, entonces, es que ese planteamiento fue derrotado a la hora que confrontamos a las comunidades y nos dimos cuenta, no sólo que no nos entendían, sino que su propuesta era mejor.

Algo había pasado en todos los años previos, décadas previas, siglos anteriores. Nos estábamos enfrentando a un movimiento de vida, que había logrado sobrevivir a los intentos de conquista de España, de Francia, de Inglaterra, de Estados Unidos, y de todas las potencias europeas, incluyendo la Alemania nazi en 1940-1945. Lo que había hecho resistir a esta gente, a estos nuestros compañeros y compañeras primero, y, luego, nuestro jefes y jefas ahora, había sido un apego a la vida que tenía que ver mucho con la carga cultural. La lengua, el lenguaje, la forma de relacionarse con la naturaleza presentaba una alternativa no sólo de vida, sino de lucha. No les estábamos enseñando a nadie a resistir. Nos estábamos convirtiendo en alumnos de esa escuela de resistencia de alguien que llevaba cinco siglos haciéndolo.

Los que venían a salvar a las comunidades indígenas, fueron salvados por ellas. Y encontramos rumbo, destino, camino, compañía y velocidad para nuestro paso. Lo que, entonces y ahora, llamamos “la velocidad de nuestro sueño”.

El EZLN tiene muchas deudas con ustedes, con gente como ustedes, en México y en todo el mundo, pero nuestra deuda fundamental está en nuestro corazón: en el corazón indígena. En esta comunidad y en miles de comunidades como ésta, que están pobladas por compañeros bases de apoyo zapatistas.

En el momento en que el pequeño grupo guerrillero hace contacto con los pueblos, hay un problema y una lucha. Yo tengo una verdad —yo, el grupo guerrillero—, y tú eres un ignorante, te voy a enseñar, te voy a adoctrinar, te voy a educar, te voy a formar. Error y derrota.

A la hora que se empieza a construir el puente del lenguaje, y empezamos a modificar nuestra forma de hablar, empezamos a modificar nuestra forma de pensarnos a nosotros mismos y de pensar el lugar que teníamos en un proceso: Servir.

De un movimiento que se planteaba servirse de las masas, de los proletarios, de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes para llegar al poder y dirigirlos a la felicidad suprema, nos estábamos convirtiendo, paulatinamente, en un ejército que tenía que servir a las comunidades. En este caso, las comunidades indígenas tzeltales, que fueron las primeras donde nos instalamos, que fue en esta zona.

El contacto con los pueblos significó un proceso de reeducación más fuerte y más terrible que los electroshocks que acostumbran en las clínicas siquiátricas. No todos lo soportaron, algunos sí lo soportamos, pero nos seguimos quejando todavía a estas alturas del partido.

¿Qué pasó después? Lo que pasa es que el EZLN se convierte en un ejército de indígenas, al servicio de los indígenas, y pasa de los seis con que empezamos el EZLN, a más de seis mil combatientes.

¿Qué es lo que detona el alzamiento del primero de enero de 94? ¿Por qué decidimos alzarnos en armas? La respuesta está en los niños y en las niñas. No fue un análisis de la coyuntura internacional. Cualquiera de ustedes estará de acuerdo conmigo en que la coyuntura internacional no era propicia para un alzamiento armado. El campo socialista había sido derrotado, todo el movimiento de izquierda en América Latina estaba en una etapa de repliegue. En México, la izquierda estaba llorando la derrota después de que Salinas de Gortari no sólo había hecho un fraude, sino había comprado a buena parte de lo que era la conciencia crítica de la izquierda en México.

Cualquiera mínimamente razonable nos hubiera dicho: no hay condiciones, no se alcen en armas, entreguen las armas, entren a nuestro partido, etcétera, etcétera. Pero hubo algo adentro que hizo que desafiáramos esos pronósticos y esas coyunturas internacionales.

El EZLN entonces se plantea, por primera vez, desafiar el calendario y la geografía de arriba. Los niños y las niñas, les dije. Ocurrió que en esos años, a partir del principio de los noventa, de 1990, hubo una reforma que impedía que los campesinos pudieran acceder a la tierra. La tierra, como van a ver mañana, cuando suban la loma que va hacia el pueblo de Galeana, ésa era la tierra que tenían los campesinos: laderas empinadas, llenas de piedra. Las buenas tierras estaban en manos de los finqueros. En los próximos días, van a ir a ver, también, esas fincas y van a poder ver la diferencia entre la calidad de tierra.

Se acabó la posibilidad de acceder a un terreno de tierra. Y, al mismo tiempo, las enfermedades empezaron a acabar con los niños y con las niñas. De 1990 a 1992, no había niño, en la Selva Lacandona, que llegara a los cinco años. Antes de los cinco años, morían de enfermedades curables. No era el cáncer, no era el SIDA, no eran enfermedades del corazón, eran enfermedades curables: tifoidea, tuberculosis, y, a veces, una simple calentura era la que mataba a niños y a niñas menores de cinco años.

Yo sé que en la ciudad esto puede ser hasta una ventaja: mientras menos burros, más olotes, dicen. Pero en el caso de un pueblo indígena, la muerte de su niñez significa su desaparición como pueblo. O sea, en el proceso natural, los adultos crecen, se hacen ancianos y mueren. Si no hay niños, esa cultura desaparece.

La mortandad de los indígenas, de los niños y de las niñas indígenas, agudizó todavía el problema. Pero la diferencia que había aquí al resto de otros pueblos indios, es que aquí había un ejército rebelde, armado. Fueron las mujeres las que empezaron a empujar esto. No fueron los hombres. Yo sé que la tradición en México —los mariachis, Pedro Infante y todo eso— es que los hombres somos muy machos. Pero no fue así. Quienes empezaron a empujar: hay que hacer algo, ya no, y ya basta, fueron las mujeres, que veían morir a sus hijos y a sus hijas.

Empezó a haber una especie de rumor en todas las comunidades: hay que hacer algo, ya basta, ya basta, en todas las lenguas. Para entonces, ya estábamos también en la zona de los Altos. Y ahí teníamos dos compañeras que habían sido, y son todavía, la columna vertebral en ese trabajo: la finada Comandanta Ramona y la Comandanta Susana.

Por diversas partes empezó a surgir esta inquietud, esta molestia… Vamos a decirlo por su nombre: esta rebeldía en las mujeres zapatistas, que había que hacer algo. Nosotros hicimos lo que teníamos que hacer, entonces, que era preguntarle a todos qué íbamos a hacer. Hubo, entonces, en 1992, una consulta —sin televisión, sin gobierno del Distrito Federal, sin nada de lo que hay ahora—, y pueblo por pueblo se pasó y se realizaron asambleas —como ésta en la que estamos ahorita—. Se planteaba el problema. La disyuntiva era muy sencilla: si nos alzamos en armas, nos van a derrotar, pero va a llamar la atención y van a mejorar las condiciones de los indígenas. Si no nos alzamos en armas, vamos a sobrevivir, pero vamos a desaparecer como pueblos indios.

La lógica de muerte es cuando nosotros decimos: no nos dejaron otra opción. Ahora, después de catorce, casi quince años, nosotros —los que llevamos más tiempo aquí— decimos: qué bueno que no teníamos otra opción.

Los pueblos dijeron: para eso estás, pelea, pelea con nosotros. No se trataba sólo de una relación formal, de mando. Porque formalmente era al revés: formalmente, el EZLN era el mando y los pueblos eran los subordinados. Pero en los hechos, en la realidad, era al contrario: los pueblos sostenían, cuidaban y hacían crecer al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

En ese entonces, fue importante también la participación de un compañero mestizo, de la ciudad, el Subcomandante Insurgente Pedro, que cae combatiendo el primero de enero del 94.

Cuando llevamos esa disyuntiva y los pueblos dicen “alcémonos en armas”, el cálculo militar que hicimos —el Teniente Coronel Moisés tal vez lo recuerda bien porque fue en esta montaña que está aquí a espaldas del pueblo, allá arriba, en un campamento que teníamos, hubo una reunión de todos los mandos zapatistas—, el planteamiento que yo les hice fue éste: tenemos que pensar lo que vamos a hacer, porque cuando empecemos a echar andar algo no se va a poder dar marcha atrás.

Si nosotros le empezamos a preguntar a la gente si nos alzamos en armas o no, ya no vamos a poder detener. Sabíamos y sentíamos que la respuesta iba a ser sí. Y sabíamos y sentíamos que los que iban a caer éramos los que estábamos reunidos en estas montañas, aquí arriba de La Garrucha.

Pasó lo que pasó. No les voy a contar el primero de enero de 94, porque ustedes empiezan a saber de nosotros —bueno, algunos, porque otros apenas estaban muy chavitos—, y se abre una etapa de resistencia, decimos nosotros, donde se pasa de la lucha armada a la organización de la resistencia civil y pacífica.

Algo pasó en todo este proceso que quiero llamar la atención, que es: el cambio en la posición del EZLN respecto al problema del poder. Y esta definición frente al problema del poder es la que va a marcar de manera más honda la huella en el camino zapatista. Nosotros nos habíamos dado cuenta —y en el nosotros que digo, ya van incluidas las comunidades, no sólo el primer grupo—, nos habíamos dado cuenta que las soluciones, como todo en este mundo, se construyen desde abajo hacia arriba. Y toda nuestra propuesta anterior, y toda la propuesta de la izquierda ortodoxa, hasta entonces, era al revés, era: desde arriba se solucionan las cosas para abajo.

Este cambio de abajo para arriba significaba para nosotros no organizarnos, ni organizar a la gente para ir a votar, ni para ir a una marcha, ni para gritar, sino para sobrevivir y para convertir la resistencia en una escuela. Esto fue lo que hicieron los compañeros, no el EZLN original, aquel pequeño grupo, sino el EZLN ya con este componente indígena. Esto que ahora se conoce a grandes rasgos como la construcción de la autonomía zapatista, es un proceso que les va a detallar ahora el Teniente Coronel Insurgente Moisés.

Antes de eso, quería yo señalar algunas cosas. Se dice, no sin razón, que en los últimos dos años, el 2006, el 2007, el Subcomandante Marcos trabajó, con empeño y con éxito, en destruir la imagen mediática que se había construido en torno a él. Y les llama la atención cómo gente que antes estaba cerca, ahora se han alejado o se han vuelto, definitivamente, anti-zapatistas. Algunos de ellos fueron a sus países a dar pláticas y fueron recibidos como si fueran los que se alzaron en armas. Eran los zapatólogos, dispuestos a viajar con todos los gastos pagados, a recibir los aplausos, las caravanas y alguno que otro favor, cuando viajaban al extranjero.

¿Qué pasó? Les voy a decir cómo lo vemos nosotros. Ustedes tendrán su visión. A la hora que se alza el EZLN, surge… Voy a explicarme: aquí en las zonas indígenas se habla mucho de “los coyotes”. Los coyotes, quiero hacer la diferencia porque para los yaquis y los mayos el coyote es muy chingón, pues, es emblemático. En Chiapas no. El coyote es el intermediario. Es alguien que compra barato a los indígenas, y luego revende caro en el mercado.

Cuando se da el alzamiento zapatista, surgen lo que nosotros llamamos los intermediarios de la solidaridad. O sea, los coyotes de la solidaridad. Esta gente que decía, y aún dice, que tiene la interlocución con el zapatismo, que tienen el teléfono rojo, que son los que saben cómo está la cosa aquí, y eso les significa un capital político. Vienen y traen alguna cosita, o sea pagan barato, y van y se presentan como los emisarios del EZLN: cobran caro.

La aparición de este grupo de intermediarios, donde había políticos, intelectuales, aristas y gente del movimiento social, nos ocultó a nosotros la existencia de otras cosas, de otros abajos. Nosotros intuíamos que la España de abajo estaba ahí; que el País Vasco en rebeldía estaba ahí; que la Grecia rebelde estaba ahí; que la Francia insurrecta estaba ahí; que la Italia de lucha estaba ahí; pero no la veíamos. Y temíamos, entonces, que ustedes tampoco nos vieran a nosotros.

Estos intermediarios organizaban y hacían cosas cuando estábamos de moda, y cobraban su capital político. Así como hay quien organiza conciertos, que dice que son para acá y se queda con una parte: cobra como su salario, o lo que le toca a su organización.

Había otro abajo. Nosotros siempre teníamos esa idea: el zapatismo siempre se ha planteado que no es el único rebelde, ni el mejor. Y nuestra concepción no era crear un movimiento que hegemonizara toda la rebeldía en México, o toda la rebeldía a nivel mundial. Nunca aspiramos a una internacional, a la quinta internacional o ya no sé en cuál vayan —¿Alejandro? Ya va la Sexta, pero ésta es otra, ésta es La Otra Internacional. El compañero sabe de internacionales—.

¿Qué pasó? Yo les voy a decir algunas cosas que para ustedes no serán novedad. El cuento de una izquierda institucional está perfectamente claro para los españoles, con Rodríguez Zapatero o Felipe González; para el País Vasco —Gora Euskal Herria— más todavía; para la Italia rebelde tampoco debe ser una novedad; y Grecia, bueno, nos puede explicar también mucho de eso; desde Miterrand, el varón, en Francia, igual.

En México, no. Sigue habiendo esa expectativa: que es posible que la izquierda que padecemos ahora, si llega al poder, lo va a hacer impunemente. Quiere decir: va a poder llegar a gobernar sin dejar de ser de izquierda. España, Italia, Francia, Grecia, prácticamente todos los países del mundo, pueden dar cuenta de lo contrario: de gente de izquierda, consecuente —no necesariamente radical—, que en el momento en que llega al poder, deja de serlo. Varía la velocidad, varía la profundidad, pero indefectiblemente, se transforman. Eso es lo que nosotros llamamos “el efecto estómago” del poder: o te digiere o te hace mierda.

Este acercamiento, en México, de la izquierda o de lo que se autodenomina izquierda, al poder —ahorita me estoy acordando que salió en un periódico que yo no estaba aquí, que estaba en la Ciudad de México, en las fiestas de la izquierda, no sabía que había izquierda en la Ciudad de México y hacen fiestas…. Sí hay todavía, pero es Otra izquierda pues—; en el momento en que se presentó la posibilidad del poder, empezó a surgir este proceso de digestión y defecación del poder sobre esa izquierda. A los zapatistas, y a todo aquel que se puso en el centro —perdónenme si rompo algún corazón, pero el centro no está en el centro, está pegado a la derecha. Es el otro lado, a la derecha… bueno, a la derecha de ustedes—…

Entonces, nosotros teníamos que, se nos pedía por este grupo de intelectuales, artistas, líderes sociales, que volviéramos la historia hasta 1984, cuando pensábamos que un grupo, o una persona, si llega al poder, transforma todo hacia abajo. Y que nosotros depositáramos la confianza, el futuro, nuestra vida y nuestro proceso, a un iluminado, a una persona, junto con una banda de 40 ladrones que es la izquierda en México.

Nosotros dijimos que No. No es que nos sea antipático el presidente legitimo, sino simple y sencillamente no creemos en ese proceso. No creemos que alguien, ni siquiera alguien tan guapo como el Subcomandante Marcos, sea capaz de hacer esa transformación —bueno, las piernas—. Nosotros no podíamos hacer eso, y entonces se da la ruptura.

Yo quiero llamarles la atención sobre una cosa: entonces, dijimos lo que iba a pasar. Lo que está pasando ahorita. Cuando nosotros lo dijimos, dijeron que le estábamos haciendo el juego a la derecha. A la hora, ahora, que están repitiendo, hasta con nuestras mismas palabras, lo que dijimos hace dos años, se dice que es para hacerle un servicio a la izquierda.

El zapatismo es incómodo. Como si en el rompecabezas del poder llegara una pieza que no encaja y que hay que deshacerse de ella. De todos los movimientos que hay en México, uno de ellos —no el único—, el zapatismo, es incómodo para esta gente. Es un movimiento que no permite conformarse, que no permite rendirse, que no permite claudicar, que no permite venderse. Y en los movimientos de arriba ésa es la lógica, eso es lo racional. Es la “real politik”, como dicen.

Entonces, se da este distanciamiento que, poco a poco, empieza a permear hacia los sectores internacionales, en América Latina y en Europa, fundamentalmente. En ese trayecto, sin embargo, se construyeron relaciones más sólidas. Por mencionar alguna, la de los compañeros de la CGT de España, el movimiento cultural rebelde del País Vasco, la Italia social y, más recientemente, la Grecia rebelde e insumisa que hemos encontrado.

Este corrimiento a la derecha se oculta de la siguiente forma, se dice: “el EZLN se radicalizó y se hizo más de izquierda”. Disculpen, pero nuestro planteamiento sigue siendo el mismo: no buscamos la toma del poder, pensamos que las cosas se construyen desde abajo. Y lo que ocurrió es que esos sectores, los intermediarios de la solidaridad, los coyotes internacionalistas, o la internacional del coyotaje, se habían corrido a la derecha. Porque el poder no te deja acceder a él impunemente.

El poder es un club exclusivo, que tiene determinados requisitos para entrar a él. Lo que los zapatistas llamamos “la sociedad del poder” tiene reglas. Y sólo se puede acceder a él si se cumplen determinadas reglas. Cualquiera que busque la justicia, la libertad, la democracia, el respeto a la diferencia, no tiene posibilidad de acceder ahí, a menos que claudique de esas ideas.

Cuando nosotros empezamos a ver este corrimiento a la derecha del sector aparentemente más zapatista, empezamos a preguntarnos por qué había abajo, qué había detrás. Para ser sinceros, empezamos al revés: empezamos en el mundo, o sea internacionalmente, y luego nos preguntamos por México.

Por razones que tal vez ustedes puedan explicar, la cercanía del zapatismo fue más fuerte con otros países que con México. Y fue más fuerte en México que con la gente de Chiapas. Como si hubiera una relación inversa en la geografía: quien vivía más lejos, estaba más cerca nuestro, y quien vivía más cerca, estaba más alejado de nosotros.

Llegó la idea de buscarlos, con la intuición y el deseo de que existieran: ustedes, otros como ustedes. Vino la Sexta Declaración, la ruptura definitiva con este sector de los coyotes de la solidaridad. Y la búsqueda, en México y en el mundo, de otros que fueran como nosotros, pero que fueran diferentes.

Además de esta posición frente al poder, hay una característica esencial en el zapatismo —y lo van a ver ahora que estén en estos días aquí, o si hablan con los Consejos Autónomos y con las Juntas de Buen Gobierno, o sea con las autoridades autónomas—: la renuncia a hegemonizar y homogeneizar la sociedad. Nosotros no pretendemos un México zapatista, ni un mundo zapatista. No pretendemos que todos se hagan indígenas. Nosotros queremos un lugar, aquí, el nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que nosotros decidamos lo que queremos hacer.

Y pensamos que sólo es posible, si otros como nosotros quieren y luchan por lo mismo. Y se establece una relación de compañerismo, decimos nosotros. Eso es lo que quiere construir La Otra Campaña. Eso es lo que quiere construir la Sexta Internacional. Un encuentro de rebeldías, un intercambio de aprendizajes y una relación más directa, no mediática, sino real, de apoyo entre organizaciones.

Hace unos meses, vinieron aquí compañeros de Corea, de Tailandia, de Malasia, la India, Brasil, España —y no me acuerdo de qué otros lados—, de Vía Campesina. Nosotros los vimos en La Realidad, estábamos ahí con ellos. Y cuando hablamos les dijimos: el encuentro entre dirigentes, para nosotros no vale nada. Ni siquiera la foto que se tomen. Si las dirigencias de dos movimientos no sirven para que los movimientos se encuentren y se conozcan, esas dirigencias no sirven.

Nosotros les decimos lo mismo, ahora, a cualquiera que viene a proponer eso. Lo que nos interesa es lo que está detrás: ustedes, otros como ustedes. No podemos ir a Grecia, pero podemos hacer el cálculo y decir que de los que quisieron venir, no están todos aquí. ¿Cómo podemos hablar con esos otros? Y decirles que no queremos limosna, que no queremos lástima. Que no queremos que nos salven la vida. Que queremos un compañero, una compañera, y unoa compañeroa en Grecia, que luche por lo suyo. En Italia, en el País Vasco, en España, en Francia, en Alemania, Dinamarca, Suecia —no voy a decir todos los países, porque qué tal que me falta uno y viene la protesta—…

¿Para dónde miramos nosotros? Cuando les hago este rápido recorrido, les hablo de una herencia moral y ética de los que nos fundaron. Tiene que ver, sobre todo, con la lucha y el respeto por la vida, por la libertad, por la justicia y por la democracia. Nosotros tenemos una deuda moral con nuestros compañeros. No con ustedes, no con los intelectuales que se alejaron, no con los artistas ni con los escritores, ni los líderes sociales que ahora son anti zapatistas.

Nosotros tenemos una deuda con aquellos que murieron luchando. Y nosotros queremos que llegue el día en que nosotros podamos decirles a ellos y a ellas, a nuestros muertos y a nuestras muertas, tres cosas nada más: no nos rendimos, no nos vendimos, no claudicamos.

El Teniente Coronel Moisés….

Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2008/08/02/platica-del-sci-marcos-y-el-tte-coronel-i-moises-con-los-miembros-de-la-caravana-que-llegaron-al-caracol-de-la-garrucha/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fragmento del Mensaje enviado por el Subcomandante Insurgente Marcos al arranque de la campaña EZLN: 20 y 10, el fuego y la palabra, y a la presentación del libro del mismo nombre.

Ejercito Zapatista de Liberación Nacional
México

10 de noviembre del 2003.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Las habla el Sup Marcos. Sean bienvenidos y bienvenidas todos y todas.

Estamos aquí para iniciar la celebración de una historia y para presentar un libro que cuenta buena parte de esa historia. Aunque pudiera pensarse lo contrario, la historia a celebrar y a contar no es sobre los 20 y 10 años del EZLN. Quiero decir, no sólo. Muchas personas se sentirán partícipes de esos 20 y esos 10. Y no me refiero sólo a los miles de pueblos indígenas rebeldes, también a miles de hombres, mujeres, niños y ancianos de México y el mundo. La historia que empezamos a celebrar hoy es también la historia de todos ellos y ellas.

Las palabras que ahora escribo y digo van dirigidas a todas esas personas que, sin formar filas en el EZLN, comparten, viven y luchan con nosotros una idea: la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos. Esto pudiera también enunciarse diciendo que queremos un cumpleaños donde quepan todos los cumpleaños.

Así que empecemos la fiesta como de por sí se empezaban las fiestas de cumpleaños en las montañas del sureste mexicano hace 20 años, es decir, contando historias.

Según nuestro calendario, la historia del EZLN, previa al inicio de la guerra, tuvo 7 etapas.

La primera de ellas es cuando se seleccionó a quienes formarían parte del EZLN. Esto fue alrededor de 1982. Se organizaban prácticas de uno o dos meses en la selva, y en ellas se evaluaba el desempeño de los asistentes para ver quién podía “dar el ancho”. La segunda etapa es la que llamamos de “implantación”, es decir, la fundación propiamente dicha del EZLN.

Hoy es 10 de noviembre del año 2003.

Pido se nos permita imaginar que un día como hoy, pero hace 20 años, en 1983, un grupo de personas preparaba en alguna casa de seguridad los implementos que habría de llevar a las montañas del sureste mexicano. Tal vez, hace 20 años, el día transcurría checando la impedimenta, recabando informes sobre los caminos, las rutas alternativas, los tiempos; detallando itinerarios, órdenes, dispositivos. Hace 20 años, tal vez a esta hora, estarían abordando un vehículo e iniciarían el viaje hacia Chiapas. Si pudiéramos estar ahí, tal vez les preguntaríamos a esas personas qué es lo que iban a hacer. Y seguro nos hubieran respondido: “fundar el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Habían esperado 15 años para decir esas palabras.

Supongamos entonces que inician su viaje el 10 de noviembre de 1983. Unos días después llegan al final de un camino de terracería, bajan sus cosas, despiden al chofer con un “hasta luego” y, después de acomodar sus mochilas, inician el ascenso de una de las sierras que atraviesan, inclinadas al occidente, la Selva Lacandona. Muchas horas después de caminar, con unos 25 kilos de peso en su espalda, montan su primer campamento, ya sierra adentro. Sí, es posible que ese día hiciera frío y hasta lloviera.

Hoy, hace 20 años, la noche se ha adelantado debajo de los grandes árboles y, ayudados por lámparas de mano, estos hombres y mujeres ponen techo de plástico con un cordón como travesaño, amarran sus hamacas, buscan leña seca y, prendiéndole fuego a una bolsita de plástico, encienden la hoguera. A su luz, el mando escribe en su diario de campaña algo así como: “17 de noviembre de 1983. Tantos metros sobre el nivel del mar. Lluvioso. Montamos campamento. Sin novedad”. En la parte superior izquierda de la hoja en la que se escribe, aparece el nombre que le han puesto a esa primera estación de un viaje que todos saben muy largo. No ha habido ninguna ceremonia especial, pero ese día y a esa hora se ha fundado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Seguramente alguien propuso entonces un nombre para ese campamento, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que ese grupo estaba formado por 6 personas. Los primeros 6 insurgentes, cinco hombres y una mujer. De esos 6, tres eran mestizos y tres indígenas. La proporción de 50% mestizos y 50% indígenas no ha vuelto a repetirse en los 20 años del EZLN, tampoco la proporción de mujeres (menos del 20% en esos primeros días). Actualmente, veinte años después de aquel 17 de noviembre, el porcentaje debe andar por un 98,9% de indígenas y un 1% de mestizos. La proporción de mujeres anda ya cerca del 45%.

¿Cómo se llamó ese primer campamento del EZLN? Al respecto no se ponen de acuerdo aquellos primeros 6 insurgentes. Según aprendí después, los nombres de los campamentos se elegían sin ninguna lógica, y, de manera natural y sin afectaciones, se evitaban los normes apocalípticos o proféticos. Ninguno de ellos se llamó, por ejemplo, “Primero de enero de 1994”.

Según cuentan aquellos primeros 6, un día mandaron a un insurgente a explorar un sitio para ver si tenía condiciones para acampar. El insurgente regresó diciendo que el lugar “era un sueño”. Los compañeros marcharon hacia ese rumbo y al llegar se encontraron con un pantano. Le dijeron entonces al compañero “Esto no es ensueño, es una pesadilla”. Ergo, el campamento se llamó entonces “La Pesadilla”. Debe haber sido en los primeros meses de 1984. El nombre de ese insurgente era Pedro. Después sería subteniente, teniente, capitán segundo, capitán primero y Subcomandante. Con ese grado y siendo Jefe del Estado Mayor zapatista, diez años después, cayó en combate el primero de enero de 1994, en la toma de Las Margaritas, Chiapas, México.

La tercera etapa, siempre previa al alzamiento, es cuando nos dedicamos a las tareas de supervivencia, es decir, a cazar, a pescar, y a recolectar frutos y plantas silvestres. En este tiempo nos aplicamos al conocimiento del terreno, es decir, orientación, caminata, topografía. Y en esta época estudiamos estrategias y táctica militar en los manuales del ejército norteamericano y del federal mexicano, y el uso y cuidado de diversas armas de fuego, demás de las llamadas “artes marciales”. También estudiábamos historia de México y, por cierto, llevábamos una vida cultural muy intensa.

Yo llego a la Selva Lacandona en esta tercera etapa, en 1984. Por ahí de agosto-septiembre de ese año, unos 9 meses después de que llegara el primer grupo. Mi llegada fue con dos compañeros más: una compañera indígena chol y un compañero indígena tzotzil. Si mal no recuerdo, a mi llegada el EZLN tenía 7 elementos de base y dos más que “subían” y “bajaban” a la ciudad con correos y por abastecimiento. El cruce por los pueblos se hacia de noche y disfrazados de ingenieros.

Los campamentos de aquella época eran relativamente sencillos: tenían un área de intendencia o la cocina, los dormitorios, el área de ejercicio, la posta, el área de 25 y 50, y los campos de fuego para la defensa. Tal vez alguno de los que me escucha se pregunte qué rayos es el “área de 25 y 50″. Bueno, resulta que para hacer las necesidades que llaman “primarias”, había que alejarse a cierta distancia del campamento. Para ir a orinar había que retirarse 25 metros; para defecar eran 50 metros, además de hacer un hoyo con el machete y luego tapar el “producto”. Claro que esas disposiciones eran cuando nosotros éramos, como quien dice, un puñado de hombres y mujeres, es decir, no pasábamos de 10. Tiempo después, construíamos letrinas en zonas más alejadas, pero los términos “25″ y “50″ se quedaron.

Había un campamento que se llamaba “El Fogón”, porque ahí fue la primera vez que construimos uno. Antes de eso, el fuego se hacia a ras del suelo y las ollas (dos: una para el frijol y otra para el animal que cazáramos o pescáramos) colgaban de un travesaño amarrado con bejucos. Pero luego ya éramos más y entonces entramos a “la era del fogón”. En ese entonces la plantilla del EZLN era de 12 combatientes.

Tiempo después, en un campamento llamado “Reclutas” (porque ahí es donde se entrenaban los nuevos combatientes), entramos a “la era de la rueda”. Y es que labramos, con el machete, una rueda de madera e hicimos una carretilla para cargar piedra para las trincheras. Deben de haber sido los tiempos, porque la rueda era bastante cuadrada y terminamos cargando la piedra en el lomo.

Otro campamento se llamó “Baby Doc”, en honor de quien azoló, con el beneplácito de los Estados Unidos, las tierras haitianas. Resulta que, con una columna de reclutas, nos estábamos moviendo para acampar cerca de un pueblo. En el camino topamos una paira de jabalíes, o sea un chingo de puercos salvajes. La columna guerrillera se desplegó con disciplina y habilidad, es decir que el que iba de vanguardia grito “puercos” y, con el pánico como motor y combustible, se subió a un árbol con una habilidad que no le volvimos a ver. Otros corrieron con valentía… pero hacía el lado contrario de donde estaba el enemigo, o sea los jabalíes. Algunos tomaron puntería y dieron cuenta de dos cerdos salvajes. En la retirada enemiga, o sea cuando los puercos se fueron, quedó abandonado un cerdito, de apenas el tamaño de un gato casero. Lo adoptamos y le pusimos por nombre “Baby Doc” porque en esas fechas Papá Doc Duvalier moría y le heredaba la carnicería a su vástago. Acampamos ahí para aliñar las piezas y comer. El puerquito se encariñó con nosotros, creo que por el olor.

Otro campamento de aquellos años se llamó “De la Juventud”, porque ahí se formó el primer grupo de jóvenes insurgentes , que se llamó “Jóvenes Rebeldes del Sur”. Una vez por semana los jóvenes insurgentes se reunían para cantar, bailar, leer, hacer deportes y concursos.

El 17 de noviembre de 1984, hace 19 años fue la primera vez que celebramos el aniversario del EZLN. Éramos 9. Creo que fue un campamento que se llamó “Margaret Thatcher” porque habíamos agarrado una changuita que, se los juro, era el clon de la “Dama de Hierro”.

Un año después, en 1985, lo celebramos en un campamento llamado “Watapil”, porque así se llama una planta con cuyas hojas hicimos un cobertizo para los alimentos.

Yo era capitán segundo, estábamos en la llamada “Sierra del Almendro” y la columna madre había quedado en otra serranía. Tenía bajo mi mando 3 insurgentes. Si las matemáticas no me fallan, éramos 4 en ese campamento. Celebramos con tostadas, café, pinole con azúcar y una cójola que matamos en la mañana. Hubo canciones y poesías. Uno cantaba o declamaba y los otros tres aplaudían con un aburrimiento digno de mejor causa. En mi turno, con un discurso solemne les dije, sin más argumentos que los mosquitos y la soledad que nos envolvía, que un día seríamos miles y que nuestra palabra le daría la vuelta al mundo. Los otros tres estuvieron de acuerdo en que probablemente la tostada estaba hongueada, que seguramente me había hecho daño y que por eso deliraba. Recuerdo que llovió esa noche.

En la que llamamos la cuarta etapa, se hicieron los primeros contactos con los pueblos de la zona. Primero se hablaba con uno y ése uno hablaba con su familia. De la familia se pasaba al poblado. Del pablado a la región. Así poco a poco, nuestra presencia se convirtió en un secreto a voces y en una conspiración masiva. En esta etapa, que corre paralela en tiempo a la tercera, el EZLN ya no era lo que habíamos pensado cuando llegamos. Para entonces ya habíamos sido derrotados por las comunidades indígenas y, producto de esa derrota, el EZLN empezó a crecer geométricamente y hacerse “muy otro”, o sea que la rueda siguió abollándose hasta que, al fin, fue redonda y pudo hacer lo que debe hacer una rueda, es decir, rodar.

La quita etapa es la del crecimiento explosivo del EZLN. Debido a las condiciones políticas y sociales, crecimos más allá de la Selva Lacandona y llegamos a Los Altos y al norte de Chiapas. La sexta es la de la votación de la guerra y los preparativos, incluida la llamada “Batalla de la Corralchén”, en mayo de 1993, cuando tuvimos los primeros combates con el ejército federal.

Hace dos años, en la Marcha por la Dignidad Indígena, en alguno de los lugares que cruzamos, vi una especie de botella gorda, como una olla de boca angosta. Era de barro, creo, y estaba forrada con pedacitos de espejo. Al reflejar la luz, cada espejito de la olla-botella devolvía una imagen particular. Todo a su alrededor tenía en ella su reflejo singular y, al mismo, tiempo, el conjunto semejaba un arco iris de imágenes. Era como si muchas pequeñas historias se unieran para, sin perder su ser distintas, formar una historia más grande. Pensé que, a lo mejor, la historia del EZLN podría ser contada, mirada y analizada como esa botella-olla.

Hoy, 10 de noviembre del 2003, veinte años después de aquel viaje que iniciaron los fundadores de nuestra organización, arranca una campaña, a iniciativa de la Revista Rebeldía, para celebrar el vigésimo cumpleaños del EZLN, y el décimo aniversario del inicio de la guerra contra el olvido, y se presenta este libro llamado “EZLN: 20 y 10, el fuego y al palabra”, de Gloria Muñoz Ramírez. Si pudiera sintetizar este libro en una imagen, nada me vendría mejor que la de la olla-botella forrada de pedacitos de espejo.

En una de las partes del libro, Gloria recoge los testimonios de algunos compañeros bases de apoyo, responsables, comités e insurgentes que hablan de su pedacito de espejo en las 5 últimas etapas previas al alzamiento, o sea las etapas 3, 4, 5, 6 y 7. Es la primera vez que compañeros que llevan más de 19 años en la lucha zapatista abren su corazón y su memoria sobre aquellos años de silencio. Así, Gloria consigue convertir esos pedacitos de espejo en pedacitos de cristal que permiten asomarse un poco a los primeros 10 años del EZLN.

Se puede adivinar así otra historia, una muy diferente a la que construyeron los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, con mentiras, con informes policíacos alterados a conveniencia, y con la complicidad anexa de intelectuales que disfrazaron, bajo la cubierta de supuestas investigaciones “serias”, el cheque y la caricia que recibieron del Poder para solventar su “objetividad científica”.

Con los pedacitos de espejo y cristal que Gloria ha conseguido, el lector se dará cuenta de que se está asomando apenas a unas cuantas partes de un rompecabezas gigantesco. Un rompecabezas cuya pieza clave está en el primer día del año de 1994, cuando México ingresaba, vía el Tratado de Libre Comercio, al primer mundo.

Antes de ese primero de enero, la víspera, fue la séptima etapa del EZLN.

Recuerdo que la noche del 30 de diciembre de 1993 me encontró en la carretera Ocosingo- San Cristóbal de las Casas. Ese día había estado en las posiciones que manteníamos en los alrededores de Ocosingo. Por radio había checado la situación de nuestras tropas que se estaban concentrando en varios puntos a borde de carretera, a lo largo de las cañadas de Patiwitz, de Monte Líbano y de Las Tazas. Estas tropas correspondían al tercer regimiento de infantería. Eran unos 1,500 combatientes. La misión del tercer regimiento era la toma de Ocosingo. Pero antes de eso debían, “al paso”, tomar las fincas de la zona y hacerse del armamento de las guardias blancas de los finqueros. Según me reportaron, sobre el poblado de San Miguel había estado rondando un helicóptero del ejército federal, seguramente alertado por la multitud de vehículos que se estaban concentrando en esa población. Desde la madrugada del día 29, todo vehículo que entraba a las cañadas no salía, todos fueron “prestados” para movilizar a las tropas del tercer regimiento. En su totalidad, el tercer regimiento estaba formado por indígenas tzeltales.

Al paso, había yo checado las posiciones del Batallón número 8 (que formaba parte del Quinto regimiento), que se encargaría de tomar la cabecera municipal de Altamirano en un primer movimiento. Después, sobre la marcha, tomaría Chanal, Oxchuc y Huixtán, para luego participar en el ataque al cuartel de rancho Nuevo, en las afueras de San Cristóbal. El octavo era un batallón reforzado. Para la toma de Altamirano contaría con unos 600 combatientes, de los que una parte quedaría en la plaza tomada. En su avance incorporaría a más compañeros, para llegar a Rancho nuevo con unos 500 de tropa. El Octavo Batallón estaba formado en su gran mayoría por tzeltales.

Todavía en la carretera hice un alto en una de las zonas más elevadas tomé contacto radial con el Batallón 24 (también parte del Quinto regimiento), cuya misión era la toma de la cabecera municipal de San Cristóbal de Las Casas y el ataque conjunto (en concordancia con el batallón 8) al cuartel militar de Rancho Nuevo. El Vigésimo Cuarto era también un batallón reforzado. En números, su tropa llegaba a casi 1,000 combatientes todos de la zona de los Altos e indígenas tzotziles.

Al llegar a San Cristóbal, bordeé la ciudad y me dirigí a la posición en la que estaría el Cuartel General de la Comandancia del EZLN. De ahí, me comuniqué por radio con el mando del Primer Regimiento, Subcomandante Insurgente Pedro, Jefe del Estado Mayor Zapatista y segundo mando del EZLN. Su misión era la toma de la cabecera de Las Margaritas y el avance para atacar el cuartel militar en Comitán. Fuerte en 1,200 combatientes, el Primer regimiento estaba conformado en su mayoría por tojolabales.

Además, en la llamada “segunda reserva estratégica” quedaba un batallón, formado por indígenas choles, y en las profundidades de nuestras bases de despegue, con 3 batallones dispuestos en las zonas tzeltal, tojolabal, tzotzil y chol, se encontraba la llamada “primera reserva estratégica”.

Sí, el EZLN sale a la luz pública con más de 4,500 combatientes en la primera líneas de fuego, la así llamada Vigésima Primera División de Infantería Zapatista, y unos 2,000 combatientes permanecían en la reserva.

La madrugada del 31 de diciembre de 1993 confirmé la orden de ataque , la fecha y al hora . En resumen: el EZLN atacaría simultáneamente 4 cabeceras municipales y otras 3 más “al paso”, reduciría a las tropas policíacas y militares en esas plazas, y marcharía después a atacar dos grandes cuarteles del ejército federal. La fecha: 31 de diciembre de 1993. La hora: las 2400.

La mañana del día 31 de diciembre de 1993 se pasó en el desalojo de las posiciones urbanas que se mantenían en algunos lugares. Alrededor de las 1400 los diferentes regimientos confirmaron por radio a la Comandancia General que estaban listos. A las 1700 se inició la cuenta regresiva: “Menos 7″ se nombró esa hora. A partir de ahí, se cortó toda comunicación con los regimiento. El siguiente contacto radial estaba programado para las “Más 7″, las 0700 del día 1 de enero de 1994… con los que quedaran vivos.

Lo que siguió después, si no lo saben, lo pueden encontrar en este libro; y si ya lo saben, lo pueden recordar. En él, la olla-botella se convierte en un gigantesco tapiz, por fortuna dibujado ya en sus líneas generales por Gloria, y lleno de esos pedacitos de espejo y cristal de los que están compuestos los distintos momentos del EZLN en los 10 últimos años, es decir, del periodo que va del 1 de enero de 1994 al 1 de agosto del 2003. Estoy seguro de que muchos encontrarán el espejo y el cristal que les corresponde.

Subcomandante Insurgente Marcos

México, Noviembre del 2003. 20 y 10.

El texto completo puede encontrarse en http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2003/11/10/subcomandante-marcos-segun-nuestro-calendario-la-historia-del-ezln-previa-al-inicio-de-la-guerra-tuvo-7-etapas/

Según cuenta el Subcomandante Insurgente Marcos, la historia del EZLN, previa al inicio de la guerra, tuvo 7 etapas:

Primera etapa: Selección

Alrededor del año 1982, se inició la selección de quienes formarían parte del EZLN; para ello, se organizaban prácticas de uno o dos meses en la selva, con el fin de evaluar cómo se desempeñaban las personas seleccionadas y ver quién podría adaptarse mejor al terreno.

Segunda etapa: Implantación

Es el momento de la fundación propiamente dicha, del EZLN. A primeros de noviembre de 1983, un grupo de personas se preparaba, en una casa de seguridad, y elegían aquello que se llevarían a las montañas del sureste mexicano: comprobarían las cosas que se iban a llevar, repasarían los itinerarios a seguir, los caminos, las rutas alternativas… y luego, tomaron un vehículo e iniciaron el viaje a Chiapas.

Unos días después, llegaron al final de un camino de terracería, bajaron sus cosas del vehículo, se despidieron del chofer, acomodaron sus mochilas a la espalda, e iniciaron su camino adentro de la Selva Lacandona. Horas después, montaron su primer campamento, selva adentro: ponen un techo de plástico, acomodan sus hamacas, buscan leña seca y encienden una hoguera. Seguramente, ese campamento recibió un nombre, pero no ha pasado a la historia. Lo que sí ha pasado a la historia es que, ese día, a esa hora, sin ninguna ceremonia especial, se ha fundado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

El grupo que se adentró en la Selva estaba formado por seis personas, cinco hombres y una mujer; tres eran mestizos y tres eran indígenas.

Tercera etapa: Asentamiento

Es una etapa en la que lo principal son las tareas de supervivencia (cazar, pescar, reconocer y recolectar frutos y plantas silvestres…); también es la etapa en la que estudian el terreno en el que están (orientación, caminata, topografía…); y del estudio de estrategias y tácticas militares (manuales del ejército norteamericano y del federal mexicano), del uso y cuidado de diversas armas de fuego, y, además, las llamadas “artes marciales”. Y por supuesto, historia de México.

En esta tercera etapa, el EZLN tenía siete elementos de base más otros dos que “subían” y “bajaban” a la ciudad con correos y pora abastecerse de comida y otros enseres. Por los pueblos, se pasaba por la noche y se hacían pasar por ingenieros.

Unos nueve meses después de la llegada a la selva del primer grupo, en 1984, se incorporan al mismo tres personas, una compañera indígena chol, un compañero indígena tzotzil y un compañero mestizo que venía de la ciudad: el que después sería el Subcomandante Marcos.

Los campamentos que establecían en la selva tenían un área para la cocina, una para dormir, otra para el ejercicio, campos de fuego para la defensa y el “área 25 y 50”, que es como llamaban al área dónde se ubicaba la letrina: a 25 metros del campamento, el área para orinar y a 50 para defecar en un hoyo que se hacía con el machete y luego se tapaba. Cuando los campamentos crecieron, también creció la lejanía de la zona de letrinas, pero el nombre quedó…

En la zona de intendencia, o cocina, la comida se hacía colgando las ollas, con frijoles y algún animal cazado o pescado, de unos travesaños de madera, sobre un fuego que se hacía a ras del suelo; cuando fueron unos pocos más, ya construyeron un fogón.

Los campamentos tenían diferentes nombres que se elegían o al azar o por algo que hubiera ocurrido en ellos; por ejemplo, cuenta el Sup Marcos que en una ocasión, se envió a un

insurgente a explorar un sitio para ver si tenía condiciones para acampar. El insurgente regresó diciendo que el lugar “era un sueño”. Los compañeros marcharon hacia ese rumbo y al llegar se encontraron con un pantano. Le dijeron entonces al compañero “Esto no es ensueño, es una pesadilla”. Ergo, el campamento se llamó entonces “La Pesadilla”.

Hubo otro campamento que se llamó “El fogón”, porque en él construyeron el primer fogón, otro llamado “Reclutas”, porque en él se entrenaban los nuevos insurgentes, otro “De la Juventud”, porque ahí se formó el primer grupo de jóvenes insurgentes, los “Jóvenes Rebeldes del Sur”; una vez por semana los jóvenes insurgentes se reunían para cantar, bailar, leer, hacer deportes y concursos. Y así, y por motivos diversos, hubo un campamento llamado “Baby Doc”, “Watapil”, “Margaret Thatcher”…

Cuarta etapa: el contacto con los pueblos

Esta etapa transcurre de forma paralela en el tiempo, a la tercera. Se inicia el contacto con los pueblos de forma lenta; primero, se hablaba con alguna persona del lugar y ese, a su vez, hablaba con su familia; luego de la familia se pasaba al poblado y de ahí a la región… Poco a poco, la presencia de los insurgentes fue un secreto a voces.

Para esta etapa, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ya no era lo que habían previsto al principio: ya habían sido derrotados por las comunidades y, producto de esa derrota, empezó a hacerse “muy otro” y a crecer de forma rápida.

Quinta etapa: el crecimiento

En esta etapa, el crecimiento del EZLN es espectacular. Ayudan las condiciones políticas y sociales de Chiapas y la organización se extiende más allá de los límites de la Selva Lacandona, llegando a Los Altos y a la zona norte.

Sexta etapa: la decisión sobre la guerra

En esos momentos, la situación era tal que se empieza a hablar de la guerra. Se habla, se discute, se ven los pros y los contras, y finalmente, se somete a discusión. En esta etapa, en mayo de 1993, se tienen los primeros combates con el ejército federal, cuando este descubre un campamento de entrenamiento. Es lo que se ha conocido como la “Batalla de la Corralchén”.

Séptima etapa: la víspera del 1 de enero de 1994

Todo listo: las órdenes dadas, los Regimientos y Batallones situados… solo queda esperar que llegue la hora: las 24:00 del 31 de diciembre de 1993.

Y luego…

Luego llegó el día 1 de enero de 1994, el día en el que el gobierno de México tenía planeado para ser recordado como el del ingreso del país en el primer mundo, vía Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Fuente: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2003/11/10/subcomandante-marcos-segun-nuestro-calendario-la-historia-del-ezln-previa-al-inicio-de-la-guerra-tuvo-7-etapas/

Fragmento de las Palabras del Subcomandante Marcos en la Sierra Huichola. 18 Marzo 2006.

Compañeros compañeras, según me pidieron los compañeros que nos están recibiendo, que nos invitaron, en esta primera parte queremos platicar como fue la historia de nuestra organización, del EZLN, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Y eso empezó ya hace 22 años cuando en nuestros pueblos, nosotros somos indígenas, somos indígenas mayas, pero así como hay muchos pueblos indios allá en Chiapas también hay pueblos con diferentes lenguas, diferentes culturas, pero mero indígenas, hay tzotziles, choles, tojolabales, tzeltales, mames, zoques y muchos pero mero nuestra raíz, como la raíz de un árbol, es maya, indígena maya. Y ya según cada rama que salía pues agarraba otro modo de hablar, otra cultura y así fue como se hicieron los pueblos indios.

Nosotros ahí antes de que nos organizamos, estamos viviendo como de por si viven los indígenas aquí en el sistema que tenemos, que es el capitalismo. O sea que las buenas tierras las tomaron los ricos, las tierras donde hay buena agua, donde se puede sembrar, donde hay carreteras. Y a los indígenas los aventaron a donde hay pura piedra, donde no se puede sembrar, donde está todo en cañada, donde está el cerro así cayendo de pico decimos nosotros, y es muy difícil sembrar ahí, se da muy poco el maíz, y a otros pues ni siquiera eso.

Nosotros estamos en parte de la selva Lacandona, en el norte del estado de Chiapas y en los altos de Chiapas que se parece mucho aquí donde estamos, que nos recibieron. Entonces estamos pues así viviendo pobremente. De por si no da mucho la tierra, un poco de maíz, si es que da, y a veces para sacar un poco de dinero pues sembramos café y lo vamos a vender a la ciudad. Ahí en la ciudad como indígenas que somos pues, nos desprecian, nos tratan mal, se burlan de nosotros, se ríen de cómo nos vestimos, y según nuestros pueblos, pues cada quien tiene una forma de vestirse, unos tienen unos colores otros, otros colores y así entre nosotros nos conocemos, ya sabemos de que municipio somos nada mas por la ropa.

Pero los pinches ricos no respetan nuestra cultura, en cuanto nos están viendo en la calle nos hacen a un lado como si fuéramos animales, ahí donde había una ciudad muy grande los indígenas no pueden caminar en la banqueta, tienen que caminar en la calle como los animales, porque decían que la banqueta es para las personas. Y eso es hace poco, no crean que es de la época de la conquista de los españoles. Porque ya ven que ustedes saben en historia los españoles cuando nos conquistan dicen que los indígenas no son seres humanos, se ponen a discutir si es que son animales o es que si son otra cosa pero que no son humanos dicen.

Bueno pues así pasa el tiempo y está nuestra pobreza y entonces como que hay mucha pena en la gente, como que hay mucha tristeza en todos, como que no pasa el día, estamos todos tristes porque vemos que no hay salida, nomás estamos naciendo y todo el día trabajando y seguimos pobres, y los niños y las niñas se nos mueren en las manos. Entonces de plano no vemos la puerta, no vemos cómo vamos a salir de ese sufrimiento y cada vez que queremos reclamar los derechos, los gobiernos nos traen vuelta y vuelta en comisiones, y que vete a la cabecera municipal, y vete a la capital del estado, y luego vete a ver al presidente como quiera no nos reciben. Ni siquiera pues, si es que quieren que vayamos a votar por alguien, allá no llegaba nadie, nada, ni siquiera había carreteras. Hay que estar caminando muchos días para poder llegar a donde llegábamos. Y entonces ahí nosotros vemos que nos estaban explotando los gobiernos y los terratenientes, los finqueros les decimos allá, que es como los ganaderos acá, que tenían grandes extensiones de tierra, con mucho ganado, buena tierra. Y nosotros pues estamos aventados para allá.

Y entonces está esta tristeza que hay en nuestros pueblos, y mientras tanto nosotros estamos viviendo en la montaña, pero mero adentro, donde no camina nadie más que los animales y nosotros. Y entonces un día encontramos a un hombre de edad, de cómo sería pues aquí del consejo de ancianos, que se llamaba Antonio y ese nos empieza a platicar poco a poco cómo es la lucha de los indígenas, porque ahí había mucha amenaza de desalojo, como eran territorios muy ricos, como estamos viendo aquí, pues el rico los quería, se los quería quitar. Y entonces decían que todas las comunidades las iban a desalojar, las iban a sacar, así como de por sí ustedes tienen amenaza también de desalojo.

Entonces llega el momento en que nos encontramos con este compañero, un indígena tzeltal, de raíz maya, y nos empieza a platicar la lucha de ellos y nosotros a platicar nuestra lucha, y nos hicimos como compañeros. Y entonces es cuando empezamos a hablar poco a poco en las comunidades, no crean que es que se junta mucho, sino apenas con uno hablamos, escondidos, porque la gente pensaba que éramos bandidos que estábamos robando vacas. Entonces nos vamos por el monte en la noche y ahí en un lugar afuera del pueblo, ahí nos reunimos y empezamos a platicar de cómo está el sufrimiento. Y entonces ahí empieza a entrar la idea en los pueblos de que hay que organizarse para luchar, pero no sabemos qué día, nomás que hay que prepararse.

Y entonces ese hermano que supo de la lucha le platica a su esposa y a sus hijos, y entonces ya una familia le entra. Y entonces ya le cuentan a los tíos, a los primos y así empieza a crecer poco a poco hasta que toda la comunidad sabe de la lucha, pero es secreto, nadie dice nada.

Y entonces hacemos nuestras reuniones así como esta que tienen ustedes aquí y hacemos acto cultural, decimos nosotros, decimos poesías, hacemos canciones, saludamos la bandera, cantamos los himnos y damos pláticas política de cómo está el sufrimiento. Y poco a poco empezamos a entender, pues que, no es que Dios así nos hizo, no es que nos hizo pobres, sino lo que pasa es que estamos pobres porque hay algunos que están ricos, que son los que nos están quitando las cosas.

Bueno, dijimos nosotros, pues hay que organizarse más y más, porque este sufrimiento que les cuento es pero un chingo de gente: miles de comunidades que están así, grandes terrenos pues, que están muy explotados. Entonces poco a poco nos empezamos a organizar y a aprender a pelear con las armas, poco a poco. Y empezamos a crecer y a crecer y más a crecer. Y entonces llega un momento en que entran al EZLN mujeres indígenas, jóvenes. Pero antes de eso, pues, la mujer acaso la toman en cuenta, de por sí como indígena no lo toman en cuenta. Lo sabemos bien, la ponen aparte. Sólo los hombres, los ejidatarios o los comuneros, son los únicos que pueden opinar y son los únicos que pueden tener cargo. Entonces la mujer sólo sirve para tener hijos, así decían, y para hacer la comida, y ese es su trabajo pues. Y su trabajo de pensar la lucha sólo los hombres, así estaban pensando los compañeros, pero entonces llega un momento en que una familia le dice a su hija, “vete allá con los compañeros a la montaña para que aprendas”. Porque acaso hay escuela, no hay escuela, hospital, no hay hospital ni clínica, no hay pues allá, ahí como decimos nosotros, aquí no pasó Dios, y si pasó dijo ahorita vuelvo ya no volvió, porque estaba muy pobre. Entonces entran las primeras mujeres y empiezan a aprender a leer, escribir, matemáticas, como si fuera una escuela, porque ahí también estudiábamos en la montaña y aprenden a usar las armas y aprenden a avanzar en la política y se convierten en jefes militares, las mujeres. Pero abajo en los pueblos no saben que está pasando eso y entonces llega un momento en que un pueblo, así como aquí que nos están invitando, nos invita “vente vamos a platicar con el pueblo”. Y entonces ya bajamos de la montaña nosotros, ya nos vieron, porque antes no más era como una leyenda, como cuento, parece que no es cierto que hay gente allá en la montaña que va a pelear por los pobres, pero ya que nos ven pues nos reciben así con alegría, echan fiesta, pero entonces empiezan a ver que hay mujeres y que traen arma y que son mando. Entonces las mujeres de los pueblos empiezan a hablar entre ellas, dicen “¿por qué, pues, ahí sí las mujeres sí aprenden cosas y aquí no?” y entonces se empiezan a organizar entre ellas, mismo como mujeres, para también participar en la lucha. Pero están separados: los hombres se reúnen para la política y las mujeres también se reúnen a parte, pero como quiera ya estaban participando un poco.

Bueno, pues ahí va, un poco como que va creciendo, al rato ya éramos cien, luego ya éramos mil, y luego éramos decenas de miles. En todas partes, por donde quiera andábamos ya, podíamos caminar así por donde quiera y nadie dice nada porque sabemos que somos compañeros. Y entonces llega este señor, este Salinas de Gortari, que llega y empieza a hacer, junto con él y un poco antes que él si se acuerdan de este Miguel de la Madrid, empieza a hacer muchos cambios. Empieza a hacer eso que llamamos, pues, neoliberalismo. Y una de las cosas que hace es que dice que la tierra ya no hay que repartirla a los campesinos, que ya no hay tierra dice, y además dice, “la tierra ejidal y comunal, ya se puede vender y comprar” antes no se podía, porque era respetar la lucha de Emiliano Zapata que estaba en la constitución, y la lucha de los pueblos indios que establecía que la propiedad comunal pues es de todos no es uno el dueño pues, que lo va a vender es de todos, no se puede vender.

Entonces llega el Salinas de Gortari y dice que ya se puede vender, y ya no se va a repartir tierra. Y entonces los jefes, los jefes nuestros que son las comunidades dicen pues ahora qué vamos a hacer, qué vamos a hacer con los jóvenes si dice el gobierno que ya no hay tierra, cómo le vamos a hacer, y estos nuestras familias de qué van a vivir, si de por sí estamos mero en el monte con la pura piedra y ahora nos dicen que no hay tierra. Pero si ahí está la tierra del finquero, la conocían bien porque ellos trabajaban de peones, era la tierra de sus antepasados pero los dueños eran los finqueros. Entonces estaban trabajando de seis de la mañana a seis de la tarde, pero les pagan así como ocho pesos entonces.

Entonces está diciendo pero pues si ahí está la tierra entonces por qué dice que ya no hay tierra, y si nosotros que somos una comunidad de cien familias tenemos 500 hectáreas, o sea como 20, 40 hectáreas por familia, el finquero tenía 1500h y era una familia la del finquero. Y buena tierra, no crean pues que era piedra.

Entonces estamos viendo eso ahí mismo, y estamos viendo pues la preocupación esta, y como no hay hospitales empiezan a morir muchos niños, como esos que están ahí, pero de enfermedad, pero no de enfermedad complicada sino así no más de calentura, diarrea se iban. Entonces empieza a entrar mucho la desesperación en nuestros pueblos y entonces dices, no pues tú EZLN, que llevas ahí en la montaña aprendiendo pues a pelear, llegó la hora de que vas a pelear.

Entonces ya hay que preparar la guerra. Y contra quién vamos a hacer la guerra. Aquí está el problema, porque hay quien decía, pues vamos a hacer la guerra contra el ladino, porque es el que nos está chingando, y otros dicen no porque también lo vimos que hay indígenas que están vendidos con el gobierno, y también lo vimos que hay ladino y mestizos que sí están con el indígena. Entonces no puede ser una guerra de indígena contra ladino, dijeron los más sabios. Y entonces qué hacemos, vamos a hacer una guerra contra el finquero, y entonces dijeron otros no, porque si quitamos ese finquero va ha llegar otro y otro entonces para qué. Pues vamos a luchar contra el gobierno, pues sí, tiramos al gobierno, pero entonces va a llegar otro gobierno que también nos va a hacer daño. ¿Entonces qué tenemos que hacer? Pues tenemos que luchar por nuestros derechos, por que nos respeten como indígenas, porque vieran que nos respetan pues la tierra no nos la pueden quitar, no puede llegar otro porque es propiedad nuestra, y que no nos estén burlando, y que respeten nuestra cultura, y que haya hospitales, escuelas, buena vivienda, todo lo que necesitamos como indígenas, eso es lo que necesitamos luchar. Pero también necesitamos que esto que es nuestro problema pues lo sabemos que también lo tienen otros mexicanos y mexicanas que no son indígenas o sea gente pobre pues como nosotros.

Pues vamos a alzarnos pues, para que toda la gente tenga estos puntos, los once puntos por los que nos alzamos, dijimos nosotros. Bueno, está bueno, pues vamos a hacer eso, entonces lo que necesitamos es avisarle a la gente qué vamos a hacer eso y vamos a pelear contra el mal gobierno, entonces vamos a hacer la Declaración de la Selva Lacandona porque se hizo en la selva. Bueno, entonces ahí dice que le declaramos la guerra al gobierno, al ejército y que luchamos por once puntos para todos los mexicanos, que hay que tumbar al gobierno y que hay que poner otro, pero ahora sí que obedezca al pueblo.

Y entonces estamos pensando, ya tenemos pues el papel, cómo le vamos a hacer, así como hicieron aquí el programa o la declaración que se va a leer al rato, y ahora cuándo lo vamos a sacar, cómo lo vamos a hacer público, y entonces ahí es cuando hay que hacer el plan de la guerra, y entonces pensamos que el mejor vía del plan es cuando están distraídos, o sea cuando están echando la fiesta del año nuevo. Y entonces cuando están echando baile, están echando trago, por la fiesta, nosotros bajamos de la montaña a la ciudad y atacamos al enemigo, atacamos al ejército y a la policía y ahí empezó la guerra. Ese es lo que se conoce como el levantamiento del primero de enero del 94, porque fue ese día. Y entonces lo que pasó es que pues mucha gente de México y del mundo por la prensa, por los periódicos, por la radio, por la televisión ya se vio que está muy jodidos los pueblos indios, que sí es cierto lo que dice el EZLN y a los indígenas no los respetan y además los están matando así como si fueran animales por la enfermedad.

Y entonces están los combates y está la discusión esta en la sociedad de si está bien o está mal y se hace un gran movimiento de que se va a para la guerra, de que mejor hay que dialogar, y entonces se para la guerra y empezamos a dialogar con el gobierno.

Y eso ustedes ya lo saben bien porque lo han hecho, pero tardamos mucho tiempo hablando con el gobierno que sí, que no… hasta que por fin se firma eso que se llaman los Acuerdos de San Andrés que cumplieron diez años el mes pasado y que todavía no se cumplen. Y entonces ahí los acuerdos de san Andrés dice que lo que hay que reconocer legalmente los derechos y la cultura indígena. Ustedes saben bien que en las comunidades indígenas, según nuestro modo, en las comunidades manda la comunidad no una persona, y es la comunidad la que pone alguien así como el gobernador o el comisariado etc. Lo va poniendo y según como va haciendo su trabajo lo ve. Esa es así nuestra forma de gobernarnos, pero también sabemos la tierra cómo trabajamos la tierra, no es que estamos trabajando así nada más, sino es que ahí están nuestros ancestros, nuestra cultura, nuestra forma como nos relacionamos con el mundo. Los animales pues no los vemos nada más así que va a comer, sino que tiene un significado un sentido.

Entonces está todo esto, que nosotros decimos lo tiene que reconocer el gobierno y lo tiene que respetar para que si alguien no respete pues lo tiene que castigar el gobierno porque ahorita sólo nos castigan a nosotros como indígenas que somos.

Entonces el gobierno dice sí te voy a cumplir, pero no cumple, ese es primera vez que nos conocimos porque cuando son los diálogos con el gobierno no nos sentamos nosotros solitos, sino que invitamos a muchas gentes de muchas partes, de mucho pueblos indios de México, algunos llegaron mero los pueblos, en otros partes llegaron los grupos o colectivos que hacen trabajo con los pueblos indios como los compañeros de Ajali, compañeros y compañeras.

Entonces los acuerdos de san Andrés no es no más la idea zapatista sino es la idea de mucho pueblos, el gobierno dice órale esta bien lo firma y se olvida, pero nosotros ahí en los diálogos de san Andrés lo vimos que hay muchos indígenas que están peleando de por si y no con las armas, y que no empezaron en el 94 sino que ya tienen muchos años pues en la lucha.

Bueno, entonces nosotros les decimos, bueno pues vamos a hacer movilización pacífica para que el gobierno despierte y cumpla su palabra, y ya empezamos a hacer marcha y consulta y cuanta madre pues para convencer al gobierno.

Y en ese tanto llegaron allá ustedes primero, nos platicaban los compañeros de […] de cómo es acá la situación, las amenazas que reciben, como es la cultura pero no nos conocemos pues, directamente. Hasta que llegaron una vez por fin compañeros de ustedes allá hablaron con nosotros, y luego otra vuelta y ya poco a poco nos vamos conociendo, hasta que cuando es la marcha del color de la tierra en el 2001, pues ahí nos encontramos con ustedes en Nurío y juntos seguimos el camino hasta México hasta hablar con el gobierno. Y ya lo vimos lo que paso después, que los gobiernos no cumplieron. Y ya no supimos después que vamos a hacer, porque tanto vuelta y vuelta y tanta movilización y el gobierno no hace caso.

Y entonces estuvimos preparando esto que les vamos a platicar al rato de que tenemos que ya no que vamos a hablar con el gobierno, sino que vamos a hablar con pura gente que es como nosotros. Y no nada más ya indígenas, sino que hay que hablar con obreros, con campesinos, con estudiantes, con maestros, con gente que está jodida, humilde y sencilla, y se trata de hacer un movimiento más grande, civil y pacifico.

Pero así es mas o menos así, con pocas palabras, lo que es nuestra historia y como nos conocimos con ustedes y ahorita como estamos, porque ahorita como estamos pues el gobierno no nos reconoce como indígenas, si se toma foto con los indígenas y que bonito, y ahí esta la Xochitl Gálvez, pero no nos reconocen, la Constitución no nos reconocen como somos, nada más como si fuéramos limosneros, esa es mi palabra ahorita compañeros.

Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2006/03/19/en-la-sierra-huichola-jalisco-18-marzo/

Fragmento del libro “Chiapas, la rebelión indígena de México”. Carlos Montemayor. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1998.

En 1983, cuando se forma el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el primer grupo llegó mal armado, mal equipado, sin ningún trabajo político en la zona y apenas con e contacto de algunos líderes indígenas qué planteaban que había condiciones geográficas y de aislamiento para el aprendizaje de las cuestiones militares. Este pequeño grupo (estoy hablando de seis compañeros, de los que fundan el EZLN) entra en la montaña, pero en la parte más profunda, en la selva donde no hay comunidades indígenas ni nada, sólo animales y otros guerrilleros. Empieza a aprender a vivir en la selva y a tratar de sobrevivir con los recursos que ella otorga. Estábamos solos, no teníamos a nadie, ni siquiera pueblos; éramos un grupo de locos, no podría llamarlo de otra forma, que batallaba con la montaña, con el hambre, con las enfermedades, con el frío. Sólo nos agarrábamos con las uñas, con los dientes, a la esperanza de que eso iba a servir alguna vez, aunque costara la vida.

Yo llego en 1984. Cuando en las comunidades indígenas en todo el sureste chiapaneco empezó un proceso muy acelerado de pauperización y al mismo tiempo de concienciación, tuvimos los primeros contactos con las comunidades través de indígenas que ya estaban incorporados al EZLN. Ellos les planteaban que “en algún momento será necesario pelear y hay que prepararse para esto”. Entonces los invitábamos a que aprendieran las cuestiones militares y aprovechábamos para explicarles algunos asuntos nacionales e internacionales. Hubo una especie de acuerdo en este contacto con las comunidades: ustedes aprenderán con nosotros, pero facilitarán que nos llegue ayuda o alimentos. Porque el apoyo de nuestra organización era muy pobre. Por ejemplo, salvo el azúcar, el alimento había que conseguirlo de la montaña, o sea, de la cacería y de los frutos silvestres, de lo que encontrábamos en ese entonces. Así que en ese contacto inicial había un sobreentendido de que estábamos intercambiando servicios. En este caso la preparación militar mínima a cambio de este apoyo, también mínimo, para que nos llegaran los alimentos y las cosas que necesitábamos para sobrevivir en la montaña.

Cuando aumentó la presión sobre el campesinado indígena, sobre todo en la selva, las comunidades comprendieron que tendrían que enfrentar al ejército en la parte de más adentro, porque el ejército haría el desalojo de las tierras de la selva. En las partes exteriores se habían tornado más cruentos los choques con las guardias blancas de los finqueros. Los terratenientes y finqueros despojaban a las comunidades que crecían y buscaban tierra. Los que iban sabiendo del Ejército Zapatista de Liberación hablaban con otros, crecían horizontalmente dentro de las comunidades a través de la línea familiar o de sus antecedentes de lucha política. Esa fue la segunda etapa del EZLN, cuando las comunidades demandaron que existiera una fuerza de autodefensa. Estamos hablando de doce o de quince combatientes que tratábamos de organizar a las comunidades para defenderse.

Cuando el contacto entre las comunidades y los combatientes fue más cercano comenzó lo que sería definitivo en la tercera etapa: jóvenes de las comunidades indígenas se dieron de alta en el ejército y se fueron a la montaña. Ahí todavía éramos una fuerza externa a las comunidades. Todavía era un acuerdo entre un grupo de la montaña y las comunidades. Pero esa diferencia empezó a diluirse y se creó la relación que fue definitiva en 1992 y 1993: el entretejido de ellas y el grupo combatiente.

En el periodo de 1986 a 1988 el EZ seguía más una línea de autodefensa con crecimiento aún moderado. Pero con la entrada de los jóvenes indígenas al ejército (hablo de hombres y mujeres) el EZLN se vio obligado a dejar propiamente la selva y a acercarse a las Cañadas para hablar con los pueblos. En ese entonces no éramos tan perceptivos de lo que estaba ocurriendo. El EZLN dejó de ser una fuerza externa y se convirtió en parte de las comunidades. Llegó un momento en que ellas mismas dijeron “es nuestro ejército y tenemos que cuidarlo”. Y en ese “tenemos que cuidarlo” hicieron uso espontáneo, o reflexivo, no lo sé, de toda su tradición de resistencia.

En el periodo de 1988 a 1992 las comunidades estuvieron tan aisladas, explotadas y en condiciones tales de miseria, que pudimos desarrollar un proceso conspirativo muy amplio y masivo. Esto ocurrió por la política agraria de Salinas de Gortari y su proyecto neoliberal. La reforma al artículo 27 radicalizó más a las poblaciones indígenas pues la expectativa de mejoramiento económico, que era tener un pedazo de tierra mediante la vía legal, se cerró, y en la medida que el reparto agrario se declaró terminado, desapareció su derecho de aspirar a la tierra. La privatización legalizó el despojo de tierras que ya venían efectuando los terratenientes. A las comunidades indígenas sólo les quedó emigrar, buscar trabajo en otros estados o permanecer ahí y morir en condiciones miserables. Entonces empezaron a plantear que el EZLN, que era ya su ejército, no sólo cumpliera funciones para defenderlos de las guardias blancas o de posibles agresiones del ejército o de la policía sino que enfrentados a esta disyuntiva de morir o pelear, fuera también el instrumento para exigir sus demandas “Si estamos así de jodidos y tenemos una fuerza para exigir nuestros derechos, hagamos uso de ella”.

En ese acercamiento a las comunidades llegó el momento en que el EZLN ya no pudo tomar decisiones sin enterar a las comunidades; luego, sin quererlo, en un proceso que ahora comprendemos pero que entonces fue irreflexivo, comenzó a pedirles permiso. Es cuando yo digo que hubo un choque y que ahí perdió la organización político-militar; se perdió la toma de decisiones unipersonales y verticales frente a la toma de decisiones colectiva y horizontal. Esa primera derrota significó para el EZLN su masificación pues estoy hablando, en cuestiones de meses, o sea, de 1990 a 1991, del paso de decenas a miles de combatientes. Formalmente el mando del EZLN es el mando militar. Pero el mando de éste realmente son las comunidades. Cada vez más las comunidades exigieron que el EZLN se subordinará a la toma de decisiones colectiva. Por eso, en determinado momento, el EZLN se convirtió en el brazo armado de las comunidades.

En 1992 se dio otro elemento difícil todavía hoy de analizar: la celebración de los quinientos años de resistencia. No sé hasta qué punto influyó en lo que fue el 1 de enero de 1994. Eso despertó en las comunidades indígenas un orgullo sobre su pasado, pero también una rebelión frente al manejo que el poder hacía de esos quinientos años, cuando festejaba el encuentro de dos mundos. Para las comunidades indígenas ese encuentro había sido brutal. Realmente habían estado resistiendo desde hace quinientos años una campaña de exterminio.

En 1992, las comunidades empezaron a discutir si el EZLN debía iniciar la guerra o no. Ya estoy hablando de decenas de miles de combatientes que querían hacer escuchar la voz de los indígenas y denunciar todo el problema nacional. Ya estaba también completamente diluida la división entre el EZLN y comunidades indígenas. Ya era lo mismo, pues. La mayoría de las comunidades (no te puedo decir ahora exactamente cuántas, pero sí varios cientos de comunidades y varias decenas de miles de indígenas) votaron por la guerra en 1992. Se reunieron en asambleas a analizar qué pasaría si hubiera guerra o no, y llegaron a esa lógica de la que yo hablé en enero de 1994, que a opción no era de vida o muerte, sino que se planteaba como una muerte dina o una muerte e indigna. Había un sector de las comunidades indígenas, en ese entonces minoritario, que no estaba de acuerdo con la guerra, pero tampoco en delatar. En enero de 1993 se organizó el poder real de las comunidades en una estructura formal que se llamó en 1994 Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Cada región y cada grupo étnico eligió por método democrático a sus representantes hasta una escala superior que es el Comité, lo que sería como un consejo de jefes de las etnias tojolabal, tzotzil, chol, tzeltal, zoque, mame, incluso de mestizos, porque algunos campesinos, sobre todo de la frontera, llegaron de otras partes de México, no del estado, que también estaban participando. Ese Comité tomó el mando de las asambleas y ordenó al EZ (en ese caso a mí, que yo estaba de mando desde 1986): “hay que empezar la guerra”. Pero, en términos militares, nosotros nos habíamos preparado para defender, ese había sido el pedido de las comunidades. Todo nuestro dispositivo militar era defensivo no era para atacar. Entonces pedí a los jefes indígenas un año para reajustar el dispositivo militar y preparar a la gente a combatir en las ciudades. Esto era importante. Nosotros teníamos que ir contra el argumento de que éramos una banda de narcotraficantes. Para nosotros era importante bajar a las ciudades, mostrarnos y dejar en claro que se trataba de un movimiento social auténtico y con base indígena. No podíamos empezar a pelear en la montaña con emboscadas y otras acciones militares clásicas de la guerrilla. Aunque en términos militares hubiera sido más ventajoso, en términos políticos sería muy costoso. Nos planteamos bajar a las ciudades y dar el golpe ahí, para hacernos escuchar. Necesitábamos lograr un fuerte llamado de atención al país y al mundo entero. Yo creo que la sobrevivencia del EZLN como ejército y como fuerza política y moral se debió sobre todo a la aportación de las comunidades indígenas. Y este proceso fuerza, obliga al 1 de enero de 1994. Eso es más o menos a grandes rasgos lo que ocurrió.

Por Raúl Romero

… la condición humana tiene una porfiada tendencia a la mala conducta.
Donde menos se espera, salta la rebelión y ocurre la dignidad.
En las montañas de Chiapas, por ejemplo.
Largo tiempo callaron los indígenas mayas.
La cultura maya es una cultura de la paciencia, que sabe esperar.
Ahora, ¿cuánta gente habla por esas bocas?
Los zapatistas están en Chiapas, pero están en todas partes.
Son pocos, pero tienen muchos embajadores espontáneos.
Como nadie nombra a esos embajadores, nadie puede destituirlos.
Como nadie les paga, nadie puede contarlos. Ni comprarlos.

El desafío, Eduardo Galeano [1]

El 17 de noviembre del 2013 se cumplen 30 años de la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y el 1 de enero del 2014 se celebrarán 20 años de su aparición pública. Como una forma de homenaje a los hombres y mujeres que hicieron que el grito de YA BASTA retumbara por todo el mundo, hoy iniciamos una serie de entregas que pretenden ser una breve revisión histórica de los actores que se entrelazaron para dar origen al EZLN. Para hacerlo se ha recurrido a diversas fuentes, pero sobre todo a los escritos, entrevistas y comunicados que los propios neozapatistas han generado. El texto se divide en tres apartados: I. El núcleo guerrillero, II. La resistencia milenaria y III. La opción por los pobres.

Es necesaria una aclaración: no ha sido nuestra intensión hablar por los zapatistas, ellos y ellas han contado su historia. Nuestro único objetivo aquí es contribuir a la difusión de su experiencia, esa que sin duda alguna representa la alternativa más avanzada en el mundo. Esperemos que estás líneas también sirvan para alimentar la historia del otro mundo posible que aún se encuentra en construcción.

I. El “núcleo guerrillero”[2]

Es 1968 y la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los EUA se disputan la hegemonía mundial en una guerra disfrazada: la “Guerra Fría”. En Checoslovaquia la “Primavera de Praga” muestra al mundo el autoritarismo y la burocracia del “socialismo realmente existente”. Los manifestantes pugnan por un “socialismo con rostro humano”, pero sobre todo democrático. La respuesta de la URSS y sus aliados es la invasión del país. En Francia el “Mayo francés” evidencia –entre muchas otras cosas-, un rechazo generalizado a la sociedad de consumo.

Es 1968 y las Américas también están inquietas. En América Latina el triunfo de la revolución cubana sigue despertando expectativas y miles de jóvenes engrosan las filas de los movimientos y partidos revolucionarios. En EUA Martin Luther King –líder del movimiento por los derechos civiles- es asesinado y las manifestaciones contra la invasión a Vietnam polarizan aún más la sociedad norteamericana.

Es 1968, México será la sede de los Juegos Olímpicos y en el mes de julio estalla uno de los movimientos estudiantiles más importantes de su historia. Las condiciones políticas y sociales del país hacen que un conflicto que parecía menor rápidamente encuentre dimensiones nacionales. México está nuevamente a tono –como lo fue durante la revolución de 1910- con el descontento social que recorre el mundo. Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez –Presidente y Secretario de Gobernación de México, respectivamente- ordenan reprimir una manifestación estudiantil. El 2 de octubre grupos militares y paramilitares atacan a los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, Ciudad de México; provocando cientos de muertos, desaparecidos y lesionados.

Es 1969 y el mundo no es el mismo después de la “Revolución Cultural” de 1968, como la llamo Hobsbawm[3]. Es 1969 y México aun duele: muchas familias buscan a sus hijos e hijas desde aquel 2 de octubre en que no regresaron a sus casas. Mientras tanto, el gobierno mexicano justifica la masacre argumentando que la primer agresión salió de los estudiantes, que había extranjeros interesados en desestabilizar el país y que el fantasma del comunismo estaba detrás de las protestas.

Cientos de jóvenes que habían participado en las movilizaciones estudiantiles concluyeron que no lograrían transformar a México por la vía institucional. Para muchos de ellos y ellas la vía pacífica estaba agotada y era hora de pasar a una siguiente etapa: la vía armada.

El 6 de agosto de 1969 en Monterrey, Nuevo León, fueron fundadas las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). A la cabeza del grupo se encontraban los hermanos Cesar Germán y Fernando Yáñez Muñoz, Alfredo Zárate y Raúl Pérez Vázquez. El grupo tenía la estrategia de acumular fuerzas en silencio y de no enfrentarse con las fuerzas del Estado. En 1972 Cesar Germán Yáñez se estableció en el estado de Chiapas en el campamento denominado “El Diamante” donde operaba el “Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata (NGEZ)”. Cinco años después de su fundación, las FLN contaban con redes en Tabasco, Puebla, Estado de México, Chiapas, Veracruz y Nuevo León[4].

Si bien las FLN tenían una ideología marxista-leninista, el grupo distaba mucho de caer en el dogmatismo. Desde su fundación, las FLN se plantearon como objetivo general la creación de un ejército y adoptaron como lema la frase del independentista Vicente Guerrero: “Vivir por la patria o morir por la libertad”.

El 14 de febrero de 1974 las FLN fueron atacadas por policías y militares en una de sus principales casas de seguridad: “La casa grande”, ubicada en San Miguel Nepantla, Estado de México. En el operativo participó Mario Arturo Acosta Chaparro, uno de los principales actores de la guerra sucia en México y quien después fue acusado en varias ocasiones por tener vínculos con el crimen organizado.

En “La casa grande” fueron asesinados 5 guerrilleros y otros 16 fueron apresados. La persecución contra el FLN se extendió hasta Ocosingo, Chiapas, donde fue atacado el campamento “El diamante” y varios miembros del NGEM fueron asesinados; algunos más alcanzaron a escapar, entre ellos Cesar Germán Yáñez. “Versiones periodísticas –escribe Laura Castellanos- aseguran que a mediados de abril de 1974, el grupo sobreviviente encabezado por Cesar Germán fue aniquilado por el ejército en plena selva. Su hermano Fernando se traslado entonces a Chiapas y con una brigada lo busco a él y a su grupo sin fortuna”[5].

De 1974 a 1983 la historia de las FLN es un tanto confusa, pues no existen muchos registros de aquella etapa. Durante esta época las FLN realizan incursiones de forma más constante en la Selva Lacandona y reinician la etapa de reclutamiento. Fue en era en la se reclutó a muchos estudiantes de universidades en las que el marxismo cobraba mucha fuerza, como fue el caso de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Autónoma de Chapingo. Igualmente, durante este periodo (1974-1983) muchas de las actividades de las FLN fueron en el estado de Chiapas. En 1977, por ejemplo, montaron un campamento en Huitiupán, y un año más tarde instalaron una casa de seguridad en San Cristóbal de las Casas.

El trabajo que realizaron las FLN en Chiapas les permitió ir construyendo redes de solidaridad con organizaciones locales que tenían un trabajo previo con los indígenas de la región: grupos de corte maoísta, personas que impulsaban la formación de cooperativas e indígenas que habían sido animados a desarrollar trabajo comunitario desde la iglesia católica, impulsados principalmente por el obispo Samuel Ruíz.

Las experiencias armadas en Centroamérica como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua o la guerra civil que duró más de treinta años en Guatemala reavivaron la intención de las FLN de conformar un ejército –no un grupo guerrillero, sino un ejército regular- y el trabajo exitoso en Chiapas hizo que desde 1980 comenzará a figurar el acrónimo FLN-EZLN en los documentos de la guerrilla. Sin embargo, es hasta el 17 de noviembre de 1983 cuando, ayudados nuevamente por un grupo de indígenas politizados y con amplia experiencia organizativa –del que más tarden surgirán mandos como el Mayor Mario o la Mayor Yolanda- y reforzados por los nuevos militantes de las universidades, se estableció el primer campamento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional denominado “La Garrapata”[6].

Entrevistado por Yvon Le Bot y Maurice Najman, el Subcomandante Insurgente Marcos explicó que los tres grandes componentes del EZLN son “un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y un movimiento indígena de la Selva”[7]. Ese tercer grupo al que se refiere Marcos comienza a ser parte crucial de la organización después de 1983, etapa en la que el EZLN inició una segunda fase de “acumulación de fuerzas en silencio”; pero en esta ocasión buscando combatientes principalmente entre los indígenas de la región que no tenían experiencias previas de militancia política. Para esta tarea, los indígenas politizados fungieron como puente, pues además de la barrera cultural –en la que el lenguaje significó un gran obstáculo- el hermetismo y la desconfianza –originados por siglos de opresión y desprecio- de los indígenas dificultó el acceso de los mestizos a las comunidades.

Los primeros integrantes del EZLN que se adentraron a la selva Lacandona pronto empezaron a vivir una realidad distinta y muy ajena a la que su adscripción ideológica les permitía ver. Los primeros años no sólo no se construía confianza con los indígenas, todo lo contrario: “A veces nos perseguían porque decían que éramos robavacas, o bandidos o brujos. Muchos de los que ahora son compañeros o inclusive comandantes del Comité, nos perseguían en aquella época porque pensaban que éramos gente mala”[8].

El contacto con las comunidades indígenas originó una especie de conversión del grupo original. Marcos narra este proceso de la siguiente forma:

“Sufrimos realmente un proceso de reeducación, de remodelación. Como si nos hubieran desarmado. Como si nos hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos –marxismo, leninismo, socialismo, cultura urbana, poesía, literatura-, todo lo que formaba parte de nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos volvieron a armar, pero de otra forma. Y esa era la única manera de sobrevivir[9].”

Como señalamos líneas arriba, el trabajo que el núcleo guerrillero de las FLN desarrolló en Chiapas sólo pudo madurar y convertirse en el EZLN gracias a la cosmovisión y tradición de resistencia de diferentes grupos indígenas, sobre este asunto abundaremos en la siguiente entrega.

_______

[1] Galeano, E. (1995) “El desafío. Mensaje enviado al Segundo Diálogo de la Sociedad Civil”. En Clajadep, Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular.

[2] Una primera versión de este apartado fue publicada en 2012 en el periódico digital Rebelión. La versión que aquí publicamos contiene elementos nuevos.

[3] Hobsbawm, E. (1998) Historia del siglo XX. Argentina: Grijalbo.

[4] Castellanos, L. (2008) México armado 1943-1981. México: Ediciones Era, p. 244.

[5] Castellanos, L. (2008), Op. cit., p. 247.

[6] Cfr. Morquecho, G. (2011) “La Garrapata en el Chuncerro, cuna del EZLN” [en línea]. En Agencia Latinoamericana de Información, 15 de noviembre. Disponible en: http://alainet.org/active/50889&lang=es [Consulta: 13 de noviembre de 2012].

[7] Le Bot, Y. (1997) Subcomandante Marcos. El sueño zapatista. Entrevistas con el Subcomandante Marcos, el mayor Moisés y el comandante Tacho, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. México: Plaza & Janés, p. 123.

[8] Ibídem, pp. 137-138.

[9] Ídem., p. 151.


En el Comité estuvimos discutiendo toda la tarde.
Buscamos la palabra en lengua para decir RENDIR y no la encontramos.
No tiene traducción en tzotzil ni en tzeltal,
nadie recuerda que esa palabra exista en tojolabal o en chol.

Rendirse, no existe en lengua verdadera, Subcomandante Insurgente Marcos[1].

II. La resistencia milenaria

“México es muchos Méxicos” se dice popularmente, y la mayor parte de las veces la sabiduría popular resume en pequeñas frases lo que académicos e investigadores expresan en cientos de páginas. “México es muchos Méxicos” no sólo por la heterogeneidad del territorio nacional, sino también, y fundamentalmente, por la variedad de pueblos que habitaron y habitan su territorio.

El estado de Chiapas es ejemplo de esa diversidad geográfica y cultural que caracteriza a todo el país. Su historia resume la historia de muchos pueblos de México y América Latina: la historia de pueblos que fueron violentamente conquistados y la historia de pueblos que resistieron y que aún hoy, más de quinientos años después, resisten conservando muchas de sus tradiciones.

Generalmente, la resistencia como acción social colectiva se da por parte de grupos originarios en respuesta a invasiones (o intentos de) del territorio que habitan. En este sentido, resistir es más una reacción que una acción, un acto de autodefensa territorial y cultural de los grupos originarios frente a la ofensa de las fuerzas extranjeras. Las resistencias pueden ser activas o pasivas, violentas o no violentas, armadas o sin armas y casi siempre el grupo o grupos que la ejercen se encuentran en desventaja, es decir, la correlación de fuerzas –numérica u operativa- les es desfavorable.

En un esfuerzo por categorizar las distintas formas de resistencia que ha estudiado, James Scott[2] señala que existen las formas de resistencia pública declarada y las formas de resistencia disfrazada, discreta y oculta: las primeras buscan llamar la atención (huelgas, boicots, rebeliones, peticiones, etc.), mientras que las segundas se quedan en el terreno de la infrapolítica (no visibles, íntimas, simbólicas, etc.). Si bien la forma oculta de resistencia escapa a la vista en una primera mirada, vale señalar que esa forma de la resistencia “contiene gran parte de los cimientos culturales y estructurales de la acción política visible”[3], es decir, de la forma pública de la resistencia.

Cuando los conquistadores españoles llegaron al territorio que hoy conocemos como Chiapas, se encontraron con civilizaciones sumamente avanzadas en lo político, económico, arquitectónico y militar, por mencionar algunos aspectos. El territorio estaba habitado por un conjunto de naciones solidarias, participativas y complementarias, pero también en pugna.

En aquella época, cuenta Antonio García de León[4], era la cultura “Chiapa” o “Chiapaneca” la que mantenía el dominio del territorio, en gran parte gracias al poderío militar que habían desarrollado. Como sucedió en otras partes del continente americano, algunos pueblos nativos vieron a los conquistadores como aliados con los que podían confrontar a la cultura dominante. Así sucedió con los zinacantecos, quienes decidieron apoyar a los conquistadores en la batalla contra los chiapa. La guerra por conquistar la región inició en 1524 y la resistencia de los nativos aplazó la toma de la ciudad por cuatro años; hasta 1528 las tropas encabezadas por Diego de Mazariegos pudieron establecerse en la región.

Poco a poco los conquistadores fueron venciendo militarmente a diferentes pueblos nativos. Otros más se vieron obligados a refugiarse en las montañas. En realidad siguieron resistiendo en las formas disfrazada, discreta y oculta que menciona Scott, pues continuaron reproduciendo su historia, su memoria, su lengua y aunque adoptaron algunas formas de la religión católica, éstas fueron reinterpretadas y apropiadas por la cosmovisión de los pueblos originarios.

La guerra continuó en parte debido a la división de los españoles y a la insistencia de los indígenas, pero sobre todo debido a los tratos crueles, al asfixiante sistema tributario –que se incorporó a las leyes de la Nueva España- y a la tradición guerrera de los pueblos mayas. La resistencia adoptó en varias ocasiones su forma pública declarada y fueron surgiendo las primeras rebeliones.

La rebelión es, como escribimos líneas atrás, una forma pública declarada de la resistencia. Las rebeliones surgen a menudo cuando las clases sometidas son expuestas a tratos excesivos por parte de la(s) clase(s) o grupo(s) dominante(s) e implica desobediencia, oposición y/o rechazo a la autoridad. Así mismo, es un cuestionamiento abierto a la legitimidad del grupo en el poder por sus excesivas formas de control u opresión; y aunque puede ser pacífica o armada, violenta o no violenta, la rebelión es siempre una acción de confrontación. Las rebeliones se caracterizan por ser procesos limitados a determinada área geográfica y son más o menos espontáneas. Si bien las rebeliones históricamente han carecido en su origen de un proyecto alternativo, también es verdad que muchas rebeliones –en su fase de mayor maduración- han engendrado procesos revolucionarios.

De las distintas rebeliones acontecidas durante la colonia en Chiapas, diferentes historiadores destacan la Rebelión Tzeltal de 1712, incluso al grado de denominarla como la “República de Cancuc” o la “República Tzeltal”. Veamos un poco de este suceso.

La ríspida relación entre indígenas y colonizadores encontró una nueva crisis en 1711, debido –fundamentalmente- a la persecución de la iglesia católica en contra de nativos que decían haber presenciado manifestaciones divinas. El primer suceso aconteció en la comunidad tzotzil de Santa María, lugar en el que una “Virgen de rasgos indígenas” se reveló en un trozo de madera tallada a los tzotziles Dominica López y Juan Gómez. La aparición generó gran revuelo entre las comunidades vecinas, motivo por el cual el Santo Oficio decomisó la imagen.

Meses después, mientras en las comunidades aún se comentaba la “aparición de la virgen”, los santos católicos San Sebastián y San Pedro se “manifestaron” en el poblado de San Pedro Chenalhó. Este hecho generó que la idea de que “el fin del mundo se aproximaba” tocara la conciencia colectiva de los pobladores de la región.

Por otra parte, el asfixiante sistema tributario de la capitanía y las gigantescas comisiones que cobraba el obispo Juan Bautista Álvarez de Toledo alimentaron el descontento social, provocando que miles de indígenas empezaran una rebelión contra las autoridades de la Nueva España. Por las mismas fechas, la figura de la virgen es vista nuevamente, en está ocasión por María de la Candelaria, indígena tzeltal de la comunidad de Cancuc; hecho que fue interpretado por los rebeldes como un nuevo mensaje. Los rebeldes encontraron en María de la Candelaria un “medio para comunicarse con la virgen” y para protegerla conformaron el ejército “soldados de la virgen”, el cual agrupó a 32 comunidades tzeltales, tzotziles y choles y llegó a tener entre sus filas a cerca de tres mil milicianos.

Los “soldados de la virgen” fueron reclutando simpatizantes mediante la práctica de cultos semi-clandestinos, evidenciando así que los pueblos nativos habían mantenido sus estructuras organizativas y que conservaban cierta independencia frente a la corona.

La rebelión de los pueblos originarios se vio nuevamente fortalecida cuando Sebastián Gómez de la Gloria, indígena tzotzil que decía haber viajado al cielo y hablado con “Dios padre”, empezó a investir sacerdotes indios, distribuyó poderes y bendijo al ejército rebelde. Las comunidades aledañas comenzaron a desconocer todo poder que no emanara de Cancuc y los sacerdotes y religiosos españoles comenzaron a ser perseguidos y ajusticiados. Los insurrectos nombraron autoridades propias y a varios poblados se les cambió el nombre.

Las pugnas interétnicas, alimentadas por los españoles, la cooptación de algunos líderes y la brutal embestida del ejército de la Nueva España terminaron con la “República de Cancuc”, pero fue hasta 1727 cuando arrestaron a los autores de la rebelión y a sus hijos, para “no dejar en libertad la semilla de la rebeldía”. Los colonizadores se encargaron de dejar la derrota bien impregnada en la memoria de los insurrectos. Un caso ejemplar es el de Pedro de Zavaleta, quien en venganza por los asesinatos de ladinos y españoles se encargó de cortar una oreja a todos los que consideró miembros o cómplices de la rebelión.

Los pueblos indígenas nuevamente pasaron –consciente o inconscientemente- a la resistencia oculta y aunque en más de una ocasión hubo manifestaciones públicas, ninguna fue de la magnitud de la República Tzeltal.

Durante los siglos XIX y XX la resistencia continuó, a veces en su forma pública, otras en su forma oculta, pero siempre estuvo ahí esa oposición a la dominación. Cierto es que los indios de la región, como los de todo el continente americano, vivieron un exterminio que acabó con la mayoría de su población, motivo por el cual Tzvetan Todorov calificó la conquista como “el mayor genocidio de la historia humana”[5]. Pero ya fuere engrosando las filas del ejército independentista, o durante la revolución fortaleciendo al Ejercito Libertador del Sur bajo el mando de Emiliano Zapata, los pueblos indios de Chiapas participaron activamente en la construcción de la Nación mexicana. Personajes míticos como Juan López o rebeliones como la de Yucatán en 1847 alimentaron la memoria y también la práctica rebelde.

Algunas resistencias implican construir nuevas formas de organización social y política, como en el caso de los pueblos mayas: adoptando algunas expresiones de la religión católica y de la organización política colonial, pero también generando nuevas formas de autosubsistencia; las etnias chiapanecas lograron sobrevivir a la conquista y a la colonia. En el México independiente enfrentaron la explotación y marginación de nuevas figuras en el poder, por ejemplo, las del “Caciquismo ilustrado” o las de la “Familia chiapaneca”, pruebas evidentes del colonialismo interno.

La larga guerra de colonización que han enfrentado los pueblos indígenas de América Latina, y en particular los de Chiapas, no ha logrado despojarlos de su identidad. Las políticas de exterminio, etnocidio y limpieza social provocaron, como “efecto no deseado de la guerra”, el fortalecimiento de la cohesión social y la conciencia colectiva de los pueblos indios. En ese sentido, vale decir que la guerra de conquista, el colonialismo y el neocolonialismo fracasaron en el plano cultural e ideológico, pues no lograron imponer la racionalidad occidental como forma única de pensamiento, ni la religión católica como única expresión espiritual.

Esta resistencia milenaria se hizo presente nuevamente en el EZLN. Así lo describe González Casanova:

Los mayas destacan entre los pueblos que más han resistido a la conquista. En Yucatán y Guatemala, no fueron sometidos sino hasta 1703 y pronto volvieron a rebelarse. En Chiapas organizaron una gran revuelta en 1712. Dice el Chilam Balam: ‘Vino el pleitear ocultamente, el pleitear con furia, el pleitear con violencia, el pleitear sin misericordia’. Y esos mismos pueblos se volvieron a rebelar el 1o de enero de 1994[6].

La larga tradición de resistencia y rebelión de los pueblos indígenas se entrelazó con el pensamiento y praxis marxista de las Fuerzas de Liberación Nacional para dar origen al EZLN. Sin embargo, también cabe destacar el trabajo que una corriente de la iglesia católica había realizado previamente en la región, bajo la dirección del obispo Samuel Ruíz García. Sobre esa corriente versará nuestra siguiente entrega.
[1] SCI Marcos. (2002) “Rendirse no existe en lengua verdadera”. En Relatos del Viejo Antonio. México: Centro de Información y Análisis de Chiapas, pp. 25-26.

[2] Scott, J. (2007) Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era.

[3] Ibídem, p. 218.

[4] García de León, A. (2002) Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia. México, Ediciones Era.

[5] Todorov, T. (2008) La Conquista de América. El problema del otro. México: Siglo XXI Editores, p. 14.

[6] González Casanova P. (2009) “Causas de la rebelión en Chiapas”. En De la Sociología del poder a la sociología de la explotación. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología. Colombia: CLACSO/Siglo del Hombre Editores, p. 266.


III. La opción por los pobres

Durante la guerra de conquista y en el proceso de colonización, surgieron personajes que denunciaron las atrocidades emprendidas por los representantes de la corona española en contra de los indígenas. Estas voces encontraron una importante resonancia al interior de la iglesia católica. Un caso ejemplar es el de Fray Bartolomé de las Casas. Siglos más tarde, durante la guerra de independencia, nuevamente dos curas jugaron un papel relevante: Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón. Sin embargo, es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se analiza a profundidad el papel de la iglesia y de algunos de sus representantes a lado de los movimientos sociales.

En un intento por renovar y fortalecer a la iglesia católica, el Papa Juan XXIII convoca al Concilio Vaticano II, el cual se realizó entre 1962 y 1965. En aquel encuentro salieron a relucir las antiguas diferencias al interior de la religión católica, sobre todo las existentes entre los “antimodernos” y los “modernistas”. En el marco de este Concilio, el Papa Pablo VI –quién sucedió a Juan Pablo XXIII luego de su muerte-, convocó al Consejo Episcopal Latinoamericano a renovar su visión y su práctica para que fuera más acorde a la realidad del continente.

Atendiendo a este llamado, diferentes sacerdotes de América Latina se dieron la tarea de preparar la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín, Colombia, entre agosto y septiembre de 1968. Dicha conferencia fue de impacto mundial para la iglesia católica debido a su composición, a los temas abordados y a las conclusiones. Destaquemos algunos de estos elementos:

a) Los documentos conclusivos de la conferencia abordaron temas que no sólo rebasaban el ámbito de la iglesia católica, sino que dejaban ver abiertamente una posición política frente a los contextos locales. Algunos de estos documentos trataron temas sobre movimientos de laicos, medios de comunicación, justicia, pobreza, pastoral popular, etcétera.
b) Muchas de las reflexiones vertidas durante el encuentro de Medellín fortalecían la idea de que la iglesia debía denunciar la opresión sistemática de los pobres y la explotación de las sociedades del tercer mundo.
c) No sólo participaron sacerdotes, también estuvieron religiosos, laicos y una importante representación de las Comunidades Eclesiásticas de Base –movimiento social que nace en el mismo contexto-, lo que significó una abierta disposición a trabajar con la sociedad, inclusive en acciones estratégicas.
d) Los asistentes hicieron fuerte énfasis en las diferencias históricas y estructurales entre Latinoamérica y Europa, por lo que, a pesar de asumirse como parte de la misma iglesia; señalaron que las funciones eran distintas.
e) Los asistentes acordaron no sólo asumir un papel de denuncia frente a la explotación y opresión, sino también pasar al plano de la acción y coadyuvar en todo lo necesario para que, organizadamente, los pueblos empobrecidos lograran modificar su condición de pobres.

Los resultados de la Conferencia de Medellín animaron a religiosos y laicos a estudiar a profundidad el papel de la iglesia en América Latina, atendiendo las características propias de un continente con fuertes y marcadas relaciones de explotación, generadas por las estructuras –coloniales y capitalistas- de reproducción material.

Este renovado interés por el papel de la iglesia católica en América Latina llevó a varios intelectuales a redescubrir la función de algunos curas a lado de las luchas sociales y a construir una visión histórica sobre dicho papel, dando origen a la Teología de la Liberación (TL).

El filósofo Enrique Dussel identifica tres generaciones de teólogos de la liberación: la primera es aquella que durante la Colonia emprendió una crítica contra la corona española y se posicionó de lado de los indios. Destacan personajes como Fray Antonio de Montesinos, Fray Domingo de Vico y Fray Bartolomé de las Casas. La segunda generación estaría representada por José María Morelos y Pavón, Miguel Hidalgo y Costilla y Fray Servando Teresa de Mier, quienes encabezaron la lucha por hacer de México una nación libre e independiente. La tercera generación aparece en la segunda mitad del siglo XX y se articula luego de la Conferencia de Medellín. Destacan personajes como Gustavo Gutiérrez (Perú), Leonardo Boff (Brasil), Camilo Torres (Colombia), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Jean-Bertrand Aristide (Haití), Fernando Lugo (Paraguay), Oscar Arnulfo Romero (Salvador), Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruíz García (México).

La TL parte del análisis concreto de la realidad y de los procesos históricos que producen esa realidad, pero siempre desde el plano teológico. Franz Hinkerlammert señala que la TL considera que la pobreza es la “negación al reconocimiento mutuo entre sujetos” y que una sociedad con pobres es una sociedad sin Dios. “Esta ausencia de Dios, no obstante, está presente allí donde grita. La ausencia de Dios está presente en el pobre. El pobre es presencia del Dios ausente. Se trataría de modo visible de un caso de teología negativa, en la cual la presencia de Dios –una presencia efectiva- está dada por ausencia, una ausencia que grita, y por la necesidad”[1]. Por este motivo, los teólogos de la liberación optan por ayudar a los pobres para que ellos mismos salgan de su condición de pobreza, lo cual derivaría en el reconocimiento de todos los sujetos y en la construcción del reino de Dios en la tierra.

La respuesta de las corrientes ortodoxas al interior del Vaticano y de algunos gobiernos locales no se hizo esperar: se inició una campaña de desprestigio sobre la posición y labor de los teólogos de la liberación en la que se les acusó de estar influidos por grupos comunistas y de tener relaciones con las guerrillas. Bajo esta lectura, los teólogos de la liberación eran promotores del odio y la violencia, por lo que no eran dignos representantes de la iglesia católica.

Ocurría así por toda América Latina una especie de simbiosis entre el marxismo y el catolicismo. Por tal motivo los teólogos de la liberación no estaban interesados en ser parte de la estructura jerárquica de la iglesia; su trabajo estaba más enfocado a la organización social, a trabajar con los pobres, con el proletariado.

Mientras el debate trascendía en el plano discursivo e intelectual, en la práctica los religiosos críticos continuaron su trabajo de base con los “pobres y oprimidos”. Paralelamente a los encuentros episcopales, en América Latina fue tomando fuerza el movimiento conformado por las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que encontraron en Brasil y en Nicaragua un espacio de referencialidad. Algunas expresiones de este movimiento llegaron inclusive a convertirse en partidos políticos.

En México las CEB encontraron gran aceptación fundamentalmente entre los sectores más marginados de la sociedad. Al respecto, Miguel Concha señala que “las CEB en México nacen en las zonas más pobres del campo y la ciudad, entre aquellos que sufren una realidad socio-política y económica de explotación, hambre, represión y miseria. Sus actores principales son los indígenas y los campesinos, los obreros, los subempleados y los desempleados que –acompañados de los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y seglares, cuya vida está consagrada a la opción preferencial por los pobres- han descubierto en el Movimiento de las CEB el germen de esperanza en la Iglesia de América Latina en general, y de México en particular[2].

La metodología de trabajo de los y las integrantes de las comunidades eclesiales de base contempla cinco elementos, los cuales son sumamente descriptivos de esa relación dialéctica entre el pensar-hacer:

Ver. Ser conscientes de lo que está pasando, tener contacto con la realidad y analizarla con “ojos colectivos e individuales”.
Pensar. A la luz de la Palabra de Dios y de las orientaciones de la Iglesia pronunciar un juicio de fe sobre lo que se VE (primer paso) y elaborar planes de acción evangélica.
Actuar. Realizar lo planeado, con visión global y acción local –articulada, organizada- en función de un proyecto comunitario.
Evaluar. Valorar los logros, asumir los fracasos, aprender del camino recorrido y reorientar las acciones.
Celebrar. Es la celebración de fe y la fiesta comunitaria donde agradecemos la presencia de Dios en nuestro caminar y nos disponemos a seguir en marcha.

Las CEB y la diócesis de San Cristóbal de las Casas -con Samuel Ruíz García a la cabeza- tuvieron un papel importante en las comunidades indígenas. Por ejemplo, participaron activamente en la convocatoria y realización del Primer Congreso Indígena en 1974. Reproduciendo los acuerdos de la Conferencia de Medellín, los religiosos empezaron a inculcar a los indígenas la idea de que el reino de dios tenía que expresarse en la tierra y que tendría que estar basado en la justicia y la verdad. El trabajo de la diócesis fortaleció la organización interna de los pueblos indígenas y les permitió generar redes de contactos con otras organizaciones similares en el estado, en México y el mundo.

Sin embargo, al igual que le sucedió a las Fuerzas de Liberación Nacional, el trabajo de la diócesis también se vio trastocado por la propia cosmovisión de los pueblos indígenas, al grado que comenzó a formarse una especie de “iglesia indígena” integrada por 2,608 comunidades con 400 prediáconos y 8 mil catequistas, que si bien se coordinaba con la estructura de la diócesis, también tenía determinada autonomía.

Durante la fase de “acumulación de fuerzas en silencio” del EZLN encontró entre los indígenas que habían trabajado con las CEB y con la diócesis de San Cristóbal de las Casas a un gran número de militantes. No es que su integración estuviera prevista, pero sucedió que el trabajo que había encabezado Samuel Ruíz en las comunidades indígenas se convirtió en antesala idónea para el trabajo político que después desarrollaron los neozapatistas. Así, muchos de los indígenas que habían sido catequistas y prediáconos de la “iglesia indígena” también optaron por sumarse a las filas del EZLN.

Como hemos visto a lo largo de estas tres entregas, detrás del EZLN que declaró la guerra al ejército mexicano el 1 de enero de 1994, existe un complejo entramado de visiones políticas y culturales que se engarzan para evidenciar una realidad de opresión y explotación hacia un amplio sector de la sociedad. No es solamente una lucha por los pueblos indígenas –si revisamos detenidamente la Primera Declaración de la Selva Lacandona encontraremos que no hay una sola mención sobre ellos-, su lucha es más amplia, es por “el pueblo mexicano”.

Las luchas contra la conquista y el colonialismo, las luchas por hacer de México una nación libre, independiente y soberana y las luchas contra el capitalismo en su forma imperialista, son el sustento histórico de la rebelión indígena que conmocionó al mundo entero y que despierta –aún en nuestros días- gran simpatía.

Así, el EZLN puede entenderse como un movimiento que reclama la liberación nacional que posibilite un desarrollo justo y equitativo. Pero su lucha también es por hacer de México una nación democrática, que acabaría con la “dictadura del partido único” que gobernó en este país por más de 70 años, y que hoy está nuevamente en el gobierno.

También hay mucho de novedoso en los neozapatistas. Mencionemos sólo un aspecto de gran importancia. Su lucha no es por la toma del poder estatal para luego instaurar un régimen socialista o comunista, como sucedió en la mayor parte de los países de América Latina y del mundo en que existieron rebeliones armadas. Por el contrario, sus primeras demandas no son más que el reclamo del mínimo indispensable para el desarrollo de una vida digna: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.

Visto de esta manera, podemos decir que el EZLN es una síntesis histórica, un proceso social que logra aglutinar una vasta gama de demandas sociales, tradiciones de lucha y corrientes del pensamiento crítico que han estado presentes a lo largo de la historia de México y del mundo; al mismo tiempo que recupera planteamientos nuevos acordes a su tiempo. Por eso hoy, a 30 años de su formación y a casi 20 de su aparición pública, después de intensos y variados procesos, de reconstruirse y construir historia; somos muchos y muchas los que por todo el mundo seguimos gritando: ¡Viva el EZLN!

[1] Hinkerlammert, F. (1995) “Teología de la Liberación en el contexto Económico-Social de América Latina: economía y teología o la irracionalidad de lo racionalizado” [en línea]. En Revista Pasos, no. 5, p. 2. Disponible en: http://dei-cr.org/uploaded/content/publicacione/910040863.pdf [Consulta: 15 de octubre de 2012].

[2] Concha, M. (1988) “Las comunidades eclesiales de base y el movimiento popular” [en línea]. En revista Dialéctica, no. 19, julio, p. 159. Disponible en: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=344&article=365&mode=pdf [Consulta: 03 de noviembre de 2012].

Fuente: https://subversiones.org/archivos/15405, https://subversiones.org/archivos/15556 y https://subversiones.org/archivos/16056

Revista Proceso nº 866. 5 de Junio de 1993

Ganaderos e indígenas hablan de “grupos guerrilleros”.
Infantería, tanquetas, helicópteros y paracaidistas, en los combates de Ocosingo

Guillermo Correa

CHIAPAS.- Negada su presencia desde hace por lo menos cinco años, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Procuraduría General de la República reconocieron indicios de que la guerrilla existe en Chiapas.

En un comunicado oficial, con fecha 31 de mayo pasado, la SDN reconoce: “Un grupo de individuos, en número indeterminado, que presumiblemente realizaba actividades ilegales”, atacó en dos ocasiones a personal militar destacamentado en esa entidad.

Detalla que se repelió la agresión y que el saldo de los enfrentamientos fue la muerte de un subteniente y un elemento de tropa; heridos un sargento y un cabo, y que, al responderse la agresión, “perdió la vida una persona civil no identificada”.

Los hechos, dice, se dieron sobre áreas despobladas del municipio de Ocosingo. Informa que el ejército detuvo a l0 individuos -ocho de ellos, indígenas tzeltales y dos guatemaltecos-, que “portaban 11 armas de fuego y cartuchos de diversos calibres. Detenidos, armamento y municiones -agrega el comunicado- fueron presentados y consignados ante el agente del Ministerio Público Federal”, de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Otro informe que lleva el sello de la PGR precisa que el enfrentamiento se dio en el ejido “Pataté Viejo”, donde los agresores “se encontraban pertrechados entre la selva” y “a quienes se les aseguró once armas de fuego de diversos calibres, cartuchos de calibre 22, radio civil, cartuchos calibre 410, apuntes y propaganda subversiva sobre táctica de guerrilla guatemalteca”.

El documento oficial consigna que la averiguación previa l22/1/993 se inició el 24 de mayo de l993, por los delitos de homicidio y lesiones calificadas, violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos y asociación delictuosa, en contra de los mexicanos Marcos Pérez Jiménez, Tiburcio Ruiz Lara, Manuel Clara Ruiz, Antonio López Jiménez, Nicolás Clara Ruiz, Melchor Jiménez López, Lázaro Pérez Lorenzo, y de los guatemaltecos Salvador Mateo Salvador y Andrés Salvador Antonio.

El 31 de mayo, el agente del Ministerio Público Federal amplió la acción penal y acusó a los detenidos en el penal de Cerro Hueco de dos nuevos delitos: “Traición a la patria y acopio de armas”, dictando el juez el auto de formal prisión “sin que exista imputación directa, pero es evidente que participaron”.

El Código Penal para el Distrito y Territorios Federales establece en su artículo l23, fracción III y VI, que comete el delito de “traición a la patria” quien: “Forme parte de grupos armados dirigidos o asesorados por extranjeros, organizados dentro o fuera del país, cuando tengan por finalidad atentar contra la independencia de la República, su soberanía, su libertad o su integridad territorial, o invadir el territorio nacional, aun cuando no exista declaración de guerra”. Además, que “tenga, en tiempos de paz o de guerra, relación o inteligencia con persona, grupo o gobierno extranjero, o le dé instrucciones, información o consejos, con objeto de guiar a una posible invasión del territorio nacional o de alterar la paz interior”.

De acuerdo con el expediente 4493, el agente del Ministerio Público Militar que hizo la denuncia es Hans Karl Hahne Arias; en tanto que el agente del Ministerio Público Federal es Fernando Saucedo Ramírez.

El responsable de la VII Región Militar es el general Miguel Ángel Godínez, exjefe del Estado Mayor Presidencial.

* * * * *

Testimonios de autoridades civiles, dirigentes campesinos y de las poblaciones que habitan los ejidos en los que se realizó un gran operativo militar luego de los hechos sangrientos ocurridos el 22 de mayo pasado, acusan a elementos del Ejército Mexicano de haber “secuestrado” a los presuntos guerrilleros que, aseguran, sólo son unos “indígenas inocentes”.

Dicen que los soldados han provocado “un clima de terror” en los ejidos de la selva donde “se han dedicado a amedrentar y saquear nuestras pertenencias”. Manifiestan, sin que ello haya sido desmentido por la SDN, que “desde helicópteros bombardean regiones selváticas montañosas” cercanas a su comunidad.

Las protestas han sido enviadas al presidente Carlos Salinas de Gortari, al secretario de Gobernación y exgobernador de Chiapas, Patrocinio González Garrido, al responsable de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Jorge Madrazo Cuéllar, y al gobierno interino de Elmar Séltzer Marselle.

Piden a todos ellos que “los militares devuelvan a los campesinos de Ocosingo”.

Según el ejército, desde el l4 de mayo pasado se encontraba en la zona “desarrollando prácticas de adiestramiento”. Las “agresiones” de las que resultaron muertos el oficial José Luis Vera de Jesús y el elemento de tropa Librado Santiz Gómez; y heridos Mauro García Martínez y Lucio Hernández Xolo, se dieron ocho días después.

Agrega que la persona civil muerta y no identificada “portaba un fusil mini-l4 calibre 223″, y que “al proseguirse con la búsqueda del resto de los agresores, se produjo un segundo ataque, en el cual resultó herido un elemento de tropa, el que posteriormente falleció en el Hospital Central Militar, a donde fue evacuado” (sic).

La Unión de Uniones Ejidales y Sociedades Campesinas de Producción Rural cuenta, por su parte, que las violaciones a los derechos humanos se empezaron a dar desde las l0 de la mañana del 24 de mayo de l993, cuando los soldados llegaron al ejido Laguna del Carmen Pataté: “Reunieron en la cancha de basquetbol a toda la población, registraron las casas y después escogieron al azar a los ocho indígenas que hoy acusan de matar y herir a los ejércitos. Sabemos que esto constituye una violación total y una injusticia cometida contra nosotros, que ya de por sí tenemos demasiados problemas con nuestra pobreza para que todavía nos hagan esto”, denunció la organización.

Los indígenas tzeltales informaron que, al continuar las acciones militares del 83º Batallón de Infantería, con sede en San Cristóbal de las Casas, decenas de familias se refugiaron desde el 25 de mayo en la cabecera municipal de Ocosingo y que muchas más huyeron a la montaña.

Al día siguiente, “las entradas a Ocosingo y Altamirano amanecieron con retenes militares en los que todo transporte se registraba en busca de armas. Al mismo tiempo, más de 60 camiones llenos de soldados cercaron a los ejidos Venustiano Carranza, Morelia, El Chichón, La Garrucha y Pataté Viejo, entre otros”.

El 27 de mayo, dijo Lázaro Ruiz -uno de los dirigentes de la Unión que agrupa a más de 20.000 campesinos de la selva chiapaneca- arreció el despliegue militar. “Nuestros compañeros no saben bien si son bombas o no, pero han visto que los helicópteros dejan caer algo que al tocar el suelo hace explosión y levanta llamaradas”, expresó.

De acuerdo con Abelino Bonifaz Monterrosa, secretario municipal de Altamirano, un segundo enfrentamiento de “grandes dimensiones” se había llevado a cabo el 26 de mayo entre los presuntos guerrilleros y el ejército.

El tiroteo, confirmó el cuarto regidor Abelino López Cruz, comenzó desde las ocho de la mañana “en el centro del Volcán, ubicado en el ejido La Grandeza”.

Bonifaz Monterrosa: “Sabemos que en las 28 comunidades de Altamirano existen unas 300 personas armadas y que en Ocosingo, los militares detectaron campos de adiestramiento para guerrilleros”.

José Arnulfo Pérez, primer regidor de Altamirano, manifestó: “En las comunidades de La Grandeza y Belisario Domínguez, los militares se lanzaban de los helicópteros en paracaídas, y se regaron como papeles pequeños en esos ejidos, ubicados a unos 35 kilómetros de aquí”.

Un miembro del 24 regimiento de Caballería Motorizado -que pidió el anonimato-, con sede en Comitán: “Se tiene conocimiento de que en Altamirano y Ocosingo, se han detectado seis campos de adiestramiento para guerrilleros y que en varios tiroteos han caído heridos tanto militares como presuntos subversivos”.

Para el primero de junio, las versiones de los campesinos indicaban que los perseguidos estaban ocultos en una cueva de la región; que más de 2.000 soldados participaban en el operativo con camiones especiales y hasta tanquetas y que uno de los campamentos militares fue instalado en el edificio del pozo petrolero Nazareth, enclavado en la Selva Lacandona.

El despliegue militar que ocupó varios días la nota principal de los diarios más importantes de la entidad, nunca fue desmentida por la Secretaría de la Defensa Nacional.

Ni siquiera cuando los representantes estudiantiles de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas manifestaron el 31 de mayo, en conferencia de prensa, su “indignación por los bombardeos militares a la población civil en los municipios de Ocosingo y Altamirano con el pretexto del surgimiento de grupos guerrilleros en la zona”.

Al dirigirse hacia el lugar de los hechos, el reportero constató la fuerte movilización militar que todavía se daba el 2 de junio pasado. Rumbo a Altamirano, los vehículos de guerra pasaban llenos de efectivos militares, alimentos y agua.

En el retén instalado a la entrada de la cabecera municipal, los soldados, como hormigas, surgían de sus “chompas” -tiendas de campaña- confundiéndose con el color verde del bosque. En breve plática, su jefe expresó que la mayoría es gente joven, pero que él cuenta con 24 años de servicio.

-¿Dónde le gusta más estar: aquí, o allá con los guerrilleros?

-Donde sea, aquí no es de que nos guste. Me acusarían de desertor, que es peor que traidor a la patria.

-¿Dicen que son como dos mil soldados?

-¿Dos mil? Nombre, somos un chingo.

-¿Van para varios días?

-Sí.

-¿Le ha tocado antes algo igual?

-No, nunca.

Agregó: “Pobrecito del subteniente, apenas tenía tres meses de haber acabado su carrera en el Colegio Militar”.

Octavio López Rodríguez, campesino del ejido Candelaria: “Lo de los grupos guerrilleros tiene más de un año. Vienen de allá abajo, de Guatemala. Dicen que no debe haber pobres, que todo debe ser colectivo. Que si yo tengo una vaca y la vendo, debo repartir a todos. Y no, nosotros no estamos de acuerdo. Pa’mí lo mejor es lo individual.

Por Comitán hemos visto un hombre altísimo que anda con ellos, ni siquiera cabe en el camión. Siempre trae vigilancia. Parece gringo, pero ya hasta tojolobal habla.

Algunos compas dicen que hay cuevas con un chingo de armas. Cómo estará la situación que hasta pueblos enteros, como el Guadalupe Victoria, se enfrentan entre sí, los que están a favor y los que no.”

-¿Tienen miedo?

-A nosotros no nos pasa nada. Somos del PRI y de la CNC. No hay ningún temor.

* * * * *

Para los ricos ganaderos de esta zona de Las Cañadas, ubicada en la Selva Lacandona, el ejército se tardó años en intervenir contra los “guerrilleros que tienen asolada a la región”.

Ningún empacho tienen en confesar que ellos solicitaron la intervención militar. Culpan de todos sus males al obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, al que califican de “viejo rojillo enmohecido”. Y afirman que, desde hace años, han pedido su expulsión al delegado apostólico, el representante papal, Jerónimo Prigione.

Pero los indios asentados aquí, defienden al obispo; rechazan ser guerrilleros y sostienen que “eso sólo es un pretexto para exterminarnos y que los poderosos lo sean más al convertirse en dueños de todo el lugar”, que comprende alrededor de 360.000 hectáreas.

La situación se define por la existencia de unos cuantos “ricachones” y miles de campesinos miserables.

Los primeros hasta corrido hicieron a don Samuel:

Un veinticinco de enero
a San Cristóbal llegó
un maldito guerrillero
que de obispo se vistió.

Se declaró comunista
con metralleta en la mano
predicando como artista
y convenciendo al cristiano.

Los ganaderos cantan también:

El campesino cansado
no tiene estabilidad
por promesas del malvado
que a la tumba llegará.

De conflicto el infierno está
porque allí no lo quisieron,
comunismo quiso allá
y eso no le permitieron.

Y de plano no se miden al rimar:

Ni que lo quemaran vivo
pagaría su delincuencia,
fue un guerrillero activo,
mujeriego y sinvergüenza.

Ya con ésta me despido
maldiciendo a Samuel,
a los campesinos pido
que no se junten con él.

Los ganaderos de Chiapas le han puesto precio a la cabeza del obispo Samuel Ruiz. Se quejan de atropellos en su contra. Han grabado conversaciones de campesinos por radio y recogido volantes en los que tratan de demostrar la existencia de la guerrilla en Chiapas. Y en cartas enviadas al presidente Carlos Salinas de Gortari y al ejército han solicitado desde hace años “la protección militar”. Por eso aplauden las “maniobras antiguerrilleras” de los últimos días en la selva de la entidad.

Una de ellas tiene fecha del 26 de septiembre de l992 y está firmada por Consuelo Albores Alfonzo. Dice: “Sr. Presidente, reciba un afectuoso saludo del Consejo para la Integración de la Mujer que solicita su intervención, para nuestro municipio y cabecera municipal (Altamirano), ya que nos encontramos amenazados por campesinos que se encuentran organizados para, en forma violenta, expulsarnos a todos de nuestros hogares, pues se creen dueños de las tierras desde hace 500 años.

Las mujeres y los niños están sumamente alarmados. Por tal razón los habitantes de este municipio están evacuando. Le manifestamos que estamos unidos pequeños propietarios y ejidatarios. El grupo que amenaza es la minoría: es de otro partido y están dirigidos por algunos del clero.

Suplicamos nuevamente que su intervención sea oportuna, ya que tienen programado antes del l2 de Octubre cometer su fechoría. Por su intervención, quedamos muy agradecidos.”

Sus denuncias son contra la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ), la Alianza Campesina Independiente Emiliano Zapata (ANCIEZ), la Coordinadora Nacional de Pueblos Indios (CNPI), la Unión de Uniones (ARICS), el párroco de Simojovel (Joel Padrón), las religiosas del convento y hospital de San Carlos y, entre otros más, el obispo Samuel Ruiz.

Como acciones guerrilleras mencionan que en febrero de l987 fue quemada y saqueada la casa de Mariano Santiz Gómez, posteriormente asesinado, en el predio “Puerto Rico”; en septiembre del mismo año fueron “golpeados a culatazos” los propietarios del terreno El Golfo, y que el 24 de agosto a José Morales Santiz “le cortaron las orejas, la nariz, los testículos y la lengua, y luego lo quemaron y tiraron al río”.

En mayo de l99l, dicen, fue secuestrado Rodolfo García, al que gente del ejido El Carrizal robó y destruyó su rancho. Aseguran que igual pasó en ese año con Angelina Franco Montes de Oca, Ausencia Martínez Alcazary, Ernesto y Tony Ortega y miembros del ejido Tomás Münzer.

La relación, girada entonces al gobernador José Patrocinio González Blanco Garrido -actual Secretario de Gobernación- asegura que el 23 de agosto de l991 fue asesinado el propietario de los predios El Nacimiento y Acapulco, Ernesto Ortega Gómez; balaceados diversos automóviles que circulaban por la carretera, y que “los atacantes estaban uniformados de color azul como se les ha visto en otras acciones a los grupos de El Carrizal (OCEZ), según averiguación previa 249/991″.

Todas las denuncias -la lista es numerosa-, de los ganaderos y pequeños propietarios “víctimas” dan el número de la averiguación previa correspondiente. Hablan de otros secuestros, asesinatos y amenazas de muerte, de robos y quemas de ranchos, y, sobre todo, de “impunidad”.

Otras cartas dirigidas a la Presidencia de la República, copias de las cuales tiene Proceso, señalan que los campesinos “quieren desconocer la existencia de autoridades legítimas como la que usted (Carlos Salinas de Gortari) representa”.

En todas ellas, los ricos de la zona siempre piden “que usted nos ayude mandándonos a los soldados para que les quiten los rifles y las pistolas con las cuales nos amenazan, ya que somos personas que queremos vivir en paz”.

Su carta fuerte, no obstante, es un “Comunicado Guerrillero” que, dirigido “Al Pueblo de México”, circula en la región.

“Hermanos, hermanas, camaradas: Protegiéndonos, cientos y miles de ciudadanos reciben, reparten, leen y discuten con entusiasmo e interés este comunicado, reafirmando una verdad que, como secreto a voces, sacude la conciencia de todos los mexicanos dentro y fuera del territorio nacional.

La lucha armada revolucionaria, la lucha guerrillera ¡existe y se consolida en nuestra Patria! fortaleciendo la esperanza de que la revolución traicionada de l9l0-l9l7, lejos de frustrar, ilustró con nuevas enseñanzas.

Hoy, para lograr el triunfo de la nueva revolución emprendida por el pueblo mexicano, es necesario: un partido histórico de vanguardia, un ejército del pueblo, un poderoso movimiento político de masas, ¡una ideología proletaria, un lineamiento político, una metodología de construcción revolucionaria y una estrategia general que contemple como vía fundamental de la revolución la lucha armada revolucionaria! y, en torno a ella, todas las formas de combate que surjan de nuestro pueblo.”

El volante, entregado a Proceso por los ganaderos y parvifundistas de la región, hace mención de Morelos, Flores Magón, Villa, Zapata, Héctor Fladio Hernández Castillo y Lucio Cabañas Barrientos, “caídos en combate contra el Ejército Mexicano”.

Destaca que “las causas que dan origen y motivan el desarrollo de la lucha armada revolucionaria en nuestro país, se han agudizado”. Pide “responder a la violencia ejercida por el gobierno mexicano en contra del pueblo”. Resalta “la miseria en que vive la mayoría”. Llama a “la toma del poder político, la instauración de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo”.

Manifiesta, en sus cuatro hojas, que “los síntomas de un estallido social y revolucionario maduran y se expresan en el descontento y la rebeldía de un pueblo sediento de justicia y libertad”.

El documento tiene fecha de marzo l991. Lo avalan el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP) y el Partido de los Pobres (PDLP). Los ganaderos dicen que desde entonces, “quizás desde antes, se adoctrina a los indios de la región”.

José Luis Aguilar Espinoza, presidente de la Asociación Ganadera local de Altamirano: “Desde el 91 fue una comisión de todo el estado para hablar con Prigione para que el Papa Juan Pablo quite al obispo Samuel Ruiz. Dijo que lo iba a estudiar”.

En entrevista grabada, afirma que la región está olvidada del gobierno. A ello achaca los problemas de la violencia. Dice que aquí el Pronasol se siente muy poco.

-Los de Unión de Uniones dicen que luchan por un mejor nivel de vida de los campesinos. Pero eso es mentira, sólo el parapeto, atrás lo que quieren es apoderarse de nuestras tierras”, dice.

-¿Y la presencia del ejército que según viene a ayudar a la población?

-Eso también es un disfraz. Nosotros pedimos su presencia contra estos grupos de delincuentes. Bueno, es que se decidió; lo malo es que se tardaron demasiado.

Lo que no aceptan los ganaderos y pequeños propietarios de esta zona de la Selva Lacandona es que, de acuerdo con los ejidatarios y comuneros indios a los que consideran sus enemigos, ellos “desde siempre han tenido grupos paramilitares que saquean, queman, destruyen pueblos y violan a nuestras mujeres”.

La verdad, dicen los indígenas, es los ricos no quieren saber nada de organización. “Por años nos han explotado. En sus fincas cafetaleras, todavía gozan del derecho de pernada. Hacen de las mujeres lo que quieren. Y al que se niega a trabajar, como por Chiapas no pasó la revolución, lo cuelgan de los pulgares hasta que se muere.

Nosotros lo único que deseamos es vivir mejor, pero se espantan al saber que queremos salir de la esclavitud. No aceptan que los indios podemos, organizados, hacer producir la tierra, sin ningún ánimo de molestar. También somos seres humanos ¿o no?”

De la existencia de grupos subversivos, todas las organizaciones acusadas dicen que, si hay, ellos no son. “La verdad es que eso sólo es un argumento que utilizan porque las cosas ya no pueden ser como antes”.

Y en todo caso, afirman, como dice el periódico El Tiempo, de San Cristóbal de las Casas: “Si todos sabemos que la miseria produce guerrilla, valdría la pena, entonces, que Solidaridad y no el Ejército combatiera realmente la pobreza”.

* * * * *

Miguel Ángel de los Santos Cruz, abogado defensor de los indios acusados de “traición a la patria”, dice a Proceso: “Sorprende bastante cómo el ejército puede acusar a estas personas de los delitos que les imputa, cuando con sólo una revisión muy por encima de los expedientes revela que los indígenas ni siquiera tienen idea de lo que sucedió”.

Convencido está de que “definitivamente no son guerrilleros”. Revela que el caso es muy débil y mal armado por las autoridades militares, porque existen muchas contradicciones. Pero reconoce que, sin embargo, “el problema, más que jurídico, es político”.

La solución para que haya justicia y los tzeltales logren su libertad, únicamente se puede hacer “con la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Aunque su intervención, que ya se ha demandado, no se presenta debido, quizás, a que hay presión de las máximas autoridades militares”.

De cualquier manera -afirma- vamos a hacer lo que se pueda. Recurrir, incluso al amparo. La justicia federal debe protegerlos. Aún con eso, confiesa, no se pueden abrigar muchas esperanzas.

Acusa que la agrupación Abogados de Minessota -defensores de los derechos humanos a nivel internacional-, interesados en el caso, estuvieron en Chiapas y que “ni siquiera les dejaron ver el expediente”.

De los Santos Cruz narra que el 28 de mayo se dictó auto de formal prisión a cinco de los acusados, y que al resto los dejaban en libertad con sujeción a proceso. “Nada más que el agente del Ministerio Público Federal pidió una ampliación para agregar a los delitos de asociación delictuosa, portación de armas, homicidio y lesiones, el de traición a la patria, con la finalidad de fundirlos en la cárcel”.

Comenta: “No sé cuál es la intención del ejército, si amedrentar a toda la población, fabricar culpables de los homicidios o qué”.

No se explica tampoco por qué la Comisión de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de las Casas”, que preside el obispo Samuel Ruiz, ha guardado silencio, cuando en otros casos, no tan graves, siempre está presente para defender a los indígenas.

Y mientras los hechos causaron preocupación el 1 de junio en la Cámara de Diputados, donde el diputado del PRD, Jorge Moscoso, pidió que se investigaran los hechos, el gobernador Elmar Séltzer Marselle declaró que la labor del ejército en Chiapas es “digna de aplaudirse” y que en el estado “reina la paz y tranquilidad”.

Ese día, la VII Región Militar dio por terminadas sus maniobras en la selva donde, según el informe, se decomisaron 37 armas, l.643 cartuchos de diferente calibre y se destruyeron cuatro plantíos de mariguana.

El boletín militar asegura que los soldados sólo se dedicaron a realizar “acciones de labor social”. Enumeró 2.196 consultas médicas, 387 consultas dentales, 561 cortes de pelo; trabajos de albañilería, carpintería, electricidad y de pintura; 47 pequeñas cirugías, l92 inyecciones aplicadas y hasta 48 pláticas sobre “prevención del cólera”.

Al enterarse del informe militar, habitantes de la zona negaron que se les haya proporcionado esa ayuda social. Y acusaron que la presencia de los soldados no había desaparecido del lugar.

Revista Proceso. 21 agosto, 1993

En Chiapas, descubren un campo de entrenamiento de grupos armados

Asomos de irritación social: guerrilla, ley inquilinaria, Nayarit, bancos, textos de historia

Guillermo Correa y Julio César López

OCOSINGO, CHIS – El gobierno de Chiapas confirmó, en un documento, la existencia de grupos armados en la entidad:

En seis hojas tamaño oficio, que llevan el sello del Poder Ejecutivo Estatal, se da fe del descubrimiento de un “campo de adiestramiento” de grupos “subversivos” en el que —describe el informe, con fecha 26 de mayo pasado— se encontraron uniformes, armas de alto poder, medicamentos, víveres y trincheras También había chozas de gran tamaño, largas avenidas y canchas deportivas, todo ubicado en medio de la selva

El documento detalla el hallazgo de un muro de piedras simulando un tanque de guerra y vehículo de tipo militar hechos con madera

Así aunque para el secretario de Gobernación y exgobernador de Chiapas, Patrocinio González Garrido, sólo es un “falso rumor”, la existencia de guerrilleros en el estado es real, de acuerdo con la “Fe Ocular Ministerial de la Averiguación Previa 849/CAJ4-B2/993?, levantada por la Procuraduría de Justicia estatal y supervisada por la Agencia del Ministerio Público Militar

La inspección fue solicitada por el Ejército a la Procuraduría de Justicia de Chiapas después de que denunció ataques contra soldados, ocurridos el 22 y 23 de mayo en la región de Ocosingo Como resultado de los enfrentamientos, según la Secretaría de la Defensa Nacional, murieron un subteniente y un elemento de tropa, y fueron heridos, un sargento y un cabo; también falleció un civil no identificado

En el operativo militar de esa fecha, el Ejército detuvo a ocho indígenas tzeltales y dos guatemaltecos, que importaban once armas de fuego y cartuchos de diversos calibres” A los detenidos se les acusó de “traición a la patria” y fueron encarcelados en el penal de Cerro Hueco, de la capital chiapaneca, donde aún permanecen cinco de ellos, quienes han denunciado que fueron torturados para que “involucremos a sacerdotes de la localidad”, según dijeron a los reporteros

Diversas organizaciones campesinas —OCEZ, CIOAC, ANCIEZ y ARIC— dicen que resulta alarmante observar que en las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Ocosingo, Altamirano, Comitán y Las Margaritas aparecen letreros en las bardas, en los que se pide la expulsión del obispo Samuel Ruiz, acusándolo de ser una de las cabezas de la guerrilla

Otras leyendas en las paredes de estas ciudades sureñas invitan a conmemorar el “Día del Héroe Guerrillero”, que se celebra el próximo 8 de octubre; reivindican también el 20 de noviembre como “Día del Héroe Guerrillero Nacional”

En 1974, el entonces procurador general de la República y actual diputado federal, Pedro Ojeda Paullada, dio a conocer la detención de guerrilleros de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en el rancho El Diamante, en el municipio de Ocosingo, muy cerca de donde ahora, casi 20 años después, se localizó el centro de entrenamiento

El secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido, aseguró —en un documento entregado el 11 de agosto pasado a la agencia EFE— que en Chiapas no hay guerrilla “Difundir este falso rumor causa graves perjuicios al desarrollo del estado, porque frenaría la inversión extranjera y nacional en el sector agrícola”, agregó

También dijo:

“El gobierno de México descarta la posibilidad de la existencia de una guerrilla en esa entidad sureña de la República Mexicana o de cualquier otro grupo que pretenda sublevarse por la marginación en que viven los indígenas y campesinos”

CAMPOS DE ADIESTRAMIENTO

La “Fe ocular Ministerial de la Averiguación Previa 849/CAJ4-B2/993”, iniciada el 26 de mayo de este año, para el levantamiento del cadáver del “civil no indentificado” —que murió tras de los enfrentamientos con soldados, en la Sierra Corralchén—, contradice lo afirmado por el secretario de Gobernación

Dice: “Al costado izquierdo de la recámara de madera se apreció una bolsa de plástico de color blanco que en su interior contiene medicamentos diversos, como también se observó, en una avenida del campo de adiestramiento, un vehículo de madera, que tiene una leyenda que dice 83 BI, de color amarillo canario, donde se notan diferentes impactos, al parecer por arma de fuego”

El informe realizado por Jorge Luis Estrada Villatoro, agente del Ministerio Publico Investigador del Centro Administrativo de Justicia, agrega: “A unos 150 metros de donde se encontró el cadáver, había un agujero de aproximadamente dos metros de ancho, uno y medio de altura y dos metros de largo, hechos de piedras y troncos rollizos En su interior, una escopeta calibre 16 abastecida, con cacha de madera barnizada y al costado cuatro cartuchos, dos útiles y dos percutidos

“Al seguir avanzando, observé más agujeros compuestos de piedras y palos rollizos, mismos que por dicho del Agente del Ministerio Público Militar, sus verdaderos nombres son parapetos (trincheras) para cubrirse de un ataque del enemigo”

A unos 800 metros de donde estaba el cadáver, “encontramos seis chozas de construcción de madera rolliza, tres de ellas semidestruidas, y las otras con indicios de que habitaba gente en esa área” Las chozas tenían una dimensión aproximada, cada una, de ochos metros de ancho por doce de longitud

En el interior de la primera casa “se encontraron señales de almacenamiento de víveres consistentes en arroz, frijol, azúcar, café y una bolsa de polietileno con pan blanco (bolillo); así también, existían conservas enlatadas, como atún y sardinas

“En la siguiente choza se localizó lo que pudo ser un dormitorio, ya que había camas de madera con troncos rollizos amarrados con bejuco También un costal de polietileno con armamento, entre ellos un fusil de los llamados cuernos de chivo y una semiescopeta hechiza, que al perecer es del calibre 16”

En otra choza, de seis metros de ancho por doce de largo —gigantesca en comparación con las que existen en las comunidades cercanas—, se encontró otra bolsa de plástico con tres pistolas tipo escuadra y una tipo revólver, con las siguientes características: marca Colt, con serie y modelo ilegible, calibre 38; 9 mm marca Browning, con matrícula 60696; calibre 38 súper y una más tipo revólver marca Smith & Wesson, con matrícula BHT1709

En el mismo lugar se encontró una bolsa de plástico de color blanco transparente que contenía cartuchos de calibre 38 súper “y que suman un total de cincuenta, como también 27 cartuchos útiles del calibre 9 milímetros”

Otros tres revólveres, encontrados en un orificio de nueve centímetros de ancho por 70 de profundidad, tienen las matrículas 83K0985 marca Smith & Wesson; 21142MU, marca Colt y 48192 de la misma marca Además, 18 cartuchos útiles de calibre 38 especiales

Al continuar la inspección ocular, se descubrió “un camino empedrado con una longitud aproximada de 200 metros con dos metros de ancho, apreciándose que en el trayecto existían canchas de Voleibol rústicas, una con redes de bejucos y la otra con mallas hechas con hilo de cáñamo”

A diez metros de las canchas, “se apreció un campo que al parecer es de adiestramiento, ya que había un muro de piedras simulando la forma de un tanque de guerra con un tubo de material de fierro que parecía el cañón A los costados, bardas de madera como si fueran casas”

Al fondo, frente al muro, estaba un vehículo tipo militar camuflado, de madera, con llantas de hule Ese vehículo, de acuerdo con la Fe Ministerial, tenía impactos de proyectil de arma de fuego Y a un costado, una construcción, también de madera, semejando un edificio de dos plantas, que contenía 22 armas largas

Otros hallazgos: una especie de oficina, un lanzacohetes y una ametralladora, construidos de madera; varios parapetos o trincheras de piedra, al lado de un letrero que decía: “peligro, dinamita”

Entre “la flora en abundancia, completamente verde y la maleza de la selva”, el funcionario vio “salchichas explosivas”, un bote con pólvora negra y cartuchos de dinamita envueltos en un papel de color rojo, que en la punta tenían un anillo de plástico transparente

Dentro de “un orificio de dos metros de diámetro, con una profundidad de cuatro metros más, se encontró el cráneo que al parecer corresponde a un menor de edad”

Se localizaron más casas construidas con tablas de madera y techos de plástico de diversos colores, en las que había bolsas y cajas de víveres; una televisión de color marca Elektra; una planta eléctrica modelo EF600, marca Yamaha; cable de banda civil para radio y, al costado del estante del interior de la casa, “una mochila de lona color azul celeste, con diversos documentos subversivos y de estrategia militar”, entre ellos una revista titulada La Verdad, editada por un Centro de Análisis Informativo

El agente encontró, Asimismo, pantalones negros y camisas color café, en las que se apreciaron letreros con insignias como “FZ”, “5o XXXIV”, y el dibujo de un fusil; otras tres escopetas y tres revólveres; un rifle calibre 7 milímetros, una escopeta recortada calibre 16 y ocho pistolas tipo escuadra, con sus respectivos cargadores También, una navaja, una pistola escuadra de madera y cuatro bolsas con cartuchos

El agente Jorge Luis Estrada Villatoro dice que todas las armas encontradas y otros objetos quedaron bajo custodia y resguardo de la Comandancia de la VII Región Militar, a cargo del exjefe del Estado Mayor Presidencial, Miguel Angel Godínez Bravo

“Asimismo, hago constar que al momento de estar practicando la fe de levantamiento de cadáver, así como el recorrido de inspección de la zona, el suscrito escuchó detonaciones de arma de fuego y se le indicó que nos replegáramos hacia el personal militar de seguridad, ya que estaban atacando al Ejército en esa área”, de la cual “fuimos evacuados por la seguridad del personal castrense”, agrega

En el acta se indica que el Mayor de Justicia Militar, José Adalberto Escobedo Tovilla, Agente del Ministerio Público Militar —quien tomó fotografías al momento de la diligencia—, pidió que se designara como perito en balística e identificación del armamento encontrado al teniente de Material de Guerra, Hilario Medina Nieto

Por último, al describir el cadáver objeto de la Fe Ministerial, se detalla que el cuerpo pertenecía a un hombre como de 30 años de edad, con camisa de manga larga color café, pantalón azul tipo campaña, botas de hule negras, paliacate color rojo a la altura del cuello, y que a una distancia de 20 centímetros estaba un fusil con dos cargadores llenos de cartuchos útiles

PREOCUPACION OFICIAL

Por primera vez en lo que va de este sexenio, en menos de 40 días, la región de Ocosingo, en la Selva Lacandona, ha recibido la visita del coordinador del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), Carlos Rojas Gutiérrez, y del titular de la Sedesol, Luis Donaldo Colosio, quienes han llegado a prometer, e incluso a inaugurar, obras como hospitales, caminos y sistemas de agua potable

Colosio —”en plena campaña por la Presidencia”, publicaron diarios locales— anunció el jueves pasado una inversión por 670,000 millones de viejos pesos

Cartas enviadas por indígenas que habitan en la selva informan a las autoridades que “en horas de la noche se siguen realizando prácticas de entrenamiento por parte de grupos insurgentes” Algunos dicen que a pesar de su precaria economía, sostienen a los grupos armados, debido a que los obligan a “cooperar”

Una de esas cartas fue enviada por gente que habita en el municipio de Las Margaritas, lugar que visitó Colosio el viernes pasado.

Periódico LA JORNADA, 22 de mayo de 1994 – primera parte y 23 de mayo de 1994 – segunda parte.

Por José Gil Olmos, enviado, y Elio Henríquez, corresponsal

San Cristóbal de las Casas, Chis., 21 de mayo.- El sábado 22 de mayo de 1993, en la sierra Corralchén –entre Ocosingo y Altamirano–, dos fuerzas militares se enfrentaron por primera vez en la selva Lacandona.

Una, la federal, movilizó cerca de 4 mil efectivos para combatir a un enemigo que aún no tenía un nombre público. La otra habría de esperar siete meses para darse a conocer a la nación y al mundo como Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Todo pasó hace un año, a las 15:30 horas, al oeste del poblado La Garrucha, municipio de Ocosingo. Entonces el Gobierno Federal y la Secretaría de la Defensa negaban, tercamente, la existencia de la guerrilla. Pero la presencia de ésta era “un secreto a voces”.

“Fue un ‘chivatazo’ o un accidente que esa columna de soldados chocara con nosotros en ese cuartel. Lo que es cierto es que ya por la noche no quedaba ningún zapatista en esa sierra. Nosotros salimos del cerco inmediatamente. Todos los combates posteriores eran entre ellos”, recordó el Subcomandante Marcos en sus primeras entrevistas a medios de información en enero pasado.

“Nosotros nos replegamos en la selva, lo que pasó fue que el ejército atascó de soldados, chocaron unos con otros y se mataron. Nosotros contamos 12 soldados muertos y seis heridos por morteros. En cuestión táctica, si falla la comunicación es imposible controlar la situación.

Para el día 24 nosotros sólo veíamos qué hacía el Ejército, cómo va y viene, entra y sale, sacan a las bajas. Nosotros estábamos en alerta, dijimos al comité: cálmense, si tocan a los pueblos, empezamos.

Pienso que la culpa del repliegue es por la publicación (LA JORNADA 31 de mayo y 1 de junio de 1993) de lo que pasó”.

Otra versión:

El coronel Leonel Braulio Álvarez, en la averiguación previa 122/1/93 abierta ante la Procuraduría General de la República contra ocho mexicanos y dos guatemaltecos por los delitos de traición a la patria, asociación delictuosa, lesiones, homicidio calificado y portación de armas de fuego, recordó que el 22 de mayo, “como a las 8 de la mañana se encontraba en la región de Altamirano –lugar donde trabaja el 83 Batallón de Infantería– en calidad de supervisor y evaluador de los trabajos de reconocimiento en el área La Garrucha, Nuevo Morelia, Lázaro Cárdenas y Pataté Viejo, en busca de probar la existencia de campos de entrenamiento de rebeldes o guerrilleros.

“Ese día estableció contacto con el comandante del 83 Batallón de Infantería, habiéndose expuesto su plan de operaciones para cumplir la misión que le había asignado. Y estando con el citado jefe y un grupo de comando sobre el camino que conduce al pozo petrolero Nazareth, a las 15:30 horas aproximadamente, escuché unas detonaciones en dirección sur, a unos kilómetros (de ese camino).

El comandante del 83 Batallón me informó que la primera compañía de su Batallón había tenido un enfrentamiento con un grupo de civiles en una elevación al oeste de La Garrucha y que estaba herido un soldado. El enfrentamiento continuó durante la noche, pero se desconocía el número de maleantes”.

Toda esa noche la tropa combatió a un “enemigo” pertrechado en la oscuridad. El Subcomandante insurgente zapatista Marcos asegura que las fuerzas del EZLN ya se habían retirado. Entonces, el enemigo de las fuerzas armadas federales, en aquella tierra rica en petróleo, eran sus propios compañeros “Fuego blanco” en la oscuridad

Todo esto se mantuvo en secreto. La información del descubrimiento de un campamento guerrillero con una réplica de un campamento del Ejército Mexicano, cuatro cuevas y seis chozas con alimentos enlatados, un cañón de madera, 27 armas de grueso calibre –entre ellas ‘cuernos de chivo’–, pertrechos, un costal con 16 pantalones de color negro y camisas con letreros rojos e insignias de EZ, 5o., XXIV y un dibujo de fusil, se mantuvo resguardado.

Tampoco salió a la luz que se encontraron –según la averiguación previa citada– revistas “subversivas y documentos sobre estrategias militares”, así como un muro de piedras simulando la forma de un tanque de guerra y un vehículo de madera tipo militar camuflado, un lanzacohetes y una ametralladora, también de madera, varias trincheras de piedra y un letrero que decía: “a 25 metros, peligro: dinamita”. De la misma forma se mantuvo en secreto el enfrentamiento “errático” entre las mismas tropas del ejército federal

“Nosotros suponemos –señaló Marcos en sus primeras entrevistas al referirse a este hecho– que el mando no dice: me equivoqué y le pegué a los míos. El mando dice: son guerrilleros. Entonces (el general Miguel Ángel Godínez (comandante de la séptima región) comenzó a aventar más y más oficiales”.

Según el sargento Mauro García Martínez, en su declaración archivada en el expediente 44/93 de la misma averiguación previa, ese 22 de mayo fueron agredidos “por 40 personas”.

Señala que al día siguiente “reanudamos la persecución de los agresores. En esa acción, dentro de la zona de Pataté Viejo, me lesionaron en el pómulo derecho y mataron al subteniente de infantería José Luis Vera de Jesús”.

Los militares a su vez asesinaron a “un civil desconocido” durante el enfrentamiento del 22 de mayo. Ya este año se supo por voz de Marcos, que el muerto era un capitán del EZLN. También se conoció que un herido fue curado en uno de los campamentos guerrilleros

El camino al pozo petrolero Nazareth se llenó de militares que buscaban a los “maleantes” que los habían agredido. Hombres “altos, de barba, pelo largo y aparentemente extranjeros”, como les dijo un ganadero alguna vez a quienes adiestraban a los indígenas. Esos que ahora se llaman a sí mismos “los sin rostro”.

Aquel día, circunstancialmente se enfrentaron por primera ocasión los dos ejércitos mexicanos. En la noche uno de ellos siguió al otro, la persecución se dilató por caminos de montaña que sólo conocen esos hombres que se “tragó” la selva, de la que salieron con el nombre colectivo de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, al filo del cambio de un día y un año: la medianoche del 31 de diciembre y los primeros instantes del primero de enero.

HACE UN AÑO ESTUVO A PUNTO DE SER ACTIVADA LA GUERRA ZAPATISTA

San Cristóbal de las Casas, Chis, 22 de mayo.- La ofensiva guerrillera zapatista planeada para el 1º de enero de 1994 estuvo a punto de ser activada hace un año –siete meses antes de lo previsto– cuando una unidad de soldados del Ejército Mexicano chocó contra 30 insurgentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la sierra Corralchén, entre los municipios de Ocosingo y Altamirano.

La situación turbulenta que en esos días se vivía en el país, la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Estados Unidos y Canadá y el interés de la prensa nacional y extranjera sobre una presunta aparición de la guerrilla, tantas veces negada, evitaron que la guerra estallara el 22 de mayo de hace un año.

“De pronto (el 25 de mayo) se vino el asesinato de Juan Jesús Posadas (arzobispo de Guadalajara) y el enfrentamiento salió en la prensa nacional, por eso se calmó, si no, en mayo hubiera tronado la guerra, y ahora me estarían preguntando que por qué en mayo y no el fin de año”, afirmó el subcomandante Marcos al relatar cómo ocurrieron los hechos hace un año

Durante 13 días la región localizada entre los ejidos San Miguel, Pataté Viejo, La Garrucha, Morelia, Venustiano Carranza y Guadalupe Victoria estuvo militarizada por unos 4 mil soldados, quienes tendieron un cerco para detener a los “agresores”.

La entrada a la selva chiapaneca fue cooptada por tierra y aire en aquellos días aciagos para los indígenas y campesinos que veían volar sobre sus chozas helicópteros que, recuerdan, “tiraban bombas” para acabar con el enemigo, que se mimetizaba con el bosque tropical.

Después del único enfrentamiento registrado entre los 30 guerrilleros y los federales el 22 de mayo por la tarde y parte de la noche, los zapatistas evadieron el cerco y protegidos por la oscuridad salieron hacia zonas más seguras en la misma selva, relató recientemente el mayor Rolando.

El clima estaba a favor de los “agresores”. Según declaraciones del general Miguel Elías Leyva García, asentadas en la averiguación previa número 122/993 abierta en mayo pasado a raíz de los hechos, los soldados no pudieron perseguir y detener al grupo de personas “bien armadas y pertrechadas que operaban clandestinamente en la región”, porque “debido a la oscuridad y a la niebla, que no permitían la visibilidad, no era posible realizar los patrullajes en el área”.

En las acciones, según información difundida en su momento por la Secretaría de la Defensa Nacional, murieron un oficial y un soldado, y dos más resultaron heridos, mientras que por parte de los “agresores” cayó un civil “no identificado”.

Este, de acuerdo con la media filiación del Ministerio Público, era “un hombre de aproximadamente 30 años, cabello corto, lacio, color negro, de complexión delgada y de 1.65 metros. A su lado se encontró un fusil ‘fuger’ mini-14 calibre 223, con dos cargadores llenos”. Tiempo después se sabría que había sido un “capitán” del EZLN.

Marcos aseguró este año que los guerrilleros salieron de la zona el mismo 22 de mayo por la noche. Sin embargo, en las declaraciones judiciales varios militares que participaron en las acciones, incluso los heridos, manifestaron que el día 23 de mayo “continuaron los enfrentamientos contra el enemigo”.

Esto comprueba, según el subcomandante insurgente, que los enfrentamientos posteriores al del 22 “fueron entre los propios federales”.

Según Leyva García, la persecución contra los “agresores” continuó el 23 y 24 de mayo con “acciones más dinámicas”: 4 mil hombres “peinaron” la zona por tierra y aire.

El resultado de la amplia movilización militar fue la detención de ocho mexicanos y dos guatemaltecos: Marcos Pérez Jiménez, Tiburcio Ruiz Clara, Manuel Clara Ruiz, Antonio López Jiménez y Lázaro Pérez Lorenzo; y los guatemaltecos Salvador Mateo Salvador y Andrés Salvador Antonio.

En enero, el subcomandante Marcos negó la militancia zapatista de los detenidos.

Oficialmente no pasaba nada hasta ese 24 de mayo. El rígido cerco militar se ampliaba hasta los medios de información. Sólo llamadas anónimas vía teléfono a medios locales daban a conocer de “balaceras en la cañada” de Pataté Viejo.

Sólo hasta el 25 de mayo se da a conocer el enfrentamiento a través de la Procuraduría General de la República (PGR).

El subdelegado de la PGR, Federico González García, en unas tarjetas informativas señalaba: “Que en una operación que llevaban los militares en la zona de Cárdenas Viejo, en el ejido Pataté Viejo, municipio de Ocosingo, Chiapas, en el cual fue herido con arma de fuego un cabo de infantería el día 22 de mayo actual por personas armadas que se encontraban pertrechadas entre la selva.

Que el día 23 del actual, cuando realizaban las actividades de búsqueda y patrullaje, resultó herido un sargento segundo de Infantería y muerto un subteniente, tomando acciones más dinámicas para la localización de los agresores, dándoles alcance en Pataté viejo, donde fueron detenidos ocho sujetos mexicanos y dos de nacionalidad guatemalteca, a quienes se les aseguraron 11 armas de diversos calibres, cartuchos de calibre 22, radio civil, cartuchos calibre 410, apuntes y propaganda subversiva sobre la táctica de guerrilla guatemalteca”.

Después de difundirse la noticia el funcionario de la PGR fue removido. El cerco militar se ampliaba cada día hasta alcanzar los ejidos Morelia y Venustiano Carranza, municipio de Altamirano; en el primero de ellos establecieron por siete días un campamento en el que interrogaban a toda la población de campesinos indígenas por “los guerrilleros guatemaltecos”.

La noche del 31 de mayo la SEDENA envía una misiva al periódico LA JORNADA, que había dado a conocer la noticia enmedio de la extrañeza, ya que para entonces la atención se centraba en el asesinato del cardenal Posadas Ocampo.

La carta firmada por el teniente coronel de Infantería José Guadalupe Rodríguez Olvera señalaba que el 83 Batallón de Infantería, destacamentado en San Cristóbal de las Casas desde el 14 de mayo, había sufrido “agresiones el día 22 cuando realizaba prácticas de entrenamiento en las áreas despobladas de Ocosingo”.

“Las agresiones fueron efectuadas por un grupo de individuos que no pudo contabilizarse y que portaba armas de fuego cuando realizaba prácticas ilegales”.

En ningún momento se habla de la existencia de grupos guerrilleros. El entonces secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido –que asumió el puesto en enero de 1993 al dejar la gubernatura de Chiapas–, negó su existencia. “No hay guerrilla”, dijo una y otra vez.

El 3 de junio las fuerzas del Ejército Mexicano abandonaron completamente los municipios de Ocosingo y Altamirano. La decisión extrañó a los guerrilleros.

Siete meses después el subcomandante Marcos declaró: “Fue un error militar que el Ejército se retirara, pues ya estaba ahí metido. Nosotros estábamos a punto de activar la ofensiva que estaba planeada para después. Y, de pronto, otra vez la prensa”.

Fuente: http://www.bibliotecas.tv/chiapas/may94/21may94.html

Fragmento de las Palabras de apertura del EZLN en la reunión con ONG’s, colectivos, grupos…
realizada en el poblado Juan Diego, San Miguel, del Municipio Autónomo Francisco Gómez, los días 26, 27 y 28 de agosto del 2005.

Antes del 94

Era el año de 1992. Hicimos entonces la consulta. Se votó la guerra.

El año de 1993 se nos fue en preparativos. Llegó así mayo, 23 de mayo. Aquí arriba, en esa sierra que se ve bien desde aquí, nosotros teníamos un cuartel insurgente. Se llamaba El Calabazas. Una columna de federales había entrado a la cañada y, haciendo base en La Garrucha, había subido a la sierra. Nuestras fuerzas y las federales chocaron. Después de algunos combates, nuestras tropas se replegaron y fueron acogidas por los pobladores de San Miguel y luego acompañados por ellos hasta una zona segura.

Todo el EZLN se replegó entonces. Según nuestro pensamiento, el alzamiento debía iniciar cuando lo decidiéramos nosotros, no el enemigo. Desde mucho antes habíamos aprendido que no debíamos nunca sujetarnos a los tiempos del poderoso, sino que teníamos que seguir nuestro propio calendario e imponerlo al de arriba. Así lo seguimos haciendo. Por eso se desesperan con nuestro modo.

El primero de enero de 1994, ya era de día cuando todavía pasaban por esa carretera las columnas de combatientes del EZLN rumbo a Ocosingo. Más de 1,200 hombres y mujeres del llamado Tercer Regimiento de Infantería Zapatista, más otro tanto del Quinto Regimiento, pasaron por ésta y otras tierras de la Selva Lacandona, les quitaron sus armas a las guardias blancas de los finqueros y con ellas tomaron la cabecera municipal. Después de varios días de combatir en el mercado de Ocosingo contra tropas aerotransportadas del Ejército Federal, las tropas zapatistas se replegaron.

Después pasó lo que pasó y la mayoría de ustedes lo saben porque fueron actores principales.

Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/08/26/palabras-de-apertura-del-ezln-en-la-reunion-con-ongs-colectivos-grupos/

 

Fragmento de las Palabras de Marcos en La Hormiga, San Cristóbal de Las Casas el 4 de enero de 2006

Quiero comenzar contándoles un misterio que pasó, hace mucho tiempo cuando el EZLN no era conocido:

Empezamos a ver que teníamos que hablar con los compañeros indígenas que vivían en San Cristóbal, principalmente con los de la colonia La Hormiga. Pensamos que era necesario respetar cómo estaban organizados y que teníamos que buscar a sus líderes. Era noviembre o diciembre de 1993 y yo personalmente vine con 2 compañeros, un hombre y una mujer, tzotziles de nuestro ejército y empezamos a subir unas escaleras muy arriba, nos metieron en un cuarto oscuro y empezamos a hablar con uno de ustedes. Le dijimos que nos íbamos a alzar en armas, que queríamos avisarles porque a lo mejor iba a haber problema y no queríamos que hubiera sufrimiento pero que también los invitábamos si querían apoyar esta lucha que íbamos a empezar. Y ahí más o menos le estuve explicando a este hermano que está aquí presente qué era lo que queríamos y lo que íbamos a hacer.

El compañero escuchó con atención y respeto, y al final me dijo: “Claro te digo que vamos a ver cómo es nuestro corazón y si es buena tu lucha, lo vamos a apoyar”. Al despedirme de él le dije: Yo me llamo Marcos y él me dijo: Yo me llamo Domingo”. Eso fue antes de que fuera conocido todo lo que era el EZLN.

En las primeras horas del alzamiento, el 1 de enero de 94, el 2 y el 3, nuestras fuerzas comenzaron a ser atacadas por aviones y helicópteros del Ejército federal, y varias de nuestras tropas quedaron atrapadas aquí en las montañas, alrededor de San Cristóbal, los que recuerdan aquellos tiempos, recuerdan las imágenes de los aviones tirando bombas. Fueron los hermanos de La Hormiga, los choferes, los transportistas, los que sin pedirnos nada a cambio empezaron a mover a nuestras tropas hacia lugares más seguros.

Yo me acuerdo que a uno de ellos, no sé si esta aquí presente, le entregue como símbolo una escopeta que le habíamos quitado a estos cabrones de la seguridad publica, y le dije: “nosotros los zapatistas no vamos a olvidar lo que están haciendo por nosotros. Y estos hermanos evangélicos en su mayoría, chamulas, la mayoría, indígenas todos, aquí de la colonia La Hormiga, nos dieron la mano y nos ayudaron y salvaron la vida de muchos de nuestros compañeros y en ese entonces compañeros no había fotos, ni cámaras, ni micrófonos, ni entrevistas, había bombas y balas y fue aquí en este lugar de San Cristóbal con los indígenas que levantaron esta ciudad y de la que los expulsaron hasta acá donde el EZLN encontró su primera alianza y el primer apoyo de gente humilde y sencilla.

Y como entonces, les dije yo a esos hermanos transportistas, allá en el periférico, nosotros los zapatistas no vamos olvidar lo que ustedes hicieron por nosotros cuando no éramos famosos, cuando no éramos nada, cuando la orden que tenían todos los soldados era matarnos a todos, eso lo guardamos en nuestro corazón y lo cuidamos.

Es un honor volver aquí, verlos a ustedes, escucharlos a ustedes y volverles a repetir lo que le dijimos a esos hermanos esa vez y que les vengo a decir ahora, gracias compañeros de la Hormiga y gracias también compañeros que vienen de otras organizaciones.

Me dicen que el nombre del compañero al que le entregue la escopeta y le dije que no lo íbamos olvidar se llama Juan Gómez Ruiz, y actualmente esta en la cárcel por acción política, por represión política del gobierno, esperamos pues que hasta allá llegue nuestra voz, que él recuerde esa madrugada cuando yo personalmente le exprese eso como reconocimiento”.


Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2006/01/06/palabra-del-subdelegado-zero-en-la-hormiga-04ene06/

Ojarasca 105 enero 2006

Ramona, comandanta

Gloria Muñoz Ramírez

Aquella noche de octubre de 1996 sus ojitos se cerraban de cansancio. En su pequeña y austera habitación dentro de la catedral de San Cristóbal de las Casas, la comandanta Ramona no entendía por qué había tanta gente afuera vitoreándola, llevándole serenatas y flores toda la noche. “No sé por qué me quieren”, dijo con un tímida sonrisa, sentada a la orilla de una cama individual, apretando entre sus manos morenas una rosa de papel crepé que por la mañana le entregara el subcomandante Marcos en la comunidad de La Realidad, al despedirla.

Ramona luchó por más de veinte años en las filas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln) como parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), órgano colegiado y supremo de la organización zapatista. Sorprendida, nerviosa, cargando en sus espaldas con la gran responsabilidad de ser la primera zapatista que cruzaba el cerco militar y salía de la zona de conflicto a decir su palabra en la ciudad de México. Ella, solita, ante decenas de miles de indígenas, trabajadores, campesinos, estudiantes y, sobre todo, mujeres del campo y la ciudad que hicieron de ella un símbolo de su propia lucha, un espejo de su propia rebeldía.

Ramona murió doce años después del levantamiento armado. Justo en un momento en donde toma auge una etapa que ella inició a principios de octubre de 1996. Entonces dijo, soñando, vaticinando, advirtiendo ante un Zócalo repleto: “Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito federal y a todos los lugares de México”. Después vendrían en efecto muchos pasos: la salida de los 1 111 zapatistas a la ciudad de México en 1997; la Consulta por los Derechos de los Pueblos Indios y por el fin de la Guerra de Exterminio, en la que 5 mil hombres y mujeres zapatistas se desplegaron por todo el país en 1999; finalmente, la Marcha del Color de la Tierra, en la que el subcomandante Marcos y 23 comandantes y comandantas recorrieron 13 entidades de la República para exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.

“Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros. Por eso queremos unir nuestra pequeña voz de zapatistas a la voz grande de todos los que luchan por un México nuevo. Llegamos hasta aquí a gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros. Eso queremos, un México donde todos tengamos un lugar digno”, dijo Ramona en 1996, y lo repiten diez años después los zapatistas en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y al arranque de la Otra Campaña.

Ramona representa la coherencia y consecuencia de un movimiento. La perseverancia, la ternura, la furia, la rebeldía permanente. “Para este diálogo nacional vamos a caminar mucho y vamos a dar muchos pasos… pero necesitamos que todos ustedes nos ayuden a caminar a todos los zapatistas, así como me ayudaron a mí a caminar hasta aquí.” Ella, con su voz entrecortada por la enfermedad y su escaso castellano, la que habló de los sueños de los de abajo.

Durante la primera entrevista pública que concedió la comandancia general del ezln, la comandanta Ramona hizo su aparición entre la niebla de los Altos de Chiapas. Corría febrero de 1994. Bajando de las montañas después de los primeros días de combate se dirigó al mundo. Un mes después, en medio de la primera ronda de negociaciones entre los rebeldes y el gobierno federal, Ramona se impuso con su pequeñez y firmeza. Durante el diálogo desplegó la bandera que le arrebataron al poder en la toma del palacio municipal de San Cristóbal de las Casas, en un símbolo que lo dice todo: “Somos indígenas y somos mexicanas”. La respuesta de Manuel Camacho, entonces comisionado gubernamental, fue torpe y muy representativa: se colgó, literalmente, de una esquinita de la bandera para salir en la foto. Nunca quiso otra cosa el gobierno.

Un día antes de partir de nuevo a las montañas, Ramona se reunió con un grupo de periodistas, todas mujeres. Enfundada en una enagua negra de lana y un gran huipil rojo originario de San Andrés Sacamch’en, cubierto su rostro por el pasamontañas que deja ver unos ojos negros y extremadamente tiernos, la mujer tzotzil se apoyó en el comandante Javier como traductor para decir su palabra: “Las mujeres que estamos en esta lucha sentimos que nuestra participación es muy importante, porque llegamos a entender que para cambiar esta mala situación tenemos que participar. No todas en la lucha armada, sino también en dife-rentes trabajos en nuestras comunidades”.

Era para variar, de madrugada. Las imágenes de los santos de la Catedral coleta estaban cubiertos con mantas. El olor a velas e incienso cubría el recinto que albergó los primeros diálogos de paz. Ramona explicaba su ingreso a la organización, las razones de su propio Ya Basta: “Antes de participar en la lucha armada salí de mi pueblo a buscar trabajo por la misma necesidad, pero cuando llegué a otro lado empecé a conocer la situación de las mujeres, empecé a entender y a cobrar conciencia. Así empecé a conocer la organización y me di cuenta que hay necesidad de organizarse también las mujeres, porque cuando salen a las ciudades pues no hay respeto, no nos toman en cuenta”.

Fue su bandera la lucha contra la discriminación de las mujeres: “Una de nuestras principales demandas es precisamente de nuestra situación, porque no somos tomadas en cuenta. Por eso exigimos que haya respeto, democracia y justicia, porque como somos mujeres y además indígenas pues no hay nada de respeto para nosotras. Exigimos también que haya vivienda digna, clínicas especiales para atender a las mujeres, porque para atender a los niños no hay adonde acudir, ni hay hospitales ni doctores. No hay educación para las mujeres, tampoco alimentos, sobre todo para los niños… Hay una esperanza de que algún día cambie nuestra situación. Es lo que exigimos”.

Ramona era bordadora de telares y sueños. Sus manos eran mágicas, como las de todas las mujeres de los Altos. Cuentan las religiosas que la cuidaron durante su convalecencia en el Distrito Federal que pasaba las tardes con hilos entre las manos, estudiando (pues casi era analfabeta) y aprendiendo un poco de castilla. Escuchaba noticias y compartía con sus visitas las historias de su lucha. A algunas mujeres que la cuidaban les enseñó a tejer pulseritas y a otras les regaló blusas de colores hechas con sus propias manos.

En febrero de 1995, luego de la traición gubernamental que llevó tropas y tanques militares a las comunidades indígenas zapatistas, Ramona reapareció en un video sentada prente a una pequeña mesa: “Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse, porque con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo que todos deseamos”, dijo la comandanta visiblemente afectada por la insuficiencia renal.

Fue ella, con su 1.40 de estatura quien destrabó una de las fase más críticas del segundo diálogo con el gobierno federal, en octubre de 1996. Su salida a México se aprovechó para tratar su enfermedad. Le transplantaron un riñón de su hermano y con él en el cuerpo sobrevivió, luchando siempre, casi diez años más. “Ella solita en su municipio autónomo”, decían en broma sus compañeros más allegados.

Seis días después de iniciada La Otra Campaña, el movimiento nacional de los de abajo y a la izquierda convocado por los zapatistas, se recibió el anuncio del deceso de ramona. Los honores a la comandanta fueron privados. “Su pérdida ha significado un gran dolor del que es muy difícil hablar. Es por eso que ahora no les podemos decir más de nuestra comandanta y de lo que será para nosotros su ausencia” explicó el ezln, al tiempo que confirmó que después del sepelio se reanudaría el recorrido por toda la República mexicana para seguir construyendo otra manera de hacer política. La responsabilidad y el compromiso se redoblaron. Por ella y muchas más como ella.

El 8 de marzo de 1996, el subcomandante Marcos esbozó un cariñoso y respetuoso retrato de Ramona, que hoy adquiere fuerza mayor: “La comandante Ramona asombrará con su estatura y brillo a los medios internacionales de comunicación… Ramona ríe cuando no sabe que se está muriendo. Cuando lo sabe, sigue riendo. Antes no existía para nadie, ahora existe, es mujer, es indígena y es rebelde. Ahora vive Ramona, una mujer de esa raza que tiene que morirse para vivir…”

Ramona, el arma más temible del ezln, era una indígena más cuando sin pasamontañas caminó alguna vez por las racistas calles de San Cristóbal de las Casas. Cuentan que una vez se paró frente a una tienda de postales y compró algunas. Eran, para sorpresa de sus acompañantes, fotografías de ella con el rostro cubierto. Se las vendieron quienes hacen negocio con su imagen y Ramona, traviesa y sonriente con su ocurrencia, las pagó y se retiró con la frente en alto.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2006/01/16/oja105-gloria.html

 

La figura de la Comandanta Ramona destacó desde el instante mismo en que apareció en la Catedral de San Cristóbal llevando en sus manos la bandera de México que en un momento dado mostró el Subcomandante Marcos y sobre la cual, literalmente se abalanzó el Licenciado Camacho Solís para salir en la foto, así fuera sujetando una esquina de la misma, en un curioso cambio de papeles en el que parecía ser este último quién no quería ser marginado de la historia cuando todos los focos se dirigían a los más pequeños.

El papel de la Comandanta Ramona, junto con otras compañeras como la Comandanta Susana, fue fundamental para la incorporación de las mujeres al EZLN, tanto al Ejército como a las Bases de Apoyo y que, además, sea incorporación fuera de manera activa, discutiendo sus problemas y llegando a elaborar la Ley Revolucionaria de las Mujeres, que promovió comunidad por comunidad.

Y fue fundamental también para que se llevara a cabo una revolución en la revolución, para que las mujeres aprendieran a llevar adelante su lucha para tener el lugar que les corresponde en las comunidades, en la organización, en el mundo…
Apenas un año después de la Catedral, reaparecería en un breve video, cuando el gobierno de Zedillo había traicionado las esperanzas de paz y diálogo y las comunidades zapatistas tuvieron que refugiarse en la montaña: “Otra vez le pedimos al pueblo de México que no nos olvide, que no nos dejen solos, que nos ayuden a construir la paz que todos deseamos”.

Unos meses más tarde, el EZLN decidió que el arma más poderosa, la más beligerante, viajara hasta la ciudad de México para asistir a la conformación del Congreso Nacional Indígena: la Comandanta Ramona llevó su palabra hasta allí y mostró, a través de ella, la fortaleza de las mujeres del EZLN, su lucha y su camino por ocupar el sitio que, de por sí, les pertenece.

Aquel viaje sirvió, además, para regalarnos diez años de la vida de una mujer en la que es imposible pensar de otra manera que como una luchadora que demostró que si se puede ser mujer, ser rebelde y avanzar en el camino por un mundo mejor.
La lucha que Ramona y otras mujeres que como ella se integraron pronto al EZLN sigue en el día a día de otras muchas que siguen avanzando. Aunque aún queda mucho camino en la lucha de las mujeres por su reconocimiento (¡y dónde no!), ver hoy en día las mujeres que forman parte de las Juntas de Buen Gobierno, remite a la imagen de la Comandanta Ramona, y con ella, a la imagen de la esperanza.

CEDOZ

Revista Proceso. 20 de Octubre de 1996

Juan José Hinojosa

Guillermo Correa y Sonia Morales nos brindan en trazos, en relámpagos, un perfil fascinante de la comandante Ramona, delegada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ante el Congreso Nacional Indígena. Con esos trazos, traídos a síntesis y unidad, se puede construir una rica y seductora minibiografía de la comandante.

Alejandra Moreno Toscano, colaboradora de Manuel Camacho Solís en las primeras negociaciones por la paz, aporta sus recuerdos sobre ese encuentro con Ramona:

“Ocupaba el centro de la mesa y ostentaba la más alta jerarquía que sus propios compañeros le habían otorgado. Ahí éramos tres mujeres: la comandante Ramona, la mayor Ana María y yo. ¿Qué historias de vida nos habían llevado a sentarnos a esa mesa? Cada una de nosotros entendió perfectamente las palabras de Ramona sobre las mujeres: ‘Ellas no se sienten que tengan valor fuerte… que haya derecho para ellas’.

“No recuerdo -añade Alejandra- haber escuchado antes, mejor enunciada, la historia personal del desarrollo de las mujeres en nuestra sociedad, en nuestro tiempo.”

En marzo de 1996, el subcomandante Marcos describe así a la comandante Ramona: “Entre los jefes indígenas de la rebelión hay una mujer pequeña, de por sí pequeña entre las pequeñas. El rostro amordazado en negro logra dejar libres los ojos. En la mirada, el brillo de quien busca. Ramona no lo sabe en esa época, y nosotros tampoco, pero lleva ya en el cuerpo una enfermedad que le come la vida a mordiscos y le apaga la voz y la mirada. Ramona ríe cuando no sabe que se está muriendo. Cuando lo sabe, sigue riendo. Antes no existía para nadie, ahora existe, es mujer, es indígena y es rebelde. Ahora vive, Ramona, una mujer de esa raza que tiene que morirse para vivir”.

El subcomandante Marcos, poeta, desgrana los piropos; jefe, su admiración; hombre, un amor paternal no disimulado que trasmina ternura y protección.

Para describir, y entender este perfil humano de excepción, vaya, en brochazo, la palabra de Ramona: “Nosotras de por sí, ya estábamos muertas, no contábamos para nada. No nos dejen solas. A todas les pedimos que luchen con nosotras. Las mujeres llegaron a entender que es importante su participación para cambiar esta mala situación; así están participando, aunque no todas, en la lucha armada. No hay otra forma de buscar justicia. Esta también es mi nación, yo soy la nación, yo hago de mi nación un lugar donde mis hijos puedan vivir. Le hablo al pueblo de México. Nuestro movimiento es indígena; al principio pedimos democracia, justicia y dignidad; ahora también pedimos paz. Tenemos hambre, nuestra comida está hecha a base de tortillas y sal, comemos frijoles cuando hay, casi no conocemos la leche ni la carne. Nos faltan muchos servicios que tienen otros mexicanos. Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse porque con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo que todos deseamos. Sólo podrá creerse en las palabras de paz del gobierno si su ejército no está apuntando a la cabeza de nuestros hijos. En la selva las niñas tienen desnutrición y cuando todavía no acaban de crecer ya son mamás. La mayoría muere en el parto dejando a muchos niños huérfanos. No tenemos comida ni escuela, no sabemos castilla y sufrimos. Todo esto acaba con nuestra felicidad y salud”.

Así, en brochazos luminosos, Guillermo y Sonia nos entregan el humanísimo perfil de la comandante Ramona. Manos delgadas, cuerpo pequeño, madre de dos hijos, vestida con la indumentaria tradicional tzotzil de San Andrés Larráinzar, 34 años de edad, frágil salud, corazón fuerte, palabra sencilla y seductora, pasión incontenible, terca en la frase que se vuelve liturgia apasionada y esperanzadora de letanía: “No nos dejen solas, ayúdenos para seguir luchando porque todos los indígenas podamos vivir como seres humanos y no como animales, así como nos tienen los poderosos”.

Así es la comandante Ramona. Y a ella, indígena y mexicana, en esa “y” que la funde en la edificación del destino nacional, “pequeña entre las pequeñas”, amable, admirable y fiel en la otra letanía, le pedimos en humildad, en el uso de su lenguaje tan fresco y candoroso, tan humano y penetrante, “algunas cositas”.

Le pedimos que se cure y le deseamos larga vida, porque mujer tan excelente como ella no tiene derecho a morir. Le queremos decir que discrepamos de su definición en el sentido de que no hay otra forma de hacer justicia que la lucha armada. La violencia ha demostrado, a través de los siglos, que no genera justicia. Le pedimos que, recuperada su salud, regrese con nosotros a la búsqueda y encuentro de los caminos pacificadores.

Aquí estamos los que optamos desde siempre por la acción perseverante y pacificadora para edificar el México ecuménico que a todos nos cobije. Es cierto, nos separa la estrategia, pero nos une el propósito y la honrada pasión. Historia y tiempo han comprobado que sólo en la paz se avanza. Las guerras centenarias generaron caudillos o dictadores sexenales. En el saldo final sólo ha quedado la destrucción implacable, perversa y sistemática de las instituciones.

La comandante Ramona ha incorporado a su discurso una frase saturada de generosa pasión: “No nos dejen solos, a todos les pedimos que luchen con nosotros”. Quienes optamos por la vía pacífica para el rescate de los bienes perdidos, democracia, justicia, libertad, dignidad, revertimos el llamado a la comandante y al EZLN: no nos dejen solos, les pedimos que luchen con nosotros. Nos pueden dividir las concepciones sobre el diseño de país que anhelamos, pero sobre esas discrepancias nos une el propósito común de reintegrar al pueblo la soberanía perdida, el deseo de dirimir en paz, en la paz, las discrepancias, el propósito de construir sobre el plural los códigos del entendimiento.

En resumen, quienes optamos por la paz como estrategia para realizar los sueños les decimos: Aquí los esperamos, bienvenido su talento, su pasión, su coraje, su amor a México. Sin excesos optimistas, podemos afirmar que estamos en las vísperas de la buena cosecha y la suma de las voluntades generosas es el mejor fertilizante. En estos caminos pacificadores también abundan las espinas, las insolencias del poder, el engaño, la fatiga, la frustración frente al tiempo acumulado y el precarismo de la cosecha. Pero avanzamos. Y para acelerar este avance queda abierta la invitación al pronto regreso, sin pasamontañas, para subrayar en “el brillo de los ojos” la pasión de la palabra, sin armas para el testimonio del tránsito convencido de la guerra a la paz.

La Jornada 10 de octubre de 1996

Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 9 de agosto ¤ El cerco está roto, ya sale la comandante Ramona. Una mujer tzotzil, «el arma más beligerante, agresiva e intransigente del EZLN», según el subcomandante Marcos. Hasta su reaparición esta tarde en Aguascalientes, no había sido vista en público desde marzo de 1994, cuando concluyeron las conversaciones de la Catedral, aquella primera piedra del hoy todavía incierto proceso de paz en Chiapas. Su pequeño cuerpo, hoy más delgado y frágil que entonces, resulta un arma humillante y demoledora.

¿Por esa persona, con su portentoso huipil sanandresero y la bandera nacional entre las manos, se habló desde el centro con truenos, centellas y amenazas policiacas? Ramona o el temblor de la República.

Ramona, el primer símbolo que conoció el mundo de la grandeza de los pueblos mayas rebeldes de las montañas de Chiapas.

Un acto de aparente debilidad que responde con lo sumamente pequeño a toda la fuerza del Estado. «No damos para más», dijo Marcos al referirse a los cuidados que los zapatistas han podido ofrecer a esta célebre y secreta mujer enferma. «Antes de morir, ella ha querido hablar con otros indígenas».

«Teniendo todas las cartas», dijo Marcos, los zapatistas enfrentan «el analfabetismo político» del sistema con la intocable fragilidad.

«No pidió permiso» el EZLN, sólo solicitó a la Cocopa que negociara una salida en la que no quedaran lastimadas las partes. Con Ramona «va la representación de los hombres, mujeres, niños y ancianos, combatientes y no combatientes, del EZLN»‘.

Sorpresas te da la vida.

La invitada

Adelfo Regino, el joven dirigente mixe, formuló la invitación formal a nombre del Congreso Nacional Indígena para que acudiera al DF una representación zapatista, para engrosar el «nunca más un México sin nosotros» que desde ayer resuena en la capital de la República. La nueva vuelta de tuerca del movimiento indígena, que desde el Congreso Nacional celebrado en 1974 en Chiapas no ha hecho sino crecer y robustecerse, para maravilla de muchos e incomprensión creciente del poder.

Y queda resonando en el aire la bofetada de la comandante Ramona. Lo que Villoro, en su intervención, habría de poner en estas palabras: «El poder al servicio del pueblo, y no el pueblo al servicio del poder».

«Lección moral», llama otro asesor zapatista a esta decisión del CCRI-CG. El nuevo trozo del camino pacifista que conduce al Diálogo Nacional por la Paz.

Al escuchar las invitaciones formuladas por Adelfo Regino, el barzonista José Quirino, Luis Villoro y Adriana López Monjardín, el subcomandante Marcos expresa:

«La respuesta es que no. Nunca más un México Distrito Federal sin nosotros».

Ramona es el símbolo, el mensaje, la confirmación del síndrome de David desafiando a Goliat a fuerza de lenta dignidad duradera y palabras peligrosamente rápidas.

Ayer visitó el presidente Ernesto Zedillo tres cuarteles militares de Chiapas. Hoy los zapatistas sueltan una bomba que nadie esperaba. La bomba de quitarse del centro. La bomba de la paciencia. La de la ternura sobrecogedora. La fuerza de los de abajo.

Los representantes de organizaciones civiles y políticas nacionales y extranjeras que llevan dos días aquí esperando la solución de la crisis, aplauden la aparición de la primera mujer del CCRI que conoció el mundo. La última carta. La primera.

Cuando Marcos caminó hacia una casa, junto al Aguascalientes, y salió con Ramona, nadie entendía. ¿Eso es todo? Pues sí, eso es todo. Nada más, y nada menos que eso.

Con razón anoche, como expresa el diputado Oscar González de la Cocopa y el PT, y la situación llegó a extremos de peligrosa tensión. Contra Ramona se estrellan los tanques, los fajos de órdenes de aprehensión. Los más pequeños, los últimos, confirman aquello de Schumacher: Lo pequeño es hermoso.

Y lo indígena vuelve al Centro, por si alguien lo dudaba. Por si alguien sigue sin entender.

El 15 de octubre, reunión con la Cocopa

Elio Henríquez, corresponsal, La Realidad, Chis., 9 de octubre ¤ El próximo 15 de octubre la dirigencia zapatista viajará a San Cristóbal de las Casas para reunirse con la Cocopa, a fin de continuar las negociones «en la vía de fortalecer la solución del conflicto, con el diálogo y la negociación». Al encuentro podría asistir Marcos.

En conferencia de prensa a las 17:30 horas en el Aguascalientes de La Realidad, el subcomandante Marcos informó que mañana a las 12 del día el EZLN hará entrega formal a la Cocopa y a la sociedad civil de la comandante Ramona para que viaje a la ciudad de México. La dirigente rebelde viajará por tierra para dormir en San Cristóbal de las Casas y el viernes saldrá hacia Tuxtla Gutiérrez, para tomar el avión que la llevará al DF y participar en la clasura del Congreso Nacional Indígena y en los actos de celebración del 12 de octubre.

Marcos presentó a Ramona

Sin dejar la bandera que llevaba doblada entre sus manos morenas, la indígena cuya salud se ve quebrantada a simple vista, saludó a los presentes: «Buenas tardes compañeros, comandante Ramona, del Ejérctio Zapatista de Liberación Nacional».

Después Marcos la tomó del brazo y la regresó a donde la fue a traer. A su regreso tomó de nuevo el micrófono e informó que debido a la precaria salud de Ramona, hoy reposaría y mañana viajará a San Cristóbal.

Cuando explicaba que Ramona «está moribunda», se le quebró la voz, y luego manifestó que desde hace dos años se le detectó una enfermedad terminal y durante ese tiempo «hemos hecho lo posible para mantenerla con vida, según los recursos del EZLN, pero no damos para más».

Agregó que el viaje de Ramona se negoció a través de la coadyuvancia de la Cocopa, para que las condiciones de la salida fueran las mejores «y no quedaran lastimadas» las partes que negocian en San Andrés.

Luego añadió: «Pudimos haber salido con Ramona y nadie, absolutamente nadie se habría atrevido a detenerla. Nadie se hubiera atrevido a declarar roto un diálogo porque saliera Ramona», señaló Marcos, al tiempo que recalcó: «El EZLN no pidió permiso para salir, salió».

 

Proceso 1041. 12 de octubre de 1996

Heberto Castillo

Durante cuatro intensos días los miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación discutimos con la dirección del EZLN y el gobierno federal la necesidad de hacer a un lado arrogancias y soberbias para encontrar senderos que nos permitieran servir de instrumento para que, a través del diálogo, se llegue a la paz con dignidad en Chiapas.

Pasan semanas, meses y aún años sin que la gente vea avances en las negociaciones en San Andrés Larráinzar. Unos culpan de ello al EZLN, otros al gobierno. Salen a colación también la Conai y la Cocopa, intermediaria la una, coadyuvante la otra, acusadas de incapacidad para realizar sus respectivas misiones. “Se gasta el dinero del pueblo sosteniendo los encuentros que cuestan mucho -nos dicen-, sin que veamos que se supere el problema”.

Chiapas quiere reanudar su vida económica plena y se sabe que para ello deben resolverse las demandas por las cuales el EZLN se levantó en armas contra el gobierno. “La simpatía que el EZLN despertó hace un par de años disminuye en vez de crecer y ahora -nos dicen otros- se nutre sólo de la simpatía internacional, algunos simpatizantes extranjeros no luchan en sus patrias contra las obvias injusticias que viven, en Estados Unidos se margina a los chicanos, latinos, negros, chinos, coreanos; en Francia, a los franceses de origen africano o asiático; en Alemania, surge el nazismo, etcétera…”.

Nos toca a veces en Radio 13, donde cada semana tenemos una “tertulia” de 45 minutos con Carlos Ramos, explicar y defender la razón del subcomandante Marcos, pues la oposición a que la negociación entre el EZLN y el gobierno se prolongue es grande y a menudo se lanzan injustamente contra Marcos. Siempre les decimos a los inconformes con la duración de las pláticas que cuesta menos una negociación que dure años a una guerra de un mes que, además, nunca se sabe cuánto va a durar; que en Centroamérica hay luchas armadas que llevan más de 30 años, y en Colombia son más de 40 años de guerra intestina, que ha costado decenas de miles de vidas.

Pero si por un lado observamos que la simpatía general que hubo para el EZLN ha disminuido, aunque se haya afianzado en algunos sectores muy importantes de la población culta y de los sectores más marginados del país, que no forman de manera alguna la mayoría electoral de la nación, del otro lado, la intransigencia gubernamental se ha levantado con frecuencia como un muro contra el cual se topan todas las demandas justas de las comunidades indígenas y también las razones del PRD, que compartimos quienes militamos en ese partido, para transformar esta sociedad en otra donde imperen la democracia, la justicia, la equidad y el respeto a la pluralidad étnica.

Esa soberbia quedó de manifiesto cuando diversas organizaciones no gubernamentales invitaron al EZLN a participar al Congreso Nacional Indígena, que tiene lugar en los momentos en que, desde La Realidad en Chiapas, escribo estas notas. Apenas algunas personalidades de estas organizaciones anunciaron la probable salida de la dirección del EZLN hacia la Ciudad de México cuando el gobierno se expresó a través de diversos voceros en forma enérgica contra esta pretensión. Si salen, dijeron, los atraparemos porque se violaría la ley del 11 de marzo que suspende las órdenes de aprehensión. Ella, interpretan algunos, no permite a los zapatistas salir del territorio chiapaneco.

Pronto respondieron juristas, académicos, militantes y simpatizantes del EZLN: pueden salir libremente, la Constitución garantiza el libre tránsito de todos los ciudadanos. Ella no exige que nos identifiquemos. Otros replicaban: a nadie se permite viajar enmascarado, la autoridad tiene derecho a conocer la identidad de quienes así lo hacen porque pueden ocultarse delincuentes comunes detrás de las máscaras o pasamontañas. Contestaban los prozapatistas: falso, desde hace años hay personajes enmascarados que deambulan libremente por la Ciudad de México y por la República y que incluso salen al mundo enmascarados. Así lo hacen los dos Superbarrios que existen y también dos o tres enmascarados que defienden a los animales y los sistemas ecológicos.

De ese talante resultó el falso debate. Lo que se discutía era si una delegación del EZLN podía salir de Chiapas o no. Atrás quedaba el diálogo suspendido el 4 de septiembre y las cinco condiciones que el EZLN había puesto como condiciones para reanudarlo.

A muchos pareció una provocación que se invitara al EZLN. Olvidaban que ha sido invitado a una gran cantidad de foros, congresos, conferencias y reuniones en toda la República y en el extranjero y que siempre el EZLN ha contestado con un mensaje que lee alguno de sus asesores o amigos, que tiene y muchos. En esta ocasión lo que irritó a la dirección del EZLN, lo pudimos constatar, fue la soberbia de la inmediata réplica gubernamental: si salen rompen la ley y se ejecutarán las órdenes de aprehensión. Se fue más lejos. Si salen enmascarados, se dijo, y no tienen orden de aprehensión, se les dictará una. No se dijo si por ser del EZLN, por haber cometido algún delito o por ir enmascarados. La amenaza provocó a la dirección del EZLN.

Los simpatizantes de su causa y los organizadores del Congreso que lo invitaban terciaron en la polémica. La irritación subió de tono en ambas partes. El diálogo suspendido por la paz en Chiapas pasó a un término secundario, lo que había que decidir primero era si el EZLN salía o no. La Cocopa se encontró así imposibilitada para coadyuvar a superar el incidente. Si sales te aprehendo. Por el otro lado, salgo a como dé lugar, no importa si me matan. La historia se repetía. Pasábamos de un incidente grave a otro.

Lanzamos un llamado a las partes pidiendo reflexión, serenidad. La salida de Chiapas no podía ser un acto unilateral. La ruptura del diálogo en Chiapas, si por desgracia se llega a dar, no puede ser decidido por una sola de las partes, ni por el gobierno ni por el EZLN. Esta sabia condición, propuesta por el EZLN y aceptada por el gobierno, es una garantía de que los incidentes pueden ser superados a través de la coadyuvancia (Cocopa) o de la intermediación (Conai) o de ambas. Pero montado cada quien en su macho, es imposible conciliar.

Intervenimos y propusimos una salida acordada por las partes. Vencimos la resistencia argumentando lo que ambas partes han señalado siempre como objetivo central de sus demandas: la paz justa y digna. No tenemos derecho, dijimos, a exponer al país a la guerra por anteponer intereses legítimos de los dirigentes del gobierno o del EZLN. La causa social del EZLN es justa, expresamos, la defendemos todos en la Cocopa, una salida no pactada desataría la guerra. Pedimos que se nos escuchara y se nos concediera tiempo para convencer.

Al gobierno le dijimos que la responsabilidad de desatar la guerra quedaba en sus manos, se podía después argumentar todo, menos que no hubiera habido alternativas para preservar la dignidad del gobierno a la vez que se aceptaba el derecho de los indígenas que representa el EZLN de asistir al magno evento del Congreso y de la conmemoración que harían del 12 de octubre.

Parte de los miembros de la Cocopa fuimos y vinimos de La Realidad a la capital de la República y viceversa para dialogar con los dirigentes del país y con los dirigentes del EZLN. Difícil discusión.

Con el subcomandante Marcos, tras largas horas de discusión, de enojos y acercamientos recíprocos, pudimos llegar a una buen final: acompañado por el comandante Tacho y el mayor Moisés, nos expresó confianza y aceptó que el EZLN saliera de Chiapas gracias a nuestra mediación, depositando además en la Cocopa la confianza para que su delegada, única, porque así lo prefirió, la comandante Ramona, pudiera viajar sin ser molestada. Con la Cocopa iría un representante de la sociedad civil y un asistente de salud. Garantizamos su seguridad y que habría respeto pleno a ella como delegada del EZLN y como la gran luchadora social que es.

Además, Marcos nos propuso reanudar el 15 de octubre pláticas con la Cocopa estando él en esas reuniones con otros delegados del EZLN. Aceptamos de inmediato. El objetivo de estas pláticas será desde luego, abrir el camino para que culmine el proceso iniciado en San Andrés y acelerar la firma de un acuerdo de paz. Reconocemos expresamente la gran disposición del EZLN y del subcomandante Marcos para lograr un acuerdo definitivo.

Con el gobierno, el presidente Ernesto Zedillo y el secretario de Gobernación, debemos reconocer también que tras largas discusiones, después de reclamarles su participación en el falso debate y la soberbia de sus voceros amenazando al EZLN, y también atendiendo la petición de la Cocopa, no del EZLN -esto debe quedar claro-, accedieron a que saliera una delegación del EZLN integrada por hasta tres delegados. Ofrecieron respeto absoluto a la delegación y conocieron las condiciones que el EZLN había señalado a la Cocopa: venía a participar en la clausura del Congreso Nacional Indígena y al acto del 12 de octubre para llamar a luchar por la paz, por el respeto al derecho de las etnias a su nación, por la democracia y la justicia.

La comandanta Ramona viene enferma del cuerpo, se dice que con una enfermedad terminal. Pero su espíritu no padece debilidad alguna, el que le apreciamos en La Realidad es el espíritu de lucha que deseamos tuvieran todas las mujeres mexicanas, imbatible, irreductible, intransigente para conquistar la plena libertad de los indios mexicanos. Ramona es ya un símbolo para las mujeres, indias y mestizas, que aspiran a una vida democrática y digna en nuestra patria. ¡Bienvenida compañera comandanta Ramona!

Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos al anunciar el fallecimiento de la Comandanta Ramona

6 de enero de 2006, Tonalá, Chiapas. Cine Palacio. 16:15 horas

Bueno, compañeros, compañeras. Les voy a pedir que me escuchen con mucha atención, y les voy a pedir respetuosamente de favor que no me interrumpan hasta que termine. Esta cosa que estamos haciendo de la Otra Campaña es para que se escuche la voz de todos, por eso es importante que todos tengamos paciencia y escuchemos la voz de todos. En mi trabajo como vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional hay momentos muy duros, como éste que les voy a decir ahorita. Me acaban de avisar… fue por eso que interrumpimos esto, que la compañera Comandanta Ramona murió hoy en la mañana. Como todos saben, no andaba mal pero (inaudible)… gracias al apoyo de gente como ustedes pudo superarla y tuvo un transplante de riñón. Hoy en la mañana empezó con vómito, con sangre y diarrea y cuando iba en camino para San Cristóbal murió en el camino.

En este caso me es muy difícil hablar, pero lo que puedo decir es que el mundo perdió a una mujer ejemplar. Que el mundo, que México perdió a una de esas luchadoras que le hacen falta, y pues a todos nos arrancaron un pedazo del corazón. Dentro de unos minutos se va a cerrar el Caracol de Oventic, y vamos a (inaudible) la muerte de esta compañera en privado. Esperamos que los medios de comunicación respeten esto y no conviertan su muerte en un (inaudible). En vista de esto vamos a cancelar nuestra participación en los actos de hoy y de mañana, y ahorita nos vamos a regresar para allá a esperar las órdenes que digan los compañeros, la Comandancia y el Comité Clandestino Revolucionario Indígena. (Inaudible) Estaremos allá.

Gracias que vinieron. Gracias por su palabra. Habrá que seguir en esto. Ya veremos las condiciones. La Comandanta Ramona estuvo en la clausura de la Plenaria. Perdón, cuando empezó la Plenaria en La Garrucha. Estuvimos bromeando con ella. Todavía hace unos días la vieron los compañeros el primero de enero. Me mandó un saludo e hizo bromas (inaudible). Pero ahorita recuerdo que ese día de la Plenaria nos dio un bordado que había hecho ella cuando estaba pues convaleciente de la operación que le hicieron hace casi diez años. Me lo entregó y me dijo que esperaba que la Otra Campaña fuera como ese bordado. Eso es lo que tenemos que hacer. Gracias, compañeros. Nos tenemos que retirar.

Disculpen ustedes.

Fuente: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2006/01/08/palabras-del-subcomandante-insurgente-marcos-al-anunciar-el-fallecimiento-de-la-comandanta-ramona-06ene06/

 

 

Hace dos días, los Tzotziles enterraron a la Comandanta Ramona

Peter Brown

Enero de 2006.

Junto a unos pocos forasteros y muchos indígenas zapatistas, tuve la oportunidad y el honor de asistir al funeral y considerar aquellas cuestiones humanas que siempre se presentan cuando uno se enfrenta a la finalidad y la continuación de la muerte. A lo largo de aquella mañana soleada y aquella tarde resplandeciente, una avalancha de emociones, pensamientos e impresiones pasaron como fogonazos por mi conciencia y todavía se filtran por debajo de la superficie. Aunque me encuentro aún aclarando mis sentimientos, necesito compartir algunas impresiones de aquella profunda experiencia.

¿Por dónde empezar? ¿Cómo podría explicar el impacto de Ramona? ¿Por qué esta pequeñita mujer tzotzil marcó una diferencia en mi vida; por qué marcó una diferencia en el mundo; por qué me senté en aquella ladera junto al cementerio de San Andrés Sacamch’en de los Pobres todo el día durante su funeral? ¿Qué les depara el futuro a los hombres y las mujeres como Ramona, que quieren salvar nuestro planeta de los muchos horrores de nuestro tiempo?

Desde luego, una parte del impacto y del legado de Ramona vive en forma de imágenes.

Por supuesto, está aquella imagen de 1996 de la pequeña Ramona al borde de la muerte apoyándose en el brazo del Sub Comandante Marcos mientras dejaba la capital zapatista de La Realidad (rompiendo el mortal cerco militar sobre los zapatistas y continuando su viaje para conquistar la capital mexicana). En aquel momento, Marcos la describía como el arma más militante y peligrosa de los zapatistas; en la capital, recibió un transplante de hígado y capturó los corazones de millones de mexicanos.

También está aquella foto tan preciosa del verano de 2005 (que puede estar en nuestra página web, pero sin enlace a ella desde aquí) de mi amiga Diccie sonriendo y señalando un cartel de una cooperativa de mujeres de Pulho que llevaba el nombre de Ramona. Diccie preguntaba, “¿Quién es la Comandanta Ramona?”. Como mínimo, Ramona era alguien con cuyo nombre bautizaban las mujeres indígenas a sus organizaciones.

Está la sencilla foto de Ramona sentada, vistiendo como siempre su traje bordado de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, que yo eché en la fiesta de su 37 cumpleaños (de nuevo, creo que está en nuestra página web), cuando en Escuelas para Chiapas nos encontrábamos lanzando nuestro primer equipo de construcción de escuelas desde la Ciudad de México junto al Frente Zapatista. Los dibujantes del Taller Artístico de la Frontera en Tijuana/San Diego usaron aquella imagen para pintar a Ramona en las paredes de la primera escuela secundaria autónoma indígena de Chiapas (todavía la más popular de las imágenes del muro que aún rodea a esa institución educativa).

Finalmente, está aquella foto de noticia tan super conocida de Ramona al comienzo de las conversaciones de paz de 1994, sosteniendo el extremo inferior de la bandera mexicana, mientras el Sup asía firmemente el extremo superior de la bandera y Camacho, el representante del gobierno envuelto en poliéster, se esforzaba por alcanzar una esquinita de la bandera. El gobierno mexicano todavía se pelea por aferrarse a una parte de la bandera nacional que capturaron los zapatistas.

El poder no sabe todavía lo que les sacudió cuando se encontraron con esta pequeñita mujer tzotzil. Pero el poder sí sabe a ciencia cierta cómo responder a un ataque.

Incluso aunque no pude entrar a mi correo electrónico al día siguiente, el Internet se abrió lo suficiente como para dejarme leer los titulares de las noticias y de opinión en la página web en castellano de Microsoft Service Network, sugiriendo que los zapatistas habían sufrido un golpe severo con la muerte de Ramona PORQUE “acaban de perder su brújula moral”. Me sentí tan enojado y molesto que apenas pude dormir aquella noche.

Sin embargo, dudo que haya imágenes públicas o fotográficas para describir (o mentir) acerca del funeral de Ramona.

Aunque nuestros hermanos y hermanas de la prensa juguetearon desesperadamente con sus cámaras durante horas mientras esperaban la llegada del ataúd, los zapatistas habían anunciado la medida de “No fotos”. Y cuando llegó la comitiva final que traía a Ramona, una docena o más de jóvenes enérgicos zapatistas subieron a la colina donde los fotógrafos y les insistieron con calma en que guardaran sus cámaras. Espero que los zapatistas hayan acertado una vez más a la hora de elegir el momento y el lugar para que el mundo exterior pueda echar sus fotos.

Incluso con su muerte, Ramona consiguió reunir a personas de diferentas partes del mundo. La organización de solidaridad “¡Ya basta!” de Italia había donado recientemente varias ambulancias modernas, y fue muy adecuado que el cuerpo de Ramona pasara junto a una delegación de Italia en uno de estos vehículos que ahora se emplean en el sistema sanitario zapatista que ella misma se esforzó en crear. Mientras llegaba la ambulancia, docenas de hombres y mujeres zapatistas enmascarados saltaron de los camiones y corrieron a toda velocidad tras la ambulancia nueva hacia el humilde cementerio donde ya se encontraban reunidos previamente cientos de miembros de la comunidad.

A medida que aquel empuje tan poderoso y decidido de indígenas pasaba en tropel por mi lado, al mismo tiempo me di cuenta de dos cuestiones.

El primer descubrimiento era que las fotos desde este lado del cementerio serían irrelevantes; de hecho, ya había tenido lugar el último vestigio fotográfico de Ramona. Lo sentí en aquella oleada masiva de decenas de miles de indígenas, que tomaron las calles sin violencia en San Cristóbal de las Casas el 1 de enero de 2006 para lanzar su campaña por “La Otra” (y “Los Otros” que son olvidados, abandonados y oprimidos). En esta ocasión, más que Marcos enviando fuera a Ramona, esta vez eran Ramona y sus muchos hijos e hijas los que enviaban al Sub Comandante Marcos fuera para recuperar la nación.

Mi sentimiento más fuerte a medida que me empujaba, desplazaba y masajeaba aquella corriente humana que acompañaba a Ramona a su reposo final, eran una tristeza y una rabia por darme cuenta de que el poder no quiere que estas personas sigan enterrando a sus muertos aquí, en San Andrés Sacamch’en. Los tzotziles son irrelevantes y peligrosos para el capitalismo internacional; su lugar en el mundo “moderno” es limpiar los baños y hacer las camas de los
hoteles turísticos de San Diego, Nueva York, Portland, Houston, Miami, etc. O lavar platos en Atlanta, o transportar maderos y ladrillos en Chicago, o recolectar fruta y arrancar malas hierbas en el valle central de California.

Pero mientras los zapatistas jóvenes y mayores se sentaban en las colinas que rodeaban el cementerio el día del entierro de Ramona, las ondas de Radio Liberación flotaban a través de los tallos secos del maíz. Hasta allí donde alcanzaba la vista, los tallos dobles forman un patrón de mosaicos que relataban acerca de la supervivencia y la regeneración humana. La música alegre y el comentario ocasional en castellano o tzotzil desde la estación de radio rebelde también mencionaron La Otra Campaña y se despidieron de Ramona. Aquel día, el mosaico de campos de maíz se llenó de calabaza del tamaño de sandías listos para la cosecha que podían llegar a durar tres años o más; y el sol y la tierra ya se encontraban conspirando activamente contra los planes de Bush y compañía, al ofrecer la próxima cosecha de frijoles.

Y mientras Fox busca nuevas formas de vender esclavos mexicanos a los Estados Unidos, los tzotziles viven su “Ya basta” cultivando su comida y criando sus niños en oposición directa con el poder de la avaricia y la violencia. Ramona prosigue como parte de este ciclo de vida que finalmente derrotará a la muerte que el capital tiene previsto para todos nosotros que formamos “La Otra”.

Ahora ha sido Ramona quien ha enviado al Sub Comandante a abrir nuevos caminos para que la gente de Ramona se encuentre con otros rebeldes en su lucha por salvar al mundo. Y hoy, en los Altos del sureste mexicano, la gente ha acumulado montañas de maíz, calabaza y frijoles para alimentar a los niños y nutrir la insurrección. Y quizás sólo para provocar al poder, los tzotziles cuelgan en sus porches a plena vista la semilla de maíz brillantemente colorida para la cosecha del año que viene, retando al poder a que intente arrebatarles los niños o el maíz.

En vida, Ramona brilló tan espléndidamente como aquella semilla de maíz que decora las casas de los tzotziles.

Y tan seguro como que el maíz con el que se la creó se plantará en primavera, Ramona seguirá naciendo en las montañas del sureste mexicano y en todas aquellas partes del mundo en que las personas luchen por la dignidad, la democracia y la justicia.

¡Hasta la Victoria, Zapatista!

Peter Brown, alias Pedro Café.

PedroCafe@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Relatada por el Sup Marcos en la Cuarta Reunión Preparatoria de la Otra Campaña, realizada en el poblado Juan Diego, San Miguel, del Municipio Autónomo Francisco Gómez, los días 26, 27 y 28 de agosto del 2005. (Fragmento de la intervención de ese día)

Ahora, ya para terminar, permítanme contarles…

Una pequeña historia

Este lado del terreno en el que nos encontramos se llama ahora Nuevo Poblado Juan Diego. Es parte del Municipio Autónomo Rebelde Zapatista Francisco Gómez. Pero no siempre se llamó así. Antes era una finca que llevaba el nombre de Santa Rita. La finca tenía alrededor de 6000 hectáreas y su último propietario fue el señor Adolfo Nájera Domínguez, de Comitán, Chiapas, México. Hace mucho tiempo, en lo que fue Santa Rita trabajaron los abuelos y padres de algunos de nuestros compañeros y compañeras zapatistas. Trabajaban limpiando potreros y sembrando postes para el alambrado del terreno. Les pagaban 7 pesos por una jornada que iniciaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde. 12 horas de trabajo por 7 pesos.

Hace unos 13 años, cuando los habitantes de la comunidad de San Miguel querían ir a pescar, recoger caracol o a cortar leña, el finquero Adolfo no lo permitía. Para impedirlo tenía sus guardias blancas, vaqueros que portaban armas para amenazar a los indígenas que no respetaran la prohibición. El cerco de alambre en el que trabajaron sus padres y abuelos 12 horas diarias, junto con las armas de los guardianes de la finca, les impedían a los pobladores de San Miguel el acceso al río y el paso por brechas y veredas que atravesaban la finca. Ni ellos ni sus animales podían poner un pie en cualquiera de las 6000 hectáreas.

Si alguna vez, por un descuido, se cruzaba un caballo u otro animal, las órdenes del finquero eran claras: lo que estaba en su terreno era de su propiedad. Así que los animales eran robados y escondidos en algún lugar, hasta que el legítimo dueño se resignara a su pérdida.

Así era: los indígenas habían levantado, de sol a sol (y no en sentido figurado), una cerca que los mantenía fuera. Fuera de las buenas tierras, de la modernidad, de la justicia.

La comunidad de San Miguel hizo entonces una su asamblea y sacó el acuerdo de pedir una plática con el señor Adolfo Nájera. Fue la comisión a hablar con él y le plantearon, en buen modo, que a la población de San Miguel le permitiera el acceso al río y que no molestara a los animales que se pasaban a su finca. La brecha que dividía San Miguel de la finca Santa Rita estaba aquí nomás, a unos 200 metros de donde ahora nos reunimos con ustedes. El finquero nunca entendió y no les hizo caso. Se burló de ellos, los maltrató, los amenazó y los corrió. Al otro día mandó reforzar el cerco de alambre de púas. Para hacerlo contrató, por 14 pesos la jornada de 12 horas, a los mismos indígenas de San Miguel. Las matemáticas no son mi fuerte, pero me parece que la distancia entre los abuelos y los nietos sería entonces de unos 30 ó 40 años y 7 pesos de diferencia. Tampoco sé mucho de economía, pero creo que eso es lo que se llama explotación.

La comunidad se reunió otra vez y se hicieron cuentas:

De un lado, estaban cientos de indígenas, con unas cuantas hectáreas de malas tierras, llenas de pedregal y en pendientes donde no se podía ni caminar. Las tierras de los indígenas eran ésas que se pueden ver allá: una parte de la ladera de la Sierra de la Corralchén.

Del otro lado de la brecha estaba una persona con 6000 hectáreas de buena tierra, en terrenos planos, fértiles y con buena agua.

Les decía entonces que en la asamblea de la comunidad hicieron cuentas: poco y malo para muchos de un lado; mucho y bueno para sólo uno del otro lado. Hicieron entonces lo que hacían todos los campesinos: solicitaron parcela. Y, como dice la canción, solicitando parcela los años fueron pasando. Sus comisiones recorrieron todas las oficinas del gobierno federal, entregaron todo tipo de papeles, hicieron cooperaciones entre todos para enviar comisiones a todos lados, aunque hubiera dado lo mismo que no fueran. Nunca hubo solución a sus demandas de tierra.

Llegó entonces, a platicar con sólo algunos de los pobladores, un hombre. Era él indígena como ellos, moreno como ellos, tzeltal como ellos, mexicano como ellos. Su nombre de lucha era Hugo, pero se hacía llamar el señor Ik´, jugando con el doble sentido de la palabra Ik´ que en tzeltal puede significar negro y viento. El señor Ik´ se llamaba en realidad Francisco Gómez. Con su hablar pausado explicaba la explotación, el desprecio, la represión. Hablaba de rebeldía y de organización. Hay una palabra, les decía el Señor Ik´, que se llama zapatista y que habla de que la tierra es de quien la trabaja y que debemos organizarnos y luchar por nuestra libertad como campesinos y como indígenas y como mexicanos que somos. Probablemente era ya la madrugada. Lo que estaba platicando el señor Ik´ era secreto y había que cuidarlo.

Por eso el señor Ik´ caminaba de noche, hablaba de noche, se aparecía de noche. Quienes lo escucharon esa vez, cuando la mañana no alcanzaba aún a salpicar siquiera la oscuridad de la noche, dijeron que estaban de acuerdo. Ya se iba el señor Ik´ y un compañero le dio una bola de pozol y le preguntó: ¿Y cómo se llama nuestra organización?. El señor Ik´ metió la bola de pozol en la morraleta y le respondió. Todos nos llamamos Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Se fue el Señor Ik´. Caminó otras noches, apareció en otros pueblos y otras madrugadas lo encontraron hablando con indígenas de la región. Primero unos pocos, luego decenas, luego pueblos enteros, regiones. Pero no siempre fue así. Llegó el momento en que el Señor Ik´ ya no hablaba, sino que escuchaba. Escuchaba la indignación y la rabia. Ya antes había escuchado eso, pero entonces había una diferencia: eran una rabia y una indignación organizadas en colectivo.

Escuchaba y caminaba otra vez de noche el Señor Ik´, y otra madrugada estaba en nuestro cuartel, frente mío, tomando una taza de café sin azúcar, no porque así nos gustara sino porque no había. El Señor Ik´ inició su plática con un informe de su último recorrido por pueblos y asambleas. No era un informe de lo que había dicho, sino de lo que había visto y escuchado. Terminó. Nos quedamos callados. El Señor Ik´, sin que aparentemente viniera al caso, empezó a recordar otra madrugada, muchos años antes, cuando apenas lo conocimos y acampamos cerca de su pueblo. Yo le había contado entonces la historia de la lucha de Ulises contra el gigante de un único ojo: Polifemo. El Señor Ik´ había reído de buena gana cuando le narré la parte donde Ulises dice que se llama nadie y derrota al cíclope. El Señor Ik´ recordaba la narración a su modo y me la estaba contando de nuevo. De pronto se quedó callado, encendió un cigarrillo con una varita que hizo arder en la leña del fogón. Quedó con la ramita encendida un rato y luego me miró a los ojos y me dijo: Oí, compañero Subcomandante, de ahí que yo creo que ya va siendo la hora de nadie.

Como el Señor Ik´ entonces había decenas de compañeros, líderes naturales de sus comunidades y de sus regiones, haciendo lo mismo que él y diciendo lo mismo que él: ya va siendo la hora de nadie. Era el año de 1992. Hicimos entonces la consulta. Se votó la guerra.

El año de 1993 se nos fue en preparativos. Llegó así mayo, 23 de mayo. Aquí arriba, en esa sierra que se ve bien desde aquí, nosotros teníamos un cuartel insurgente. Se llamaba El Calabazas. Una columna de federales había entrado a la cañada y, haciendo base en La Garrucha, había subido a la sierra. Nuestras fuerzas y las federales chocaron. Después de algunos combates, nuestras tropas se replegaron y fueron acogidas por los pobladores de San Miguel y luego acompañados por ellos hasta una zona segura.

Todo el EZLN se replegó entonces. Según nuestro pensamiento, el alzamiento debía iniciar cuando lo decidiéramos nosotros, no el enemigo. Desde mucho antes habíamos aprendido que no debíamos nunca sujetarnos a los tiempos del poderoso, sino que teníamos que seguir nuestro propio calendario e imponerlo al de arriba. Así lo seguimos haciendo. Por eso se desesperan con nuestro modo.

El primero de enero de 1994, ya era de día cuando todavía pasaban por esa carretera las columnas de combatientes del EZLN rumbo a Ocosingo. Más de 1,200 hombres y mujeres del llamado Tercer Regimiento de Infantería Zapatista, más otro tanto del Quinto Regimiento, pasaron por ésta y otras tierras de la Selva Lacandona, les quitaron sus armas a las guardias blancas de los finqueros y con ellas tomaron la cabecera municipal. Después de varios días de combatir en el mercado de Ocosingo contra tropas aerotransportadas del Ejército Federal, las tropas zapatistas se replegaron.

Después pasó lo que pasó y la mayoría de ustedes lo saben porque fueron actores principales.

Todas las fincas en esta zona fueron recuperadas y, después de 1995, sus tierras repartidas por la Comisión Agraria del Municipio Autónomo Rebelde Zapatista (MAREZ) Francisco Gómez. Sin pedirle permiso a nadie, los indígenas zapatistas derrumbaron el cerco que rodeaba la finca Santa Rita y las tierras fueron repartidas entre habitantes de San Miguel y del poblado Ach´ Lumal, que quiere decir: tierra nueva.

Entonces los compañeros se reunieron y volvieron a hacer cuentas, pero no de hectáreas, sino de muertos.

En la batalla de Ocosingo, el 2 de enero de 1994, cayó en combate un compañero miliciano de San Miguel, cuyo nombre de lucha era Juan. En la comunidad Nueva Estrella, otro compañero miliciano fue asesinado por el ejército federal cuando la traición Zedillista, en febrero de 1995, su nombre de lucha era Diego. Los compañeros pensaron, hicieron cuentas, recordaron. El nuevo poblado tomó entonces el nombre de Juan Diego.

Nombraron así no a la muerte, sino a la lucha.

Ésta es la pequeña historia que les quería contar sobre este lugar. Les pido pues a todos los que ahora nos reunimos que saludemos a los hombres, mujeres, niños y ancianos de San Miguel y del nuevo poblado Juan Diego que hoy nos reciben. Saludémoslos con nuestro modo, con un aplauso.

Fuente: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/08/26/palabras-de-apertura-del-ezln-en-la-reunion-con-ongs-colectivos-grupos/

 

 

La Jornada. 12/03/1995

Luis Hernández Navarro

Francisco Gómez fue un dirigente campesino del ejido de la Sultana, en las cañadas de Patiwitz, municipio de Ocosingo. Sucesivamente se desempeñó como presidente de la Unión de Ejidos Quiptic y representante de la Anciez en el Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas. Combatió y murió durante el sitio de Ocosingo en enero de 1994 con el grado de capitán del EZLN. Entre los nuevos municipios fundados por los rebeldes, uno, el enclavado en su región de origen, lleva su nombre.

La vida y trayectoria de lucha de Francisco Gómez está lejos de ser una excepción entre los insurgentes chiapanecos. Su biografía es, simultáneamente, la biografía de una generación de dirigentes campesinos e indígenas regionales y de sus comunidades. Su radicalización no es resultado de un conflicto circunstancial sino producto de un largo proceso de reflexiones, desencantos y esperanzas de un futuro distinto.

Contra el espíritu de Francisco González, materializado en esas y otras comunidades en rebeldía, se ha hecho avanzar al Ejército mexicano. La labor de documentación de periodistas, defensores de derechos humanos e integrantes de la sociedad civil ha ido dando forma al cuadro de la acción militar.

En contra de la versión oficial sobre la ofensiva que anunció la recuperación de la soberanía nacional y el establecimiento del Estado de derecho en una región donde se habían perdido, los testimonios recogidos muestran un territorio donde priva la impunidad y el mando de las autoridades militares sobre las civiles, donde se ha “recuperado” la soberanía sobre comunidades despobladas, donde se estimula la guerra fratricida entre viejos refugiados y nuevos desplazados, donde, en resumen, se ha instalado de lleno una política de humillación.

Aunque la actitud del Ejército mexicano ha sido distinta dependiendo de las regiones donde ha actuado, y faltan reportes de su comportamiento en las comunidades más alejadas, parece tener un patrón común: destruir las posibilidades de reproducción de las familias campesinas, realizar castigos ejemplares contra supuestos o reales zapatistas, buscar desarraigar por medio de la fuerza la dignidad indígena e, instalar, lisa y llanamente, el reino del terror.

A las fuerzas armadas nacionales se les ha hecho desempeñar el papel de un ejército de ocupación.

Pero, contra lo que pudiera suponerse, la acción militar, por más que haya recuperado territorio, no ha podido doblegar la voluntad y disposición de lucha de los pobladores.

Los rebeldes han mostrado que están hechos de la misma pasta de Francisco Gómez. Los anuncios de supuestas deserciones zapatistas y de entrega de armas no han ido acompañadas de la presentación ante la opinión pública de unos y de otros.

Muchísimas comunidades, dentro y fuera de la zona de conflicto, han decidido rechazar lo que se presenta como ayuda gubernamental. Sin ir más lejos, en la región de los Altos, los delegados de la Unión de Ejidos Majomut, decidieron en su asamblea del 28 de febrero, rechazar los apoyos del gobierno del estado. “Con dinero no nos van a venir a comprar”, dijeron. Esa misma actitud puede verse, una y otra vez, dentro y fuera de la zona de guerra. Por el contrario, los testimonios recogidos muestran que las comunidades se sienten traicionadas por el gobierno: “Nos estábamos preparando para el diálogo y nos declararon la guerra”, señalan. Más allá de la indudable importancia que tiene el esfuerzo realizado por las distintas fracciones parlamentarias para elaborar la recientemente aprobada ley de conciliación para Chiapas, ésta sigue ignorando un problema básico. Está en marcha, sin exageración, un etnocidio, que puede resolverse haciendo una realidad lo que no aparece en la ley: ordenando el repliegue del Ejército mexicano y estableciendo zonas francas.

Pensar que las comunidades abandonarán el espíritu de Francisco Gómez por hambre o desesperación es un grave error. En mayo, con el inicio de la temporada de lluvias, deberán comenzar las siembras. Es un momento crítico. La presencia militar en la región radicalizará aún más las cosas.

Suponer que los rebeldes se rendirán es un absurdo. Aún es tiempo de parar la guerra. Si los primeros combates se producen será muy tarde para hacerlo.